La imagen de la Helichrysum bracteatum - Nombre común o vulgar: Inmortal, Siempreviva, Flor de paja, Flor de papel es de aquí
- Háblame de cuando eras joven. Anda, sé buena!
Y ella, con sus ojos cansados, me contó:
- Recuerdo una vendimia. Ese año las uvas eran inmejorables. Había tanta abundancia que papá decidió contratar un jornalero para que nos echase una mano. Un día por la mañana sonó la aldaba de la puerta. En aquél momento estaba sola en casa. Pregunté quién era y una voz varonil contestó: Soy Juan, el jornalero. Cuando abrí, unos ojos verdes como espigas me golpearon con cierta arrogancia.
Juan era alto, fornido. Y joven, muy joven. Tan joven como yo. Compartimos muchas charlas después de cada jornada de duro trabajo. Me habló también de sus sueños. Una tarde hasta me ayudó a preparar un ramo de Siemprevivas que tenía secas. A Juan le encantaban las plantas y conocía el nombre de muchas y para qué servían.
Pero septiembre se terminó. Y Juan se marchó. Él fue mi primer amor y aunque nunca volvimos a vernos, no lo olvidé. Muchas noches vuelvo a ver en sueños sus ojos verdes llenos de vida.
- Abuela, ¡que historia tan bonita! ¿Por qué no volvió a verte? ¿No estaba enamorado de ti?
- No lo sé, cielo. Antes no se hablaba del amor como se habla hoy en día, abiertamente. Las cosas se hacían de otro modo.
- Y después llegó el abuelo.
- Sí, llegó el abuelo. Y tu madre.
- ¿Estás cansada? ¿Quieres que entremos ya?
- No, prefiero quedarme aquí, no me gusta ver como os marcháis.
- Pero si venimos todos los días a verte.
- Lo sé, pero…
- Mañana vendrá mamá.
- Sí, le toca mañana. Es domingo.
- ¿Quieres que te traiga algo?
- No, cariño, aquí no nos falta de nada.
- Te voy a poner a la sombra, ¿vale?
- Y acuérdate de poner el freno a la silla que no quiero salir volando.
Las dos se ríen cómplices.
- ¡Abuela, no seas payasita!
- Venga, márchate ya que se te hace tarde y ese novio tuyo tan guapo se va a desesperar.
- No es mi novio, abuela, sólo somos amigos especiales…
- Sí, seguro que tan especial como fue Juan para mí.
Los ojos cansados de Leonor volvieron a sonreír pícaros. Y un soplo de la juventud perdida pasó por la terraza moviendo los Plátanos.
La imagen del Plátano de sombra – Platanus orientalis - es de aquí
La otra noche me visitó mi abuela paterna. Hace ya bastantes años que murió. En mi sueño descubría que tenía editado un libro de poemas. Devoraba las páginas del ejemplar con asombro y fascinación. Ella no sabía leer ni escribir y aquellos poemas estaban llenos de vida y de música. Al despertarme sólo conseguí recordar la palabra Malvavisco, escrita en uno de sus versos.
Jamás mantuve con mi abuela una conversación como la que mantienen en este relato Leonor y su nieta pero me hubiera gustado, ya lo creo que sí. Nuestra relación nunca fue tan cercana pero siempre la respeté y le di cariño como mejor pude y supe.
La imagen del Malvavisco, Bismalva o Hierba cañamera- Althaea officinalis- es de aquí
31 comentarios:
Conozco a quien se le mueren, incluso, las siemprevivas. Son esas personas que dicen: a mí me gustan las plantas pero a las plantas no debo gustarles yo.
No conocía la planta del malvavisco, mi abuelo compraba caramelos de malvavisco y decía que eran buenos para los catarros...
Buen enlace el del jardinero urbano, me gusta saber de plantas de exterior; aunque sólo tengo geranios , que aguantan lo que les echen. Y el ciclamen que compro siempre en otoño, que este año no se ha muerto en verano, incluso ha florecido, qué raro, ¿efecto del cambio climático?
Que el amor sea siemprevivo.
Un abrazo.
Y biquiños, Aldabra.
me gustó leer que esta noche tu abuela paterna te visitó;
casi nadie toma los sueños como visitas... aunque quizá podrías decír que tú la visitaste a ella... pues fue tu corazón quien quedó conmovido.
unha aperta fonda.
Yo no llegué a conocer a ninguno de mis abuelos, era muy pequeñita cuando murieron, sólo alguna foto con mi abuela cogiéndome en brazos cuando tenía 2 años... y siempre me hubiese gustado poder tener alguna de estas conversaciones con alguna abuela que te cuenta historias y te aconseja a su manera.
Muy bonita la historia, además no conocía las plantas de las que hablas.
Biquiños!
A mi también me visita a veces mi abuela, me visita en sueños y me visita cuando sueño despierta. Yo si hubiese tenido una conversación como la de tu relato con mi abuela, de hecho tuve algunas parecidas, era una mujer que hizo conmigo el papel de madre, pero que nunca olvidó que también era mi abuela y sabía desempeñar ese papel mejor que nadie.
Bicos
mi abuelo materno tenía los ojos verdes, qué triste su muerte, al poco de nacer mi hermano víctor, el 13 de agosto,
un biquiño :)
PD: me gusta como suena malvavisco :)
Bella historia, cuanta ternura. Ojala muchos al leerla comprendieran que su abuelita los esta esperando para contarles una historia, para verles una vez más.
Que historia tan linda y yo que en el asilo donde trabajaba veo tantas abuelitas sola a las que yo les regalaba un abrazo en las mañanas porque sus nietos nunca tenían tiempo de llegar.
Encantador relato con toda la ternura que solo tu corazòn sabe brindar. Que el viento de las hojas siga soplando en la direccion de nuestros sueños. Un abrazo.
Que DIOs te bendiga.
No es un sueño puede ser verdad, para ser poeta no hace falta saber leer ni escribir, basta con sentir. Hay una monja en la Edad Media que la escriben porque ella los dicta, unos poemas muy hermosos, no recuerdo el nombre. También conozco a personas que tienen poca cultura y un montón de faltas de ortografía y sin embargo, son poetas.
Por cierto, yo pensé que la siemprevivas eran moradas no de color anaranjado y creo que tienen otra forma distinta. Estas que has puesto yo las llamo Clavelinas. En fin, puede que esté equivocada.
Un abrazo
Luz
¿ Qué tal las vacaciones?
"Malvavisco" la conocía por Hybiscus. En Argentina se dan muy bien en el sur, especialmente.
Precioso tu sueño y la visita que trajo amor y poesía.
Besos
Las historias de las abuelas son emocionates, que pena no haber hablado más con ellas, a veces pienso que me hubiera entendido mejor que con mi madre.
Besos.
Juan se la perdió :P
Siempre que termina septiembre hay un octubre esperando renacer.
Me gustan mucho los relatos en los que de la nada suena la "aldabra" de la puerta. :)
Un beso. (es bello rescatar a los seres que amamos y nos amaron)
No hay flor más bella para esas ocasiones.
Besos.
He oído a los abuelos contarle cosas a los nietos que nunca le contaron a los hijos. La evolución de las maneras de pensar y el contraste de lo que han conocido unos y otros es el mayor de la historia.
Emotivo y poético diálogo entre generaciones.
Un abrazo.
Siempre quedan conversaciones pendientes con las sabias abuelas :). Me ha encantado. Oye, que si que puedes coger esa sirena, yo la cogí de internet. Lo que pasa es que no he logrado dar con su autor.Además te mando este video de la canción de Luar Na lubre dónde también aparece esta sirena. Biquiños
http://www.youtube.com/watch?v=xlIcmFSTkTc
Onte mesmo visitei a miña avoa que está nunha residencia. Conteille catro veces que eu teño unha filla de dous meses aparte do meu fillo Leo pero o señor Alzheimer pode con ela.
Iso si, lembra cancións da guerra e a vida de pequena.
O Leo e máis Xela teñen sorte de teren os catro avós aínda e outros tantos bisavós !.
As miñas avoas xa morreron hai anos e non adoitan visitarme en soños. Pero cando vou á casa da miña nai sígoas vendo nalgúns espazos polos que elas andaban a diario...
Gustoume especialmente a asociación da avoa e a árbore, porque así son: testimuñas de tempos pasados que nos entregan no presente. Certo que a inmortalidade dura as tres ou catro xeracións dos que nos recordan, o dos que nos soñan.
Grazas polo enlace ao blog de árbores; cada vez me interesan máis e cada vez lamento máis o pouco que sei delas.
Aunque no tuviste con tu abuela ese tipo de relación en vida, lo has tenido ahora.
Los sueños nos sirven para ver cumplidos deseos que de otra manera nos serían imposibles.
Un bello encuentro con tus ella.
Un beso.
Que bellos aquellos tiempos en que eramos tan jóvenes y entusiastas, pero siempre nos quedan los sueños y los recuerdos, varias veces intente plantar siemprevivas en lo que antaño fue mi jardín pero después de tres intentos fallidos decidí que cuando me apeteciese las compraría.
PD. por cierto me temo que de nuevo tendremos que posponer ese café, mi padre está hospitalizado, no es nada grave pero me tiene atada, hoy he logrado que Julián me prestase el portatil, no me ha salido barato, me he comprometido a pagarle el gimnasio todo el curso, en fin un besiño.
Me ha encantado el relato tanto como me gustan las flores. Tengo un pequeño jardín en mi terraza y estoy todo el día liada quitando hojas secas, atando ramas jóvenes...no sabía que se llamaban siemprevivas pero ya no se me olvida.
Besos lunáticos
Historias de abuelas, cómo nos entretenían no? Lástima que en mi caso ya es pasado.
Un saludo, buen finde!
La historia es muy tierna. Uno de los mejores recuerdos de mi infancia es la relación mantenida con mi abuela materna, fue una persona muy especial que supo darme momentos preciosos y un cariño y una ternura sin igual... entiendo ese deseo tuyo de haber conocido algo así. Son experiencias que jamás se olvidan.
Un abrazo
Yo de ti escribiría, pero ya mismo, un poema con la palabra malvavisco. Para tu abuela.
( yo intenté en su día sonsacar a mi abuela sobre su vida erótica, pero no conseguí nada de nada... quizá en sueños venga y me cuente.
Amigos especiales, eh??? cuant@s de es@s habran pasado de largo en nuestras vidas....
Besazos enormes de vuelta
Es una suerte tener vivos a los abuelos, dan tantas cosas para un relato...
Besicos
volviste!!!!
sirena
au revoir
Yo sólo conocí una abuela, de los 4, y tampoco hablé nunca de esos temas con ella, pero la recuerdo siempre con gran cariño, tan desvalida, en su silla de ruedas.
Como siempre, encantadores tus diálogos.
Besos.
He mirado un poco por internet, esto de las siemprevivas y creo que hay de bastantes clases, pero creo que no son las que yo pensaba. He preguntado a un jardinero y tampoco él lo tenía muy claro. En fin, a veces con tanta información no nos aclaramos.
De cualquier forma tus siemprevivas, la verdae que son bellas.
Un abrazo
Luz
Un relato precioso. Y ¡qué envidia! La única abuela que conocí era dura y estricta, no fácilmente recordable.
Me encanta leerte.
Abrazos
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