viernes, 28 de noviembre de 2008

Mis ganas

 

opiums dream - garik avanesian

                  "Opiums Dream" - Garik Avanesian  /  By Photo.net

 

Tengo mis ganas a punto de brotar como lágrimas de honda pena, impidiendo que venga el sueño a dar descanso a mi cuerpo, que se debate febril entre el ansia y el desespero urgente de tu boca.

 

Tengo mis ganas de luto porque no reposan esta noche tus manos sobre mi vientre y mis manos, que antes consolaban el vacío, ya no me dicen nada. Abatidas por la tristeza, han dejado de buscar bajo las sábanas blancas y no quieren ya otro placer ni otro goce que no sea tu cuerpo desnudo.

 

Tengo mis ganas intactas como aquel primer día de febrero, esperándote al otro lado de la cama, enclavadas entre el pecho y la espalda, acercándose con sigilo hasta el centro de mi corazón en llamas.

 

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miércoles, 26 de noviembre de 2008

En la terraza - Diálogo 28




"Terrazas" - TodoJuanjo - Flickr




- Marina. Mira aquel hombre
- Qué le pasa?
- Quiero conocerlo
- Estás loca
- Necesito oir su voz
- Te has pasado con las pastillas o qué?
- Pareces mi madre. Que poco aventurera eres
- Eres una loca. Una loca peligrosa. No te basta con los líos que ya tienes?
- Líos yo?
- No te basta con tener un matrimonio a punto de irse al traste?
- Por eso
- Por eso qué? Deberías arreglar unos problemas antes de meterte en otros
- Eso lo dices tú. Pero yo sabes qué te digo: que llegada a este punto toda mi vida pasada me parece una mentira. Una puñetera mentira. Pero eso va a cambiar
- Sí. Arremetiéndola con el primer desconocido que se te pasa por la cabeza
- No lo entiendes. Y si te digo por qué quiero saber quién es me llevarás de cabeza al psiquiátrico
- Seguro
- Verás, la otra noche soñé con un hombre. No veía muy bien su rostro pero al ver a ese hombre ahí sentado supe que era él. El hombre de mi sueño es ese hombre. No tengo ninguna duda
- Laura, baja de la nube. Mira, estás en un estado de tensión emocional grande. Duermes poco. Y todo lo ves distorsionado. Lo digo por tu bien
- Marina, me importa todo una mierda. Me voy a levantar ahora mismo de esta silla y dirigirme hacia él. Tenemos muchas cosas de que hablar
- Eso en el caso de que quiera hablar contigo
- Querrá
- Por qué estás tan segura?
- En el sueño hacíamos el amor. Me susurraba unas cosas increíbles al oído y sus manos conseguían que cada centíimetro de mi piel sintiese deseo ¿Recuerdas cuántos años llevo casada?
- Claro. 14
- 14 años. Nunca tuve una sensación parecida
- No seas estúpida, Laura. Sólo fue un sueño
- Quiero comprobarlo
- Ten cuidado. No conoces a ese hombre de nada
- Vale, lo tendré. Venga, dame un beso y deséame suerte. ¡Ah!, y paga el café, porfa
- Escucha, cuando llegues a casa llámame porque no me voy tranquila
- No es para tanto. No exageres
- Bueno, tú llama
- Adiós tonta

- (…)

- Hola, buenas tardes. Me llamo Laura
- Nos conocemos?
- Tal vez sí, tal vez no
- Mi nombre es Mario
- Te pega un nombre así
- Perdona, no te he invitado a sentarte
- Gracias
- Te he visto con otra mujer en el otro extremo de la terraza
- Es una amiga
- Pues tú dirás
- Dispones de tiempo?
- Tengo todo el tiempo del mundo y estoy deseando saber que tienes que contarme
- Pues entonces allá voy
- Te escucho
- Pues… sabes qué? La otra noche tuve un sueño…




martes, 25 de noviembre de 2008

U r x e n c i a s // U r g e n c i a s




"Stop Violence Against Women" - Amril Nuryan


cando reparo nela
está deitada nunha camilla
e viste de azul

moitas persoas ateigan as salas
cun aceno de dor e resignación
mesturadas por igual

un vello tolo
berra en alto desvaría
e loita cun home imaxinario

unha muller madura
sentada nunha cadeira de rodas
durme a cachos
coa cabeza colgando sobre o peito

unha rapaciña loira cun pé moi hinchado
le “A oca de Leonardo”

- o libro ten moitos debuxos
nótase que á rapaciña lle gusta miralo,
e podo verlle o título
porque está escrito en letras grandes -

enfermeiras e médicos
van e veñen como formigas
traen levan falan
cámbianse papeis

pero é ela quen chama a miña atención
a muller vestida de azul

salouca caladamente
mentres aperta na man deretira
algo que parece un lenzo de papel

non o pasa pola cara
non seca as bágoas
só o aperta con forza

eu non deixo de mirar de reollo
á súa cara chea de moratóns

se cadra pode que caera de algures
pero se cadra
ben podería ser doutra cousa


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cuando me fijo en ella
está acostada en unha camilla
y viste de azul

muchas personas llenan las salas
con un gesto de dolor y resignación
mezclados por igual

un viejo loco
grita en alto desvaría
y lucha con un hombre imaginario

una mujer madura
sentada en una silla de ruedas
duerme a poquitos
con la cabeza colgando sobre el pecho

una niña rubia con un pié muy hinchado
lee “A Oca de Leonardo”

- el libro tiene muchos dibujos
se nota que a la niña le gusta mirarlo,
y puedo ver su título
porque está escrito en letras grandes -

enfermeras y médicos
van y vienen como hormigas
traen llevan hablan
se intercambian papeles

pero es ella quien llama mi atención
la mujer vestida de azul

solloza calladamente
mientras aprieta en la mano derecha
algo que parece un pañuelo de papel

no se lo pasa por la cara
no seca las lágrimas
sólo lo aprieta con fuerza

yo no dejo de mirar de reojo
su cara llena de moratones

puede que se cayera de algún sitio
pero pudiera ser también
que fueran de otra cosa.



domingo, 23 de noviembre de 2008

La ventana

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 "Window" by Mohsan - Flickr

 

Recuerdo cuando fue la primera vez que sentí atracción por las ventanas.


Era domingo. Por la mañana. Y la casa estaba envuelta en un silencio inusual. Parece que el resto de los vecinos del edificio se hubiesen mudado sin enterarme.

Estaba en la cama recién acabado de despertar cuando sentí aquella loca necesidad de levantarme y tocar la ventana. Sentir el frío aluminio entre mis manos. Acariciar sus aristas y sus raíles como si fuesen una mujer en celo.

Tengo que reconocer que estos sentimientos me causaron cierta turbación. Nunca había oído ni leído algo semejante. Empezaron a sudarme las manos y tuve una pequeña taquicardia. Eso por no hablar de lo que le estaba sucediendo a mi miembro viril, últimamente en desuso.

La verdad es que estaba avergonzándome de mi conducta, que si al principio me pareció extravagante, ahora me parecía retorcidamente depravada.

Sumido en estas cavilaciones volví a tocar el aluminio. Esta vez lejos de sentirlo frío empezó a derretirse entre mis dedos pero sin quemarme. Su tacto era cálido y agadable. Y cuanto más lo tocaba más olía a cilantro y mandarina.

Sí. Quería poseer a la ventana. No había vuelta atrás. Quería entrar en ella por encima de cualquier otra cosa en el mundo, aunque para ello tuviese que saltara al vacío, irremediablemente, desde un 5º piso de la calle Fuencarral.

 

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De fiesta

PB050016 "Happiness" - Andrew Maidanik

Mis queridos amigos:

 

Congo y yo estamos celebrando que el problema técnico del ordenador ya se solucionó hace escasos minutos. Por tanto, mañana podré ponerme al día en la lecturas de vuestros blogs y con el mío propio. Os pido disculpas por no haberos atendido como os merecéis.

Y es que esta semana todos los astros confabularon en mi contra. Os cuento: normalmente cuando se avería el ordenador acudo a la Biblioteca de Narón donde hay un montón de ordenadores para el servicio de los usuarios que así lo deseen. Pero esta semana estuvieron cambiando el equipo informático y la biblioteca permaneció cerrada un par de días y cuando abrió el tercer día, los ordenadores todavía no estaban disponibles. Ante esta contrariedad acudí al plan C que es ir a un ciber-café que me queda cerca de casa pero es que es demasiado caro para el tiempo que de verdad me gusta invertir en la lectura de los blogs.

Pero bueno, ya es agua pasada. Ahora sólo espero que no se repita de nuevo por un tiempo.

Os he echado de menos a todos.

Biquiños,

 

 

miércoles, 19 de noviembre de 2008

L o L i T a






20 de noviembre de 2008


Querido diario:

Hace una semana que empecé a ir al psicólogo. Me cae bien, es simpático. Hasta ahora no hemos hablado todavía nada de eso, ya sabes. El primer día me dijo que no teníamos prisa que yo podía contarle las cosas cuando quisiera. Y yo todavía no quiero. Ya no vomito todos los días y ahora con las pastillas nuevas que me dieron duermo mejor. En esta última semana sólo tuve 4 pesadillas. Vino mamá corriendo a la habitación cuando empecé a gritar. Enciende la luz de la mesilla y se queda a mi lado hasta que me duermo. Es que ¿sabes qué?, veo su cara y me da tanto asco… ¿Por qué tuvo que pasarme a mí? Mamá me dijo que el juicio será pronto pero que yo no tendré que verle la cara porque dice que ponen un biombo. Es que no podría volver a verlo, no estoy preparada. Marcos se está portando muy bien. Me llama todos los días cuando me voy a la cama y me desea buenas noches y me dice que me quiere mucho y que puedo contar siempre con él. Bueno, todos en clase también se portan muy bien. No me miran raro ni nada de eso, hacen como si no pasara nada pero yo sé que todos lo saben. Creo que salió en el telediario ¡que vergüenza!, claro que no pusieron mi foto. Creo que no se puede porque somos menores. Pues me voy a dormir ya, la pastilla me empieza a hacer efecto, casi se me cierran los ojos. Mañana vamos con el colegio a ver una obra de teatro, ya te contaré. Marcos no vendrá porque tiene que ir al médico. Quiero mucho a Marcos ¡Ojalá que todo esto me pase pronto!.

Hasta mañana.



martes, 18 de noviembre de 2008

Esencia de mujer



La primera vez que lo compré era un día triste de otoño, como el de hoy. Tal vez por eso me haya puesto a recordar.

Sé que buscaba algo diferente porque era así como quería sentirme. Ser distinta. Ser otra y no yo, la misma de siempre.

Y como muchas de las cosas que han surgido en mi vida, también buscar ese aroma fue un impulso.

Así que un sábado me dirigí a la perfumería del Centro Comercial en busca de aquel olor que había de renovar mi espíritu (al menos eso creía). Sabía de su existencia por la tele, por una revista… que sé yo (a veces no somos conscientes de cómo llega la información a nuestra cabeza), pero nunca había llegado a sentirlo en la piel.

Al entrar vi el frasco en la estantería. Pedí a la dependienta que me lo diese a oler. Ella destapó el frasco y pulverizó el dorso de mi muñeca.

De repente sentí como si la primavera se colase de puntillas por todos mis poros para arrebatarle al otoño sus tristes caras, o como si estuviese paseando por un jardín de flores, en Andalucía, con el primer sol de la mañana.

Así que me compré el frasco más pequeño (que aún así me parecía caro). Iba a darme ese pequeño capricho. Ya era hora de empezar a quererme un poco más.

Durante muchos meses disfruté de “Abril” como quién disfruta de un tesoro. Lo dosificaba, lo guardaba sólo para aquellas ocasiones en las que realmente necesitaba de su estímulo.

Destapaba el frasco. Me rociaba con él. Y siempre entraba en esa otra dimensión, en otro espacio donde todo era más alegre, había más luz, más color…


Me convertía por arte de magia, en la otra mujer, la que vive al otro lado de ese jardín de Andalucía... al menos por unos instantes que a mí me parecían todo un mundo.

sábado, 15 de noviembre de 2008

Diálogo 24 - Jugando a las parejas

 

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The couple - Wenti Duo

 

él - ¡Que ganas tenía de verte!

ella - Y yo

él - Estás morena

ella - Un poco más desde la última vez que me viste

él - Te veo bien

ella - Sí, estoy bien

él- No sabes cuánto me alegra oírlo

ella - Lo sé

él - ¿A dónde me vas a llevar hoy?

ella - De momento tenemos tiempo de tomarnos un algo por ahí y dar un paseo hasta la hora de comer porque ya dejé en casa todo listo. Después de comer podemos pasar la tarde haciendo lo que más desees. Si no te apetece comer en casa pues podemos salir por ahí. Lo que quieras hacer estará bien. Hoy eres tú el que decides que para eso llevas mucho tiempo fuera.

él - Bueno, pues dame unos minutos para que lo piense

ella - Tenemos tiempo mientras nos tomamos un café. ¿Has desayunado?

él - No

ella - Te invito a...

él- No me lo digas. Lo sé. Genial

ella - Sabía que te apetecería

él - No hace muy buen día para ir a la playa

ella - No importa, mejor. En realidad yo había pensado en alquilar una película y disfrutarla tranquilamente en el sofá, acurrucados...

él - Sí, ¿como la última vez?

ella - Exacto

él - Dime de qué iba la película

ella - Eres un bicho

él - Pues iba de una chica que trabajaba en un vídeo club y entraba un tipo extravagante y de mal vivir y se enamoraban. Él le traía muchos disgustos a la chica

ella - Está bien pero es tan sólo el principio

él - ¿Qué pasaba después?

ella - Después, después... después la chica... Cuéntamela tú ya que eres tan listo

él - Después... recuerdo que...

ella - Sí, yo también recuerdo lo mismo, pero no sigas por ese camino que nos conocemos

él - ¿Te acuerdas del título?

ella - Podría haberse titulado “Donde el corazón te lleve”, como el libro de Susanna Tamaro

él - Ese título no le iría mal pero creo que no tiene ningún parecido con el que de verdad tenía

ella - Conozco esa mirada que me está haciendo pensar que...

él - ¿Estás pensando lo mismo que yo?

ella - Creo que va a ser que sí

él - Ven, acércate, que quiero decirte algo. Se me ha ocurrido que...

ella - ¿A qué soy capaz de adivinarlo?

él - Seguro

 

 

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viernes, 14 de noviembre de 2008

Títeres

 

5445130-md "Street puppet" - Yann Roffiaen

 

Lo que siento no es fruto de una operación matemática, es cierto. Porque si multiplico, por ejemplo, dos por dos, a veces me da cuatro, otras, diez con ochenta y siete y otras veinticinco.

 

Es justo ahí, en esa disonancia de cifras donde todo adquiere significado, en la incertidumbre del resultado final, en el ansia de la sorpresa. Nos convertimos por instantes en títeres callejeros, malabaristas de los números.

 

Lo que siento no es fruto del resultado de años de investigaciones buscando bajo la lente del microscopio, es cierto. Porque todo lo que hay se distingue sin esfuerzo a simple vista, hasta los silencios son previsibles.

 

Así es nuestro juego. Un juego donde todo puede suceder. En el que los dos podemos ganar, o perder, juntos o por separado. La fuerza para seguir está en la certidumbre de saber que somos piezas únicas del tablero.

 

Negro sobre blanco.

Blanco sobre negro.

 

¿Qué importa? 

 

 

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miércoles, 12 de noviembre de 2008

O Mal das Mareas

Si quieres leerlo en castellano pincha aquí  o sigue hasta el final de esta entrada y lo encontrarás publicado a continuación en el blog. 

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"Oleaje" - Pepe Colsa - Flickr

 

- ¿Quéresme?, pregunteiche mentres recollía as potas e os pratos de  xoguete nunha bolsa azul.

E ti tirache a peonza con forza cara o chan e me dixéches:

- Mira, desta si que vai durar

Quedei mirando uns minutos como todo daba voltas e despois, impulsada como un resorte, lisquei correndo a ningures.

Congo

sempre me doeu

dende pequenos.

Na aldea había un can que se chamaba así: Congo, Congo o mouro (engadían algúns veciños por se quedaba algunha dúbida).

Congo era fero de máis para unha aldea tan pequena pero a pesar de iso levabámonos ben. Ás veces compartiamos con el a merenda: pan con manteiga.

E unha amizade cómplice naceu entre nós.

Congo

meu neno

meu amor.

Empecei a chamarlle así un verán. As tardes de praia tostáranlle tanto a pel que a mín recordábame a Congo o can. O can fero. Congo o mouro.

Ás veces rifabamos, tirabámonos do cabelo, facíamos troulas por calquera cousa. E tamén nos dimos algunha que outra labazada.

Congo tamén era fero

como o can.

E foi así, a poucos. Congo meteuse por baixo da miña pel ata os miolos. Non sei cando souben que non ía poder esquecelo xamais. Tal vez foi aquela tarde que fumos coller amoras. A espiña dunha silva cravóuseme nun dedo. Un regueiro de sangue manchoume a roupa, ó orgullo. Congo agarroume a man con forza e levou meu dedo á súa boca, chupou nel ata que non saíu nin unha gotiña da miña sangue de nena.

Congo

mouro

fero

neno.

Ulía ben, a xabrón La Toja, igual de mouro ca el. Cheiraba o recendo do seu pelo no patio do recreo, sen que se dira de conta.

Agora Congo ule a viaxes enferruxados... a laranxas... a lonxe. E cando me aperta cos seus brazos sempre penso na miña morte. Non sei por que.

Congo o can, o can mouro, o can fero, morreu de vello. Disque lle chegou a hora que nos vai chegar a todos, un día calquera. Tamén disque o enterraron baixo a maciñeria do fondal da horta. Gustáballe rascar o lombo no seu tronco e dar voltas arredor del como un toliño. Coido que alí acadará, por fín, paradiño e contento.

Agora, Congo o único, enche valeiros remexendo polos mobles da casa. Abre caixóns, cerra portas e tráeme as cousas que atopa como se fosen tesouros: cromos, revistas, fotos, as notas do colexio, pedras, cadros... e me di:

- ¿Acórdaste daquel día?

O tempo non perdoa.

Un día dínme conta de que xan non eramos mozos. Estabamos na cama deitados cando vín no espello do armario a un home e unha muller núos. Extranos. Xa non parecíamos nós, os de sempre.

Voteime a chorar chea de tristura. Entón Congo, díxome as palabras máxicas de sempre e aqueles descoñecidos fuxiron de alí. Foi a partir de entón cando empecei a sufrir do Mal das Mareas. Un mal pouco estudado polos doutores.

Unhas ondas tras doutras, sen parar, altas como faros, vivas, asolagábanme o corpo enteiro. Afogábanme. Sentíame morrer en cada embestida.

Despois de estar a piques de deixar este mundo –o mal parece que non ía deixar de atacarme ata que acabara comigo- Congo decatouse dunha cousa: Cando me ía chegar a marea, os ollos volvíanseme azuis. Pode que pareza raro pero era así como sucedía e non lle encontrabamos ningunha explicación.

Así que Congo votouse a pensar ata encontrar o modo de escorrentar as ondas asasinas. Congo, fero, acollíame nos seus brazos e apertábame con moita forza. Así esperabamos a chegada das ondas. Unidos como un só corpo.

E foi así, a poucos, como as mareas desapareceron, fuxiron.

Pero Congo non tivo en conta que o dano xa estaba feito. Tanta falta de osíxeno no cerebro fixérame un dano irremediabel.

Congo

meu neno

meu amor.

Convirtiuse en tódolos homes da miña vida. Ás veces era el, ás veces era os outros.

Doíame Congo.

Sempre me doeu dende pequenos.

Congo.

- ¡Que parviño es, dicíalle!, e el sempre se ría.

Comezei a cantarlle canciós infantís: “teño unha moneca vestida de azul…”

E Congo, o único, os outros, sacaba as potas, os pratos e a súa peonza da bolsa azul e xogabamos. Como cando nenos.

Ata que un día chegou a néboa gris, pegañenta.

- Congo, ¿onde estás, meu amor?¿Por que non vamos ó colexio?

- Congo, hoxe me dixo unha rapaza que xa non che gustaba, ¿é verdade Congo?. Dime que non e certo.

- Congo, non me deixes soa con este home. Non o coñezo. Dame medo. Non me gusta.

- Congo ven buscarme

- Volta por min e lévame, Congo.

- Lévame lonxe de aquí.

E Congo comezou a levala ata o principio, ata o mesmo instante no que se coñeceran, cando pequenos. Os días da seman ían ó colexio e os sábados e domingos saían a coller bolboretas e mapoulas (a ela lle gustaban).

Algunhas veces ela despertaba no medio da noite e se enroscaba sentada na cama feita un novelo. Choraba. Choraba como se dos seus ollos vertesen todos os ríos da terra.

Congo, ao seu carón esperaba que a tormenta pasase, co corazón nun puño, calado, enrugado por non poder compartir a súa dor, o seu extravío.

Así ata que o camiño se fíxo estreito tan estreito que nel só collía un dos dous.

 

...ooo000ooo...   ...ooo000ooo...   ...ooo000ooo... ...ooo000ooo...

 

Agora, cando volta o vento a petar nos cristais é cando Congo máis a bota de menos.

Foise para sempre.

Xa non escoitará máis os seus pasos de tacón alto polas lousas do chan.

Xa non escoitará máis a súa letanía.

Congo

meu neno

meu amor

 

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O Mal das Mareas





"Oleaje" - Pepe Colsa (Flickr)




- ¿Me quieres?, te pregunté mientras recogía las ollas y los platos de juguete para unha bolsa azul.

Y tú tiraste la peonza con fuerza, al suelo y me dijiste:

- Mira, esta vez si que va durar.

Me quedé mirando unos minutos como daba vueltas y después, impulsada como un resorte, escapé corriendo hacia ningún lugar.

Congo sempre me doeu, desde pequenos.

En la aldea había un perro que se llamaba así: Congo, Congo el negro añadían algunos vecinos por si quedaba alguna duda.

Congo era fiero de más para una aldea tan pequeña pero a pesar de eso nos llevábamos bien. A veces compartíamos con él la merienda: pan con mantequilla.

Y una amistad cómplice nació entre nosotros.

Congo, meu neno, meu amor.

Empecé a llamarle así un verano. Las tardes de playa le tostaran tanto la piel que a mi me recordaba a Congo el perro, el perro fiero, Congo El negro.

A veces reñíamos, nos tirábamos del pelo, nos hacíamos bromas por cualquier cosa... y también nos dimos alguna que otra bofetada.

Congo también era fiero como el perro.

Y fue así, a poquitos como Congo se metió bajo mi piel, hasta la médula.

No sé cuando supe que no podría olvidarlo jamás. Tal vez fue aquella tarde que fuimos a coger moras.

La espina de una rama se me clavó en un dedo. Un reguero de sangre me manchó la
ropa. Y el orgullo.

Congo me agarró la mano con fuerza y llevó mi dedo a su boca. Lo chupó hasta que dejó de salir una la última gota de sangre, de mi sangre de niña.

Congo, mouro, fero, neno.

Olía bien, a jabón La Toja, igual de negro que él. Olisqueaba su pelo en el patio del recreo, sin que se diera cuenta.

Ahora Congo huele a viajes cubiertos de óxido, a naranjas, a lejos. Y cuando me rodea con sus brazos siempre pienso en mi muerte. No sé porqué.

Congo el perro, el perro negro, el perro fiero, murió de viejo. Dicen que le llegó la hora que nos va llegar a todos. Un día cualquiera.

Ahora, Congo, el único, llena vacíos, revolviendo por los muebles de nuestras casa. Abre cajones, cierra puertas y me trae las cosas que encuentra como si fuesen tesoros. Cromos, revistas, fotos, las notas del colegio. Piedras, cuadros... Y me dice:

- ¿Te acuerdas de aquel día?

El tiempo no perdona. Un día me dí cuenta de que ya no éramos jóvenes.

Estábamos en la cama, acostados, cuando vi en el espejo del armario a un hombre y una mujer, desnudos, extraños. Ya no parecíamos nosotros, los de siempre.

Me ehcé a llorar llena de tristeza. Entonces Congo me dijo las palabras mágicas de siempre y aquellos desconocidos se fueron de allí.

Fue a partir de entonces cuando empecé a sufrir el Mal das Mareas. Un mal poco estudiado por los doctores.

Unas olas tras otras, sin parar, altas como faros, vivas, me asolaban el cuerpo entero. Me ahogaban. Sentía que moría en cada embestida.

Despúes de estar a punto de dejar este mundo –el mal parece que no íba a dejar de atacarme hasta que acabara conmigo- Congo se percató de una cosa: Cuando me íba a llegar la marea, los ojos se me volvían azules. Puede que parezca raro pero así era como sucedía y no le encontrábamos ninguna explicación.

Así que Congo se puso a pensar hasta encontrar el modo de espantar a las olas asesinas.

Congo, fiero, me acogía en sus brazos y me apretaba con mucha fuerza. Así esperábamos la llegada de las olas, unidos, como un sólo cuerpo.

Y fue así, a poquitos, como las mareas desaparecieron, huyeron. Pero Congo no había tenido en cuenta que el daño ya estaba hecho. Tanta falta de oxígeno en el cerebro me había provocado un daño irreparable.

Congo, meu neno, meu amor.

Se convirtió en todos los hombres de mi vida. A veces era Él. A veces era los otros.

Doíame Congo, sempre me doeu desde pequenos.

Congo.

- ¡Que tonto eres!, le decía.

Y él siempre se echaba a reir.

Empecé a cantarle canciones infantiles: “Tengo una muñeca vestida de azul…”

Y Congo el único, los otros, sacaba las ollas, los platos y su peonza de la bolsa azul. Y jugábamos, como cuando éramos niños.

Hasta que un día llegó la nieba grís, pegajosa.

- Congo, ¿donde estás, meu amor?¿Por qué no vamos al colegio?

- Congo, hoy me dijo una niña que ya no te gustaba, ¿es verdad Congo? Dime que no es cierto.

- Congo, no me dejes sola con este hombre. No lo conozco. Me da miedo. No me gusta.

- Congo ven a buscarme.

- Vuelve a por mí y llévame, Congo

- Llévame lejos de aqui.

Y Congo, comenzó a llevarla hasta el principio, hasta el mismo instante en el que se habían conocido, cuando pequeños.

Los días de semana iban al colegio. Y los sábados y domingos salían a coger mariposas y amapolas (a ella le gustaban).

Algunas veces ella despertaba en el medio de la noche y se enroscaba sentada en la cama, hecha un ovillo. Lloraba. Lloraba como si de sus ojos vertiesen todos los ríos de la tierra.

Congo, a su lado, esperaba a que la tormenta pasase, con el corazón en un puño, callado, arrugado por no poder compartir su dolor, su extravío.

Así hasta que el camino se hizo estrecho, tan estrecho que en él sólo cogía uno de los dos.


...ooo000ooo... ...ooo000ooo...



Ahora, los días que vuelve el viento a golpear en los cristales es cuando Congo la echa más de menos.

Se fue para siempre.

Ya no se escuharán más sus pasos de tacón alto por las baldosas del suelo.
Ya no se escuchará más su letanía.

Congo, meu neno, meu amor.
Volta, volta por mín.


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lunes, 10 de noviembre de 2008

La cara del otoño

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Fallen leaves and a Fallen Birch Trunk" - Leping Zha

 

El sábado de madrugada vi la cara de este nuevo otoño. Me miró desafiante con sus ojos negros de gato nocturno, mal escondido por entre el mar de hojarasca que había a su alrededor.

Mi corazón latió deprisa y desacompasado, al borde del vértigo, mientras mi cuerpo convulsionó, abatido por una serie de descargas escalofriantes.

Confieso que tuve miedo, igual que lo tuve esta tarde.

 

Y es que cada lunes me duele desprenderme de tu abrazo, tanto que…

 

 

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viernes, 7 de noviembre de 2008

Club BMW Touring de España - Valdepeñas 30 de octubre, 1 y 2 de noviembre de 2008

VALDEPEÑAS

Municipio situado en la provincia de Ciudad Real, dentro de la Comunidad de Castilla-La Mancha. Etimológicamente, su nombre significa Valle de Peñas.

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En él se celebran anualmente las Fiestas del Vino, a primeros de Septiembre (antes conocidas como "de la Vendimia" desde más de 50 años).

Sus vinos pertenecen a la segunda Denominación de Origen más antigua de España. La D. O. vela por la calidad y autenticidad de todo el proceso de la producción de la uva y de la elaboración de los vinos acogidos a ella.

En la localidad se encuentra también la sede del Consejo Regulador del Queso Manchego.

En Valdepeñas visitamos las Bodegas Arúspedi, S.L., donde nos obsequiaron con una cata del vino blanco Ágora lágrima, de sabor muy grato, fresco y ácido, con un toque de dulzor que se convierte en una caricia para el paladar.

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También visitamos la Cooperativa Olivarera Colival, donde también asistimos a una cata de aceite.

Valdepeñas es uno de los pueblos por donde pasa la Ruta del Quijote: De Villanueva de los Infantes a Almagro. De ahí que la figura del Quijote esté presente en muchos lugares del pueblo.

Aquí recogí dos estatuas: la de la izquierda situada en el Hall del Hotel donde tuvo lugar la concentración,  Hotel  & SPA **** Veracruz Plaza , y la segunda situada en una de las plazas del pueblo. 

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Cerro de las Cabezas: 

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La excavación del yacimiento arqueológico ha puesto al descubierto una pequeña parte de la ciudad ibérica que esconde.

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A estas actividades de excavación y restauración hemos de añadir la construcción de una serie de infraestructuras que complementan y dan vida al yacimiento arqueológico: Centro de Interpretación, Aulas Didácticas, Sala de Conferencias, Taller de Restauración, Albergue-restaurante son parte de las nuevas construcciones, que tienen como fin la puesta en valor del enclave arqueológico

VISO DEL MARQUÉS:

Municipio en la provincia de Ciudad Real, dentro de la Comunidad Autónoma de Castilla-La Mancha, posee uno de los términos municipales mayores de España. Tierra de olivos y grandes cotos de caza mayor.

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Archivo-Museo "Don Álvaro de Bazán":

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El escudo de la familia Bazán en la escalera central del palacio.

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El Archivo-Museo se encuentra ubicado en el magnífico palacio mandado construir por Don Álvaro de Bazán, primer Marqués de Santa Cruz, allá por el año 1562.

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La tradición habla de cuales fueron las razones que llevaron a tan insigne marino a edificar un palacio en plena Mancha, haciendo referencia a que se trataba de un punto estratégico equidistante de los puertos apostaderos de sus flotas de galeras, El Puerto de Santa María (Cádiz) y Cartagena y de Lisboa. Sin embargo resulta casi inevitable referirse al famoso y viejo aforismo que el cantar popular patentizó en la contundente frase:

El Marqués de Santa Cruz
Hizo un palacio en el Viso
Porque pudo y porque quiso.

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Estilo arquitectónico propio del "cinquecento", con unos ocho mil metros cuadrados de pinturas al fresco. Constituye el conjunto pictórico español en el que mejor se encuentra representada la mitología clásica, así como pinturas de carácter épico narrativo, de linajes, religiosa, escenas de caza y principalmente escenas de batallas navales.

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Con el fin de perpetuar y ensalzar la figura del invicto general del mar don Álvaro de Bazán, primer Marqués de Santa Cruz los herederos del título ofrecieron a la Armada el palacio con el objeto de instalar en su interior un archivo-museo que llevase el nombre de ese ilustre personaje que tantas glorias dio a España. Se autorizó tal ofrecimiento con la promulgación de un decreto en fecha 26 de noviembre de 1948 y con la firma el 4 de febrero de 1949 de un contrato entre los marqueses de Santa Cruz y los representantes de la Armada, marcando las diversas estipulaciones entre las que figuran una duración del contrato por noventa años así como que:

 “el precio del arrendamiento se fija en la cantidad de una peseta pagadera por años vencidos”.

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El Palacio alberga el Archivo General de la Marina, una especie de “Simancas naval”, archivo histórico de la Armada Española.

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miércoles, 5 de noviembre de 2008

La decisión

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Acababan de terminar de cenar y todavía estaban sentados a la mesa, en la cocina. La niña ya se había ido a la cama. Tenían problemas serios y aunque se habían dado un tiempo, intentaban ser civilizados y mantener una relación lo más cordial posible, por la niña sobre todo, pensaban los dos. Todavía era pequeña y no entendería lo que les venía sucediendo desde hace un tiempo.

Por eso él ha ido a casa a cenar, como si todavía viviera con ellas.

 

- Quiero volver a casa.

- Todavía no estoy preparada. No lo estropees, contestó ella un poco nerviosa. Te he dicho mil veces que necesito tiempo.

- Es que te quiero. Quiero estar con vosotras. Quiero hacerte el amor. No quiero estar sin ti.

- Y yo también te quiero, te lo he dicho mil veces, pero ahora me siento vacía y perdida. Algo se ha roto dentro de mí y tengo que averiguar qué es.

- Quiero hacerte el amor, ahora.

- Por todo lo que siento por ti, puedo darte mi cuerpo pero no me pidas nada más. Ahora no tengo nada que ofrecerte. Lo siento.

- Eso es lo que hacen las putas.

 

Ella no recuerda  lo que se dijeron después. Sólo sabe que esas palabras le rompieron el corazón por completo y que jamás, pase el tiempo que pase, va a olvidarlas.

Ella no recuerda lo que se dijeron después. Nada de nada. Sólo sabe que ese fue justo el momento en que tomó la decisión que llevaba tiempo aplazando.

 

 

 

La foto está sacada de Flickr y es de Amarasaavedra

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lunes, 3 de noviembre de 2008

Recordando momentos

Antes de ti

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me consume la ansiedad de desearte
en esta tarde de lluvia violenta
y limpiaparabrisas,
mientras suena la música lenta
en la radio del coche,
que me va desarmando por dentro

y las lágrimas que se me derraman
se mezclan con las gotas de lluvia
cayendo por los cristales,

y tus besos, ahora imaginarios
incendian mis pechos
como teas ardientes.

 

Después de ti

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vuelvo a casa
con tu mirada de niño perdido
encallada en el valle de mis pechos
en este día de nubes grises,
de cumbres nevadas,
y aunque el bus nos aleja
en cientos de kilómetros,
mi corazón se ha quedado contigo
en el andén de la estación.

 

 

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