miércoles, 30 de abril de 2008

Diario de Sara




26.04.08

Los días transcurren lentos y desconsolados. Imágenes pasadas se rebobinan en mi cabeza sin dejarme tomar aliento. Una palabra que surge entre todas: Abandono. Otra historia repetida. Así me siento. Mi corazón está de luto. No sé lo qué quedará de él cuando termine este periodo. Tal vez se vuelva a convertir en un páramo yermo. Ya no puedo hablarle. Sus válvulas se han cerrado herméticamente. Tampoco me importa. Estoy cansada, a la deriva. Mis ojos no tienen sosiego. Buscan y buscan porqués y razones. Sólo encuentran lágrimas amargas. Duelen. Tampoco me importa. Sólo hay una cosa que me devuelve esperanza, la imagen del resplandor naranja en el ocaso, cayendo sobre la ciudad que tanto y tan poco me ha dado… No sé porqué pero eso hace que sienta, que una ínfima parte de mí, todavía sigue latiendo… boom, boom, boom, boom, boom…



martes, 29 de abril de 2008

Indiferencia (Por Golem)


No tengo muy claro si fui yo mismo quien la echó, o fue ella la que huyó o es que ella no me soportaba mas. O quizás fue al revés y fue ella la que me echó, o fui yo el que huí o era yo el que no le soportaba más.

También es verdad que fue algo progresivo, quizás por eso dolió menos. O a lo peor es que no nos importábamos el uno al otro tanto como ambos podíamos llegar a pensar y en el fondo sabíamos que todo iba a acabar así.

Mientras estuvimos juntos hay que reconocer que todo funcionaba bien, hablábamos, nos reíamos, discutíamos, pero todo acababa arreglándose. Era una relación de respeto mutuo, ahora que lo pienso, mas que amor era compañía, quizás nos hacia falta a ambos tener a alguien en quien cobijarnos, un regazo en el que descansar y un lugar donde lamernos las heridas.

Quizás lo que paso es que las heridas acabaron por cicatrizar y abandonamos el calido refugio que teníamos el uno en otro para volver a probar fortuna en el mundo exterior.

Fuese lo que fuese el caso es que no nos volvimos a ver. Y lo peor es que no me arrepiento de que todo se haya acabado.

Indiferencia.

lunes, 28 de abril de 2008

Mi novia es fea... ¡Ayúdenme! (Por Amaro)



... sí fea, ¿Qué pasa?, ¿A ver porqué ponen esa cara? ¿Acaso las feas no tienen derecho también a tener un hombre guapo, alto, apolíneo, que marca tableta de chocolate en el abdomen, interesante, inteligente, con sentido del humor, sincero muy, muy tierno y muy, muy experto en esto del amor? ¡Pues si que son ustedes una buena banda de discriminadores!. Y por cierto. Ese no soy yo.

Bueno. Me explico. A mi, fea, lo que se dice fea, no me lo parece. Y tampoco puedo decir aquello de que creo que es la mujer más maravillosa del mundo porque no lo creo. Lo es. Pero da igual. Mi novia tiene complejo de fea

Y es cabezona y se pone con eso de que es fea, y hala, allá va, por el río abajo ¡Dios! si todo el tiempo que pasamos discutiendo si es fea o no, lo pasáramos haciendo el amor, tendría el mejor cutis del universo!, pero nada. Tiene un cutis normal… tirando a malo… por la falta de tratamiento claro.

Yo al principio intentaba convencerla. Le decía, ¡Cariño preséntate a un concurso de feas! ¡ Ya verás como no ganas! Pero nada, ella decía que si se presentaba la echaban del casting a palos por abusona, y yo, que no, mi amor, que no ¡Seguro que ni ganas! Mira todo lo más tu eres fea normalita. Bueno, que yo he intentado animarla de mil maneras pero nada, no reacciona. Y ya no sé que hacer señores. Estoy en una encrucijada, estoy desesperado ¡Ayúdenme por favor!

Hasta le he dicho que he puesto su foto en el desván para ver si se me iban los ratones y a pesar de que le aseguro que el quesito que pongo todos los días desaparece, pues nada, que no le convence.

Y erre y erre con que es fea. Y yo le digo, pero que mas da mi amor, si es por eso cuando hagamos el amor te tapo la cara y ya está, para que no tengas complejos. Y oiganlo ustedes, ¿Pueden creerlo? Cuando le digo eso ¡se me echa a llorar! ¡Si es que no hay quien las entienda! A las mujeres digo. Los hombres somos muy sencillitos. Con nosotros si que da gusto ¡Ganó el Madrid! ¡Bien! ¡Mal! ¡ y a mi qué! Y ya está

Y yo ya no sé que hacer, me canso de decirle que tiene una orejas preciosas, así abiertas a lo soplillo ¡Que me encantan vamos! Y que no hay nariz mas linda para mí que la de Barbara Streisand, incisivos más lindos que los de Ana Belén. Y a llorar tocan ¡Si es que no acierto nunca!

Ahora le ha dado por decir que tiene unos pechos pequeños y yo le respondo con paciencia aquello de. Mi amor, la teta que la mano no cubre, no es teta, es ubre. Pero tampoco funciona.. Bueno, también es cierto que yo tengo unas manos pequeñitas… y que me faltan dos dedos en cada mano, pero bueno esto no viene al caso

¡Estoy desesperado! Y con lo cabezona que es creo que voy a dejar de intentar animarla. Y a partir de ahora no le llevaré la contraria. Ya lo decían los viejos desde siempre ¿ Llevarle la contraria a una mujer?, ¡Buff!.

Si. A partir de ahora le diré. Si, eres fea, vale, eres fea, eres muy fea. Pero eres MI fea y te quiero. Si, te quiero. … Aunque tuvieras las orejas más pequeñas también te querría.

Señores ya no necesito su ayuda. Tengo una novia fea. Pero es mi fea. Y la amo

Y renunciaré a intentar animarla ¡No se puede!


domingo, 27 de abril de 2008

Dos instantes de deseo




Desnuda, ante el espejo de la cómoda de nuestra habitación, imagino que me miras desde la cama ahora vacía.

Y no veo ni mi cara, ni mi cuerpo reflejado.


El deseo de ti ciega mi razón.










Deseo. Un torrente que arrastra todo a su paso.

Deseo. Unas manos que buscan otro cuerpo. Sentir una piel, olerla.

Deseo. Unos ojos mirando, pidiendo caricias, y besos y susurros.

La razón pierde. Los sentidos ganan.






viernes, 25 de abril de 2008

Asalto y Bendición XLIX (Por Carlos Casellas)



Quiero acampar con celo combativo,
detrás de la muralla de tus dientes,
sentir que sigo vivo,
(menos cautos los dos y más valientes)
Benditos de las manos y creyentes
del verbo imperativo,
que nos vuelve, del alma, confidentes,
por el mismo motivo.
Con un gesto de suave impertinencia,
tentar tu adolescencia,
con exceso,
tomarte por asalto la sonrisa,
quitarte la camisa,
de botón en botón, de beso en beso.



Bendita la pulsión de la palabra
que me obliga a nombrar la vida buena,
la huella de tus pasos en la arena,
Aldabra;
El verso que te ciñe y que te labra,
el aire que oxigena,
el coro de los cantos de sirena,
Aldabra.
Bendito el rosedal de tu sonrisa,
la prisa
por decir “abracadabra”,
soñando con un mundo más liviano,
al pairo venturoso de tu mano.
Aldabra.



Gracias Carlos:

http://apenaspenas.blogspot.com/

http://benditocharly.blogspot.com/

http://carlos-mundogato.blogspot.com/

http://fotogravida.blogspot.com/





No encuentro un título para este texto... ahora no me sale.





Esta entrada es atípica. Es una entrada sin pensar. He abierto el ordenador simplemente para ponerme al día en los blogs mientras hago el tiempo esperando a que llegue Congo. Y me han entrado ganas de empezar a teclear en este espacio en blanco. Estoy sola. Senia se ha ido a dormir a casa de una amiga y no vendrá hasta mañana al mediodía para comer.

Y pienso en ella.

Después de comer salí a una terraza del puerto a tomar un té verde y cuando volví a casa me la encontré llorando, tumbada en la cama. Me acerqué y le dí besos tranquilizadores y cariñosos. Me quedé un rato a su lado, la acaricié e intenté aliviar su aflicción pero se le saltaban las lágrimas gordas, a borbotones, mientras a mí se me desgarraba el corazón.

Y la entiendo.

Entiendo que eche de menos a Quela pero estoy preocupada. Empiezo a temer que Senia pueda parecerse a mí porque sufrirá, sufrirá mucho si no se hace más fuerte. Y tendrá que recorrer un camino que pasa por lugares muy oscuros y a veces caerá en algún pozo y tendrá que aprender a levantarse y no quiero eso para ella. No quiero.

Y me pregunto ¿Por qué?... ¿Por qué se ha tenido que ir Quela tan pronto?... También yo la echo de menos. También a mí, al ver unas fotos que tenía Senia en el ordenador, se me han saltado las lágrimas gordas ¿Y me pregunto por qué no paró en aquel STOP? ¿Y por qué no vio el coche? Y todo se me llena con la sonrisa de Quela, con los rizos de su pelo, con su piel morena...

Y pienso en las dos.

Quela y Senia. Siempre juntas, desde pequeñas.

Y ahora sólo Senia, Senia tan abandondaba, Senia tan pequeña, Senia tan triste...




Yo te beso, Tú me besas... Nosotros nos besamos (Por Amaro)


Sí, te beso. Con nervios y deseo, suavemente. Me tiemblan los labios al apoyarlos en los tuyos y tu boca se abre para recibirme. Dudo y eres tú la que entras en mí, con tu lengua, como queriendo llegar hasta lo más hondo de mí y la noto húmeda, calida y ansiosa, muy ansiosa de mí.

Y ya no me contengo y me abandono a mi frenesí y mi lengua busca la tuya con furia, casi con violencia y la acaricia, pero tu lengua no se deja porque también me busca, y nos buscamos los dos dentro de mi boca y chocamos y nos abrazamos ahí dentro, y deshacemos el abrazo buscando el abrazo perfecto de nuestras lenguas y después de una vida de peleas encontramos esa posición perfecta y nos quedamos así con nuestras lenguas en la mayor superficie posible abrazadas y tenemos miedo a deshacer ese abrazo, y nuestras lenguas se mueven muy despacio, para seguir frotándose, sintiéndose.

Y siento arder tu cuerpo y siento arder el mío y cerramos los ojos para no ser más que lengua y sensación y calor. Mis manos sujetan tu cara, pero ahora son ellas las nerviosas y te sujetan por la cabeza y no es suficiente, te abrazan por el cuello y no es suficiente y te van abrazando por tu espalda, hasta el final de la espalda y allí sí, te sujetan con fuerza y atraen tu sexo hasta mi sexo y todo es fuego, un fuego eterno y mágico.

Ahora ya sé la posición de nuestras lenguas y aparto mi cara para verte y decirte con los ojos que te amo, que te he amado desde siempre, y aproximo mi mejilla a tu mejilla y te siento dulce, suave.

Vuelvo a separar la cabeza y te miro y te ciño más con mis brazos a mi cuerpo. Una lágrima escapa de mis ojos y te vuelvo a besar, con un deseo sereno y nuestras lenguas ya conocen el camino, se acuestan una con la otra y el mundo desaparece y los dos sabemos que el cielo existe.



miércoles, 23 de abril de 2008

Una decisión dificil

Querida Carolina:

¡Joder!, ¡Joder!, ¡Joder! Es que no se me ocurre otra cosa por donde empezar. Es que desde que recibí tu carta no he parado de darle a la cabeza. Vamos, ni aunque viviese mil años se me hubiese ocurrido que pudiera recibir una carta como la tuya. Cuando la estaba leyendo el otro día en la oficina, me puse tan lívido que mi compañero me preguntó ¿Te encuentras bien, Rober? Todavía sigo asombrado.

Verás, para ser sincero y puesto que ya conoces mis andanzas tengo que decirte que como hombre nada me gustaría más que acostarme contigo. De hecho, más de una vez, has sido la protagonista de mis fantasías sexuales. Hacerte el amor sería un trofeo que no me merezco. Créeme. Quizá rechazarte sea uno de los actos más valientes y decentes a los que tenga que hacer frente, porque te deseo. Todavía más si cabe desde que recibí la carta. Pero no lo haré. Y no será por lealtad a Manuel, que sería un motivo importante. Renuncio a ti porque te mereces lo mejor, Carolina. La idea en la que quieres embarcarte es descabellada, no se sostiene por ningún sitio. Te lo digo yo que de infidelidades sé un rato largo. En el fondo soy un cabrón, infeliz y frustrado que en vez de hacer frente al fracaso de llevar una vida mediocre tiré por el camino del medio. Tengo que reconocer que mi matrimonio no es como el vuestro. Nos respetamos a nuestro modo, guardamos nuestro espacio pero los dos sabemos lo que hay. Tú ya conoces a Mabel y no es una mujer para mí. Es fría, despótica a veces. Y yo no soy de ese modo aunque tenga otros miles de defectos. Por eso he buscado en otras mujeres el cariño que ella nunca supo dar o nunca quiso. No lo sé. Si estamos juntos es por pura conveniencia y apariencia.

Manuel y tú sois diferentes. Siempre os habéis querido y si es verdad lo que cuentas, que no lo pongo en duda, porque seguro que lo habrás comprobado, creo que todavía tenéis remedio. Hablas con despecho diciendo “a estas alturas de la película”... pero a mí no me puedes engañar. Tú no eres así. Eres la mujer más dulce que jamás he conocido y la más enamorada. Sinceramente debes hablar con Manuel y si podéis arreglarlo será estupendo para vosotros y yo me alegraré. Y si no hay nada que hacer, debes buscar un nuevo amor pero no de esa forma, arrojándote a los brazos de cualquiera por dolor. No voy a permitir que destroces tu vida. Los hombres, muchos, son crueles, Carolina. Hazme caso.

En mí puedes encontrar toda la ayuda moral que necesites pero jamás te tocaré. Aunque sólo sea por una vez voy a ser el hombre que deseé ser tantas veces. Y porque desde que te conozco te he querido y admirado en silencio.

Recibe un fuerte, fuerte abrazo, Roberto.

P.D.: Piénsalo Carolina.


martes, 22 de abril de 2008

Al borde de un ataque de nervios




Mi querido amigo Roberto:

Vas a pensar que te escribo porque estoy al borde de la muerte o algo así. Y no sé que decirte, tal vez dentro de un rato me dé un infarto porque estoy metido en un lío del carajo.

Siempre nos lo contamos todo que para eso somos amigos desde pequeños pero hay algo que te he mantenido oculto. Intentaré relatarte los hechos tal y como sucedieron.

Hace un año, aproximadamente, tuve una comida con los compañeros del banco y después de salir del restaurante nos fuimos a tomar un café. Y allí me encontré a Anita ¿Te acuerdas de aquella Anita, la de nuestro curso, que nosotros llamábamos “la cachonda” porque era con diferencia la que mejor estaba de todas las de la clase? ¿Te acuerdas como despertaba nuestras lujurias con aquellos ojazos verdes y aquellos pechos incipientes? Pues sí, me la encontré aquella tarde después de hacer mil años que no sabía nada de ella. Fíjate lo que es la vida. Total... que si me alegro de verte... que cuánto tiempo... que, que bien te veo... Lo de rigor. Nos intercambiamos los números de teléfono para tomar cualquier día un café y recordar viejos tiempos. Para ser sincero algo se me revolvió dentro del cuerpo porque sigue tan espectacular como yo la recordaba pero no le di importancia. El caso es que una semana después estaba llamándome para quedar. Me dijo que tenía muchas ganas de que la pusiera al día de todos los antiguos compañeros del colegio ya que ella había estado unos años fuera de la ciudad y perdiera muchos contactos.

Bueno, pues no me preguntes cómo pero acabamos la tarde en su casa. Más concretamente en su cama. Yo nunca engañé a Carolina, es la primera vez pero desde hace un año no soy capaz de desengancharme de esta mujer. Me vuelve loco. Es como si hubiesen despertado todas mis fantasías juveniles ¡Es la leche, Roberto!

Hasta aquí ya sé que no ves dónde hay un problema porque tú llevas años engañando a tu mujer cuando has tenido ocasión sin ningún remordimiento de conciencia. Siempre te gustó alardear de que tu corazón era demasiado grande para una sola mujer. Entre nosotros, una bravuconada. A veces ni uno mismo se explica las cosas, ahora lo comprendo.

Y a mí no es que me remuerda la conciencia, exactamente... Pero Carolina no se merece este engaño. Para ser totalmente sincero he intentado dejar de ver a Anita. Y he de reconocer que no puedo, es una droga.

Carolina creo que nunca sospechó nada en este tiempo pero el otro día cuando salíamos del apartamento de Anita cogidos de la mano (sigue soltera, no te lo he dicho)... justo en ese momento pasaba Carolina en el coche con los niños. Vendría de recogerlos en la piscina. Ya sabes que con el tiempo la desconfianza se relaja y pensando que estamos a salvo nos saltamos los semáforos en rojo. Yo creo que Carolina nos tuvo que ver, tuvo que hacerlo porque yo crucé mi mirada con la suya. Pero cuando volví a casa, tarde, no dijo nada fuera de lo normal.

Yo no quiero dejar a Carolina porque sabes que es la mujer de mi vida. Nos conocemos desde siempre, además de ser una mujer de bandera... una madre excelente, una mujer excepcional y en la cama... siempre me hizo feliz.

No sé qué hacer, Roberto, no sé qué me está pasando. No sé cómo salir de los brazos de Anita y volver al redil porque en realidad soy feliz con las dos. Son el complemento perfecto a la medida de mis deseos y de mi fantasía. Pero estoy asustado, no quiero perder a Carolina. No sé qué haría sin ella y los niños. Lo son todo para mí...

Me gustaría que me aconsejaras. Rober, ¡Joder! Estoy perdido. Piensa en ello unos días o el tiempo que te haga falta y me escribes. Envía la carta a la oficina, ya sabes.

Tu amigo, Manuel.

P.D.: ¡Que complicada es la vida, tío!

lunes, 21 de abril de 2008

Una canita al aire




Querido Roberto:

Te extrañará recibir mi carta puesto que nunca hemos mantenido una conversación más allá de lo estrictamente formal y razonable, propia del grupo de amigos al que pertenecemos.

Voy a ser clara y breve, al menos intentarlo. Manuel, mi marido, me engaña desde hace un tiempo. No me preguntes cómo me enteré porque es lo de menos. El caso es que me la pega con otra. Y, ¿sabes qué te digo?... que a estas alturas de la película ya no me importa. No voy a quedarme en casa lloriqueando lo desgraciada que soy y a sentirme poco deseada y todas esas ñoñerías. Quiero pagarle con la misma moneda. No importa que él no se entere de que yo me acuesto con otro, con mi autosatisfacción tendré más que de sobra para restablecer mi orgullo herido. Él ha sido el único hombre que ha habido en mi vida, el único con el que he compartido cama. Una pena, pero así es. No he podido comparar ni disfrutar de, tal vez, otro tipo de cosas con las que siempre he soñado. Y eso va a cambiar.

Llegados a este punto es donde entras tú en acción. No te hagas el niño bueno porque Manuel me ha tenido siempre al corriente de tus andanzas mujeriegas. Y no es que sólo haya puesto mis ojos en ti por ese motivo.

En primer lugar y en realidad para ser sincera conmigo misma siempre me provocaste cierto morbo por no decir bastante morbo. Vamos, que entrabas dentro del prototipo de hombre con el que no me importaría compartir una noche de amor. O varias. Lo de noche es un decir porque si aceptas mi oferta tendremos que buscar el momento más oportuno para los dos y a mí me da igual: mañana, tarde o noche. Estoy dispuesta a todo.

En segundo lugar eres su mejor amigo. Mi venganza sería redonda en ese sentido ¿lo comprendes? Y no quiero que pienses que es tan sólo venganza al cien por cien lo que me mueve. Tú me gustas mucho y puesta a dar ese paso ¿por qué no escoger al mejor?. Manuel siempre te tuvo en un pedestal.

No quiero que te sientas forzado a aceptar y entenderé que quieras rechazarme. A veces que una mujer se os ponga en bandeja de plata os da como un poco de rabia o reparo por eso del complejo del “cazador” y todas esas chorradas. Yo creo que los dos sexos somos iguales sólo que educacionalmente las mujeres hemos estado abocadas a reprimir nuestros deseos más íntimos, donde se incluyen también los sexuales, faltaría más.

Siempre nos hemos reído juntos en las comidas, cenas y reuniones que hemos hecho y creo no equivocarme en que nunca me miraste con desagrado. Incluso he notado alguna vez que te parabas un poco demasiado en darme los besos de rigor de bienvenida y despedida. Por cierto, ya puesta a desnudarme por completo... me encanta como hueles.

Me muero de impaciencia por saber tu respuesta y porque disfrutemos de un sexo agradable juntos. Sería perfecto. Yo sé que jamás te separarás de tu mujer y yo tampoco pienso separarme de mi marido. Me gusta la vida que tengo. Si espero más tal vez me pille ya la menopausia por banda y ya sea tarde para llevar mis planes a cabo. Y no habrá malos rollos. Cuando tenga que acabarse, se acabará. Todo se supera en esta vida menos la muerte.

Ahora todavía me siento atractiva, en buena forma física y mental y con ganas de echar mis alas a volar lo más alto posible. Vosotros, los hombres, diríais Echar una canita al aire.

Un afectuoso saludo, Carolina.



Princesas olvidadas o desconocidas


Princesas olvidadas o desconocidas
(Princesses oubliées ou inconnues, 2004)

Texto de Philippe Lechermeier.
Ilustraciones de Rébecca Dautremer
Madrid: Edelvives, 2005; 92 pp.; trad. de P. Rozarena; ISBN: 84-263-5909-4.

Álbumes ilustrados.

Por orden alfabético se habla de distintas princesas: Blandina, Fasolá y Dorremí, Deletrea de Eritrea, Farragosa, Caprichosa, Katapum, Varaseca, Plisplás Noloverasmás, Pitonisa, Amnesia, Locuacilla de Babel, Tremenduskah, Efímera de China, Anguila de la Isla, Tragaldabas del Peloponeso, y muchas otras. A la vez se nos se indican distintas circunstancias de la vida de una princesa: del Lenguaje internacional del abanico, de los Escudos y/o Blasones, de los Palacios y Residencias, etc. Al final hay una «Guía práctica sobre lo que conviene saber acerca de las princesas», un test para saber «qué clase de princesa eres», una colección de proverbios, un índice alfabético completo...

¿Cómo viaja una princesa? ¿Cómo besa, de qué habla? ¿Has probado los bocaditos de reina?

Princesas olvidadas o desconocidas es un álbum irresistible: dulce a ratos, melancólico otras veces; divertido, precioso y originalísimo, con unas ilustraciones delicadas y soberbias.

"Bajo las piedras hay flores que todavía no han nacido" - Princesa Jardín

"Cuando olvido algo, es que una idea juega al escondite dentro de mí" - Princesa Amnesia


domingo, 20 de abril de 2008

Prisionera de seda



Congo me olfatea por todas las habitaciones de la casa y sigue mi rastro hasta el dormitorio. Una vez allí me reduce, jugando con la almohada y los cojines. Y me hace su prisionera.

Me ata la cama con fulares de seda, para castigarme. Me amordaza con sus besos candentes. Y no permite que diga ni una palabra. Solamente quiere que me abandone en silencio.

Y yo le dejo hacer porque Congo anula mi voluntad, igual que si fuera una droga, de la que cada día necesito más dosis.





viernes, 18 de abril de 2008

Dudas (Por Amaro)

Y si despertamos del sueño… ¿Cuál será la realidad? ¿Es mejor dormir o despertar?


Si yo sé que la realidad es solo una ficción recreada día a día… sin coraje

Y el sueño, una ficción recreada día a día con valor


¡Y si despierto del sueño!... ¿Cuál será la realidad?

¿Es mejor soñar o despertar?


miércoles, 16 de abril de 2008

El vestido verde ó El espejo de vestir II


Se abrazaron y empezaron a besarse con apresuramiento. Federico agarró suavemente a Beatríz por la melena, echándole ligeramente la cabeza hacia atrás para mirarla con detenimiento. Le dio un beso muy suave justo debajo del lóbulo de la oreja y le dijo:

- Así no. No tenemos ninguna prisa. Me gustaría que te pusieses el vestido verde para mí, en serio. Es una fantasía. Me sentaré en el sofá y tú te lo pondrás delante del espejo, como si yo no estuviera.

Hizo lo que le ordenaba. Era como una autómata. Ya no mandaba su cabeza. El deseo la consumía. De su mente desapareció toda su vida. No tenía vida antes de ese momento y después... ¿qué importaba el después?

Se levantó de la cama y abrió el armario para buscar el vestido. Y situada en frente del espejo comenzó a vestirse de nuevo. Lentamente. Su cuerpo todavía conservaba el color tostado del verano. Se puso el tanga negro. Sentía los ojos de Federico en cada poro de su piel. Era curioso, no había lujuria en ellos, simplemente estaba disfrutando de ella como quien disfruta de un cuadro en un Museo. Se puso el sujetador, negro también y cuando iba a abrochárselo Federico le pidió:

- No lo hagas, ven.

Beatríz se acercó. Él hundió la cara en su cintura y se abrazó a ella, oliéndola y besándola con besos pequeños y leves. Se levantó y suavemente él se lo abrochó. Se echó un poco hacia atrás para verle los pechos. Tenía los pezones de punta a pesar de la tela . Puso las palmas de sus manos sobre ellos para sentirlos.

- Bea, eres muy hermosa.

La cogió de la mano y la acercó a la cama.

- Todavía no me he puesto el vestido.
- Creo que tendrá que ser en otra ocasión. No puedo esperar. Pensé que podía pero soy muy impaciente, ya lo sabes.

Todavía de pie, Bea empezó a besarlo… los hombros, el cuello... ¿Cómo podía desearle de aquella manera? Comenzó a descender lentamente por su cuerpo. Se arrodilló para seguir dándole besos, oliéndolo… Federico hundía las manos en su pelo y decía su nombre: Bea… Bea…como un murmullo casi inaudible.

Al cabo de unos instantes que le parecieron los más placenteros de toda su vida Federico le pidió que parase. Ella obedeció. Le dejaba hacer. Le gustaba todo lo que estaba sintiendo. Federico le sacó el tanga, el sujetador y la agarró por la cintura de espaldas a él. Se apretó fuertemente contra ella. Su sexo la empujaba mientras le acariciaba los pechos. Con mucha ternura le arqueó la espalda. Bea se apoyó sobre la cama y entró en ella despacio, dulcemente. Sus movimientos eran acompasados. Con cada uno de ellos una oleada de placer amenazaba con deshacer sus cuerpos hasta que el orgasmo los sorprendió sin hacer ni alarde ni ruido. Cayeron derrotados sobre la cama. Se abrazaron con fuerza. Y así los alcanzó la noche.

Desnudos. Desarmados.

martes, 15 de abril de 2008

"El espejo de vestir"


"El espejo de vestir" - Berthe Morisot - 1841-1895

Me miro en el espejo de la habitación. De cuerpo entero. Me queda bien este vestido blanco vaporoso. Me realza el pecho y la cintura. En el cuello anudo la cinta verde de terciopelo y recojo el pelo en un moño alto.

El sol de la mañana ya entra en la habitación mientras tú, perezoso, sigues en la cama revuelta, mirando con curiosidad como me voy poniendo la ropa.

- Pruébate ahora el vestido verde. El que llevabas el día que nos conocimos - me dices.
- Ahora estoy más delgada. No me sentará bien.
- Por favor - pides como un niño travieso.
- Vale, vale, está bien.

Me vuelvo hacia ti y me desnudo despacio. Desabrocho la cremallera del vestido y lo dejo caer al suelo. Con un gesto pícaro me agacho para recogerlo y te lo lanzo a la cara. Para cuando abres los ojos ya me he sacado la ropa interior. Sólo adorna mi cuerpo la cinta verde de terciopelo. Saco las horquillas que forman el moño de mi pelo y dejo la melena suelta. La alboroto moviendo la cabeza boca abajo. Me incorporo y levanto la vista hacia ti. Y me acerco a la cama para susurrarte sensual y provocativa:

- Es necesario que me pruebe ahora el vestido verde?
- No, creo que no - dices tú, cariñoso, mientras me acercas con las manos agarradas a mi cintura.

Me tiendo a tu lado en la cama y dejo que dibujes en mi cuerpo flores, estrellas…

domingo, 13 de abril de 2008

Nostalgia (Por Senia)

¿Es rara, no?, la nostalgia.

Porque tener nostalgia en si no es malo, eso es que te han pasado cosas buenas y las echas de menos.

Pero ¿se puede tener nostalgia de algo que todavía no te ha pasado? Porque a mí a veces me pasa. Me pasa que me imagino como van a ser las cosas, la vida en general, y luego me da pena cuando me acuerdo de lo bonitas que iban a ser… porque iban a ser preciosas… y cuando me doy cuenta que aún no han pasado y que a lo mejor no pasarán nunca, me pongo triste. Pero es como una tristeza a cuenta, como la fianza cuando alquilas una casa pero con tristeza. Que la pones por delante porque total sabes que la vas acabar utilizando igual.

Senia, la persona más especial de mi vida.





Congo en el Mundo



Cuando salgas al mundo, Congo, no tengas miedo a conocer a otras mujeres pero no te dejes engañar por falsos amores.

Sal Congo, sal y conoce.

Porque cuando regreses del mundo, estaré aguardándote con el corazón al aire, igual que el día que partiste.

En ese momento te darás cuenta, que ninguna otra mujer podrá quererte como yo, sin esperar nada a cambio.

Y te quedarás ya por siempre a mi lado.

jueves, 10 de abril de 2008

Tres eran tres


"Tres Gracias" - Rafael Sanzio - 1504


Cuando empezaste a hablar de ella te odié. Con todas mis fuerzas. Pero nada comparable a lo que sentí cuando supe que todavía quedaba otra mujer en tu vida. No más secretos. Te pedí por favor que me contaras. Y tú confesaste sumiso. Sin tapujos. Tu corazón repartido en tres partes iguales.

La tercera en discordia. Mi lugar. La tercera en la parrilla de salida. La última. La que habría de buscar un sentido al galimatías. Tu refugio.

Pero tampoco era nada nuevo para mí. Siempre tuve la sensación de llegar tarde a todos lados. Desubicada. En el momento inoportuno en el lugar incorrecto. La historia que se repite. Tal vez para mi no existiese una meta definida. Ser una trotamundos: mi destino.

Por eso cuando supe que te quería a pesar de todo lloré. Mis lágrimas amargas cayeron como cristales afilados. Y un pedazo de cielo grís se desplomó sobre mis hombros. Con los ojos empañados sólo podía ver los tuyos mirándome con ternura. Y películas. Películas de historias extrañas. Recuerdo una en especial: en la última escena los protagonistas se mueren trágicamente y una larga carretera sin fin permanece en nuestras retinas.

Por eso cuando supe que te quería a pesar de todo me clavé las yemas de los dedos con las uñas. Sangré. Después de las primeras gotas ya no dolía. Es cuestión de acostumbrarse. Alguien lo dijo. Además mi sangre es casi transparente. Asusta menos.

Las tres.

Un trabalenguas: Tres tristes tigres comían trigo en un trigal. Pero yo no estoy triste. Ni soy un tigre. Y apenas como. No siento hambre ¿Para qué alimentarme si mi sangre es casi transparente? Por eso no puedo hacer nada más que desesperar.

Las tres.

Un dicho popular. Tres eran tres las hijas de Elena. Tres eran tres y ninguna era buena. Sé que ellas son buenas aunque las odie. Tienen el mismo derecho que yo a quererte. Pero ellas no tienen la sangre casi transparente. Lo sé. Eso me hace diferente. Y tampoco saben volar. No olvides que yo vuelo a ras de suelo. Es importante.

No conozco a las otras dos. Pero también a ellas las odio. En realidad os odio a los tres a partes iguales. Y quiero alejarme. Mi corazón empecinadamente se niega. Dice que aún no es la hora de partir. En un intento desesperado quiero apagar su boom-boom. Quiero que se calle. Me golpeo con fuerza y rabia el pecho hasta que la piel adquiere un color morado. Y tampoco me duele. Porque nada es comparable a saber que somos tres.

Huellas (Por Golem)


Golem, es un nuevo amigo que se incorpora a escibrir en el blog. Gracias por tu colaboración y bienvenido.

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Se sentó en el lindero del camino, echó la vista atras y vio lo que había recorrido.

Le sorprendió ver hasta donde se extendía el largo sendero que había andado y por un momento pensó en todas las cosas que le habían sucedido a lo largo de los kilómetros.

Por un instante pensó que si borraba las huellas que sus botas habían dejado en el polvo del camino, al instante se borrarían todos los recuerdos, tanto los malos como los buenos.

Se puso a ello y despues de borrar los tres ultimos pasos se sorprendió a si mismo sonriedo y recriminándose:

- Pobre iluso, ¿aún no te has dado cuenta de que las huellas que de verdad te marcan van por dentro y no se pueden borrar?

Recogió su macuto, agarró su bastón y reempredió el camino sin mirar a atras.

miércoles, 9 de abril de 2008

Todo sucedió...



No sé en qué lugar nos encontrábamos. El mundo sólo era un coche, aquel hombre y yo.

No puedo recordar el lugar. No soy capaz. Pero si puedo ver todavía sus manos sobando mi cuerpo. Fui una estúpida. Entonces no lo sabía. No tenía que haber estado allí. Aquél no era mi sitio. Ni aquella mi noche. No pintaba nada en una película sin título, sin color, sin final feliz.

Una mujer sin rumbo. Era eso.


Al llegar a casa llamé por teléfono para volver a la realidad.

- Estoy nerviosa. Arrepentida. Siento asco de mi misma.
- Ya pasó, tranquila. Cuéntamelo todo desde el principio.


Nos hemos vuelto a ver. Parece feliz con su mujer. Nos hablamos cortésmente. Creo que los dos quisimos olvidar lo que pasó. Aunque no hay mucho que olvidar. Ya me olvidé de sus manos. No sé si hubo besos. Tampoco lo recuerdo ¿Qué más da?

Todo sucedió hace millones de años.


martes, 8 de abril de 2008

Inauguración oficial





Mi querido amigo Guillermo el Travieso, inaugura su nuevo blog con una gran fiesta. No es necesario invitación previa.

Todo aquel que se decida a acompañarnos podrá degustar unos deliciosos pinchos: tortilla española, empanada de bonito, aceitunas, jamón ibérico, quesos variados, patatas fritas, frutos secos y bebida a discrección.

Os esperamos.

Nada original (Por Guillermo el Travieso)

Dibujo: Emimery


No, no puedo, ya te lo he dicho muchas veces, de ésta y de otras formas diferentes, que no puedo dejar de quererte. Ya, ya sé que puedo resultar empalagoso, cargante, asfixiante, rimbombante, "pesaíto" y hasta pedante, llegado el caso, pero es que, no puedo dejar de quererte, ni de decírtelo. Y es que necesito decírtelo ¿Qué conseguiría guardándome para mí solo, todo el cariño y el amor que siento por ti?

Sí, ya lo sé una y mil veces, porque una y mil veces me has dicho que no soy nada original cuando te digo que te quiero. Pero es que es eso. Esa es mi única verdad en el gran teatro de mi vida. Mi única obra buena en este mundo, gracias a ti que existes y me has admitido en tu corazón... ¡No supiste entonces lo que habías hecho! Y ahora, estás pagando las consecuencia de que, cuando tengo la oportunidad, te exprese todo mi cariño... Sí, así, a lo bruto, a lo que soy yo para decirte lo enamorado que estoy de ti. Porque eres lo más grande que me ha pasado en toda mi vida.

Ya te he dicho también en muchas ocasiones, que no estoy loco... bueno, eso pienso yo, que habría que preguntarle a los demás sobre mí. A lo mejor es que verdaderamente estoy loco ¿Tú que opinas?... No, no me digas nada... déjame quererte un poquitico más antes de decirme nada, no vaya a ser que... ¿Que qué?... ¡Como si me importara que pensaras mal de mí! Que yo sé que no, y la más mínima duda, sería una ofensa para ti. Quizás, la que esté loca de remate seas tú por quererme a mí... ¡Mira!, no lo había pensado hasta ahora ¡Vaya, vaya! Sí, sí, posiblemente sea eso. Y yo preocupándome por hacerte feliz, por quererte con todas mis fuerzas, por amarte con toda el alma, por amarrarme a tu vida de pies y manos y... y va a resultar que tanto y tanto presumo yo de quererte que... ¡Vaya, y otra vez vaya!

Claro, tan pendiente de ti, que mi estupidez hace que no me dé cuenta de todo lo que haces por mí. Si solo el hecho de estar conmigo es para ponerte un piso para ti solita en Torrevieja... bueno, para ti sola y un poquito para mí... ¿eh?

Pequeña, es que estás loquita de remate por mí... ¡Ah!, perdona por lo de pequeña, que sé que no te gusta que te lo llame... No, espera también ahora y no me contestes... espera. Mírame a los ojos, sólo eso, que con el tiempo que nos conocemos, no me hacen falta tus palabras para saber que me quieres.

¿Qué? Ya, ¿que por qué entonces me empeño yo en decirte tantas palabras?... ¿Es que no me conoces?... Vale, la próxima vez tú, ¿y a ver en palabras, cuánto me amas?

Y ahora aquí, juntitos en el sillón, un poquito de América... ¿vale?

lunes, 7 de abril de 2008

II. Clavado en un bar (Por Amaro)



Estoy sentado en un bar, tomando café y escuchando música y...

En otra mesa, dos Sras de clase alta. Lo sé por las ropas, de esas caras, y que hay que mirar mil prendas antes, para encontrar esa prenda que parece hecha para ti, que se ajusta como un guante a tu cuerpo. Les sobra tiempo en su vida para perderlo en esas chorradas, no son como yo, que miro tres prendas, me pruebo una y esa es la que compro, aunque luego también tenga que comprar un cinturón, para que no me caigan los pantalones. Su cutis, también es caro, cremas, un moreno elegante, puede ser de rayos uva o del último fin de semana que han pasado en Tenerife, pero cutis caro en cualquier caso. Son atractivas, eso no es ningún mérito, incluso mi hermana mayor es atractiva cuando se gasta un montón de pasta en todo, y se pone la faja, para ir a una boda. Son elegantes y charlan entre ellas, tienen incluso un aire de inteligencia. Sus rostros aparentan curiosidad intelectual, y sus gestos parecen indicar que disfrutan mucho de la vida. Parecen unas elegidas. Pero ¡Ay!, un gesto las delata: Ambas sostienen con muchísima elegancia, eso si, ¡pero sostienen un pitillo entre sus elegantes y largos dedos! La cajetilla pone: FUMAR PROVOCA CANCER MORTAL DE PULMON. Y yo ya sé que ni son tan listas, ni disfrutan tanto de la vida. Yo también fumo.

sábado, 5 de abril de 2008

La habitación(Una experiencia casi religiosa)




Mucho amor.


Había tanto amor en aquella habitación...
tanto… que para poder entrar en ella
había que empujar la puerta con muchísima fuerza,
venciendo así la presión.


Resbalaba por las cortinas,
se descolgaba como lianas por la lámpara del techo,
empañaba el espejo de la pared,
se salía por entre las rendijas del armario y de los cajones de la cómoda,
formaba un césped tupido sobre la madera del suelo a modo de alfombra
y tejía con colores una manta mullida sobre la cama donde reposaba el deseo.


Mucho amor.


Tanto… que todo el universo era a su lado
como una canica de cristal azul y verde.

viernes, 4 de abril de 2008

Una experiencia casi religiosa

"Férreo Amor" - Luís Lorenzo Leira


Querido Fernando:

Tengo que desahogarme con alguien y tú eres el único en quien confío plenamente y el único que va a saber entenderme.

Verás, ayer llegué a casa como todos los días. No tuve una mala mañana en el trabajo. Es más, estuve muy contenta. No sé si atreverme a decirlo, pero creo que mi crisis está remitiendo un poco, al menos me está dando un respiro. El caso es que llegué muy cariñosa y lo que me encontré fue... en fin, todos tenemos malos momentos. Sólo que sería bueno que coincidiesen en los dos porque todo sería más sencillo.

De todos modos de eso no quiero hablarte. Te quiero contar algo que me pasó y lo que me hizo sentir.

Paco tuvo que salir a hacer unos recados y yo me quedé sola en casa como tantas otras veces. Hacía una tarde soleada aunque un poco fría y aunque me apetecía salir tenía tareas pendientes en casa. Se me antojó encender un pitillo y abrir la ventana de par en par y fumarlo así, al aire libre. Sí, ya sé que eres de la liga antitabaco pero que le vamos a hacer... Es un vicio pequeño porque fumo poquísimo ahora, ya lo sabes. Así que no me eches el sermón y deja que siga. La tarde estaba espléndida y eché un vistazo rápido a los alrededores. Y descubrí en los pisos de enfrente, más abajo de la altura en el que vivo, una ventana con las cortinas descorridas, y abierta al sol de la tarde. Era la ventana de un dormitorio y el sol daba de pleno en la cama. Hasta aquí todo normal. Hombre, también es normal lo que vi a continuación pero es que me quedé tan perpleja que aún no sé muy bien como acabar de encajarlo. Y no sé por qué me quedé así.

En fin, voy al grano. Había una pareja haciendo el amor y yo no pude separar mis ojos de ellos. Apenas se distinguían sus caras, eran siluetas. Ya sabes que la calle que pasa por delante de casa es muy ancha y por eso lo vi todo difuminado. Era como una escena de una película. Te cuento: La mujer está sobre el hombre que está acostado en la cama. Tiene melena corta de color castaño claro. Su espalda es hermosa. El hombre creo que tiene barba. Y veo como sus manos acarician la espalda de la mujer y le acaricia el pelo mientras ella se mueve rítmica y lentamente sobre el cuerpo del hombre. Y empiezo a entrar como en una especie de trance. Porque de pronto yo me siento como si fuese esa mujer. No es que haya tenido un orgasmo ni nada de eso... ¡Ojalá! Fue otra cosa lo que sentí. Una especie de vértigo recorrió mi cuerpo entero, se me puso la piel de gallina y sin saber por qué empecé a llorar. Sufrí un ataque de llanto que cuando llegó Paco a casa todavía estaba encogida delante de la ventana a lágrima viva y sin poder articular palabra.

Fernando, había tanto amor y tanta pasión en aquella habitación que todo me sobrepasó. Sentí mi vida tan vacía de pronto que pensé que nada tenía sentido en aquellos momentos. Tuve tanta envidia de aquellos dos amantes desconocidos que volver a la realidad fue lo que me produjo el shock.

Bueno, pues no te doy más la vara pero es que tenía que contárselo a alguien. Todavía sigo un poco alterada, en serio. No sé por qué me ha afectado tanto. Bueno, sí lo sé pero no quiero escribirlo. Tú ya sabrás entenderlo porque me conoces bien.

Te echo de menos. Me gustaría poder contártelo mientras nos damos un paseo por el puerto como solíamos hacer pero como no puede ser te escribo resignada.

Recibe un montonazo enorme de besos y un abrazo de escándalo y ven pronto a pasar un fin de semana con nosotros.

P.D.: Por favor, dime que vendrás o me moriré.

Marta.

jueves, 3 de abril de 2008

Contigo pan y cebolla




TELEGRAMA DE ÉL
RECOGERÉ MI HIJA VIERNES 29.02.08 A LAS 21 HORAS.

TELEGRAMA DE ELLA
EN CONTESTACIÓN A TU TELEGRAMA DEL 25.02.08 TE COMUNICO QUE FIN SEMANA 29.02.08 NO TE CORRESPONDE RECOGER NUESTRA HIJA SEGÚN SENTENCIA DIVORCIO XXX/2006.

ELLA
Oh, mierda, mierda! Quizá hoy me vaya mejor decir algo más fuerte: Oh, joder joder, otra vez!

UN INSTANTE
Se abrazó a su hija pequeña y se echó a llorar. Era tan pequeña para comprender…

PENSAMIENTOS
Una sensación de mareo y vértigo la rondaba hace días. Tanta tensión no era buena pero quería pasar de los ansiolíticos. Tenía que estar despierta para la guerra. Su amiga le había dicho esta mañana: "Haz lo que quieras hacer tú y no lo que te digan los demás". Y sí, había tomado una decisión: luchar. Estaba harta de que no la respetase, de que cada vez que intentaban tener una conversación le gritase... Estaba harta y asustada, preguntándose una y otra vez: "¿Por qué? ¿Qué había hecho mal? Porque algo tenía que haber hecho mal para tener que pasar por aquello una y otra vez… Un respiro, por favor. No es mucho pedir ¿Por qué me odiará tanto?".

EL OTRO
Hoy no fue a darle un beso a la cama antes de irse a trabajar. Supongo que es comprensible. Se siente mal. Siempre dice una y otra vez que no va a intervenir, que se va a mantener al margen pero no puede evitarlo. La presiona mucho. ¿Habrá otra crisis? ¿Cuántas crisis puede soportar su relación? ¿O es su relación una crisis interminable?.

LA HIJA
- Mamá, entonces, al final ¿qué va a pasar con papá?
- No te preocupes hija, yo me ocupo de todo.

MÁS PENSAMIENTOS
Paz. Qué bonita palabra… blanca, sedosa, suave, ligera...

ELLA
No puedo más. Me voy a dormir. Mi pequeña ya está en la cama soñando… tal vez con un padre y una madre mejores.


miércoles, 2 de abril de 2008

Hoy por ejemplo




A mi no me gusta levantarme a las seis y media de la mañana. Los señores de la noche todavía no acabaron de poner las calles y está todo oscuro.

Hoy, por ejemplo.

Cuando sonó el despertador estaba soñando con un hombre que tiene un bar cerca de donde yo vivo y que no me gusta nada. ¡Estaba masajeándome la espalda! ¡Que pesadilla! Preferiría morirme de dolor a que ese hombre me pusiera las manos encima.

Apago el despertador, enciendo la luz de la mesilla y agarro el teléfono móvil que sonará en breves instantes. Lo meto debajo de la almohada. Y sigo tratando de volver a la realidad. Noto que mi cuerpo es como un bloque de cemento, que las persianas de mis ojos están cerradas a cal y canto y que no quiero empezar un nuevo día.

Hoy quiero, por ejemplo, que el tiempo se olvide de que existo. No quiero vivir en la vida que me ha tocado. Me siento deprimida. Triste.

Suena la alarma del móvil. Sigo dolorida. Me pongo a pensar. Recuerdo la llamada que tuve antes de dormirme. Y el cabreo. Odio los móviles que nunca funcionan a derechas cuando uno quiere. Porque ayer tenía ganas de escuchar a alguien. De hablar, no. Sólo escuchar como alguien me cuenta cosas. Sentir como esa voz penetra por mis sentidos y me calma como si de un bálsamo se tratase. Pero ayer no tuve suerte. Lo único que conseguí fue cabrearme. Y que mi sueño que estaba cerca, empezando a florecer, desapareciese como por arte de magia. Estuve por levantarme pero no se me perdía nada fuera. ¿Qué iba a hacer? ¿Comer gominolas? ¿Calcetar? ¿Una infusión relajante? Mejor intentar dormir contando ovejitas o rinocerontes.

En mañanas así es cuando se echa de menos a alguien en la cama. Porque a mi me gustaría, en verdad, despertarme sintiendo un poco lejano el sonido del despertador en la otra mesilla. Y oir una voz masculina agradable y cariñosa que me dijese al oído: “Pequeña, despiértate. Es la hora”. Me daría la vuelta y lo abrazaría. ¿Quién sabe?, incluso, alguna mañana podríamos hacer el amor. Tengo vagos recuerdos de alguna vez que lo hice al amanecer. De eso hace ya millones de años. Ahora no lo hago ni por la mañana, ni al mediodía, ni por la tarde, ni por la noche. Y eso me pone triste. No todos los días. Pero hoy sí, por ejemplo. Porque la primavera se acerca. Es el estallido del color. Hace sol. Empiezan las temperaturas suaves tirando a calurosas. Y yo estoy sola.

Y todavía queda la ardua tarea de ¿Hoy que me pongo?

Normalmente elijo la ropa de víspera. Mientras me ducho antes de irme a la cama o en los instantes previos al sueño. Pero ayer estaba tan cansada que no tenía la cabeza para nada. Así que hoy pensé en algo socorrido y cómodo. Mi vaquero negro y mi super camiseta de escote de pico roja de dibujos. Además tengo que rentabilizar las sesiones de solarium. Quiero que mis compas vean como avanza mi moreno a pasos agigantados. Claro que estoy por asegurar que en vez de mirar mi tímido escote lo que estarán mirando cuando hablen conmigo será la cara de la chica que tengo estampada en la camiseta que coincide justo encima de uno de mis pechos. Ahora ya me he acostumbrado a ese tipo de miradas y como hay confianza ya puedo decirles abiertamente Oye, haz el favor de no mirar a… No es necesario que diga el resto. A lo que el de turno añade ¡Es que estás tan buena! Y yo respondo, altiva, ¿Si no estuvieras casado dirías lo mismo? Porque claro es muy facil tirar los trastos a diestro y siniestro cuando no se tiene nada que perder ¿verdad? Y el de turno responde Tienes razón. Y yo me pregunto ¿Por qué tiene que haber tantos hombres casados y comprometidos? Hasta mi exmarido se casará de nuevo este año. Estoy muy contenta. En serio. Creo que al fin va a tener lo que se merece porque en estos nueve años que llevamos separados se ha dedicado por entero a demostrarme que es un “cabrón”. Pero ese es otro tema.

Sigamos con el arreglo personal una vez solucionada la ropa que poner. Como no estoy de humor no restauraré mi cara. Sencillamente, me pinto la raya del ojo. Negra. Y maquillo los labios. Al llegar al trabajo mis más allegados bucearán en mi mirada para ver si es que no me pinté porque estoy todavía dormida o porque estoy de humor triste. Hay días que se lo toman como una razón de estado. Lo averiguan enseguida. Hay uno que hasta descubre si me cambio de colonia. Y yo me digo: ¡Que pena!, tanto que me quieren y yo sólo puedo mirarlos con ojos de compañera. En el fondo son buenos “amigos”.

Y así vestida, peinada, con mis calcetines de listas preferidos, calzada con los botines rojos y ya con el anorak puesto, doy un par de besos de buenos días a mi hija y salgo de casa dispuesta a que el mundo me dé otro pequeño mordisco.

Porque hoy, por ejemplo, no estoy para nadie

martes, 1 de abril de 2008

Sin Título (Por Guillermo el Travieso)

"Madre e Hijo" Gustav Klimt

Tus ojos me llaman con sus lágrimas y aunque no quisiera o por más que lo intentara, no podría dejar de acudir a esa llamada.

¿Cómo podría no estar a tu lado en esos momentos en los que tu corazón, compungido, se ahoga entre suspiros del alma?

¿Cómo mi corazón, por el tuyo enamorado, no iba a abrazarte, a mimarte y a cubrir de besos esos ojos, que tanto y tanto me han dado con su mirada?

Y es que, ¿podría dejar de quererte? ¿Puedes concebir que muera mi amor por ti?

Morir yo, si me faltaras, si me faltara tu sonrisa, tu tristeza, tus lágrimas.

Morir sin tu alegría, sin tu mirada, sin el calor de tu vida junto a la mía, sin el calor de tus labios cuando me besas.

Descansa, mi amor chico.

¡Mi único amor chico!

Descansa el hoy que ya llegará el mañana.