miércoles, 29 de febrero de 2012

La historia feliz de Princesa y Elvis

 

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Princesa nació de un padre corriente y de una madre corriente. Por eso ella también era una niña normal y corriente: flacucha, feúcha, pequeña, tímida, altura media, media melena. Sólo destacaba en ella su gran imaginación.

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A Princesa le gustaban las naranjas.

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Los globos.

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El circo.

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Los molinos de viento.

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El mar, los faros, la playa, tomar el sol. Y leer.

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Disfrutaba enormemente metiéndose en la piel de otros personajes. Y soñando que un día, unos príncipes de países remotos y muy ricos, se batirían en duelo por conseguir su amor.

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Y aquel que lo ganase sería bendecido por el padre de Princesa, por siempre jamás.

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Fueron pasando los años.

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Y Princesa se fue haciendo mayor.

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Y entonces llegó a su vida la música. ¡Cuánto soñaba Princesa con aquellas melodías!

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Algunos días volvía loca a su madre, cantando a voz en grito, por toda la casa: All you need is love.

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Y otros días se encerraba en su habitación, mientras imaginaba que ella era Suzanne. Y lloraba. Y lloraba. Cual plañidera vestida de luto de los pies a la cabeza.

Circunstancias de la vida hicieron que durante una época, Princesa se pusiera muy muy triste:

La princesa está triste... ¿Qué tendrá la princesa?
Los suspiros se escapan de su boca de fresa,
que ha perdido la risa, que ha perdido el color.
La princesa está pálida en su silla de oro,
está mudo el teclado de su clave sonoro,
y en un vaso, olvidada, se desmaya una flor.

Ay!, la pobre princesa de la boca de rosa
quiere ser golondrina, quiere ser mariposa,
tener alas ligeras, bajo el cielo volar;
ir al sol por la escala luminosa de un rayo,
saludar a los lirios con los versos de mayo
o perderse en el viento sobre el trueno del mar.

—«Calla, calla, princesa —dice el hada madrina—;
en caballo, con alas, hacia acá se encamina,
en el cinto la espada y en la mano el azor,
el feliz caballero que te adora sin verte,
y que llega de lejos, vencedor de la Muerte,
a encenderte los labios con un beso de amor».

Aquí todo el poema de Rubén Darío

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¡Su mundo había dado un vuelco tan grande! Todo estaba del revés y aunque siempre que podía se vestía de rojo [su color preferido] para aliviar su pena, no conseguía salir de su estado de tristeza permanente.

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Así, perdida en un laberinto, la encontró Elvis, que aunque era, como Princesa, un hombre normal y corriente, también era todo lo contrario a ella: fornido, atractivo, grande, sociable, muy alto y sin pelo.

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Que destacaba por su gran bondad y por su capacidad para sorprenderla en cualquier momento y arrancarle una sonrisa.

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Justo en el momento en que Princesa estaba a punto de caer en el abismo, Elvis, sostuvo su mano y ya no volvió a soltársela.

Fue ahí en ese instante, en que sus miradas se cruzaron, cuando Princesa sintió que podía confiar en Elvis plenamente. Y su corazón dio un brinco.

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Se hicieron novios. Era inevitable.

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Y salieron de excursión.

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Conocieron juntos nuevos lugares.

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Y pasearon juntos bajo la lluvia de mayo.

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Hasta que un día Elvis tuvo que partir. Y Princesa, triste y abatida otra vez, calmó su pena escribiéndole muchas cartas.

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Cuando Elvis regresó de su largo viaje, los dos se deseaban mucho. Era inevitable. Y comenzaron a jugar al amor.

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Princesa le mostró a Elvis sus encantos más ocultos, los que nunca antes había desvelado a nadie.

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Y Elvis, a su vez, enseñó a Princesa divertidas y atrevidas piruetas, pues sabía cuánto le gustaba a Princesa jugar al circo.

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Mientras la historia de los dos se iba escribiendo, fueron muchos los que partieron de su lado, por un tiempo o para nunca más volver.

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Pero también llegaron personas nuevas. Y llegarán más.

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Fuera como fuera, Princesa y Elvis, siempre intentaban disfrutar con los que estaban a su lado. Sin hacer planes a largo plazo. ¿Para qué?, se preguntaban.

Porque ellos no saben lo que pasará con sus vidas.

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Es más, nadie lo sabe. Nadie sabe qué pasará con Princesa y con Elvis.

Lo que importa es que AHORA, EN ESTE MOMENTO, ellos son felices y comen perdices.

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Así es,

……………………………………….

Las ilustraciones son de Paloma Valdivia, la descubrí gracias a Milu, del blog A media voz hoy M-L.

Hace unos días vi una ilustración suya en el blog de M-L y ya me quedé prendada. Visité su blog y me dije: “Pues con todas voy a hacer una historia”, es decir, en este caso fueron primero las ilustraciones y después el cuento.

domingo, 26 de febrero de 2012

¿Por qué me siento culpable?

 

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Esta mañana mientras daba el paseo matutino con Ron, me puse a pensar sobre mi vida laboral y sobre un sentimiento que me acucia en estos últimos tiempos: Me siento culpable.

Les cuento.

Estos paseos se prestan a la reflexión. El barrio todavía duerme. Los clientes más madrugadores desayunan en los cafés/cervecerías cercanos al centro comercial. Otros paseantes de perros, como yo, seguramente también caminan pensando en sus cosas. Saludo al barrendero [que labor tan sacrificada y tan denostada muchas veces]. Los primeros repartidores dejan sus mercancías. Se respira silencio y tranquilidad. Y me siento en paz conmigo misma por unos metros.

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Lo que me lleva a mi reflexión son los anuncios publicitarios que me encuentro tirados por el suelo, además de los grandes carteles verticales que adornan el barrio. Anuncios que lejos de producir reclamo, a mí particularmente, me asustan. Se venden o alquilan muchísimos pisos de la zona y ya me puedo imaginar por qué, no es difícil. Demasiadas familias pasando dificultades.

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Y yo me siento culpable y afortunada por tener un trabajo “seguro”.

Y rebobino.

Comencé a trabajar en la Administración en el año 1985: Contrato laboral por lanzamiento de nueva actividad en el Ministerio de Economía y Hacienda. Al mismo tiempo que trabajaba empecé a preparar las oposiciones para ser Auxiliar Administrativa Funcionaria. Me examiné durante cinco años consecutivos. Unas veces fallaba en los temas [porque no estudiaba mucho] y otras veces fallaba en la máquina de escribir [250 pulsaciones por minuto] porque me ponía muy nerviosa. Pero un año conseguí una plaza en Madrid, en el Ministerio del Interior. No voy a contar como llegué a mi plaza actual en el Arsenal Militar de Ferrol [Ministerio de Defensa] porque sería demasiado largo pero aquí estoy.

Hace unos cinco años aproximadamente decidí que ya estaba preparada para volver a opositar,  al Cuerpo General Administrativo pero esta vez por promoción interna. Durante unos meses fui a una academia y estudiando los fines de semana conseguí aprobar a la primera.

Y ésta es la plaza que ocupo habitualmente: Administrativo, nivel 18, 1.216,66 euros líquidos y casi 27 años de antigüedad. Nunca dije que cobraba ni mucho ni poco. Siempre dije que me conformaba, porque aunque hubiera podido conseguir un salario mejor desarrollando la profesión para la que estudié [Relaciones laborales en la actualidad, los Graduados Sociales de mi época] a cambio tenía una buena calidad de vida y me permitía dedicarme a cuidar a mi hija por las tardes [me separé cuando Senia tenía 6 años, y con un padre ausente total, por la mañana la atendían mis padres y por la tarde ya me ocupaba yo de ella].

Durante estos años escuché en muchas ocasiones: “Yo paso, es muy difícil entrar en la Administración”. Incluso escuché alguna vez: “A mí es que me compensa más trabajar temporalmente porque con las liquidaciones y con lo que gana mi marido…”. Pero claro, hoy ese marido ya no existe porque hubo una separación, o ese marido se ha quedado en paro, o miles de circunstancias personales adversas de las cuales yo no me alegro [todo lo contrario], pero claro, yo sigo con mi plaza y esas personas ahora lo están pasando mal.

Y me siento culpable porque a mí me va mejor y porque muchos se empeñan en decir que nuestro trabajo no sirve, que no trabajamos lo suficiente, que sobramos…

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[la foto la hice en la manifestación del día 19, en la Plaza de Armas]

La crisis está haciendo estragos en todos, yo también me siento mal por todo lo que veo a mi alrededor pero trato de infundirme que no tengo la culpa de tener lo que tengo, más bien todo lo contrario: llegar a donde estoy me ha costado muchos esfuerzos y muchas horas de estudio. Por no hablar de las durísimas oposiciones para ser profesor, o maestro, o enfermera, o médico, o bombero, o policía, o guardia civil…

No soy culpable de ser lo que soy, ¿o sí?

martes, 21 de febrero de 2012

E l e f a n t i a s i s: Relatos en vena

 

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Esta preciosa foto es de aquí

“Cuentan que en la boda de Evaristo Cienfuegos y Rosaura Lapeña, hubo más sangre que vivas”

- Tus relatos son cortantes, Raúl, como una bofetada inesperada, o como una sopa fría en el estómago. ¿Te molesta que te tutee?

Le dijo la lectora al autor.

Pero se lo dijo mentalmente, claro. El autor se encontraba a mil años luz de su cama.

Y es que la lectora siempre leía sus relatos por la noche, antes de dormirse, mientras apretaba su mantita entre los dedos de la mano que le quedaba libre. A veces tenía vergüenza de seguir con este gesto tan infantil pero tenía vergüenza de tantas cosas, que apenas le duraba el incomodo por la mantita, un par de minutos. Había cosas mucho peores.

La lectora ya no recuerda cuando empezó a hablar con los autores, no sabe si fue aquel sábado de invierno en la casa rural, después de tomar una copa de oporto, o si fue sentada en el wáter cualquiera día de por semana. Tal vez fue lo segundo. Por estadística.

Y siguió con su diálogo.

- ¿Sabes?, si no hubiera conocido tu blog “El alma difusa”, jamás habría comprado tu libro. Eso creo. O sí, soy un poco imprevisible para estas cosas. Bueno, a lo que iba… Es que el título… Elefantiasis… Si te digo la verdad el título no me gusta nada. Igual es eso lo que pretendías provocar: rechazo. Ese tipo de rechazo morboso que, aún sin querer, nos lleva a abrirlo, y a curiosear entre sus páginas para quedarnos enganchados. Pero ahora que lo tengo, no me arrepiento de haberlo comprado, ya te lo digo. Aunque tus relatos sean como pedradas.

“Apunten. Prosigue el sargento con el macabro ritual, cuando, de pronto, y ante el estupor de la concurrencia, la voz del joven maniatado rompe entre lágrimas el respetuoso silencio que acompaña a la justicia. Pepe, se le oye decir entre balbuceos. Pepe, coño. Eres tú. Soy yo. Juan. Tu hermano.”

- A veces, cuando termino de leer alguno de tus relatos, me quedo como sin respiración, muy muy quieta, pidiendo a ese dios en quien no creo, que jamás me pase a mi algo así. Son tal reales que hacen daño. Me dan escalofríos.

“Mientras baja las escaleras, se promete que no tardará demasiado en decirle a su marido que se ha enamorado de otro. Al fin y al cabo es el padre de su hija y no le desea mal alguno.”

- Pero te envidio, que lo sepas. Envidio tus frases sinuosas que me obligas a leer dos veces para entenderlas mejor. Y tu vocabulario preciso..

“La mujer se debate en su propia dejadez. Deambula por la habitación fumándose su desmadejada existencia, y es envuelta en ella donde vive ahumada y espesa. Se cree vieja, y se sabe desgastada y rendida.”

- Hasta ahora, no he encontrado ni un solo relato que diga: “Pues parece que le falta algo”. No, todos son redondos. Certeros.

“Su hija insiste en alegrarle. Le ha prometido que cuando menos se dé cuenta todo habrá pasado, y le ha aconsejado que lo acepte lo antes posible porque la vida continúa. Él, sin embargo, ayer mismo, por primera vez en sus setenta y cinco años, pensó seriamente en matarse.”

- (… … …)

- ¿Dices que si no me estaré pasando? No, mi queridísimo autor. No. Leerte es todo un placer. Y no digo más. Ahora, márchate, por favor, es tarde y quiero dormir.

“Raquel encendió la luz de la mesita, le dedicó una fugaz sonrisa, y le pidió que se marchara. No es nada personal. Le dijo. Pero es que mañana madrugo, y sería incómodo despertarte y encontrarte en mi cama.”

…oooOOOooo… …ooo000ooo… …ooo000ooo…

Y ahora, a todos los que queráis una dosis de relatos de alta calidad, os invito a que visitéis el blog de Raúl Ariza “El alma difusa” y a mayores, que os hagáis con su libro “Elefantiasis” [lo tenéis para descargar en ebook en La casa del libro]. Ambas cosas merecen la pena. De verdad.

Y como he visto en la página del libro algo sobre buscar una banda sonora para sus letras:

Un lector de ELEFANTIASIS y, a pesar de eso amigo, lanzó una pregunta al autor, de lo más curiosa (y puñetera) durante la presentación del libro en Barcelona, el pasado 29 de octubre. ¿Cuál es la banda sonora de tu libro? Se atrevió a preguntar ante la sorpresa de la concurrencia.

Pero ya una vez masticada, la cosa resultó que tenía la suficiente miga como para que otros lectores se apuntaran al carro de encontrarle sonido a las texturas que se advierten en las historias que comprenden este libro…

me voy a aventurar también a dejar alguna música para sus relatos:

miércoles, 15 de febrero de 2012

Dos corazones solitarios


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Emiliano Barroso Cantalapiedra adoraba las alturas, ya desde pequeño, así que lo de querer ser antenista profesional, entraba dentro de lo que cualquiera podía esperar de él.

Adela Gurruchaga Benítez adoraba las mariquitas, que coleccionaba desde pequeña con un primor enfermizo, así que lo de querer ser modista profesional entraba dentro de lo que cualquiera podía esperar de ella.

Se conocieron por casualidad.

En la comunidad de pisos donde vivía Adela tenían que cambiar la antena de televisión y ella era la presidenta. Abrió las páginas amarillas y buscó en la sección Antenistas. Reparó en el logo de la empresa de Emiliano por el color. Un azul muy muy intenso, que destacaba en toda la página.

Y llamó por teléfono.

Emiliano llegó a la comunidad un lunes por la tarde. Y Adela lo recibió con la mejor de sus sonrisas, así era ella.

El flechazo fue instantáneo.

Quedaron para realizar el trabajo a la semana siguiente. Antes imposible, Emiliano era un hombre muy ocupado.

Adela estaba nerviosa por volver a verlo. No había dejado de soñar con él cada noche.

Y llegó el día.

Al volver a ver a Adela, a Emiliano casi se le sale el corazón del pecho. Ante tal desmedida decidió hacer sin tardanza lo que mejor se le daba: Subir al tejado. Y coger altura.

El estrépito contra el asfalto fue tan grande y doloroso, que a Adela, que estaba cosiendo un vestido de novia en aquel momento, se le clavó con tal fuerza la aguja que llegó directamente hasta su corazón, cayendo fulminada al instante.

Fin de la historia.

Aunque les parezca inverosímil, estas cosas pasan. A mí sin ir más lejos me pasó una cosa el otro día que…

Ay, me llaman a la puerta, perdonen, otro día sigo.

Que encuentres la paz que no lograste en vida,

Ves a través de mí,
en mi corazón,
derribas mis muros
con la fuerza de tu amor…

G.p.S.t., Congo

miércoles, 8 de febrero de 2012

Peligrosamente juntos

 

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Bueno, pues ha llegado la hora de la verdad y de comprobar cómo, en la mayor parte de los casos, la respuesta era tan sencilla, que de tan sencilla que era nos la pasamos por alto.

Siento decepcionaros pero no habrá pedida de mano, ni boda, ni bautizo, ni viaje a Venecia, ni a Roma, ni a la luna… Ná de ná. O nasti de plasti. Creo que os despistó el título. O yo mexpliqué mal.

El juego era tan simple como que en el texto se esconden unas cuantas canciones de Hombres G [creo que era muy fácil, me sorprende que la mayoría no hayáis pensado en eso], en la parte del diálogo de Gaby; y otras cuantas canciones de Ángela Carrasco [esto ya era para nota], en la parte del diálogo de Marta.

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¿Y por qué se me ocurrió escribir este texto? Pues porque el otro día escuché a los Hombres G (a Ángela Carrasco no), y me fijé en todos sus títulos y seguí pensando y una cosa llevó a la otra y…

Y ahora sin más, a disfrutar de la música (los que queráis, tenéis donde escoger). Seguro que conocéis casi todas las canciones, por lo menos los que sois de My generation.

…ooo000ooo… …ooo000ooo… …ooo000ooo… …ooo000ooo…

Era diciembre y estábamos en la cama. Acabábamos de acostarnos pero no sé por qué yo me había puesto a pensar en el viaje a Tenerife con mis amigas.

Y de repente Gaby me soltó:

-Vamos juntos hasta Italia.

Yo me quedé a cuadros. Callada.

No era una frase propia de él, así soltada sin más y menos aún por el contenido. Gaby siempre decía que viajar estaba sobrevalorado. Así que le pregunté:

- ¿Estás bien, cariño mío?

- Sí, sólo que me puse a pensar en que cuando tú me propones que nos vayamos de viaje, yo siempre te digo que no. Y ya es hora de que eso cambie.

- ¿Lo dices en serio?

- Pues claro que sí. Que es que hoy me he levantado dando un salto mortal, dando volteretas he llegado al baño y…

- ¿Pero qué dices? Tú no estás bien.

- Estoy mejor que nunca, de verdad. Podemos ir a Venecia.

- Ya sabes que por mí encantada, pero…

- Mira, Marta, te quiero, eres lo mejor que me ha pasado. Siempre digo a todo el mundo, porque lo pienso, que eres una mujer de bandera y ya es hora de que te lo demuestre con hechos.

- Pues venga, vayámonos a Italia, o a donde sea, por qué no. Ahora o nunca.

- ¿Sabes? Se nos pasan los años muy rápido. Lo noto. Y no quiero perder más tiempo a causa de mis manías e inseguridades. Tú misma me lo estás diciendo siempre, que me pierdo un montón de oportunidades por culpa de mis tonterías. Y es que si no te tengo a ti… yo…

- Pero si me tienes, tonto. Quererte a ti también eres lo mejor que me ha pasado. Anda ven, dame un besito y duérmete tranquilo. Mañana empezaremos a organizarlo todo.

- Para Semana Santa queda un mes aunque quizá es mejor que busquemos una época más tranquila.

- Sí, yo prefiero.

- Eh!, esas manos!

- Es que no puedo apartar mis manos de ti. Anda, mujer, venga…

- Cariño, si sigues por ese camino…

- Por supuesto que voy a seguir a menos que tú me lo impidas.

- ¿Sabes qué te digo? Que ya estás tardando.

…ooo000ooo… …ooo000ooo… …ooo000ooo… …ooo000ooo…

El que más se ha acercado en su comentario a la verdad ha sido Guillermo el Travieso, así que es justo que para él sea el regalo. Os contaré lo que le enviaré. Y gracias a todos por intentarlo.

Os quiero,

domingo, 5 de febrero de 2012

Juego de palabras

 

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Mirador del Río – Tenerife – Octubre 2011 

Era diciembre y estábamos en la cama. Acabábamos de acostarnos pero no sé por qué yo me había puesto a pensar en el viaje a Tenerife con mis amigas.

Y de repente Gaby me soltó:

-Vamos juntos hasta Italia.

Yo me quedé a cuadros. Callada.

No era una frase propia de él, así soltada sin más y menos aún por el contenido. Gaby siempre decía que viajar estaba sobrevalorado. Así que le pregunté:

- ¿Estás bien, cariño mío?

- Sí, sólo que me puse a pensar en que cuando tú me propones que nos vayamos de viaje, yo siempre te digo que no. Y ya es hora de que eso cambie.

- ¿Lo dices en serio?

- Pues claro que sí. Que es que hoy me he levantado dando un salto mortal, dando volteretas he llegado al baño y…

- ¿Pero qué dices? Tú no estás bien.

- Estoy mejor que nunca, de verdad. Podemos ir a Venecia.

- Ya sabes que por mí encantada, pero…

- Mira, Marta, te quiero, eres lo mejor que me ha pasado. Siempre digo a todo el mundo, porque lo pienso, que eres una mujer de bandera y ya es hora de que te lo demuestre con hechos.

- Pues venga, vayámonos a Italia, o a donde sea, por qué no. Ahora o nunca.

- ¿Sabes? Se nos pasan los años muy rápido. Lo noto. Y no quiero perder más tiempo a causa de mis manías e inseguridades. Tú misma me lo estás diciendo siempre, que me pierdo un montón de oportunidades por culpa de mis tonterías. Y es que si no te tengo a ti… yo…

- Pero si me tienes, tonto. Tú también eres lo mejor que me ha pasado. Anda ven, dame un besito y duérmete tranquilo. Mañana empezaremos a organizarlo todo.

- Para Semana Santa queda un mes aunque quizá es mejor que busquemos una época más tranquila.

- Sí, yo prefiero.

- Eh!, esas manos!

- Es que no puedo apartar mis manos de ti. Anda, mujer, venga…

- Cariño, si sigues por ese camino…

- Por supuesto que voy a seguir a menos que tú me lo impidas.

- ¿Sabes qué te digo? Que ya estás tardando.

…ooo000ooo… …ooo000ooo… …ooo000ooo… …ooo000ooo… …ooo000ooo…

Este texto es un juego. Tiene truco. Está construído en base a “algo que todavía no os puedo decir”, aunque es muy facilito y seguro que lo adivináis, sin pistas.

¿Os hacéis ya una idea?

Entre los que acertéis sortearé un regalito, que todavía no sé que es. Prometo (eso sí) que no será un precioso plato de cerámica como el que me traje de Valencia hace un par de años  y tampoco una empanada gallega, aunque igual no estaría mal ¿no?

Biquiños,

Este canción la escuché en la película “Adam”, que ví ayer.
Me gustó mucho, además de la película en sí, su banda sonora.

miércoles, 1 de febrero de 2012

Amores nuevos

 

a.s.
la imagen está sacada de la página de Andrés Suárez

Los primeros fueron Silvio y Pablo. 
Ellos fueron mi primer concierto adolescente,
con ellos encendí mi mechero
y me bamboleé,
agarrada de la mano ya no recuerdo de quién.

¡Cuántas veces lloré con la canción de amor más bonita del mundo!

¡Cuántas veces, en mis noches de insomnio, llorando el desamor, busqué mi unicornio azul!

Todavía me emociono escuchando sus canciones, pero la vida sigue.
Y surgen amores nuevos.

Amores que bebieron todas aquellas palabras dichas desde el corazón,
palabras que yo tanto amé.

Hasta llegar a su nombre,
Andrés Suárez.

Después de todo no los quería tanto como para no serles infiel,
y desear probar otras palabras,
más frescas,
recién descubiertas.

Hasta el mismo Pablo cayó,
y quiso cantar con él una canción,
igual que cantó con otros.

[Pancho, esta canción va por ti, sé que te encanta J.S.]

Imposible no dejarse envolver por el embrujo de una voz meiga,
que atrapa, golpea, cobija, mece…

Pero yo sólo quería hoy hablar de Congo,
de cuanto lo echo de menos cuando no lo tengo cerca…
Y no sé por qué me puse a recordar.

Y una cosa me llevó a la otra.

ARTISTA: Andrés Suárez
CANCIÓN: Lo malo está en el aire
ALBUM: Cuando vuelva la marea (2011)


Mavi, mi querida Lunática, esta canción va por ti, fíjate en su final:
”All you need is love”

La música y las letras [sobre todo las letras] de “Cuando vuelva la marea”, el último disco de Andrés ha sido todo un descubrimiento, estoy un poco abducida, lo confieso. Pero no se lo digáis a nadie. Ya me conocéis, en breve me tranquilizaré, archivaré en mi corazón las palabras que más me gustan y todo volverá a ser como antes… antes de Andrés:

“… te he dejado en la despensa lunas, si acaso es que oscurece…”

”… pongamos que te pongo y tú me pones el derroche entre las manos…”

”… ¿qué hacemos de los dos ahora que ya me quiero un poco?…”

” … pongamos ente los dos dos gintonics en lugar de un abogado…”

”… sálvate tú y cuenta nuestra historia…”

”…cuanta más dura es la pena más cargado viene el ron…”

“… reivindico el uno mismo y contigo no se puede…”

“ Pablo Milanés canta en el disco“Perdón por los bailes”; Mi padre me ponía sus discos (cintas) cuando venía a buscarme en coche al colegio. Me llevaban a ver sus conciertos desde los ocho años. Podrás hacerte una idea de lo que supone este disco y esa canción con la voz de Pablo a partir de ahora y para siempre, porque mis canciones sonarán cuando yo no. La música es eterna.”

- Andrés Suárez -