miércoles, 28 de julio de 2010

Las cosas que parecen cotidianas pero no lo son tanto.

              Dos macetas. 0

Sara se despertó por la mañana, bastante temprano para lo habitual y tan envuelta entre la sábana que parecía un bocadillo de mortadela. Y en lugar de seguir con el proceso habitual de convertirse en una persona normal y corriente, simplemente abrió la persiana de la habitación, cerrada para pasar la noche, y de nuevo se volvió a la cama y se puso a leer porque leyendo siempre se borraban los sueños nocturnos que no tenían explicación en la vida normal y corriente.

Esa noche, por ejemplo, Sara había soñado con un muerto, un hombre joven, estaba tirado en la calle, medio despedazado y sin cabeza, eso era lo más notorio, como si lo hubiera atacado un animal. Sobra decir que Sara había tenido miedo de esa visión tan descabellada. Pero también había soñado que estaba curioseando en unas estanterías del Carrefour, en las que había copas de cristal para servir helado, tazones, platos y escurridores de verdura de todos los colores.

Porque Sara soñaba en colores, no sabía si eso tenía algún significado especial pero así era.

Cuando llevaba un rato leyendo, Sara pensó que sería delicioso volver a cerrar la persiana, acurrucarse, encogerse y no preocuparse por sus sueños ni por nada. Vacío absoluto. Una imagen blanca. O negra.

Algunos días Sara tenía deseos así. Esconderse, esa era la palabra. Quería esconderse, olvidarse del mundo real con sus obligaciones y sus normas estúpidas. Sobre todo los domingos.

Porque Sara comía todos los domingos con sus padres, con sus hermanos, con sus hermanas, con sus cuñados y cuñadas, todos sus sobrinos, aún pequeños y su abuela materna. Bueno, aunque para ser honrada, Sara no debía incluir en esa lista a su abuela porque ella era diferente. Sí, la borraría, a ella no tenía que aguantarla, todo lo contrario, era un placer estar con esa mujer, la única de sus abuelos y abuelas que se había resistido todavía a dejar este mundanal ruido.

Pero sólo lo pensó.  

Lejos de eso cerró el libro, anotando mentalmente el capítulo por el que iba. ¡Que tontería! Siempre hacía eso cuando no tenía un marcapáginas a mano, aún sabiendo que siempre, siempre, se olvidaba del número en cuestión. A continuación puso los pies en el suelo de madera y se incorporó. Comenzó a andar hacia el baño. Si alguien la viera por unos prismáticos se reiría o simplemente se quedaría confuso, porque los días que Sara se despertaba así, sin querer ser una persona normal y corriente, se iba caminando hacia el baño muy lentamente, arrastrando los pies como si fuese una autómata porque en el fondo no quería levantarse.

Almudena      Inés      Alejandra      Tonet      Nieves 

Y es que Sara no podía evitar sentir dolor al imaginar la sobremesa con sus padres, con sus hermanos y hermanas, con sus maridos y sus mujeres, con todos sus sobrinos, aún pequeños y con su abuela, la madre de su madre.  Porque Sara quería tener hijos. En realidad cuando se escondía pensaba siempre en eso, en la maternidad, en su bebé que sería gordochito con rosquitas en las piernas que ella mordería mientras lo cambiaba de ropita, y olería como huelen los bebés, y lo acercaría muchas veces a su rostro para darle besitos amorosos, y le echaría talco en el culito para que no se le irritara y le pondría colonia Nenuco para peinarle la pelusilla de la cabeza y...

Al pasar por el espejo de la cómoda, se paró, se miró fríamente y con toda la rabia de la que fue capaz, escupió:

-Vete a la mierda, imbécil.

P-Patri. 0

Estas son algunos de los pequeños regalos que he estado bordando estos días
para hacer llevadera mi convalecencia.
Las dos macetas con flores y la P, ya han sido debidamente enmarcados.
Y los nombres son todos marcapáginas.
No está incluído el mío por si alguien se pone a pensar.
Las fotografías las hizo Senia. 

19 comentarios:

Rubén dijo...

Son preciosos. Y la historia me gusta, a veces es la propia familia la que no te deja vivir en paz, aunque suene paradójico.
Besos y buena convalecencia.

maría dijo...

me sumo a vazquez besosssssssssss muchosssssssssssssss!!!

Paz Zeltia dijo...

Sara se despertó por la mañana, había soñado en colores. Pensó esconderse, pero sólo lo pensó. Comenzó a andar hacia el baño. No podía evitar sentir dolor.

Imbécil no, se puede desear, soñar con desear. Pero no se debe sufrir por lo que no puede ser. Porque ya se sabe que lo que no puede ser, no puede ser y, además, es imposible.

:)

Me parece muy tiernito todo ese trabajo de punto de cruz.
Ayer en mi aldea, estaban usando para limpiar los cristales un paño que sacaron del fondo de algúh baúl... estaba a medio bordar, con los hilos sueltos. Un trabajo algo tosco a punto de cruz. A medio terminar.
Lo reconocí:
era mío.
De jovencita, cuando todavía intentaban ser una mujer hacendosita.
(Obviamente desistí pronto)

:)

Originales los marca-páginas.

beker dijo...

Aunque la pierna ahora no rinde, la cabeza y las manos genial por tus trabajos... besos

TORO SALVAJE dijo...

Joder, que buenooooooooooooo.
Ese final es un puñetazo en el hígado que le quita el aire al lector.

Duele pero me gusta.

:)

Besos.

Dilaida dijo...

Precioso relato y me encantan los marcapáginas. Siempre admiré el trabajo a punto de cruz, me encantaría ser capaz de hacer algo, pero lo mío es el ganchillo, no es necesaria tanta paciencia.
Bicos

T.M. dijo...

Ainsss esta Sara debería hacer algo diferente los domingos.
Qué bonitos los puntos de lectura!
Paciencia con esa pierna que ya queda menos. Ánimo!!!!
besos.

oliva dijo...

Los bordados son muy bonitos. Yo no sé bordar y siempre he admirado a las personas que con sus manos, son capaces de crear cosas tan lindas, como las que nos muestran tus fotografías.
En cuanto a tener hijos, todo llegará o llega. Cada instante tiene su momento, solo tenemos que aprender a esperar... algo difícil. Bonitas palabras.

Saludos.

Belén dijo...

Una paciente mía hacía punto decruz, la pobrecilla apenas veía pero le relajaba... me regaló una bolsa para meter las medias (no uso medias, pero meto otras cosas...)

Besicos

ALBINO dijo...

Sara ya tiene ahora su marcapaginas bordado.
Espero que pronto te pongas bien para que vayas a la playa, a la piscina, al gimanasio sin necesidad de guia. Toma ejemplo de mi que ya estoy como conmo un rey (no el de Esdpaña que estos dias cojea un poco).
Con mi cariño

Maripaz dijo...

Que bien aprovechas tu convalecencia y que maravillosos trabajos como resultado.
El relato muy bonito.Te veo muy inspirada, no hay mal que por bien no venga...
Cuidaté

Alís dijo...

Alguien debería decirle a Sara que a los bebés, antes de ponerle talco en el culito, hay que limpiarles la caca, y que lloran, y que no puedes dormir, ni salir, y que se enferman, y no comen...
También alguien debería animarla a hacer algo diferente los domingos. Seguro que se sentiría menos imbécil.
Muy bueno el texto. Los bordados también (yo empecé hace años un mantel, casi lo terminé, pero lo poco que falta para que esté listo está esperándome desde hace más de cinco años. ¿Tendré que romperme una pierna para acabarlo?).

Enlacé ya tu blog, porque acabo de darme cuenta de que me perdí un montón de entradas

Biquiños

Andy Pática dijo...

Dios, me mata lo de que parece un bocadillo de mortadela! jeje
Es cuestión de coger cariño a esas reuniones familiares, aunque sean algo incómodas.
Dile a Senia que es una fotografa ya profesional, y a ti, que tienes mucho arte con los marcadores ;)
Un beso!

Tonet dijo...

El texto, maravilloso y doloroso;
las fotos perfectas; mi marcapáginas precioso y tu...eres la leche. Gracias.
Besito

Carlos dijo...

En estos casos nada mejor que un espejo comprensivo y silencioso. (en los países de teconologías avanzadas, hay espejos irrespetuosos que te devuelven el insulto) :)

Bellas artesanías, la labor terapia siempre es sanadora, eso si, no he visto ningún señalador que dijese "Carlos". jajaja.

Un besote.

Juanjo Montoliu dijo...

Tiene que ser terrible esa sensación. Todos con niños y tú, que lo deseas con toda tu alma, no. Y encima, seguro que no falta alguien de la familia recordándolo.

Besos.

Anónimo dijo...

Que chuladas de cosas.. me gustan... tengo una amiga que hace estas cosas geniales.... Sobre la historia.. uf, un poco dura, no? estas familias....

Un beso cielo

matrioska_verde dijo...

Muchísimas gracias por vuestros comentarios. A veces esa vida oculta que llevamos en soledad, nos mata poco a poco. Es lo que quise reflejar en este relato. Sara se enfrenta cada domingo a su frustración, rodeada de aquellos que más la quieren pero que son desconocedores de su sufrimiento.

biquiños,

Teresa dijo...

Hijos, hijos, hijos...

Creí que no soportaba el día porque iba a haber comida familiar y ya sabemos cómo se escaquea el personal la hora de recoger