viernes, 29 de febrero de 2008

El sexto sentido (Por Amaro)

Bruce Willis resopla mirando al techo, tiene los ojos muy abiertos. Él, que ha escuchado de todo, las cosas más increíbles, los acertijos más raros de parte de los malos mas malos y extravagantes, no está preparado para esto. No le entra en la cabeza. Y sin embargo sabe que es verdad, si algo ha aprendido con tantas junglas de cristal es a oler el miedo y cuando alguien se está tirando un farol. Y el miedo está aquí, más que miedo, es pánico, le entra a borbotones por las fosas nasales.

Vuelve a mirar con incredulidad al niño, es un niño hermoso, casi parece de película, como si hubiesen tenido que buscar entre 3000 niños para encontrar justo éste. Un pelo precioso, lacio, a lo oriental, que le cae sobre la frente, y recortado de forma que le dibuja una cara oval tapándole las cejas. Debajo inmediatamente de ese pelo vemos los ojos del niño, unos ojos abiertos con miedo, pero no un miedo sorpresivo y del momento. No, es un miedo permanente ¡Y NO ES PARA MENOS! Sus manos temblorosas agarran como zarpas las sábanas, subiéndoselas en un gesto protector hasta la nariz, intentando taparse la cara, protegerse. La sábana se ve oscilar acompasada con la respiración irregular del niño. Los ojos fijos, alelados.

- A ver explícamelo de nuevo. Dice Willis.
- Cuando cierro los ojos… ¡El niño se estremece!
- Sigue, sigue.
- No veo nada.
- ¿Pero nada, nada?
- Nada, nada.
- ¡¡PUES SI QUE ES BIEN TRISTE CHAVAL!!

El caballero (Por Guillermo el Travieso)



Dolor, con dolor se cura.
Mas no hallo remedio a esta locura,
que tanta angustia me procura,
por no poder encontraros.

Y os busco y rebusco en mi cerebro,
para atraer si quiera un solo recuerdo,
que consuele mi entristecimiento,
porque sin vos, no soy nadie.

Nadie soy, y sin vos, nada tengo.

No tengo sin vos,
palacios,
ni baluartes.
No tengo lanza,
ni coraza.
Ni tan siquiera
camastro,
para descansar mi alma.

Que sin vos, nadie soy.
Sin vos, nada vale la pena

jueves, 28 de febrero de 2008

¿Cuántas mujeres y niños quedarán?



Algo está fallando.

¿Y la culpa de quién, me pregunto?

¿Demasiada información?
¿Estamos todos enloqueciendo?
¿Por qué tanto odio, tanta rabia?
¿Por qué no vivimos y dejamos vivir?...

Esta mañana mientras desayunaba no pude menos que pensar en estas preguntas, al escuchar la noticia de otra nueva víctima de la Violencia de género. En lo que va de semana cinco mujeres han sido agredidas por unos desaprensivos salvajes. Cuatro de ellas murieron y la otra se debate entre la vida y la muerte.

Y por fin pude poner un poco más de luz a lo que escribí el otro día: ¿Cómo pueden soportarse 28 años de malos tratos?.

No sé quién puede arreglar esta situación tan triste que vivimos, supongo que las leyes no lo pueden hacer todo, supongo que somos nosotros, los humanos (porque así nos llaman aunque a veces nos quede grande el término), los que hemos de combatir esta ola de violencia poniendo de nuestra parte con los medios al alcance. Pero se me vino a la cabeza un slogan terriblemente demoledor que parece, por el momento, que es lo único que puede “proteger” a las mujeres:

“SI QUIERES VIVIR, AGUANTA LOS MALOS TRATOS”.

Y me eché a llorar.

Me eché a llorar por todas las mujeres e hijos que no tuvieron otra oportunidad.

Me eché a llorar por todas esas mujeres e hijos que todavía viven con un agresor.

Me eché a llorar por esas valientes que han reunido el coraje de abandonar su hogar exponiéndose a la muerte.

Me eché a llorar por las familias, por ser mujer… por este jodido mundo.

Triste final.

miércoles, 27 de febrero de 2008

La ventana



Recuerdo cuando fue la primera vez que sentí atracción por las ventanas.

Era domingo. Por la mañana. Y la casa estaba envuelta en un silencio inusual. Parece que el resto de los vecinos del edificio se hubiesen mudado sin enterarme.

Estaba en la cama recién acabado de despertar cuando sentí aquella loca necesidad de levantarme y tocar la ventana. Sentir el frío aluminio entre mis manos. Acariciar sus aristas y sus raíles como si fuesen una mujer en celo.

Tengo que reconocer que estos sentimientos me causaron cierta turbación. Nunca había oído ni leído algo semejante. Empezaron a sudarme las manos y tuve una pequeña taquicardia. Eso por no hablar de lo que le estaba sucediendo a mi miembro viril, últimamente en desuso.

La verdad es que estaba avergonzándome de mi conducta, que si al principio me pareció extravagante, ahora me parecía retorcidamente depravada.

Sumido en estas cavilaciones volví a tocar el aluminio. Esta vez lejos de sentirlo frío empezó a derretirse entre mis dedos pero sin quemarme. Su tacto era cálido y agadable. Y cuanto más lo tocaba más olía a cilantro y mandarina.

Sí. Quería poseer a la ventana. No había vuelta atrás. Quería entrar en ella por encima de cualquier otra cosa en el mundo, aunque para ello tuviese que saltara al vacío, irremediablemente, desde un 5º piso de la calle Fuencarral.

martes, 26 de febrero de 2008

El futuro (Por Amaro)






¡Que fácil es adivinar el futuro!



Si yo no cambio
Nada cambiará para mí

Si tu no cambias
Nada cambiará para ti

Si el mundo sigue así
El futuro será así




Queso Fresco con Membrillo

Díaz Vázquez, Manuel José
Edita: Atlantis


Mazico y su nieto sobreviven en su viejo barrio de toda la vida, donde la decadencia, las privaciones y la sordidez de las clases populares proliferan y ofrecen relieve a un bodegón constumbrista de la España de principios del siglo XX.

Son tiempos de carencias y compromisos ideológicos, donde las noltalgias de los mayores avivarán recuerdos quizás olvidados en el desván de la memoria.
A través de la memoria de Mazico, en Queso fresco con membrillo se realiza un recorrido por la vida cotidiana de un abuelo adepto al vino, aderezado con anécdotas y sucesos cotidianos pero entrañables.

..................................................................................................................
..........................................................

"De repente, Ramonciño Pichel se levantó de su pupitre y encaminándose hacia la mesa de la maestra, haciendo crujir el tillado húmedo y apolillado, dijo...

--Señorita...
--¿Sí?, ¿qué quieres?—la profesora Ocampo levantando la vista y reparando en Ramonciño...
--¿Puedo ir al servicio?
--Sí, pero no tardes mucho.

Los alumnos observaron tímidamente esta escena, escapando a hurtadillas de su tarea, pero al momento volvieron a su labor: “...combatió en la famosa batalla naval de Lepanto...”.

Ramón cruzó la estancia emitiendo un chasquido peculiar a cada paso: ¡ñec!, ¡ñec!, y se introdujo, abriendo una puerta de color verde en una especie de garita de un metro cuadrado.

Sus condiscípulos seguían embebidos copiando el texto... “pobre siempre, más nunca abatido...”. Sólo se oía el contacto de los bolígrafos con la superficie de los cuadernos, alguna tos infantil, el miau ocasional y displicente del gato y el silbato lejano del afilador: ¡Fiiiiuuuuuuuu!, ¡fiiiiiiiuuuuuu!.

Un grito suplicante cortó el silencio:

--¡Señorita!, ¡señorita!

Era Ramonciño desde el retrete, entreabriendo la puerta verde y sacando su nariz, sus cejas en paréntesis, el pelo erizado y el incipiente bozo, todo negro como un cuervo.
--¿Qué te pasa?—preguntó asustada Finita Ocampo, incorporándose...
--¡Señorita!, ¡Hum!, no puedo... ¡ejem!, no puedo... sacar... la pirola. Se me ha atascado la cremallera.

Una explosión de risas y regocijo general inundó el aula, dejando al pobre don Miguel de Cervantes cautivo en Argel...

La víctima forcejeaba con la pretina, con el ánimo de liberar su apéndice enjaulado. Todo resultaba en vano. Resoplaba: ¡fu!.

--¿Qué?, ¿cómo va?, ¿puedes?—le preguntó solícita la profesora, mientras intentaba apaciguar el huracán de exaltación.
--Nada. Mal. No hay manera. ¡Qué llamen a los bomberos!

No hizo falta. La sacrificada educadora ayudó, resignada, a Ramonciño Pichel a bajar la cremallera.

El gato dijo: “¡miau!”.

--¡Fiiiiiiiiuuuuu¡fiiiiiiiuuuuuuuuuu!,¡el afiladoooooorrrrrrr!. "

lunes, 25 de febrero de 2008

Platero y yo

Me gusta quedarme dormida con el libro entre las manos, pensando en Platero, Diana y el canario verde, dejándome envolver por el aroma de los heliotropos, soñando con las flores y la primavera…

Y por eso, porque me gusta, no apago la luz de la mesita, ni desdoblo la almohada. Permanezco inmóvil en esta dulce duermevela, hasta que llegue Congo… y arrope mi cuerpo desnudo con sus palabras de buenas noches.




domingo, 24 de febrero de 2008

Soy... (24.02.08)




Soy como una radio vieja a la que se le fundió una lámpara y ya no es capaz de sintonizar. Sólo un ruido desagradable y ensordecedor habita dentro de mis paredes de madera.

Soy hermética como un tuperware, o como un alimento envasado al vacío. No hay aire dentro de mí y por eso no siento nada. Estoy aislada de todo lo que sucede a mi alrededor.

Llevo dos días agonizando en un dolor sin nombre. Un dolor que no hace heridas, ni ampollas, ni provoca tos, escozor... o fiebre... Un dolor que nadie nota, que no se nota. Un dolor que amordaza los abrazos, que ata de pies y manos las risas que ya no me salen.

Llevo dos días fundida, hermética, sin razón, sin sentido, sin poder evitarlo... sin querer.

viernes, 22 de febrero de 2008

Gollo está enfermo (Por Xaime)

Y os voy a presentar a Xaime.


Xaime es un buen amigo, el más joven (17 añazos) de todos mis amigos que escribe con la madurez del más maduro de los mortales.


Este relato (que está escrito en gallego) es un poquitín largo pero merece mucho la pena.



-Ola, clínica para animais domésticos fóra do normal, dígame.
-Ola, mire, chámome Senia. Chamo por un caso grave.
-Máis vale que sexa grave porque aquí non atendemos así polas boas, conte ¿Que pasa?
-Pois trátase do noso dragón, chámase Gollo...
-Non me interesa o seu nome. Vaia ó gran-interrumpiu o home que estaba ó outro lado do teléfono.
-Vale, vale. É que fai varios días que non come. Probamos con todo, pero non quere comer. Está moi deprimido.
-A xente métese en sarillos cos animais sen saber sequera como coidalos –murmurou o médico entre dentes.
-¿Como? Perdoe pero non escoitei o que dixo.
-Nada, nada. Por certo ¿Onde vive ese dragón?
-Vivimos nunha casa, no Polo Norte, no medio da tundra, a catro kilómetros da aldea máis adentrada no norte.
-¿Como? ¿No Polo Norte? Ben, intentarei mandar un equipo de médicos. Agardo que sexa grave de verdade porque ir ó Polo Norte non é unha broma.
-Si, pode crerme. É urxente.

O home que falara con Senia era o director da clínica. Xa estaba ardendo pola idea de ir ó Polo Norte aínda que non tanto como para derreter todo o xeo que hai nel. Xa facía moito tempo que non saía da oficina. O corpo xa lle pedía aventura.

Como lle dixera a Senia preparou a catro médicos especializados en dragóns e saíron en canto tiveron unha avioneta disposta.

Chegaron en dous días despois de facer só unha escala para repostar. O último tramo da viaxe debíano facer en trineo. Levoulles outro día chegar á aldea e outro máis atopar a casa.
Custoulles moito xa que había moita ventisca e a neve cubríao todo. Parecía que padecían dunha cegueira branca que anegaba os seus ollos. Pero, ó final, grazas ós resplandores da aurora boreal atoparon a pequena casa ubicada alí, nun plano en branco, coa neve como única acompañante.

Chamaron na porta e saíu un home

-Ola ¿Que tal? Vostedes son os médicos do noso Gollo, ¿Verdade? Eu chámome Congo son o pai de Senia, é un pracer.
-Déixese de praceres e presentacións, é unha pérdida de tempo. Seguro que non nos voltamos a ver e se lle digo o meu nome pronto o vai esquecer.
-Ben, entón pase. Pase por favor -respondeu Congo. Moi tolerante coa arrogancia do médico.

Cando entraron na casa unha agradable e reconfortante bafarada de calor abrazounos.

-¿Queren un té? Seguro que traen frío.
-Si pero antes preferiría ver ó meu paciente.
-¿Como non? Está nesa habitación.
Cando entraron Senia estaba aloumiñando ó dragonciño.
Ó ver ó médico púxose moi contenta.
-Mire doutor este é o dragón do que lle falei.
-Imaxínome. Fáganlle un recoñecemento a fondo -dixo o doutor dirixíndose ós médicos que viñan con el -imos ver o que ten.
Ó momento os catro médicos quitaron centos de aparellos, uns minúsculos e outros non tanto, e comezaron a examinar ó dragón.

Unha hora máis tarde, depois de que tomaran varias cuncas de té, realizaran varios exames, medicións e demáis trenguelladas, diron o diagnóstico.

-Este dragón ten inadaptación ós humáns.
-Pero se nós tratámolo moi ben –dixo Congo.
-Si. Lémoslle contos e xogamos con el –dixo Senia.
-Todo o que queiran pero non é igual que se o coidara a súa nai.
-Ben, entón ¿Hay algún remedio? ¿Algunha menciña?-preguntou Congo.
-Si, darlle a comer ovo de hipogrifo. Teñen moitos nutrintes e vitaminas, ademáis para os dragóns son antidepresivos. Dalles forza mental para, por exemplo, neste caso, adaptarse á vida cos humáns.
-¿E iso onde o podemos atopar? –preguntou Senia.
-É moi difícil conseguir un. A un hipogrifo salvaxe é case imposible quitarlle un. Defenden os seus ovos ata a morte. E como comprederán eu non arriscaría a vida enfrontándome a un deles. Ademáis matar a un animal iría contra os meus principios de doutor.
-E entón ¿Que imos facer?
-Podo conseguir un ovo de hipogrifo doméstico, pero só hai dous no mundo.
-É o mesmo, faga o que teña que facer canto antes ou váisenos morrer.
-Non esixan tanto, faráse o que se poida. Recollede todo rapaces. Ímonos a Inglaterra. Alí vive un dos hipogrifos.

Recolleron todo á velocidade do raio e non diron tempo nin a que Congo se despedira deles. Despois doutros dous días de viaxe a avioneta dos médicos aterraba nun lugar húmido e solitario onde só había un castelo en estado ruinoso. Nel vivía o dono dun dos dous hipogrifos domésticos. Estas persoas (aínda que só existan dúas no mundo) solen ter capacidades especiais coas que conseguen adaptar a un hipogrifo á vida doméstica. Din que os hipogrifos domésticos ata axudan a facer as tarefas da casa.

Golpearon na porta do castelo e á súa chamada respondeu un ancián.

-¿Que queren de min?
-Queremos que nos venda un ovo de hipogrifo.
-¿Como? ¿Do meu hipogrifo? ... Farase o que se poida. Pasen.
A porta do castelo abriuse mediante un mecanismo de poleas. Fixo un ruido estrepitoso. (se este fose un relato de terror o castelo ben podía estar encantado e, despois de que a porta se abrise por arte de maxia e entraran os médicos, pecharíase deixandoos encerrados para sempre. Nese caso terían que convivir con morcegos e outras criaturas terroríficas. Pero este non é un relato de terror e polo tanto a porta non se pechou tras deles nen tiveron que convivir con ninguén).

Cando xa estaban dentro do castelo o ancián deu en guialos ata unha grande sala chea de libros, uns máis antigos, outros máis novos. A sala parecía non ter fin e literariamente non o tiña aínda que si físicamente. En todo caso todo bibliófilo debecería por vender a súa vida a esta sala.

-Vendérvolo non volo venderei, pero si volo podo dar a cambio dunha axudiña no meu traballo. Teredes que axudarme na tarefa á cal encomendei a miña vida: a procura dun libro en branco. Este libro contén todos os secretos do universo, todos os que a ciencia non logrou desvelar nen desvelará.
-Non creo que sexa tarefa fácil, ¿Sabe acaso algo sobre a fisonomía dese libro?-preguntou o médico con poucas esperanzas de atopar ese libro.
-Todas as especulacións que poiden facer rematan sendo infinitas, e aínda encima inútiles. Podería ser un libro groso xa que nel están escritas moitas cousas aínda que por outro lado, se está en branco, non sería necesario extender o espazo en branco máis do que ocupa en realidade. Por outro lado. . .
-¡Pare!,-dixo o médico levantando un pouco a voz -non continúe que xa me estou volvendo tolo, procurarei o ovo en outro lado, seguro que é máis fácil conseguilo na segunda e última oportunidade do outro hipogrifo domestico.

Os médicos fóronse despois de unha levísima despedida.

O médico ben sabía porque nen sequera intentara buscar o libro. Se comezasen xa non poderían parar e uns e outros quedarían enredados na lectura dos demáis libros sen dar atopado o libro en branco en toda a súa longa vida, efímera para os libros. Sería unha odisea pero esta vez sen retorno a Ítaca. Polo tanto, aínda que non tiveran que convivir con morcegos e demáis familia, convivirían con letras papel e demáis literatura.

Viaxaron tres días máis cara o sur ata chegar a África. Durante eses tres días non falaron entre eles, o acontecemento no castelo amolecéralles a todos os miolos. Todos reflexionaban sobre o intrincante tema, aparentemente irresoluble.

Cando chegaron ó lugar onde vivia o outro hipogrifo viron que unha planta xigante rompera a casa da dona do hipogrifo que estaba fóra mirando hacia arriba.

-¿Que lle pasa señora?
-Pois que tirei unha faba á area e mire o que pasou. E o peor é que o meu hipogrifo está arriba de todo e vai poñer os ovos alí.
-Salvarémolo nós pero a cambio debe darnos un ovo como compensación.
-Hummm... ben, un ovo é moi caro pero acepto.

Sen pensalo dúas veces os homes puxéronse a rubir pola planta de faba xigante. Naquela subida podería darse a repetición do conto das alubias máxicas e atopar no alto un castelo con xigantes, pero non. Despois de media hora de ascenso viron ó hipogrifo que berraba para que ninguén se lle acercase. Despois de que un dos médicos lle tirara comida para entretelo, calou. Os homes meteron cada un na súa mochila un ovo e iniciaron o descenso.

-Xa collimos os ovos, tome catro deles, o outro levámolo nós.
-E o meu hipogrifo ¿Onde está?
-Cando remate a comida baixará. Non se preocupe. Agora temos que irnos, temos présa.
-¿E que fago coa planta xigante?
-Poderá alimentar a media África, ou máis.

Esta fora unha aventura moito máis fácil de realizar e ademáis en pouco tempo. O médico acertou ó crer na segunda oportunidade. Salvou así ós seus compañeiros da procura da sabedoría absoluta.

Os médicos tardaron cinco días en chegar á casa de Congo. Cando chegaron Gollo estaba xa medio morto.

-Menos mal que traen o ovo de hipogrifo -dixo Congo.
-Pensei que morría o meu dragonciño –dixo Senia.

Os médicos coceron o ovo e déronllo a Gollo. Como por arte de maxia púxose novo. E dende aquela Congo non tivo ningún problema con Gollo polo que non tivo que volver a meter en problemas ós médicos.
Na volta á súa casa o médico reparou na rareza de que unha faba crecese de tal maneira no medio do deserto máis árido do mundo.

Quizais a resposta se atopase no libro en branco.

Y después...


déjate caer, Congo

aplasta mi cuerpo pequeño
con tu cuerpo de gigante

hazme sufrir con tu abrazo

déjate caer
y dame una razón

sólo una,

para ponerle un nombre a este dolor.

jueves, 21 de febrero de 2008

I.T.V.

No me gusta pasar la ITV.

Sí, así le llama una amiga mía a la revisión ginecológica.

En la sala de espera suena una música agradable, las sillas son lilas, hay caramelos para edulcorar la vida, montones de revistas, unos cuadros con imágenes sedantes y unos arbustos artificiales muy logrados pero yo tengo un nudo en la boca del estómago. No puedo evitar los nervios.

Me pregunto si existe alguna mujer a quién le guste ponerse sobre el potro (que ya el nombre tiene delito) abierta de piernas de par en par y dejar que le hurguen hasta las entrañas (y nunca mejor dicho). Esto después de pasar la batería de preguntas incómodas. Yo ya lo he repasado todo antes de salir de casa. Porque recuerdo una vez, con el mismo ginecólogo, que me preguntó la edad que tenia y de tan “flan” que estaba me quedé en blanco ¡Que ridículo tan espantoso! Al cabo de unos minutos eternos por fin me descongestioné y salieron todos los años uno por uno.

Espero que hoy todo vaya bien.

Antes de nada repasaremos lo que está en mi expediente anotado: dirección, teléfono, tienes una hija, separada, última regla… bla, bla, bla… ¿algún problema últimamente?. Contestaré que sólo se trata de una revisión de rutina y con la misma… ¡Allá vamos!. A ponernos ligeritas de ropa. Mejor dicho, a sacarnos toda la ropa y a relajarnos.

Después de la palpación de los pechos que no me incomoda demasiado siempre dicen lo mismo: Relájate que te encuentro un poco tensa. En realidad, llegado este punto ya estoy rígida como una tabla. Lo cual sólo ayuda a que me haga daño en la exploración.

Pero, ¿qué quieres que te diga, Congo?. No acabo de acostumbrarme.

La “sábana” siempre acaba bajándose que ya no sé para que la pone la enfermera y veo la cara del médico enmarcada entre mis piernas y quiero aparentar “relax total” pero mi gesto de “haba” lo dice todo. Por eso vuelve a añadir: Tranquila que ya verás como todo está bien. Venga, vamos a hacer ya la ecografía. Esto ya está.

Y nos cambiamos de escenario. Ahora el gel frío en mi vientre me pone la piel de gallina y empieza lo peor. Voy de su cara a la pantalla del ecógrafo intentando descifrar las manchas oscuras y las formas extrañas que hay dentro de mi cuerpo y me muero de impaciencia de que empiece a decir algo y deje de hacer mediciones.

Me indica que me vista que luego me explica. Cuando te dicen esto ya hay que empezar a desconfiar porque cuando todo va bien ya te dicen algo como: Estás estupendamente, Está todo bien o Todo es normal, a secas.

Así que en este mismo instante no quiero que me explique nada. Quiero irme de la consulta y no saber lo que me tiene que decir. Tal vez otro día que esté de mejor humor.


miércoles, 20 de febrero de 2008

Susana (Por Sísifo)

Sísifo es otro buen amigo.



Susana era una chica especial. Era un quiero y un no quiero, un estoy aquí pero me voy, caprichosa, impaciente, exigente con ella misma, con los demás…

Susana era una persona que no se arredraba ante las fatalidades de la vida, al contrario, las caídas le hacían tomar mas fuerza y levantarse de nuevo para seguir luchando. Fue una de las frases que me enseñó: “No hay que quedarse en el suelo lamentándose”. Otra de sus frases hechas (yo tampoco la conocía) es la de: “Uno es dueño de sus silencios y esclavo de sus palabras”.

Susana era, debe ser todavía, una mujer fogosa y apasionada. Y digo lo de fogosa y apasionada por que me lo demostró en el sexo, aunque solo fuese por teléfono. Ponía el alma, el cuerpo, la voluntad, la esencia y todo lo que hiciera falta en esos actos de pasión, (no de amor) que le servían de sucedáneo para sobrellevar una vida que no lo agradaba.

Descendí con ella desde las cumbres más altas, a los barrios bajos del alma.

En fin, Susana…


(Continuará)

martes, 19 de febrero de 2008

Uno de esos días (19.02.08)



"Dama en azul", Tamara de Lempicka




poco a poco se me ha ido pasando la tontería depresiva... ahora sólo es un sentir que "no me hallo"... que "no soy de aquí ni soy de allá, ni tengo edad ni porvenir"... es así como me siento... como una maleta desordenada... como un río por el que corre un hilillo minúsculo de agua... como un oso comiendo la última brizna de hierba... como un salmón a punto de ser engullido por un oso...

¡tengo tantas cosas en la cabeza!...

Senia pachucha... la comida... la comida de hoy... la comida de mañana... la cena de hoy... la cama sin hacer... la ropa sin planchar... todos los besos que no dí ayer... todas las caricias se quedaron en mis manos... en mis labios...

¡tengo tanto por hacer que me invade el abatimiento!...

lavar las cortinas... hacer algo de compra… pasarme por la farmacia… poner una lavadora… dos llamadas de teléfono…

pero ayer... ayer sorprendí a mis tortugas en una postura muy amorosa... les hice una foto y todo... adoro a mis tortugas... bueno, las tortugas son de Senia pero como ella no les presta atención ahora ya son mías... me gusta hablarles... cogerlas en la mano y acariciarles las patitas... y la cabeza... y a veces ellas se dejan... se sujetan fuerte a la piel de mis manos con sus minúsculas uñas... y yo me siento bien...

¡pero tengo tanto por hacer!...
¡tanto en que pensar!...

que siento miedo... miedo de que todo siga creciendo y me aplaste... que mi abatimiento me gane la batalla...

¡tengo miedo de que la primavera llegue antes de tiempo y florezcan los árboles y den su fruto y yo no esté preparada para recoger la cosecha!...

El tiempo (Por Amaro)


- Gracias.

- ¿Por qué?

- Por tu mirada, por tu sonrisa, por esos ojos.

- Lástima no tener 20 años menos.

- Suerte para mí que tienes 20 años más

lunes, 18 de febrero de 2008

Una muerta más (Por Guillermo el Travieso)

Querida mariposa de la noche.

Hace dos días que me querías como a nadie habías querido en el mundo, y ahora no quieres saber nada de mí. Decías que tu consuelo y tu bienestar estaban junto a mí, que mis palabras susurradas a tus oídos eran como la espuma y el mar, que no había un antes ni un después en tu vida, desde el momento en que sentiste mi amor por ti.

Me alegra y me reconforta saber que yo te haya hecho sentir todas esas emociones... o por lo menos que, en mayor o menor medida, haya hecho que salieran de tu boquita. Menos es nada.

No me duele tu abandono, pues por el color de tus alas, ya podía aventurar tal desenlace. Tampoco me hiere tu desprecio al no dejarme siquiera, una nota de despedida. ¿Tanta fue tu prisa para abandonarme?

¿Tanto necesitaste correr a hurtadillas que en la noche te amparaste?

¿Tan negro fue el consejo que recibiste de las sombras, para ampararte en ellas y huir?...

Y aquellas calles recibieron tu presencia furtiva sin nada que ofrecerte; tan solo la humedad y el frío de la noche, y aun así, las preferiste a ellas antes que el calor de mis sábanas, que el cobijo del amor que yo te hubiera dado... Que ya podía yo imaginar, por el color de tus alas, que podía ocurrir tal desenlace... Pero me negué a pensar, que tan pronto volara el pájaro del nido. Pero sí, ya ves, ocurrió tan pronto que...que ni un mes pasó y te me fuiste de mi lado.

Y no, no me duele tu abandono, lo que me duele es volver a la soledad, a mi presencia única y constante en esta casa que me aprieta y me asfixia hasta volverme loco. Me duele entrar en cada habitación y ver mi figura fantasmal deambulando sin sentido entre cuatro paredes. Me duele, en lo más profundo, dejar de quererte.

Aquellas noches en la habitación insomne, alumbrado por los rayos de la luz de la farola que entraban a través de la rendijas de la persiana, contemplaba tu figura abrazada a la almohada, como si ella fuera tu único amor. Quizá jamás supiste lo que significaba la palabra amor, amar... ser amada... ¿Quizás tú misma, no estuvieras preparada para recibir tales sentimientos?

No sé.

No he tenido tiempo para preguntarte, si la vida te ha tratado bien o mal, si tu corazón se ha endurecido a base de dar golpes o de recibirlos. Solo sé que cuando apareciste en el portal de mi casa y me pediste algo para cenar, yo te invité a subir. Tú aceptaste. Y cuando me pediste, por favor, cobijo para unos pocos días, mi corazón dio un vuelco y se iluminó mi vida unos segundos, a la vez que un cierto miedo corrió por mi cuerpo. No obstante, acepté de buen grado, eso sí, dos o tres días a lo sumo. Y ya ves, solo faltan dos días para que se cumpliera un mes de tu estancia... Y hasta te di una copia de la llave...

No quiero ni llamarte ingrata, a pesar de que incluso se me vienen a la cabeza cosas peores. Prefiero pensar que tu necesidad de libertad es mayor que el cariño que pueda ofrecerte. Que no he sabido quererte de la forma que tú necesitabas, aunque, en un mes y, perdona que te lo diga, pienso que no se puede juzgar el sentimiento de amor de una persona hacia otra. O tal vez sí?

Bueno, a fin de cuentas, no me arrepiento de haberte tenido en casa este corto espacio de tiempo, ni me pesa el cariño que te he dado, ni que te hayas llevado mi cartera con las tarjetas de crédito que, esta misma mañana, las he anulado por teléfono, ni los trescientos euros que también llevaba. Lo que sí me molesta es tener que renovar los carnés y demás documentación que llevaba... que ojala tengas la delicadeza de meterlos en un buzón de correos y me lleguen de vuelta. Supongo, que las braguitas y los sujetadores que has dejado tendidos, así como los tampones, y hasta el cepillo de dientes, los habrás dejado en prenda por lo que te has llevado mío. En todo caso los he metido en una caja de cartón por si vinieras a buscarlos.

Y ahora, dime, ¿dónde mando yo esta carta?... No sé ni para qué la he escrito, quizá para desahogarme. La guardaré en la misma caja de cartón, por si algún día sé donde te encuentras y te la hago llegar.

Te mando un beso sincero, Jacinto.

==========================================================

DICEN QUE, ESA MISMA NOCHE, JACINTO, SALIÓ A DAR UNA VUELTA Y A TOMAR UN CAFÉ AL BAR DE MARU, PARA DISIPAR PENAS.

QUE A LA VUELTA, DICEN, CERCA YA DE LA MEDIANOCHE Y DE SU CASA, ALGUIEN SE LE ACERCÓ PIDIÉNDOLE ALGO PARA CENAR. Y JACINTO, CONOCEDOR DEL VUELO DE LAS PEQUEÑAS ALMAS DESCARRIADAS, ASINTIÓ CON LA CABEZA, MIENTRAS ACARICIABA LA EMPUÑADURA DE UN AFILADO ESTILETE QUE PORTABA EN EL BOLSILLO DE SU CAZADORA.

A JACINTO LO ENCONTRÓ LA PATRULLA DEL 091, SENTADO EN LA ACERA Y APOYADO EN LA PARED, CON UN CUERPO ENSANGRENTADO FUERTEMENTE APRETADO ENTRE SUS BRAZOS.

DICEN QUE TUVIERON QUE LLAMAR A OTRA PATRULLA PARA PODER QUITARLE EL CUERPO DE AQUELLA POBRE CHICA, QUE APENAS TENDRÍA VEINTE AÑOS

TAMBIÉN DICEN, QUE JACINTO ES UN RECLUSO EJEMPLAR, UNA BUENA PERSONA. QUE PARECE MENTIRA QUE LOS SENTIMIENTOS LE TRAICIONARAN EN AQUEL MOMENTO.

domingo, 17 de febrero de 2008

Todo un descubrimiento


Silvia Penide (Meicende – A Coruña - 1979) inició este mes una gira de conciertos por varias ciudades de Galicia para presentar su nuevo disco “Desafinante crónica” (su tercer disco publicado), con el patrocinio de la Fundación Caixa Galicia. Varios de sus recitarles tuvieron y tendrán lugar en las distintas sedes de esta entidad.

El día 8 tuve la suerte de escucharla en vivo y en directo y descubrir así a una gran cantoautora gallega pop.

Las letras de sus canciones son intimistas, delicadas, sencillas, dulces… te transportan sin dificultad al lugar al que Silvia pretendía llevarte cuando las compuso. Me gustaron todas sus letras, tanto las que me transportaron a la infancia, como las que hablaban de acontecimientos más dolorosos en la vida de una persona, como puede ser afrontar una ruptura sentimental, el tema principal de unión de todas las canciones que componen el CD.

La puesta en escena y la música también son fantásticas.

Sin duda, os recomiendo, que si tenéis oportunidad no os perdáis un concierto de Silvia.


viernes, 15 de febrero de 2008

Adivinanza


sé que te gustaría ver mi rostro sin máscara...
desvestirme de los ropajes que ocultan mi cuerpo...

sé que te gustaría saber si tengo la edad que digo tener o por el contrario miento...

sé que te gustaría saber si mis pechos están todavía firmes o si mis caderas se acoplan a la forma de tus manos...

sé que te gustaría saber si duermo desnuda o si me masturbo por las noches en la oscuridad de mi cuarto...

sé que te gustaría mirarme por el ojo de la cerradura del cuarto de baño mientras dejo que el agua resbale por mi cuerpo o ver como bailo en la cocina con los ojos cerrados mientras espero que hierva la sopa...

sé que te gustaría saber quién soy, donde vivo y qué hago los domingos por la tarde...

sé que te gustaría saberlo todo de mí...



pero sólo Congo sabe,
sólo Congo tiene la respuesta a todos mis secretos.

jueves, 14 de febrero de 2008

Los amantes


"Los amantes" René Magritte - 1928

Esta noche soñé con Congo.

Congo llegaba hasta mi cama…
y me tocaba la cara con sus manos frías… para despertarme…
mientras me susurraba al oído que había vuelto… para llevarme con él a la isla donde las ranas bailan el hula-hop…

Con mis brazos atraía a Congo hacia mi cuerpo… sin abrir todavía los ojos…
también yo quería susurrarle… cuanto lo había echado de menos… cuanto tiempo llevaba esperándolo…

Y Congo, el Congo que a mí me gusta… empezaba a acariciar mi cuerpo desnudo… cálido, entre las sábanas…

y me besaba…
me llenaba de besos pequeños y húmedos…

por el cuello…
por los hombros…
por los brazos…
en los pezones…
por mi vientre…
en el ombligo…

y me lamía… como se lame un perro herido…

y me abrazaba…
y me quería…

Congo me quería…

y entraba en mí despacio… para llenarme…
para llevarme a esa isla donde las ranas bailan el hula-hop… y los días tristes siempre son azules…

y se movía…
se movía dentro de mí…
despacio… una y otra vez…

y yo pedía…
le pedía a Congo…

lo agarraba fuerte con mis manos…
le clavaba las uñas en los brazos…
y se movía…

y me lamía…

y me quería…

Congo me quería.



Palabras (Por Amaro)



hace 300.000 años el hombre y la mujer se dijeron las primeras palabras, ¡ y creyeron que podían entenderse!………. Y en eso estamos… en eso estamos… todavía. Queriendo ser dos, muertos de miedo……. muertos de frío…buscando…. palabras.
( Eduardo Galeano)


PALABRAS

Palabras, palabras, palabras,
Amo las palabras cuando son sinceras
Amo las palabras cuando tienen poder
Cuando pueden cambiar el ritmo del corazón
Amo las palabras………pero hoy

Hoy cambiaría todas mis palabras,
por un abrazo,
por sentir unos pechos junto a mi pecho,
un corazón latir junto a mi corazón
abrazar un cuerpo,
pequeño
para poder abarcarlo totalmente
como un capullo abraza
la semilla que lleva dentro

Hoy cambiaría todas mis palabras
por sentir que unas manos desean mi cuerpo,
sentir que alguien no quiere separarse de mi.

Palabras, palabras,
sólo palabras
todo palabras
¡ y aún así ¡
faltan palabras,
las que no se dicen,
las que no se oyen

Tiramos las armas
escudo, guantes.
Eso nos honra.
Pero nos resistimos a tirar
……..el silencio


El silencio
que guarda todas las palabras
que yo tampoco
voy a decir

miércoles, 13 de febrero de 2008

Diálogo 17 ¿De qué película se trata?


- ¿Vamos a bañarnos?
- Espera un poco
- Pues juguemos a algo
- ¿A las películas?
- Vale. Empieza tú
- ¿Cuántas pistas damos?
- Cuatro. Como siempre
- ¿Y una de gracia?
- De acuerdo
- Empiezo. A ver… Ya la tengo
- Pista 1
- Es la historia de un hombre y una mujer
- Pista 2
- Ella nació en Italia
- Pista 3
- En el título aparece el nombre de un lugar
- Y pista 5
- El coche de él tiene un nombre de hombre
- Me pido la pista de gracia. Quiero asegurar aunque creo que ya sé de cual se trata. No concretramos que se gana
- El que gane hace lo que quiera al otro o le pide algo.
- Va entonces. Pista de gracia
- El trabaja para una revista mundialmente conocida
- Estaba en lo cierto antes de esta pista
- Siempre dices lo mismo. No sé si creerte. La próxima vez voy a pedirte que lo escribas en un papel para comprobar si dices la verdad
- Se siente. Y ahora… mi bella sirenita, prepárase porque se acerca el castigo
- ¡No! ¡No sea muy severo conmigo, mi señor!
- Soy Neptuno el Rey de los Mares y te castigaré como te mereces
- Suéltame. No seas malo. No serás capaz
- Ya lo creo que seré capaz
- Otro castigo, por favor
- No me muerdas, no seas gamberra
- No está prohibido defenderse
- Dos pasos y habrás recibido tu merecido
- Te odio
- Uno, dos y… tres
- ………………………
- No me salpiques, no seas bruja. Hay que saber perder
- Empieza a correr o ya verás
- ¿Con que esas tenemos?
- Suéltame, suéltame. Otra vez no
- Creo que te ha gustado. Lo he visto en tu cara
- Te odio
- Eso ya me lo has dicho, peque. Que poco original
- Vale, déjame tapar la nariz al menos
- ¿Preparada?
- Mójate conmigo

martes, 12 de febrero de 2008

Eugenia Grandet y yo


"Mujer leyendo" Pierre Auguste Renoir. 1875


¿Preparados? Pues empezaré por el principio.

Hace algunos meses que le comentaba a mi amigo Dival, con el que hablo mucho de libros, que tenía grandes lagunas de lectura. Desde que empecé a devorar libros allá por mis 14 años, nunca seguí una pauta prefijada. Escogía los libros por el título, por la pasta, por alguna página que leía al azar o por cualquier otro detalle que llamara mi atención, tal como que el sol incidía en él como si un poder sobrenatural quisiera que fuese el escogido… al menos es lo que a mí me gustaba imaginar. Así leí libros que no me dijeron nada porque tal vez era muy joven y dejé de leer otros que, en cambio, si me hubieran podido resultar interesantes.

El caso es que mi amigo, gran lector y mejor escritor, se ofreció a recomendarme algunos y además dejármelos. Para empezar me dejó dos. “Eugenia Grandet”, de Balzac y “El mal de Montano” de Vila-Matas.

Me decanté para empezar por el de Vila-Matas porque tenía en la portada la reproducción de un cuadro de Hopper, lo que para mí ya eran 10 puntos porque Hopper me fascina. Igual digo una tontería y resulta que “El mal de Montano” es un libro extraordinario, no voy a ser yo quien lo desmienta pero a mí me puso de muy mal humor porque me resultó endiabladamente complicado y raro. Es verdad que desarrolla una idea muy original y que ahora, meses después de haberlo leído, acuden a mi cabeza, muchas imágenes que leí en sus páginas, que de seguro no olvidaré hasta que me sobrevenga el Alhzeimer. Pero…

A continuación leí algunos libros más ligeros hasta que llegué a las Navidades y Eugenia empezó a llamarme desde la estantería. Un libro pequeño, de letra pequeña con una preciosa encuadernación en piel granate y letras de oro, al más puro estilo clásico de siempre.

Leí las primeras páginas sin pena ni gloria hasta que, para mi sorpresa, todo cambió. Poco a poco y sin querer me fui adentrando en el paisaje de Saumur y me fui allegando hasta cogerles cariño, a los personajes tan magistralmente configurados.

No hay, en mi humilde opinión, ningún personaje de la novela al que le falte o sobre nada. El tío Grandet, viñador avaro hasta la muerte, compite en protagonismo con su mujer, la señora Grandet, sumisa también hasta la muerte, y con Eugenia Grandet, su hija, alma noble y pura donde las haya. Hasta Nanón, la sirvienta, tiene un peso muy importante en la novela.

Pero hablemos de Eugenia, un alma cándida e inocente que vive feliz envuelta en una burbuja hasta que conoce el amor, su primer amor, su gran amor, el amor de su vida, que la hará cometer pequeñas locuras y más tarde la llevará a convertir su vida en un erial.

Me conmueve la falta de rencor con la que Eugenia cuida de sus padres hasta que se mueren, sin discutir, sin rebelarse, siguiendo la moralidad en la que fue educada.

Eugenia es una heroína que no blande espada alguna pero que lleva su orgullo y su dignidad por bandera y no ceja hasta poner a cada uno en el lugar que le corresponde.

Y sobre todo me conmueve la rectitud y la firmeza con la que decide conserva el tesoro más importante de su vida en memoria de su único y gran amor.

Me entristece la vida que llevó y al mismo tiempo esa vida la hace una gran mujer y sobre todo, un gran personaje.

Sufrí con Eugenia. Sentí con Eugenia. Lloré con Eugenia. Amé con Eugenia. Y algo de ella se quedó en mí para siempre.

Si algo he de reprocharle a Balzac es que el final se resuelve demasiado rápido para mi gusto.

…oo000oo… …oo000oo…

Pues ya está.

Creo que me he extendido demasiado y tal vez no es lo que habéis leído lo que buscabais, a veces pasa. Lo siento si ha sido así.

Un saludo Isaac, Amaro y hasta otro libro. Bicos.

Se me olvidó presentar a Guillermo el Travieso

Guillermo es un amigo que he invitado a mi blog, como Amaro.
Y espero que pronto seamos muchos más.



¿Me perdonas, Willy?

¿Un perro verde... un charlatán... un loco? (Por Guillermo el Travieso)


"El gran charlatán" 1987 - Javi Méndez



... porque, no quisiera yo saber ni entender, de las cosas que sé y entiendo, que así, a lo tonto, tonto... sin ofender… pasaría el tiempo a mi bola y quién sabe si pudiera ser feliz y escapar a esta realidad que me ata y me subyuga en amargura, a veces, y otras, me consume el alma y me arrebata el sentido de la sensatez, al ver que estamos locos.

Todos, estamos locos... Yo el primero.

Ah!, perdón... tú... usted no... perdón, no quería ofender... ya lo he dicho antes.

Los pájaros ya no van al siquiatra, van a campos de entrenamiento a aprender a hacer explosivos, y a pegar tiros...
Las mariposas amorosas… Las mariposas pertrechan sus alas con misiles, y tibias y calaveras adornan su cuerpo.
Los gusanos de seda tejen sudarios negros para guardar muertos.
Los ositos guardapijamas... qué me decís de de esos ositos con cremallera?... No, no guardan los pijamas de los niños... esconden cargas explosivas que explotan en las camas cuando los niños se acuestan y las madres los besan... así, así, matan dos pájaros de un tiro.
Los carritos de chuches no transportan fantasías sabrosas de sabores... esconden bombas y pistolas como zulos de muerte.
Las cajitas sorpresa con lazos rojos no encierran sorpresas navideñas... encierran personas separadas de sus familias, a la espera de... ¿la muerte?
Las banderas blancas no significan paz, ni tregua... tapan la hiel de las entrañas malditas de la guerra.
Las flores no huelen a rosas o a jazmín o a geranio fresco... huelen al hedor de los muertos.
Los colegios no enseñan vida, permiten la muerte.
Los gobiernos no gobiernan... nos gobiernan... nos mandan a una guerra, o nos dictan sentencias culpatorias por no acatar su forma de pensar. Y mi hermana, ahora preocupada, porque su Juanito, su hijo, está obligado a estudiar esa asignatura de marras, que adoctrina el pensamiento y que impone la descatalogación de valores tradicionales, tanto morales como espirituales. Ya no existe el bien o el mal como génesis de un principio universal... ahora es solo coyuntural. Hasta el propio catecismo de la iglesia católica permite la pena de muerte... solo en caso de necesidad extrema, dice... pero ya sea muy extrema... la permite.
Los cajeros de los bancos, ya no contienen sus cajas repletas de dinero, lo que nos encontramos son mendigos abrasados por una lata de gasolina y un mechero en manos de un salvador de las españas... Y que Dios me pille confesao, que como haya alguno por aquí...

Pues sí.

Las bolsas del pan, ya no contienen pan, enfundan las cabezas tras 2 agujeritos para cometer fechorías.
Y las “güeveras”?... Sí, aquellas hueveras de plástico... pues ni güevos ni na... granadas, granadas de esas que hacen pum!!! Eso, una docenita de granadas asesinas.
La verdad, se hace amiga de la mentira, el insulto del halago.
Las casas de oración, ya no tienen reclinatorios, ni alfombras... tienen luces de neón y escaleras mecánicas... y a sus puertas, miles, cientos de aparcamientos... ya no se llaman iglesias o mezquitas, ahora se llaman “centros comerciales”.
El amor hace “cling” al caer al suelo... el amor se ha convertido en dinero... como la felicidad... Ven, haz tu donativo y serás feliz... Cuanto más aportes a esta iglesia, más feliz serás... ves que bien te sienta ese coche?... ¡aleluya hermano, aleluya... ya no tienes que preocuparte más... conseguiste la felicidad! Bienvenido a la Nueva Era de la Felicidad!... Bienvenido a nuestra nueva Religión! Los juegos reunidos, ya no reúnen, disocian y disgregan y amamantan las individualidades patológicas... ahora son juegos de pantalla....

¡Cuántas cosas más! ¿Cuántas cosas más?... Enuméralas en un papel. Dámelas.

¿Y a cuento de qué toda esta sarta de... de tonterías?... ¡No estamos tan mal, vivimos! ¡Que eso ya es bastante! ¿Mi posicionamiento es generacional? ¿Qué hicimos los de la generación de los 70?... Díganme ustedes, los nacidos a mediado-finales de los 50… ¿Nadie responde?... pues Vivir a costa de los generacionales de los 60... Amamantarnos de las gotas de leche que resbalaban de los pechos del Mayo francés... ¡Aquellos pezones no fueron nuestros, pero nos sirvieron para seguir siendo gregarios, compañeros!... para seguir sosteniendo los ideales de una nueva sociedad más justa... ¡¡¡No a las bases!!!... ¡¡¡Bases fuera!!!... ¿Os acordáis algunos? Para seguir cerrando las puertas de la Universidad a pesar de ese rector que permitía la entrada de los grises al claustro... Aquellos 60 nos dejó los senderos y caminos iluminados... pero aquel “muro construido de ladrillos” se fue desmoronando... y con esos mismos ladrillos, nos hemos ido cargando las farolas.

No, no, no. No reniego de nada, que lo mío es “pasar haciendo camino”, como decía el poeta. Ni trato de ganar guerras. Pero sí tengo alma de guerrillero y, sí pretendo ganar pequeñas batallas... pequeñas escaramuzas Y si no me dejan ganarlas, seguiré en la brecha tratando de ser, en lo más posible, consecuente con mis ideas... incluso a contracorriente, porque verdaderamente sí existen los perros verdes, a pesar de que se empeñen en pintarnos de gris... que por eso estoy aquí.

Bueno, y como decía aquel... “Siempre nos quedará...” Siempre me quedará el último reducto... “El Último Reducto”... ¿Alguien de ustedes lo ha leído?...¡Qué novela!... Me trae buenos recuerdos... Ciencia ficción, claro: Aquel ser asexuado al que se le tenía prohibido tener sentimientos... aquella sociedad vigilada, tétrica... creo que algo, sin yo ser consciente de ello, marcó en mi vida aquella historia... aquel precioso libro, que no por sus pastas. Supongo que estará ya descatalogado...Se lo dejé a no sé quién y andará por no sé dónde ¿Sería posible que lo tuviera alguien de vosotros?... Espero que duerma plácidamente en alguna buena librería de algún buen lector... Espero que, aquellos incipientes poemas sin rima, hayan florecido entre aquellas hojas impresas de “hormigas”... Espero que, aquella blanca piel, de tacto suave, siga gozando de las caricias de un humano.

En fín, solo quería pasar el rato con ustedes vosotros... Lo dicho. A los perros verdes, siempre nos quedará un último reducto...Buenos Días tengan!

No, no, gracias, no vengo pidiendo limosna. Muchas gracias señora.
===========================================================

Y TAL COMO VINO, SE FUE... BAJÓ DE AQUELLA CAJA AZUL, LA COGIÓ Y LÁNGIDAMENTE SE MARCHÓ POR DONDE HABÍA VENIDO.

LA GENTE NO SALÍA DE SU ASOMBRO. LOS QUE PERMANECIMOS HASTA EL FINAL, UNOS APLAUDIMOS, OTROS MENEABAN LA CABEZA... OTROS DECÍAN QUE, MENUDO LOCO (YA, YA LO DIJO ÉL AL PRINCIPIO, QUE LO ERA)

AQUEL HOBRE ME FASCINÓ. LLEGÓ AL PARQUE CON UNA CAJA... DE ESAS DE PLASTICO, DE LAS DE FRUTA... AZUL, SÍ, AZUL. LA PLANTIFICÓ EN MEDIO DEL PASEO CENTRAL, Y EMPEZÓ A HABLAR, A HABLAR... A HABLAR... POR SUERTE, YO LLEVABA UNA GRABADORA Y PUDE GRABAR LO QUE AQUÍ HE DEJADO CONSTANCIA.

SU BARBA, A MODO DE BABERO, LUCÍA UN COLOR GRIS PERLA, JASPEADO DE PINCELDAS BLANCAS... SU CABEZA, MÁS BIEN PARECÍA QUE EL PELO SE LE HABÍA BAJADO A SU BARBA. UNA NARIZ AGUILEÑA, PROMINENTE, REALZABA SU CARA ENJUTA, AL IGUAL QUE ENJUTO ERA SU CUERPO... VESTIA DE PRENDA VAQUERA, DE LOS PIES A LA CABEZA, PORQUE, ESO SÍ, CONTRA EL SISTEMA, PERO EL MEJOR VESTIR... DE VAQUEROS... NO, NO LLEVABA SOMBRERO DE CAWBOY, QUE LLEVABA BOINA... SÍ, DE VERDAD, BOINA TIRANDO A CHAPELA... POR SUS DIMENSIONES, DIGO... Y UNA BOTA DE VINO COLGABA DE SU HOMBRO.

DICEN QUE HACÍA COSAS ASÍ, QUE UN PAR DE DÍAS ESTUVO CON UNA PANCARTA QUE PONÍA “¿PORQUÉ MALTRATAIS A LOS NIÑOS?”, TAMBIEN ALLÍ, EN EL PARQUE, Y QUE OTRA VEZ SE LO TUVIERON QUE LLEVAR AL HOSPITAL PORQUE NI AGUA BEBÍO DURANTE 3 DÍAS, AMARRADO A UNA FAROLA TAMBIEN DE AQUEL PARQUE, CON UNA SÁBANA QUE DECÍA “ME HABEIS LLEVADO A LA GUERRA SIN YO QUERER”

EL ÚLTIMO MES SE LE VEÍA MUCHO POR EL PARQUE, PERO DESDE HACE UNOS DÍAS, NADA DE NADA, VAMOS, QUE NO SE LE VE. ALGUNOS DICEN QUE, TAL VEZ HAYA MUERTO... Y LOS MÁS BROMISTAS DICEN QUE A LOS TRES DÍAS, RESUCITARÁ, PERO CA!, YA HA PASADO MAS DE UNA SEMANA.

lunes, 11 de febrero de 2008

En la arena


Fotografía cedida por:
Manuel Amado Castro


Un día escribí nuestros nombres en la arena.

Los grabé con surcos profundos y a su alrededor hice un muro con piedras para que nunca pudieran escaparse de allí.

Abrazados, nos hicimos una foto con la cámara en automático, delante de aquella obra efímera.

Al final de la tarde, la marea, se lo llevó todo. Inundó los surcos, arrastró las piedras, deshizo el nudo de nuestro abrazo y lo escondió en el fondo del mar.

Tal vez una sirena se haya hecho un collar con las piedras y un vestido de noche con nuestros nombres.



nosotros
los de entonces
sólo somos una foto desgastada
en una caja de latón

Eugenia Grandet


"En 1819, al obscurecer de un día del mes de noviembre, la gran Nanón encendió el fuego de la chimenea por primera vez. El otoño había sido hermosísimo. Aquel día era un día muy conocido para los cruchotistas y grassinistas. Así es que los seis antagonistas se preparaban para ir a encontrarse provistos de todas sus armas a aquella sala y a competir allí en pruebas de amistad. Por la mañana, todo Saumur había visto ir a la iglesia para oír misa a la señora y a la señorita Grandet, acompañadas de Nanón, y todo el mundo se acordó de que era el día del aniversario del nacimiento de la señorita Eugenia. Así, pues, calculando la hora en que acabaría la comida, maese Cruchot, el abate Cruchot y el señor C. de Bonfons se apresuraron a llegar antes que los Grassins para felicitar a la señorita Grandet. Los tres llevaban enormes ramos cogidos en sus pequeños invernaderos. El ramo de flores que el presidente quería regalar estaba ingeniosamente envuelto con una cinta de satín blanco con franjas de oro. Por la mañana, el señor Grandet, siguiendo su costumbre de los memorables días del nacimiento y del santo de Eugenia, había ido a sorprenderla en la cama y le había ofrecido su regalo paterno, consistente, hacía trece años, en una curiosa moneda de oro. La señora Grandet regalaba ordinariamente a su hija un vestido de invierno o de verano, según las circunstancias. Estos dos vestidos y la moneda de oro que recogía el día primero de año y el del santo de su padre, le componían una rentita de unos cien escudos que Grandet se complacía en verle amontonar. ¿No era esto trasladar el dinero de una caja a otra, y criar con mimo, por decirlo así, la avaricia de su heredera, a la que pedía a veces cuenta de su tesoro, aumentado antes con los donativos de los Bertelliere, diciéndole: «Esos servirán para la docena de tu matrimonio»? La docena es una costumbre antigua que rige aún, habiendo sido santamente conservada en algunos países situados en el centro de Francia. Cuando una joven se casa, su familia o la de su esposo debe darle una bolsa conteniendo, según las fortunas, doce monedas, o doce docenas de monedas, o doce cientos de monedas de plata o de oro. La pastora más pobre no se casaría sin su docena, aunque sólo se compusiese de monedas de diez céntimos. En Issoudun se habla aún de no sé qué docena ofrecida a una rica heredera, y que contenía ciento cuarenta y cuatro portuguesas de oro. El papa Clemente VII, tío de Catalina de Médicis, al casarla con Enrique II, le regaló una docena de medallas antiguas de oro que tenían un gran valor."

viernes, 8 de febrero de 2008

Carne picada con lágrimas




Apoyada en la vitrocerámica, aprovecho para escribir mientras doy vueltas a la carne picada. También de cuando en cuando me acerco a mirar por la ventana. De hecho, sólo tengo que dar un paso a la izquierda . Por eso me gusta tanto esta cocina, porque mientras preparo las comidas alcanzo a ver un trocito de cielo, anaranjado y lánguido, en esta tarde que está próxima a terminar. O tal vez sea yo la que está hoy lánguida y melancólica y no el atardecer.

Tengo ganas de llorar.

A pesar de que hace un par de días le dijese a Amaro que llorar me resultaba dificil a causa de las pastillas. Ladrones de lágrimas. Eso les llama él a quienes las recetan. Por eso sólo tengo ganas de llorar pero no mucho. Sólo un poco.

Ya es hora de añadir el tomate. También, aprovechando, voy a dejar caer unas cuantas lágrimas, en vez de la sal. Puede que Congo y Senia no se dén cuenta ¿Y si dicen que está muy rica la comida y se acostumbran al aderezo de lágrimas? Siempre no podré llorar aunque lo intente. Todos los días no van a ser como hoy. Lo sé.

En fin.

Voy a cerrar ya la olla a presión, colocar la válvula de escape y dejar hacer a fuego lento. Recoger las tortugas de la ventana y salir de la cocina.

Por hoy ya he tenido bastante.

Lágrimas (Por Amaro)




Amaro, es un amigo
que he invitado a mi blog

Y ha escrito ésto:





.... ooOOoo.... ....ooOOoo....


Me han dicho que ya no tienes lágrimas, que no lloras.

Eso me ha entristecido. Que lees y vives y que quizás llorarías de vez en cuando pero los ansiolíticos y antidepresivos te lo impiden. Te han robado las lágrimas ¡Ladrones, ladrones!

Cada vez veo más gente a mi alrededor que no puede llorar, que le han robado sus lágrimas ¡Ladrones de lágrimas!

-¡Hay que ser feliz! ¡Dejar vuestras lágrimas!, dicen y les escuchan .y ……convencen

¡Malditos ladrones de lágrimas! ¡Venid a por mi! No, a mí no me las quitaréis.

¡Como voy a traicionar a aquellas que vienen cuando todos, todos, se han ido, que me acompañan en la soledad cuando ya todos en el mundo han muerto! ¡Como abandonar lo único que acaricia mi rostro, cuando estoy huérfano, y ni una mano, entre millones de manos se acerca a besarme! Son las lágrimas las únicas que me abrazan, que me acarician en esos instantes, donde estoy más vivo que nunca, cuando mi corazón se vuelve tan grande que no me cabe en el pecho ¡Que loco de atar abandonaría a unas amigas así!

Tengo un mar en mis entrañas, un mar gigantesco y profundo, sereno a veces, inmenso siempre, amable o impertinente según que día. Y a ese mar, a veces, no le llega el inmenso espacio que ocupa. Y quiere más, más, más y más. Y ansía hacer el amor con la tierra, anegarla, penetrarla, acariciarla. Y mi mar pelea por su libertad, por su sueño, no acepta los límites ni la razón de que es mar. Y se levanta como un caballo guerrero y ruge y se descompone y se agita golpeando las paredes de la costa que la contienen, las paredes de mi alma que la aguantan. Y a veces, sí, a veces, el mar gana, y entre la sangre de la espuma que va dejando en su lucha contra los acantilados de mi cuerpo, ese mar vislumbra tierra que jamás ha mojado y unas gotas de ese mar salen por mis ojos, felices de encontrar un espacio nuevo. Y cuando llegan a mi boca disfruto de su sabor salado. Sal, sal. La sal de la vida. ¡La sal del mar!

¿Vender mis lágrimas? ¡No! Cuando el corazón frío del mundo me atrapa y casi se congela mi cuerpo, ellas vienen y me recuerdan que hay calor todavía.¡ sí, hay calor! Y calientan mis mejillas. Cuando los infiernos me atrapan con su fuego eterno vienen corriendo a refrescarme y mueren por mí, evaporándose en aquel fuego, pero como amantes suicidas vuelven y vuelven y mueren y mueren por mi, y siguen saliendo, peleando con los demonios, hasta restablecer el equilibrio.

¡Ladrones de lágrimas! ¡Sí! ¡Ladrones!

¿Hasta donde llegaría yo, que soy la flecha, en mi felicidad, si mis lágrimas no tensaran la cuerda todo lo posible hacia atrás? Caería triste y torpe a los pies del arco. Y yo no quiero eso. Quiero volar, volar muy lejos ¿Qué para qué? Para eso, para volar, solo para volar

Me han dicho que no puedes llorar. Y estoy triste. Yo lloraré por ti, que te han robado las lágrimas, por todos los de tierra adentro y por los que reniegan del mar

¡Ladrones! ¡Sí! ¡Ladrones! No deberían robar las lágrimas de quien las tiene. No. Deberían devolver las lágrimas a todos aquellos que las han perdido ¡Ladrones, sí, ladrones!. Constructores de mundos secos. Un tren descarrila. Muchos han perdido a sus seres queridos ¡Y aparecen los ladrones de lagrimas para que no lloren a sus seres queridos, para que no sufran!. ¿Y qué les dicen? ¿Qué pudo ser peor, quizás? ¿Les dan pastillas para que no lloren? Mundos secos, mundos raros que yo no entiendo.

Me han dicho que no puedes llorar. Lloraré yo por ti. Lloraré por todos. Pagaré gustoso todos los peajes que pueda pagar con las olas de mi mar.

¡Mundos raros!

Creen los niños que la leche se fabrica en los supermercados. Los mayores que son más listos saben que no, que la leche se fabrica en unas fábricas donde a través de complejos procesos químicos unas substancias determinadas, al final de todo el proceso, se convierten en leche.

¡Mundos raros! ¡Mundos que yo no entiendo!

¡Que sabe el mundo de hoy de la siembra y la cosecha! La semilla en una tierra compacta no prende. Esa tierra es estéril, muerta, sin vida. Hay que romper la tierra, herirla, con profundas heridas, penetrarla hasta lo más hondo, voltearla, airearla. Ahí si prenderán las semillas, de tomates o de flores. Pero eso no basta. Tomates pobres y flores que no serán suficientemente hermosas saldrán de ahí. Hay que abonar. Y hoy todos sabemos que el abono son granitos lindos de colores, que parecen caramelos. Pero no, el mejor abono es el orgánico (orgánico de órganos, vísceras, cuerpos, vida, muerte), El mejor abono no son más que excrementos, basura, desechos, putrefacción de los cuerpos y ……del alma. Con ese abono si saldrán tomates que saciarán nuestra hambre del cuerpo y flores radiantes que saciarán nuestra sed del alma

¡ Te han robado tus lágrimas! ¡Ladrones! ¡ Ladrones!

¡Lloraré por ti! ¡Lloraré por los de tierra adentro!¡Por los que no aman al mar!

No. Yo no dejaré mis lágrimas, mis fieles lágrimas, mis amigas, que me recuerdan siempre, que solo soy un hombre.

Sin ellas…………. Ni eso sería

jueves, 7 de febrero de 2008

Telediario







Veo en el telediario
a una mujer
que mató al que era su marido
haciendo unas declaraciones
y me pregunto
sin encontrar respuesta:







¿cómo pueden soportarse 28 años de malos tratos?

No un año
ni dos
ni tres…

veintiocho

uno detrás de otro
sin interrupciones
con todos los insultos
con todos los golpes
con todas las heridas
con todas las cicatrices

¿cómo pueden soportarse 28 años de malos tratos?

ya nada me parece increíble.

miércoles, 6 de febrero de 2008

En la ducha

Hay noches que espero a Congo en la ducha.

Apoyados los brazos en los azulejos,
dejo que el agua como un torrente manso,
resbale por mi cuerpo,
mientras pienso… la boca de Congo
los ojos de Congo
las manos de Congo
el vientre de Congo
su sexo…

Y algunas noches,
Congo llega
entra

y se queda.




martes, 5 de febrero de 2008

Martes de Carnaval








Este año me he disfrazado de Pin-up.


¿Te gusto, Congo?

lunes, 4 de febrero de 2008

El día en que lo quiso de los piés a la cabeza


Una vez le había robado una tarde a la semana para convertirla en la primera del año de ocho días.

Esa misma noche, soñando, aprendió a multiplicar las horas por cinco ballenas. Todas en total sumaban treinta y ocho.

Un fenómeno así no ocurría desde hace siglos por eso sus ojos derramaron lágrimas que cayeron como cristales rotos mientras los susurros del viento llegaban hasta la boca de su estómago para luego hacerle cosquillas en los piés que se deslizaban sobre musgo frondoso y mullido.

Los dibujos de las sábanas, cuadrados de color rojo, naranja y azul, revoletaban a la altura de sus ojos chocándose sin querer, al colocarse de nuevo en sus lugares de origen.

Y la risa siguió al llanto ante tanto desconcierto de imágenes descontroladas que no lograba identificar.


Despertó desnuda. Empapada en sudor frío. El elegido le musitó suavemente: “Se te hace tarde. Has de irte ya. Te esperan en casa.”

Se pintó los labios en el espejo del ascensor. En el portar encendió un cigarrillo para quemar los últimos instantes que todavía se negaban a abandonarla y salió a la calle dejando atrás un montón de palabras prohibidas.

Libélula

(1) Soñando con “Congo”


Esta noche soñé con Congo.

Quedábamos para tomar una infusión después de comer. Lo llevaba a una cafetería que hay en la parte alta del puerto totalmente acristalada desde donde se divisa gran parte de la ría. La tarde estaba despejada y el sol que no había querido salir durante la mañana empezaba a calentar con fuerza. Estábamos solos en el local y hablábamos de lo que habíamos hecho durante la mañana.

Al salir de allí le proponía ir a un lugar que estábamos viendo desde la cafetería. Una ermita en lo alto de un monte cercano. Subimos al coche y llegamos hasta ella para disfrutar de la vista de la ciudad y del primer abrazo de la tarde.

Decidimos iniciar un sendero que nos separaría del resto del mundo durante los minutos que le robaríamos a la vida real. Y comenzamos a subir por el camino estrecho y escarpado hasta llegar al punto de más altitud en donde aparecía una piedra enorme y plana que parecía puesta allí para nosotros. Sin consultarnos siquiera, como en una comunicación de silencio, dirigimos nuestros pasos hacia ella y nos tendimos mirando al cielo. Pasó una libélula cerca de nosotros pero cuando quería enseñársela a Congo ya se había ido lejos. Congo me decía que las libélulas mordían pero a mí me parecía imposible. Veíamos la luna y nubes pequeñas desparramadas al desdén sobre el cielo.

Así relajados y dejándome llevar por la tarde tan agradable le proponía a Congo que podíamos irnos en el verano unos días por ahí. Perdernos sin rumbo conocido. Tal vez pudiéramos hacer coincidir una de nuestras semanas de vacacioneos y salir sin pensar hasta que lugar nos llevaría nuestro deseo. A Congo le parecía buena idea pero se reía a carcajada limpia. Decía que le resultaba graciosa mi propuesta porque siempre me estaba perdiendo en todas partes con lo despistada que era, que no haría falta que llegásemos muy lejos.

Y mientras veía reír a Congo en mi sueño, sonó el despertador y ví como la habitación cobraba vida en mis ojos con la luz que se colaba por los resquicios de la persiana a medio bajar.


"La casa de mi vida"



Ayer tarde, por tercera vez, ví la película que echaban en la tele.

Y aunque ya sé todo lo que sucede, se produce en mí la misma ternura, la misma tristeza de la vez primera. Y volví a llorar.

Es como Congo,
siempre es nuevo a pesar del paso del tiempo

viernes, 1 de febrero de 2008

"Naranjas y Limones ", 1928, Julio Romero de Torres


Me gusta el olor de las naranjas recién peladas.

Si lo imagino se me espiga la piel y siento en la boca ese característico sabor entre dulce y amargo.

Ven, vayamos a comprarlas.
Comeremos una sentados en un banco del parque. Hoy hace sol. Dejaremos que su jugo refresque nuestros cuerpos, como un chapuzón en el mar una tarde de verano. Compartiremos cada gajo. Los iré metiendo uno a uno en tu boca como si fueses un niño pequeño y goloso, querrás morderme hasta la yema de los dedos. Dejaré que lo hagas mientras estrujas los gajos contra mi mano y el zumo resbala veloz por el brazo dejando surcos en la piel.

Terminaremos de comer la naranja con los sentidos inundados. Con mis manos húmedas, acercaré tu cara para besarte y tú pondrás un dedo en mis labios y dirás: Espera.
Me cogerás de la mano y me llevarás corriendo detrás de un árbol. Me apoyarás sobre su tronco y buscarás mi boca con ansia.
Y me susurrarás: Sabes a Naranja.

84, Charing Cross Road

Apuntes (10 ) Para Congo.

Bueno, Congo, en breve vamos a vernos y yo dejaré de darte la brasa con mis dichosos “apuntes”. Los de hoy van a ser los últimos por un tiempo así que ya puedes respirar tranquilo.

Hoy ha hecho muchísimo calor y espero que siga el buen tiempo para que podamos disfrutar de un chapuzón juntos. He ido a la playa sola porque Senia tiene exámenes. Me escapé un par de horas para captar un poco de energía solar que siempre reconforta. Y la verdad es que el tiempo se me fue volando. Empecé a leer un pequeño libro que me cautivó desde la primera página y eso me hizo sentir bien. Te lo recomiendo “84, Charing Cross Road” de Helen Hanff. Está basado en una historia real, la relación epistolar que duró más de dos décadas entre Helen Hanff que vivía en Nueva York con el dueño de una librería de libros de segunda mano situada en Londres en el 84 de Charing Cross Road. Estoy deseando meterme en la cama y seguir con él hasta acabarlo ya que esta tarde devoré la mitad. Aunque parezca un hecho intrascendente me levantó mucho la moral ya que desde hace unos meses ninguna lectura ha conseguido captar mi atención de este modo debido a mi falta de interés y de concentración. Así que he vuelto de la playa totalmente revitalizada y con entusiasmo.

A las nueve, como vengo haciendo últimamente, salí a caminar durante una hora. Hacía una brisa agradable y el sol todavía seguía calentando aunque con poca fuerza. Y ya para colofón cuando llegué a casa me comí queso con anchoas ¿Te dije que me rechiflan las anchoas? Estaban buenísimas, justas en su punto de sal y sin espinas.

Es de esos días en los que pienso: Podría haber sido más perfecto pero no mejor. Porque aunque bien es verdad que haberte visto me hubiese gustado sé que te llevo muy adentro y eso hace que no te eche tanto de menos y pueda seguir disfrutando de las muchas otras cosas que me ofrece la vida. Hoy me siento afortunada por vivir.

P.D.: Recuerda que sigue en pié nuestro abrazo de carrerilla así que espero que estés en forma para sostenerme dándome vueltas sin dejarme caer

M.G.E.C.