Princesa nació de un padre corriente y de una madre corriente. Por eso ella también era una niña normal y corriente: flacucha, feúcha, pequeña, tímida, altura media, media melena. Sólo destacaba en ella su gran imaginación.
A Princesa le gustaban las naranjas.
Los globos.
El circo.
Los molinos de viento.
El mar, los faros, la playa, tomar el sol. Y leer.
Disfrutaba enormemente metiéndose en la piel de otros personajes. Y soñando que un día, unos príncipes de países remotos y muy ricos, se batirían en duelo por conseguir su amor.
Y aquel que lo ganase sería bendecido por el padre de Princesa, por siempre jamás.
Fueron pasando los años.
Y Princesa se fue haciendo mayor.
Y entonces llegó a su vida la música. ¡Cuánto soñaba Princesa con aquellas melodías!
Algunos días volvía loca a su madre, cantando a voz en grito, por toda la casa: All you need is love.
Y otros días se encerraba en su habitación, mientras imaginaba que ella era Suzanne. Y lloraba. Y lloraba. Cual plañidera vestida de luto de los pies a la cabeza.
Circunstancias de la vida hicieron que durante una época, Princesa se pusiera muy muy triste:
La princesa está triste... ¿Qué tendrá la princesa?
Los suspiros se escapan de su boca de fresa,
que ha perdido la risa, que ha perdido el color.
La princesa está pálida en su silla de oro,
está mudo el teclado de su clave sonoro,
y en un vaso, olvidada, se desmaya una flor.
…
Ay!, la pobre princesa de la boca de rosa
quiere ser golondrina, quiere ser mariposa,
tener alas ligeras, bajo el cielo volar;
ir al sol por la escala luminosa de un rayo,
saludar a los lirios con los versos de mayo
o perderse en el viento sobre el trueno del mar.
…
—«Calla, calla, princesa —dice el hada madrina—;
en caballo, con alas, hacia acá se encamina,
en el cinto la espada y en la mano el azor,
el feliz caballero que te adora sin verte,
y que llega de lejos, vencedor de la Muerte,
a encenderte los labios con un beso de amor».
Aquí todo el poema de Rubén Darío
¡Su mundo había dado un vuelco tan grande! Todo estaba del revés y aunque siempre que podía se vestía de rojo [su color preferido] para aliviar su pena, no conseguía salir de su estado de tristeza permanente.
Así, perdida en un laberinto, la encontró Elvis, que aunque era, como Princesa, un hombre normal y corriente, también era todo lo contrario a ella: fornido, atractivo, grande, sociable, muy alto y sin pelo.
Que destacaba por su gran bondad y por su capacidad para sorprenderla en cualquier momento y arrancarle una sonrisa.
Justo en el momento en que Princesa estaba a punto de caer en el abismo, Elvis, sostuvo su mano y ya no volvió a soltársela.
Fue ahí en ese instante, en que sus miradas se cruzaron, cuando Princesa sintió que podía confiar en Elvis plenamente. Y su corazón dio un brinco.
Se hicieron novios. Era inevitable.
Y salieron de excursión.
Conocieron juntos nuevos lugares.
Y pasearon juntos bajo la lluvia de mayo.
Hasta que un día Elvis tuvo que partir. Y Princesa, triste y abatida otra vez, calmó su pena escribiéndole muchas cartas.
Cuando Elvis regresó de su largo viaje, los dos se deseaban mucho. Era inevitable. Y comenzaron a jugar al amor.
Princesa le mostró a Elvis sus encantos más ocultos, los que nunca antes había desvelado a nadie.
Y Elvis, a su vez, enseñó a Princesa divertidas y atrevidas piruetas, pues sabía cuánto le gustaba a Princesa jugar al circo.
Mientras la historia de los dos se iba escribiendo, fueron muchos los que partieron de su lado, por un tiempo o para nunca más volver.
Pero también llegaron personas nuevas. Y llegarán más.
Fuera como fuera, Princesa y Elvis, siempre intentaban disfrutar con los que estaban a su lado. Sin hacer planes a largo plazo. ¿Para qué?, se preguntaban.
Porque ellos no saben lo que pasará con sus vidas.
Es más, nadie lo sabe. Nadie sabe qué pasará con Princesa y con Elvis.
Lo que importa es que AHORA, EN ESTE MOMENTO, ellos son felices y comen perdices.
Así es,
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Las ilustraciones son de Paloma Valdivia, la descubrí gracias a Milu, del blog A media voz hoy M-L.
Hace unos días vi una ilustración suya en el blog de M-L y ya me quedé prendada. Visité su blog y me dije: “Pues con todas voy a hacer una historia”, es decir, en este caso fueron primero las ilustraciones y después el cuento.