miércoles, 3 de diciembre de 2008

Retales

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Hoy es domingo. Y esta mañana cuando me decidí a bajar, cerca de las doce de la mañana para comprar el pan, al abrir la puerta, encontré en el felpudo una libreta, gorda y de pastas acartonadas de color azul oscuro con pintas blancas, como nubes deshechas.

Venciendo la ansiedad la abrí. La primera hoja estaba cubierta por entero con un nombre: Isabel, con dibujos a su alrededor: globos y garabatos en bolígrafo rojo y azul. Parece que lo pintase una niña pequeña. La letra del resto de las páginas es diferente y parece un diario. Hay muy poco escrito. Sólo desde el jueves pasado. El resto de las hojas están inmaculadas.

Me da un poco de no sé qué curiosear pero si la han dejado en mi puerta tal vez sea por algo… no sé.

 

Jueves, 04.11.04
23,30 horas

Estuve viendo un poco la tele y haciendo el tiempo para darle el medicamento a Gemma y he tenido que apagarla. Sí, apagarla de pura envidia que sentí. Porque, vamos a ver... en muchas películas de la tele siempre es maravilloso hacer el amor. El deseo es compenetrado, alcanzan el orgasmo al mismo tiempo, hacen mil y una filigranas y no sufren tirones ni contracturas, se susurran unas palabras deliciosas al oído... En fin, todo demasiado idílico. Y yo ya estoy harta de que me vendan publicidad engañosa. Porque la vida real es otra cosa. Al menos en mi caso, claro está. Mi libido va y vine a su antojo harta de esperar que a Juan se le pase su estrés (eso al menos es lo que dice) y decida de una vez volver con la cabeza a nuestra cama… bueno, con la cabeza y el resto, claro, si no mal vamos. La verdad es que tengo ganas de llorar, muy alto y muy fuerte pero si no me lo tomo con humor me voy a volver loca. Presiento que esta historia se está terminando.

 

Viernes, 05.11.04
23,00 horas

Tengo impaciencia de saber lo que sentirán tus manos cuando abran el sobre. Y también lo que pensarás. Tal vez todavía no lo hayas abierto. O no lo hagas. No importa. Mi impaciencia es serena. Nada va a cambiar mi vida. Ni un sobre, ni miles de sobres. No puedo permitirlo. Jugaré a enamorarme, a enamorarte con mis cuentos y tú, quizás sepas quererme como necesito, con cordura; la que a mí me hace falta.

Sé que ésto esta mal pero necesito hacerlo. Me siento tan vacía por dentro... y ésto... consigue que al menos sienta algo.  

 

Sábado, 06.11.04
10,30 horas

Me meto en la ducha. Cierro la mampara. Debajo del agua que cae de la cebolleta muy caliente, y con los ojos cerrados, dibujo tu cara y tu cuerpo, mientras acaricio el mío suavemente con la espuma del gel de Aloe Vera. Y sonrío. Y disfruto… porque puedo imaginarte perfecto, sin un solo detalle de menos. Ni de más. Y permanezco así minutos inmensos dejándome llevar por las sensaciones que me produce el agua, hasta que mi cuerpo empieza a arrugarse. Entonces abro los ojos, cierro el grifo y envuelvo el pelo mojado en una toalla pequeña. Y cuando voy a envolver mi cuerpo con la toalla de ducha veo mis piernas. Y pienso: Tengo que depilarme, ¡mierda! Odio los pelos.

Así vuelvo a la cruda realidad.

 

16:30 horas

Estoy dedicando el día de hoy a pensar mucho pero desde otra perspectiva. Y a seguir buscando mi libido. Porque nadie se habrá tragado el cuento de que apareció cabalgando en una ola a modo de espantapájaros ¡Que más quisiera yo! Se me viene ahora a la cabeza una canción antigua que decía... Los que se van, ya volverán, cuando se fueron no querían marchar, los que se van, ya volverán...

El final del relato de la búsqueda de la libido era muy infantil. Lo reconozco. Pero llegué a imaginarme de verdad saltando en la playa como una niña pequeña esperando que llegara a la orilla y luego cogiéndome a su mano para regresar a casa. Sería igual que escribir Y colorín, colorado, este cuento se ha acabado. Pero nada se resuelve de un modo tan fantástico.

Mi libido, en realidad, no ha vuelto. Mi cuerpo apenas puede sentir o desear nada salvo caricias suaves y mimos de amigo y yo sigo con mis ansiolíticos.

Aunque en el fondo, muy en el fondo, veo una luz. Una luz que me dice: Todavía te queda corazón.

 

20:00 horas

Estuvimos viendo una película en la tele: “Simone”. Bueno, Juan se quedó dormido, tuve que hacerle ruiditos con la boca para que dejase de emitir ronquidos. El protagonista: Al Pacino. A mí me encanta este hombre que tiene algo… una especie de rudeza sensible. Bueno, lo que veo de él en sus películas porque evidentemente, no lo conozco. De sus pelis la que más me gusta es “Frankie y Johnny”, la vi varias veces y siempre me gusta.

Estuve haciendo punto de cruz. Voy a hacer un regalo a un buen amigo que siempre me arregla rotos y descosidos. Pero no sólo le quiero hacer el regalo por eso. Nos queremos mucho. Siempre se preocupa de sí estoy bien y de que me vayan bien las cosas y al contrario. Así que me esmeraré en cada puntada. Estoy bordándole un faro. Sé que le gustará porque es un apasionado pescador y un faro siempre le recordará la costa y el mar. A mí también me gustan por su luz ¡Ay, que falta me hace a mí ahora una buena bombilla en la cabeza para ver todo mejor!

 

Domingo, 07.11.04
7:30 horas

Demasiado temprano para despertar un domingo. Pero Juan ya se ha levantado y yo no puedo dormir más. Me gustaría tenerlo a mi lado y charlar. Pero él no es como yo. Siempre tiene cosas que hacer, sitios a donde ir, prisa… menos para llegar a mi cuerpo, claro. A veces le odio. Odio que no me desee. Que no oiga mis lágrimas cuando me rechaza. No sé, esto tendrá que acabarse. Ahora está duchándose. Llega a la habitación el olor al gel. Yo no quiero levantarme ¿para qué? Estoy escuchando a Kenny G. (Puro Saxo). Siempre me relaja esta música. Y trato de retener los sueños de esta noche. Estaba en la playa, en la adolescencia, con un grupo de amigos. Yo me sentaba en la arena y entre mis piernas, los dos mirando al mar, se sentaba el chico que me gustaba. Los demás se reían en tono de burla. Tenía que acercarme mucho a su hombro para poder escuchar la historia que me estaba contando. No podía ver su cara, solo imaginármela. Era un sueño relajante y placentero. No como las últimas pesadillas de estos días atrás.

Y pienso en otras cosas ahora que ya desperté. En hacer una llamada. En que tengo miedo.

Así que lo que haré será levantarme y sacarme los malditos pelos de las piernas. Con el dolor me olvidaré del resto. Y luego la comida, la plancha...

La vida cotidiana.

 

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18 comentarios:

TORO SALVAJE dijo...

Una radiografía.
No pregunto más.

Besos.

Belén dijo...

Buf, si no hay deseo... que mal no?

Besicos

Pedro Ojeda Escudero dijo...

La vida cotidiana, sin duda: retales y fragmentos.

Juan Luis dijo...

Retales que difícilmente tapan algunos jirones.

Besos.

Titajú dijo...

Siempre, siempre es mejor estar en la realidad, por cruda que sea. La evasión está bien, pero a veces algunos prefieren quedarse a vivir en ella.
Por eso, ayer, fui a la pelu y me depilé.

guillermo elt dijo...

Y qué somos nosotros, sino retalicos de aquí y de allá.
Hoy nos preocupa la líbido, mañana la carestía de la vida, al otro un golpe en el coche, al otro del otro que nos olvidamos al hijo y nos fuimos en el coche sin el :) ... Así es la vida y así la vivimos, pero siempre vivos.

Ah!, de pelos... nada, pantalones todo el invierno... jejeje.

Besicos.

Anónimo dijo...

Hola, me ha gustado mucho tu blog. Lo he puesto en mis enlaces.

Si quieres, date una vueltecita por el mío, a mí también me gusta hablar de cosas cotidianas

Saludos ;)

Escéptica al revés dijo...

Qué mal rollito. :)

CMQ dijo...

tiene que ser triste...
muy bien escrito, Aldabra!
Besito...

Anónimo dijo...

rutina, rutina, y más rutina...
qué mala es, verdad????

bsos

entrenomadas dijo...

Ay, la vida cotidiana tiene ese aroma que describes en el texto.
Ay,


Besos y gracias por el guión sobre el rey de los preservativos. Te ha quedado genial.
M

EL SUEÑO DE GENJI dijo...

Rutina

Marea negra, densa, viscosa, envolvente que sin que que queramos, ni nos demos cuenta , nos ha impregnado con su chapapote de desesperación.

Para librarse de ella, sólo hay una solución , un remedio.

Correr lejos, sin parar , sin mirar atrás hasta encontrar un mar puro..

Juanjo Montoliu dijo...

Dicen que a los hombres Dios nos dio dos grandes órganos: el cerebro y el sexo. Pero no hay suficiente sangre para los dos.

Me encantó la agenda.

Besos.

Anónimo dijo...

La tele pone a muchos nostálgicos porque se enchufan a lo que les hace sufrir. Es mejor escribir en agendas. Se ejercitan la mente y el cerebro. Son son dos cosas, claro. Bicos.

Maca dijo...

huy, rutina, malo malo.
No vayas a tener que pagar derechos de autor por publicarlo, je je .
Un beso

Anónimo dijo...

Una pena...

matrioska_verde dijo...

Buenas tardes de sábado a todos y gracias por venir a leerme.

Por fin he encontrado un momento relajante para dedicarme al blog. Fuera llueve, he terminado de comer y tengo mi té verde a punto de caramelo... y os tengo a vosotros ¿qué más puedo pedir?...

Toro: me gusta como lo describes: una radiografía, supongo que es eso.

Belén: sin deseo la pareja dificilmente funciona y es un mal que abunda más de lo que nos pensamos.

Pedro: fragmentos que nos dan idea de lo que puede ser la vida de la protagonista.

Juan Luís: No los tapan, no, tienes razón.

Titajú: Opino igual que tú: siempre prefiero la verdad aunque me duela. Uno puede engañarse un tiempo pero al final, se nos desarma la película y el golpe es mucho peor.

Guiller: ¡que malo eres con eso de que nos olvidamos al hijo y nos fuimos en el coche sin él!... ha sido un golpe bajo... je je je

Noemí: Gracias por visitarme y bienvenida. Pasaré yo también a verte.

Nandara: Muy malo... pero muy malo.

Cuandomequieras: Tristísimo... Que una persona te diga que te quiere, etc. etc. pero que evite el contacto físico... es lo peor.

Anti-Yo: la rutina buena es agradable pero la rutina mala es muy destructiva.

Entrenomadas: No se merecen las gracias para mí ha sido un placer.

El sueño de Genji: Buscar el mar puro y lanzarse a nadar.

Juanjo: ¡que simpático!... muy buen comentario, me ha hecho reir.

Migramundo: Mejor escribir agendas, escribir un blog, hacer punto de cruz... lo que sea antes de engañarse. Yo soy más mental que cerebral y me va funcionando bastante bien, al menos soy bastante feliz.

Maca: Hay que huir de la rutina como de la peste.

Kapi: ¡Ay pena, penita pena... pena, pena de mi corazón...!

Pues ya he terminado ¿Queréis un Ferrero Roché o Mon cheri?... Me voy a la cocina antes de continuar a por uno.

Biquiños a todos.
¡Que tengáis una buena tarde!
Como Congo no está me iré al cine solita a ver "Leonera" ¿la habéis visto ya?

horabaixa dijo...

Hola Aldabra,

Relato que deja mucho que pensar. Empeñarse en querer cuando ya no hay nada es triste.

Que dificil es tomar decisiones.

Biquiños