No sé por qué me resulta difícil pronunciar algunos fonemas, por ejemplo, la "x". Sin darme cuenta me sale “ps” en vez de Ks”. Cuando Congo me oye se burla y le da la risa, en plan cariñoso, claro está.
Si lo intento decir bien, todavía es peor porque hago tanta fuerza con mis cuerdas vocales que parece me estoy atragantando.
En cambio…
Vivir el sexo, mi sepso, no me resulta tan difícil. Se me da mucho mejor, dónde va a parar. A decir verdad, me costó bastante trabajo hasta llegar a comprender mi sexualidad y vivirla del modo que a mí me gusta. Pero como todo en la vida, cuando uno se esfuerza, acaba recibiendo su recompensa.
Y es que claro, me digo yo a mí misma: Sobre el sexo todavía hay mucha tontería, mucho tabú. Salvo en momentos especiales o en conversaciones que se desarrollan entre personas con empatía, se hace peliagudo reflexionar sobre las cuestiones relacionadas con la sexualidad.
En la oficina, cuando tengo el momento “Camera Café” con mi compañera de trabajo, Eimi Chusjaus (una chica muy despierta y divertida) de vez en cuando, sale este tema. Ni lo buscamos, ni lo evitamos. Surge y yo siempre le digo:
¿No te parece Eimi que deberíamos hablar de sepso igual que hablamos del tiempo?
A mí me parecería estupendo. No hay nada malo en ello – dice Eimi, totalmente convencida.
Que tampoco se trata de hablarlo con cualquiera. No vamos a contar nuestra vida sexual al compañero de asiento del bus o al kiosquero de la esquina, pero en confianza debería ser como cualquier otro tema. El tiempo. La política. La religión. El trabajo. Los hijos.
El sexo preocupa. No nos podemos engañar. Que si se hace mucho. Que si se hace poco. Que si es satisfactorio. Que si no lo es. Que si me he comprado un vibrador. Sí ¿qué modelo?...
Es una parte fundamental de nuestra vida y deberíamos cuidarla tanto como cualquier otra parte, dígase la salud, el estado físico, el estado mental, la alimentación…
Mi Congo y yo, por ejemplo, hacemos el amor siempre que podemos y hasta cuando no podemos. Al menos una vez al día (igual que decía aquel anuncio de los plátanos ¿os acordáis?) y más veces si hay peligro de muerte. Porque cada vez que practicamos sexo mi piel se pone muy brillante, y muy sedosa, y mis ojos hacen chiribitas y el color de mis piernas pierde ese tono verde escamoso que tenemos todas las sirenas. ¡Y como soy tan coqueta!
Bromas a un lado. La verdad es que sí, que la sexualidad me preocupa porque pienso que se sigue mal-tratando y mal-interpretando.
Con mi hija, desde pequeña, siempre he hablado de ello de forma natural y hasta ahora (y ya cumplió los dieciocho) parece que va dando resultados. Por nada del mundo querría que tuviera que pasar por todo lo que yo pasé. Tantas pesadumbres. Tantas represiones. Tantos insomnios. Tantos miedos. Tanta terapia.
Me sorprende y me horroriza ver cada día, la multitud de embarazos en adolescentes, algunas de ellas compañeras de mi hija.
Y me sorprende también comprobar que a estas alturas de la película, en pleno siglo XXI, persista la frustración, la incomprensión. Porque no se habla. Porque no se expresa lo que uno siente y lo que le hace feliz y se lo hace saber a la otra persona con la que comparte piel.
¿Por qué no evolucionamos en la sexualidad igual que en otras facetas de la vida?
¿Por qué? ¿Tenéis alguna idea?
La foto está sacada de aquí.
Y El Sur de la canción es el que cada uno quiera.