viernes, 29 de octubre de 2010

Una vez a la semana. VI. Un sueño y un recuerdo imoportuno.

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Ana  A: (Paciente)
Raimon/Rai R: (Terapeuta)

A - Hola Rai, buenos días.
R - Hola Ana, ¿qué tal?
A - Mal, ¿no ves las ojeras que tengo?

Rai se acerca un poco a Ana y la mira.

R - Ana, te veo como siempre, en serio. Creo que estás exagerando. Tal vez ves transladas a tu cara lo que sientes por dentro y a veces no coinciden las dos imágenes, la exterior y la interior.

Ana se deja caer en el sofá un poco sofocada y con gesto cansado.

A - Tú siempre tan benevolente y tan positivo.
R - Te equivocas, si algo caracteriza a mi profesión es tratar de ser objetivo.
A - Vale, tú ganas.
R - ¿Qué tal la semana?
A - Pues el pasado sigue golpeando; bueno, más que golpearme, que es muy exagerado, ahora sí, sigue sobresaltándome.

(...) Silencio

A - El martes tuve un sueño muy muy extraño, y no tan extraño si lo analizamos bien. Verás, resulta que no sé porqué motivo me encontraba en un piso nuevo, era un duplex. La primera impresión al verlo era que todo estaba de película: cortinas alegres y coloridas, espacioso, unos muebles sobrios, elegantes... Lo que más me llamaba la atención era la altura de los techos. Al mirar hacia arriba y verlos tan altos, pensaba. "¿Cómo voy a limpiarlos?". Después de pasar una noche en él, me veía despertando y observando las cortinas porque sí, las cortinas eran bonitas, pero tenían algo que me incomodaba. Así que ni corta ni perezosa me dispuse a descolgarlas y cual no será mi sorpresa cuando veía que estaban colocadas con chinchetas, y que había varias capas de telas sin entender para qué. Al llegar a la última capa miraba la pared desnuda y descubría que tenía un montón de grietas y de manchas de humedad, muy negras.

(...) 

A - ¿No crees que es muy significativo, Rai?
R - Quiero que me des tu explicación antes de ofrecerte la mía porque seguro que ya le has buscado explicación ¿verdad?
A - Pues sí. El sueño quiere decirme que no me puedo ofuscar en ocultar nada porque más  tarde o más pronto todo salta a la luz. Hablemos de pasado, de sueños, de lo que sea... Sólo hay que rascar un poquito y ¡Zas! ahí se encuentra nuestro yo más oculto para reclamar su posición.
R - Pues así es Ana. Todo lo que nos sucede tiene un sentido, al igual que el que unas personas y no otras se crucen en nuestro camino, tiene una razón de ser. Pero nosotros somos los que tenemos que darle el sentido y encajarlo con la vida que queremos vivir. No podemos controlarlo todo, es verdad, pero lo que podemos, debemos controlarlo. No sé si me has entendido.
A - Supongo que sí...

(...)

A - Y ahora viene lo más importante, Rai. No sé si voy a tener valor para contártelo porque me da mucha vergüenza. No sé como empezar. Te rogaría que si ves que no puedo, lo dejemos para otro día.
R - Está de más que lo digas, Ana. Recuerdo que desde el principio te he dicho que no hablaríamos de algo de lo que no quisieras hablar. La terapia ha de ayudarte, no bloquearte más. Cuando algo no sale, habremos de tener paciencia, porque como pasa en tu sueño, al final, saldrá. Y ahí estaré yo para ayudarte a enfrentarte a ello cuando salga.
A - Está bien, está bien. El caso es que no sé si lo que descubrí es una imagen real o ha sido algo soñado.
R - Vamos a intentar descifrarlo. Sigue, por favor.
A - Al día siguiente de haber tenido ese sueño, no recuerdo que estaba haciendo, llegó a mi mente una imagen...

(...)

A - Estaba con una prima mía, mayor que yo, en un campo, tapadas por una manta, o una toalla, no lo sé muy bien...

(...)

A - Era pequeña, no sé cuantos años podría tener, no tengo ni idea...

(...)

A - Nos... Nosotras...

(...)

A - Me da mucha vergüenza, Rai, me parece algo horrible...

(...)

A - Nosotras nos tocábamos.

(...)

R - ¿Puedes precisarlo más?
A - Por debajo de la manta tratábamos de descubrir nuestro sexo, cómo era, lo que sentíamos al tocarlo... Es todo cuanto alcanzo a ver, Rai. Y no sé si es real, ya te lo he dicho. Sólo se me ha revelado esa imagen.
R - ¿Y tú qué crees, Ana? ¿Crees que ha pasado o que lo soñaste?
A - Creo que... creo que es real, Rai, y por eso estoy tan desconcertada.
R - Bueno, Ana, no es un hecho que se salga de la normalidad. Los niños, cuando empiezan a hacerse mayores, tratan de descubrir la sexualidad como pueden y con los medios a su alcance. A veces, como si fuera un juego, intentan conocer su cuerpo. Si esa prima era mayor que tú, probablemente hubiera sido ella la que tratara de iniciarte... por no hablar del morbo que tiene para todos los humanos el hacer cosas prohibidas.
A - Estoy... no sé cómo explicártelo... estoy que no me lo creo. No puedo creer que hubiera pasado en serio, es decir, no quiero que hubiera pasado y al mismo tiempo no puedo entender cómo ha estado oculto tanto tiempo. Y además ¿por qué ha salido ahora, Rai? Sucedió de pronto, por sorpresa.
R - Creo que le estás dando más importancia de la que tiene. Sucedió hace muchos años y ni siquiera eras responsable, eras pequeña, recuérdalo Ana. Hoy eres adulta, eres sexualmente sana y ese hecho no ha provocado ningún malestar puesto que ni siquiera lo recordabas.
A - Es extraño, cuando menos.
R - Sí, Ana, nuestra mente es un pozo sin fondo lleno de misterios.   
A - Hace muchos años que no tengo relación con esa prima, la última vez que la vi fue en un entierro de la familia.

(...)

A -  Esperemos que... Quiero mirar hacia el futuro con optimismo, soltar lastre. En realidad creo que con la aventura de Jaime se cierra una etapa. Tal vez el sueño sea la constancia de un fin y un principio. Casa nueva, con sus humedades y sus grietas pero nueva. Un volver a empezar.
R - Eso está mejor, Ana. Todos volvemos a empezar miles de veces a lo largo de nuestra vida.
A - ¿Tú también, Rai?
R - Yo también, Ana.
A - ¿Y a ti también te resulta difícil, Rai?
R - A mí también, claro.
A - ¿Cuándo has empezado por última vez?
R - Ana, estamos aquí para hablar de ti y no de mí. Ya sabes que es una de las reglas.
A - Sí, lo sé, perdona. Discúlpame, Rai. Discúlpame.
R - No es nada, no te preocupes.
A - Tengo que irme ya. Faltan cinco minutos pero es que tengo que llegar al dentista, se me olvidó comentártelo al llegar.
R - Vale, no hay problema. Te debo cinco minutos para la semana.
A - No hace falta.
R - Ya lo sé pero es lo justo.
A - Gracias, Rai.
R - ¿Por qué?
A - Porque contigo todo parece más fácil. Supongo que es un don o...
R - ¿O?  
A - Seguimos la semana que viene. Me voy o no llegaré a tiempo.
R - Hasta la semana entonces.
A - Hasta la semana que viene, Rai.

          

martes, 26 de octubre de 2010

no digas que fue un sueño: Atreyu

no digas que fue un sueño: Atreyu

Sueños por bandera

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Hoy me he levantado temprano para ponerme al día, de una vez por todas, con la lectura de vuestros blogs porque si no me pongo a ello decidida, me dejo llevar por las tareas caseras y por el punto (ya he terminado mi primer jersey que nos queda muy bien a Senia y a mí; bueno a ella le queda mejor, claro está, no se puede competir con sus 19 años, su estatura... ) y no me queda tiempo para vosotros, lo cual me produce cierta insatisfacción... Pero no doy para más, espero que sepáis perdonarme. Y eso que supuestamente tengo mucho tiempo porque todavía sigo de baja. Espero que en pocos días, el rehabilitador me dará el alta, porque si no me la pediré por mi cuenta, no aguanto más en casa sin volver a la rutina laboral. Tengo hasta miedo de haberme olvidado de todo.

Se han ido volando estos cuatro meses. El 25 de junio ya ha quedado lejos... aunque no dejo de olvidar aquel día: el dolor tan grande, mi angustia, los nervios... Me sentía morir y tan lejos de casa (¿recordáis que mi caída fue en Navarra?) que para mis adentros sólo pedía volver a ver a Senia, una vez más, saber que estaba bien, sentirla a mi lado.   

En fin. Hoy no quiero hablaros de ese momento, no sé por qué me ha salido.

Hoy sólo quiero hablaros de mis emociones. Y de los sueños. Porque leyendo el blog de Pequeña Abeja: mi pequeña hija ya mayor, Senia, se me han saltado las lágrimas de cuatro en cuatro, hasta que empezaron a caer ya al final, a borbotones. Y es que me he emocionado doblemente: por la historia que esboza en su pequeña entrada y porque es ella quien lo cuenta, es ella quien se ha conmovido. Os pido, por favor, que la leáis porque nunca viene mal que recordemos que hay personas, que de verdad de la buena, de la roja, siguen creyendo en sus sueños, a pesar de las mil y una dificultades. Pinchar aquí, sólo os llevará dos minutos. Y si queréis hacer algún comentario, dejarlo en su blog, me parece lo justo, yo los leeré allí.

(La foto la he robado de su blog, sé que me lo perdonará)

¡Ay, casi se me olvida! Senia está matriculada en el Ciclo Superior de Integración Social porque seguro que al leer la entrada os lo preguntaréis.

 

 

Por bandera esa persona que te espera,
por bandera las cosas que dejaste a medias
por bandera las tardes de risas y sin problemas,
por bandera ver atardecer
desde mi ventana en primavera,
desde mi ventana en primavera.

viernes, 22 de octubre de 2010

Una vez a la semana. V. El pasado siempre vuelve.

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Ana  A: (Paciente)
Raimon/Rai R: (Terapeuta)

A - Hola Rai, buenos días.
R - Hola Ana, ¿qué tal?

Ana se deja caer desmadejada sobre el sofá de cuero y le pide a Rai un cojín. Le dice que necesita sentirse agarrada a algo. Rai se lo acerca.

A - Pues... Estoy muy cansada, Rai. Agotada. Casi sin fuerzas para nada. Hoy es mi último día de vacaciones, ¿sabes?  
R - ¿Y qué tal han ido? ¿Lo has pasado bien con tus amigas?
A - La verdad es que al final no he estado mucho con ellas. Es que...

... (silencio)

A - En realidad quise ir con ellas porque en Santander, el lugar a donde  fuimos, vive Jaime. Nunca  te hablé de él. Jaime fue un amor de la facultad. Nunca hubo nada entre nosotros pero nos gustábamos mucho y nos queríamos, también. Él tenía novia y yo sabía que no iba a dejarla. Jaime es Jaime y es muy... como te diría, ¿tradicional? Llevaba algunos años ya con Elena y yo sólo era... Bueno, no sé muy bien qué era para él en aquel momento. Tal vez fuera un soplo de aire fresco, muy diferente a él, de otra clase social y muy loca. El caso es que hemos seguido manteniendo contacto, eso sí, en secreto. Elena jamás le dejaría mantener una relación con otra mujer. Nos hemos escrito correos, alguna postal, alguna llamada de teléfono y algún café de refilón en algún que otro viaje. Pero...

... (silencio)

A- En este viaje yo ya sabía que quería ir a por más.
R - ¿En qué sentido?
A - ¿En cual va a ser, Rai? ¿Es que no me conoces ya?
R - Puedo intuirlo pero quiero que me lo cuentes con tus palabras.
A - Eso pensaba. Dame tiempo...

... (Silencio)

A - Pues quería acostarme con él. Porque estoy harta de imaginarme una y mil veces como sería hacerlo con él, con Jaime, mi amigo de noches largas y charlas sobre todo lo divino y lo humano. ¿Sabes? Jaime era muy facha en la facultad y lo sigue siendo creo... y yo muy roja, y eso, aunque parezca una tontería siempre me producía mucho morbo. ¿Lo harían igual los de derechas que los de izquierdas? ¿Serían más recatados o más desaforados? Sé que es una chorrada, puedes reírte abiertamente, lo entenderé.
R - Sabes que respeto todo lo que decís en la consulta, no tengo porque reirme de nada ni de nadie, no soy quien.
A- El primer día que llegamos a Santander le envié un mensaje al móvil y le dije en que hotel estábamos. Como te imaginarás pedí habitación individual porque de antemano sabía que desde luego iba a intentar que pasase. Y Jaime me contestó en seguida, diciéndome que estaba libre al día siguiente. Así que obviamente, hablé con mis amigas y esa tarde me quedé en el hotel a esperarlo. Fue...

... (Silencio)

A- Todo fue como había imaginado. Bueno, para ser más exacta fue todavía más inesperado. Nada más entrar en la habitación nos abrazamos. Era nuestro primer abrazo a pesar de nuestra amistad de años. Habíamos sido siempre muy cautelosos intentando no traspasar esas barreras que separan la amistad de algo más y así evitamos tanto como pudimos el contacto físico: un roce de manos, el abrazo o los besos cerca de la boca... Así que nuestro primer abrazo fue... te puedes imaginar, Rai. Nada más sentirme rodeada me puse a llorar como una estúpida. Supongo que mis lágrimas eran fruto de la emoción contenida tantos años. Pero nada más despegarnos empezamos a besarnos como lobos heridos, con pasión, con rabia, con prisa. A medio desnudar llegamos hasta la cama... pero en seguida me di cuenta de algo. Jaime ya no era el joven de la universidad. Estaba gordito, tenía entradas, barba con canas y algunas arrugas... A mí me parecía todavía uno de los hombres más guapos del mundo mundial  pero aún así le pedí que corriese las cortinas. Quería hacer el amor, más que con Jaime, con la imagen de Jaime que había en mi cabeza y para eso prefería no ver su cara mientras estábamos haciéndolo.

... (Silencio)

A - No fue ninguna maravilla, la verdad, no me voy a engañar. Una primera vez así nunca puede salir bien porque hay demasiados factores en juego pero aún con todo fue... El cuerpo de Jaime me quemaba como el fuego de siete volcanes. En todo momento sentía mi cuerpo como lava que se desliza montaña abajo. Y me sentía caer. Y caí. Y al llegar otra vez a la habitación del hotel fue cuando lo supe. Tuve la certeza de que aquello no tenía que haber pasado, Rai. O sí. Estoy hecha un lío.
R - ¿No era eso lo que querías?
A - Sí y no. Su amor por cumplir siempre estaba ahí en la recámara. Y ahora me siento vacía, Rai. Apagada. Triste. No tengo ya nada por lo que suspirar en mis momentos más bajos, esa esperanza ciega que era su amor, el que un día se realizaría porque tal vez llegara a separarse de Elena y vendría a por mí, vestido de caballero medieval y me diría que todo el tiempo pasado había pensado en mí y en lo nuestro y que por fin ya podíamos estar juntos.
R - Pero no te dijo nada de eso.
A - No Rai, no me dijo nada de eso. Cuando terminamos de hacerlo se separó de mi cuerpo y se puso a mirar al techo. Aunque la habitación estaba bastante oscura pude ver sus ojos fijos en la nada. No sabía que decirme, estaba claro. Yo sí le hablé. Le conté todo lo que había pasado por mi cabeza mientras me penetraba, mientras acaricicaba mis pechos, mientras lamía los lóbulos de mis orejas... pero Jaime no podía decir nada. No tenía palabras. Y le pedí que se fuera, que necesitaba estar sola, que le llamaría al día siguiente.
R - Pero no lo hiciste.
A - Tuve miedo, Rai. Y sé que él también lo tuvo. Todo aquel calor que sentimos nos desbordó...

... (Silencio)

A - Jaime estuvo llamándome cada día mientras estuvimos en Santander pero siempre obtuvo la misma respuesta: que no podía verlo, que estaba muy asustada. Y sin insistir me decía: Mañana vuelvo a llamarte... Al volver a casa tenía una carta suya en mi buzón de correo. Y me dice que... Me dice que siempre me ha querido, que ni un sólo día se ha olvidado de mí pero...
R - No puede estar contigo.
A - Sí, exactamente. No  puede estar conmigo ni ahora ni nunca. Dice que él sintió lo mismo que yo pero...
R - Está Elena.
A - Y yo no puedo dormir, Rai, ni comer, ni hacer nada de provecho. No paro de darle vueltas a la cabeza y estoy agotada. Dejo pasar las horas sentada en el sofá del salón, a oscuras y vuelvo a imaginarlo todo punto por punto... Jaime detrás de la puerta comiéndome a besos, Jaime dentro de mí, Jaime jadeando, Jaime susurrándome cuanto le gusta...
R - Todavía le quieres
A - Sólo sé que el pasado siempre vuelve, Rai y deja todo patas arriba, como cuando un elefante entra en  una cacharrería.
R - Así es Ana. Pero ten en cuenta que sólo tú eres la dueña de tu presente y de tu futuro y de decidir como encajar ese parte del pasado en tu vida actual. Sólo tú puedes decidir.
A - Lo sé, Rai pero tengo tanto miedo...
R - Lo harás bien, ya verás.

... (Silencio)

A - Se ha terminado el tiempo. Nos veremos la semana que viene.
R - Y me contarás algo de Santander.
A - Todos los sitios son parecidos, Rai, con sus rincones acogedores, los feísmos, los paisajes... lo que los hace diferentes es nuestra visión.
R-  Supongo que tienes razón.
A - Pues nos vemos la semana que viene. 
R - Cúidate, intenta descansar, ¿de acuerdo? Creo que has adelgazado.
A - Sí, un poquito. Haré lo que me dices. Nos vemos.

 

 

Os invito a escuchar esta estupenda canción.
La he descubierto esta semana en el blog Caxigalines de Rubo,
un amigo virtual de los primeros,
que escribe relatos y micros buenísimos.

Si queréis ver el vídeo de la canción pinchar aquí.

sábado, 16 de octubre de 2010

Viajes

girasol seco

Vamos, y volvemos, por los mismos paisajes y caminos, escapando de una rutina que después de un par de días, se torna añorada. Las pieles comienzan a echarse de menos y nuestros besos, hartos de jugar al escondite, amenazan con salir a la palestra durante los postres.

A la ida, la muerte de un amigo de tiempos ha, me entristece por los Campos de Castilla.

"Señores -dijo don Quijote-, vámonos poco a poco, pues ya en los nidos de antaño no hay pájaros hogaño. Yo fui loco, y ya soy cuerdo: fui don Quijote de la  Mancha, y soy agora, como he dicho, Alonso Quijano el Bueno. Pueda con vuesas mercedes mi arrepentimiento y mi verdad volverme a la estimación que de mi se tenía, y prosiga adelante el señor escribano...

Cerró con esto el testamento, y, tomándole un desmayo, se tendió de largo a largo en la cama. Alborotáronse todos y acudieron a su remedio, y en tres días que vivió después deste donde hizo el testamento, se desmayaba muy a menudo. Andaba la casa alborotada; pero, con todo, comía la sobrina, brindaba el ama, y se regocijaba Sancho Panza; que esto del heredar algo borra o templa en el heredero la memoria de la pena que es razón que deje el muerto.
En fin, llegó el último de don Quijote, después de recebidos todos los sacramentos, y después de haber abominado con muchas y eficaces razones de los libros de caballerías. Hallóse el escribano presente, y dijo que nunca había leído en ningún libro de caballerías que algún caballero andante hubiese muerto en su lecho tan sosegadamente y tan cristiano como don Quijote; el cual, entre compasiones y lágrimas de los que allí se hallaron, dio su espíritu: quiero decir que se murió.
Viendo lo cual el cura, pidió al escribano le diese por testimonio como Alonso Quijano el Bueno, llamado comúnmente don Quijote de la Mancha, había pasado desta presente vida y muerto naturalmente; y que el tal testimonio pedía para quitar la ocasión de algún otro autor que Cide Hamete Benengeli le resucitase falsamente, y hiciese inacabables historias de sus hazañas.
Este fin tuvo el Ingenioso Hidalgo de la Mancha, cuyo lugar no quiso poner Cide Hamete puntualmente, por dejar que todas las villas y lugares de la Mancha contendiesen entre sí por ahijársele y tenérsele por suyo, como contendieron las siete ciudades de Grecia por Homero."

A la vuelta es Sara Quiroga la que me mantiene con los ojos pegados a su historia.

"No la dejé acabar. Ella había sido sencera conmigo y me había expuestos su historia sin tapujos: había llegado el momento de que yo hiciera lo mismo. Tal vez no le gustara la versión de mi vida que iba a contarle; quizá que era muy poco glamurosa comparada con las aventuras a las que ella estaba acostumbrada. Posiblemente decidiera que a partir de aquel momento nunca más iba a compartir pink gins conmigo ni a ofrecerme viajes a Tánger en su Dodge descapotable, pero no pude resistirme a narrarle con detalle mi verdad. Al fin y al cabo, era la única que tenía.

- Mi familia somos mi madre y yo. Las dos somos modistas, simples modistas sin más patrimonio que nuestras manos. Mi Padre nunca ha tenido relación con nosotras desde que nací. Él pertecene a otra clase, a otro mundo: tiene dinero, empresas, contactos, una mujer a la que no quiere y dos hijos con los que no se entiene. Eso es lo que tiene. o lo que tenía, no lo sé: la primera y última vez que le vía aún no había empezado la guerra y ya presentía que le iban a matar..."

Congo conduce atento a la carretera y a la radio. Me interrumpe y me comenta cosas sueltas. Yo le acaricio el brazo izquierdo para decirle que voy bien. Y a intervalos nos miramos rápido, para evitar un mal despiste que podría acabar, con nuestra historia de amor, en una cuneta cualquiera.

Ya sólo nos quedan 444 Kms para cruzar la puerta de nuestro universo particular, el único lugar en el que los dos somos de verdad los que somos, Congo y yo. Desnudos. Sin ambages.

 

I don't know what you've done to me,
But I know this much is true:
I wanna do bad things with you.
I wanna do real bad things with you.

Esta magnifica canción da comienzo a la serie "True Blood",
que si no la conocéis os recomiendo.
Historias de vampiros, de amor, de cambiantes,
todas muy entretenidas y con una Banda sonora fantástica.

viernes, 8 de octubre de 2010

Una vez a la semana. IV. Diga?

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Ana  A: (Paciente)
Raimon/Rai R: (Terapeuta)


R - Diga?
A - Hola Rai, soy Ana. 
R - Hola Ana, ¿va todo bien?
A - Sí, Rai, verás... es que me ha surgido algo y no voy a poder hacer terapia esta semana.
R - Vale, pues no pasa nada, cambiamos la cita y ya está.
A - No sabes como te lo agradezco. Es que se van unas amigas de vacaciones y me han propuesto que vaya con ellas. A mí me apetece mucho ir, así que me he pedido unos días de vacaciones en el trabajo y allá que me voy.
R - Pues me parece estupendo.
A - Entonces nos vemos a la vuelta y ya te cuento con más detalle.
R - Te va bien el viernes que viene, a la misma hora?  
A - Sí, perfecto.
R - Pues entonces hasta la semana que viene.
A - Muchas gracias Rai.
R - Pásatelo bien.
A - Gracias.

Congo y yo, al igual que Ana,
nos vamos unos días 
pero volveremos muy pronto.
Os echaré de menos.
Biquiños,

sábado, 2 de octubre de 2010

Una vez a la semana. III. Decisiones.

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Ana  A: (Paciente)
Raimon/Rai R: (Terapeuta)

A - Hola Rai.
R - Hola Ana, pasa. Ya ha empezado a hacer un poco de frío ¿verdad?
A - Sí, el otoño ya está aquí.
R - ¿Qué tal la semana?
A - Lineal. Plana. Vacía.
R - ¿Vacía?
A - Bueno, sí, es que no ha pasado nada digno de mención. No he vuelto a saber nada de Sergio. Y eso... eso me está deprimiendo porque yo pensé que después de todos esos años él... bueno, yo creía que él pelearía un poco más por mí. Sí, ya sé que te dije que nuestra relación estaba muerta pero... Supongo que estaba acostumbrada a las rutinas compartidas y le echo de menos.
R - Somos animales de costumbres y ahora mal que te pese estás pasando un pequeño luto, da igual que ya no estuvieras enamorada de él porque una ruptura siempre deja un vacío.
A - Sigo rara, Rai, no puedo quitarme esa sensación de la cabeza pero a pesar de todo esta semana sí que tuvo algo de productivo.
R - Así me gusta, que aprendas a destacar las cosas positivas.
A - He tomado una decisión importante.
R - ¿Sobre qué?
A -¿Recuerdas lo que te conté sobre mi amiga? Bueno, sobre la que fue mi amiga. Ruth. Te hablé una vez de ella, justo cuando empecé a sentir que ya no éramos las amigas de antes y empecé a sufrir por ello. ¿Recuerdas que te conté que no hacía más que soñar con ella?
R - Sí, lo recuerdo. La querías mucho y estuviste muy dolida sobre todo porque no acababas de entender qué os había pasado.
A - Es que no nos pasó nada, Rai, al menos desde mi punto de vista. Hasta ahora no he encontrado explicación a todo aquello. Nos distanciamos, dejamos de contarnos nuestras cosas y...
R - ¿Y qué es lo que has decidido?
A - He decidido que voy a hablar con ella, a las claras. En cuanto vuelva  de las vacaciones voy a pedirle que quedemos. No quiero seguir teniendo dentro de mí todas estas dudas de qué hice o dejé de hacer. Esta semana volví a soñar con ella. Lloraba por su rechazo. Y siempre es igual. Quiero por fin zanjar este asunto. ¿Qué te parece?
R - Lo importante es qué te parece a ti y por lo que veo, tomar esa decisión te hace sentir positiva porque consideras que es algo que te beneficiará.
A - Sí, así lo creo, Rai.

Los dos permanecen unos minutos en silencio, mirándose.

A - Esta tarde te veo diferente. ¿Te has cortado el pelo?
R - Sí, un poco.
A - Y tienes unos zapatos muy bonitos. A mí siempre me ha gustado mucho el ante.
R - Muchas gracias.

Otro silencio. Rai mira a Ana. Y Ana baja la mirada.      

A - Casi se me olvida. Mira lo que he traído.

Los dos se incorporan para acercarse a medio camino. Rai toma  de la mano de Ana unas fotografías.

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A - La semana pasada después de salir de la terapia, me fui pensando en todo lo que me dijiste, en que me ayudarías a abrir las puertas que fuera necesario y todo eso, pues... tan pronto como llegué a casa me dediqué a abrir... pero no abrí ninguna puerta, comencé por destapar mis cajas de lata llenas de fotografías y rebusqué... porque pensé que las fotografías podían ser un comienzo. Mi padre y yo juntos.
R - Me parece un buena idea.
A - Y topé con estas fotos. Verás, a mi padre le encantaban los animales y cuidar la huerta. En realidad ya te dije que mi padre era un buen hombre, muy humano, sólo que lo que hacía era lo que vio de pequeño en su casa, y tampoco era siempre, sólo algunas veces.
R - No tienes porque disculparlo ante mí, no lo estoy juzgando, Ana.
A - Lo sé, sólo que me duele que pienses que no era bueno y que no le quería nada.
R - Nunca he dicho eso. Y además recuerdo que tú dijiste que sólo era malo en algunas ocasiones, cuando bebía.
A - En la huerta había unas pequeñas bodegas donde mi padre cuidaba gallinas, conejos y según las ocasiones: cerdos o un ternero. A mí me encantaban los conejos. Son unos animalitos preciosos, sobre todo cuando son crías. Pues una vez, resulta que una madre se murió en el parto y entre mi padre y yo los alimentamos las crías con una jeringa. Me preguntó si le ayudaba a crirarlos y por supuesto le dije que sí. Al principio la leche se caía casi toda por fuera porque no sabían chupar pero después de un par de tomas en las que se fueron espabilando, no veas como bebían. Fue una experiencia muy bonita que no habría sido posible sin él.
R - Sí, sin duda debistéis de pasarlo bien.    
A - Y seguro que encuentro más cosas, Rai. Esto es sólo el principio ¿verdad?
R - No puedo decirte si sí o si no, Ana. Ya te he dicho que tú tienes la llave. Pero no te presiones, deja que te sorprendan los recuerdos y si surgen los malos por el medio, les haremos frente.
A - Estoy contenta con este pequeño adelanto, Rai. Muy contenta.
R - Pues eso es lo importante.
A - Es ya la hora. Aquí siempre se me pasa el tiempo volando. Es tan facil hablar contigo, Rai. Me siento bien.
R - Me comentaste por teléfono que necesitabas cambiar la hora para la semana que viene. ¿Es así?
A - Sí, tengo un compromiso.
R - Vale, pues entonces te llamo yo una vez que mire la agenda, confirmamos la cita, ¿de acuerdo?
A - Pues perfecto.
R - Te llamaré el lunes posiblemente y ya nos vemos la semana que viene.
A - Hasta la semana que viene Rai.

(la foto del sofá está quitada de la red
las fotos de los gazapos son mías)