Edward Hopper (Nyack 1882 - Nueva York 1967) fue un famoso pintor estadounidense.
El éxito conseguido con una exposición de acuarelas (1923) y otra de lienzos 1924 hacen de Hopper el autor de referencia de los realistas que pintaban escenas americanas.
Imágenes urbanas o rurales, inmersas en el silencio, en un espacio real y metafísico a la vez, que comunica al espectador un sentimiento de alejamiento del tema y del ambiente en el que está inmerso, bastante fuerte. Hopper consigue esto por medio de una esmerada composición geométrica del lienzo, por un sofisticado juego de luces, frías, cortantes e intencionadamente "artificiales", y por una extraordinaria síntesis de los detalles. La escena aparece casi siempre desierta; en sus cuadros casi nunca encontramos más de una figura humana, y cuando hay más de una lo que destaca es la alienación de los temas y la imposibilidad de comunicación resultante, que agudiza la soledad.
AUTOMAT, 1927

(Hace un tiempo escribí lo que podría estar pensando la mujer de este cuadro)
"No sé que voy a decirle cuando llegue a casa. Seguro que ya está frente a la ventana esperando que llegue y le cuente. Pero hoy no sabré por donde empezar. Ojalá pudiera quedarme aquí para siempre, inmovilizada, convertida en un objeto más de este lugar para no tener que enfrentarme a sus ojos. Pero he de irme. Mi demora sólo hará empeorar las cosas. "
HABITACIÓN EN BROOKLYN, 1932

"Por más que el espectador se esfuerza por identificarse con el personaje femenino, su mirada, como la de ella, tropieza con la línea de los tejados de enfrente y no puede franquearla. De nuevo en la habitación, el espectador descubre el extraño rectángulo de luz amarilla en el suelo.
Es esta luz la que relaciona los elementos del cuadro y les otorga volumen y vida. Hace vibrar el silencio y le da una coloración introspectiva. Es la proyección visual de un espacio mental, metáfora de la interioridad y de la meditación.
A merced del espectador, la luz se revela rica y abierta a la imaginación, al ensueño y a la creación o, por el contrario, pobre y lúgubre, a imagen de un mundo encerrado donde todo está detenido."
MAR DE FONDO, 1939

"El primer cuadro que vendió Hopper en 1913 en el Armory Show fue una marina: "El velero", pintado en 1911.
El mar y los barcos fascinaron a Hopper desde la infancia. Entonces, cuando tenía 15 años, soñaba con ser arquitecto naval y construirse un velero.
Pasará todos los veranos de su vida junto al mar, en la costa noreste, y practicará la vela durante mucho tiempo.
Los mares de Hopper tienen, sin embargo, un carácter artificial que sorprende. No tienen nada de las masas vivas y desatadas de otros pintores. Sus mares están paralizados, no hay corriente que los mueva, no tienen transparencia.
"Mar de fondo", con su serie de olas en líneas paralelas, es un perfecto ejemplo. Es un mar de hormigón, de olas compactas, tan artificial que se convierte en algo angustioso."
COCHE SALÓN, 1965
"La soledad de "Coche salón" es como un testamento de la pintura de Hopper. Algunos años más tarde de haberlo pintado le habla a su amigo Brian O´Doherty de su miedo a la muerte, ese sentimiento de último viaje que tan bien se sugiere aquí. En un compartimento de un azul melancólico, una progresión de paralelogramos de luz, repetidos en cada lado por los sillones, las ventanas y las diagonales del techo, retrocede hasta la puerta cerrada con la que topa la mirada. Perdidos en sus pensamientos, anónimos en un decorado desolado, los pasajeros van camino de un destino desconocido. No hay nada que ver tras las opacas ventanas. La barca de Caronte avanza a gran velocidad a través del limbo llevando a las almas hacia lo desconocido de su destino final. Todo es luz, como en el último día."
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