Érase una vez que se era, una cabra loca y un león dicharachero.
Vivían los dos en la selva de Jalaica, sólo que no se conocían porque la selva era enormemente grande y muy espesa. Pero un día el destino quiso que el león se alejara demasiado de los lugares en los que acostumbraba a cazar, persiguiendo a una gacela que se le resistía; tanto que de pronto se encontró perdido. Nunca tal cosa le sucediera. Como se enteraran sus amigos y familiares le iban a echar en su cara unas buenas risotadas.
Cansado de correr y sin saber para donde tirar, se sentó a descansar bajo un baobab. Le entró un sopor tan grande que empezó a dar unas cabezadas y estaba a punto de quedarse dormido cuando sintió unos pasitos que se acercaban por detrás, sigilosos. Giró su cabeza leonada y se encontró de frente con una cabra en todos los morros.
¡Mi madre, que susto!
- Y luego, león (la cabra tenía ascendencia gallega por parte de madre), ¿qué haces por aquí? ¿Te perdiste?, dijo la cabra.
- No, no me perdí, no sé porque dices eso. Deberías saber que los leones no nos perdemos. Yo soy un león explorador. Estoy descubriendo nuevos mundos. Eso es todo, dijo el león con un tono chulesco.
- Nunca oí tal cosa, vamos. Para mí que estás tomándome el pelo. Si piensas que las cabras somos tontas, te equivocas. Locas sí, pero de tontas no tenemos ni un pelo, respondió la cabra un tanto cabreada.
- Te noto un poco a la defensiva. ¿Para qué iba yo a querer tomarte el pelo, cabra?
- Bien, sólo quería dejártelo muy clarito.
- Pues asunto arreglado.
- ¿Te gustaría venir a tomar una coca-cola a mi refugio en las rocas? Veo que no traes equipaje y pareces tener cara de estar sediento.
- Eres muy amable, no sabes como te lo agradezco. El caso es que al atravesar el río perdí mi mochila con todas mis pertenencias.
- ¡Vaya lástima¡ Lo siento , dijo la cabra, compungida.
- Bien, no te preocupes. Me las Arreglaré. Los leones tenemos muchos recursos.
- Pues venga, levántate deprisiña que aún tenemos que andar un poquito y no tengo todo el día. Por cierto, león ,¿tú puedes subir por las piedras arriba?
- ¿Yo? ¿Yo? ¿Entonces tú no sabes que los leones somos los reyes de la selva? ¿No sabes que los leones somos los cazadores más rápidos y feroces? ¿Entonces tú…
- Párate ahí, chavaliño, quieto parado, que ya me estás mareando. Sé todo eso que me dices pero a veces las circunstancias obligan. Y tal vez…
- ¿Queda mucho para llegar?
- No, ya está allí. ¿Ves donde sobresale aquel eucalipto? ¿Allí a la derecha?, dijo la cabra señalando hacia el lugar indicado.
- Veo, veo.
- ¿Qué ves?
- Una cosita.
- ¿Y qué cosita es?
- La verdad es que sí que sois locas las cabras. Ahora te pones a cantar, lo que faltaba.
- Eso dicen, que somos locas, pero no nos importa. Como dice el refrán “Que me llamen gorrión pero que me echen trigo”
- Tienes razón.
- Y ahora, venga, ¿quieres subir tú delante?
- No, ve tú mejor.
- Sígueme entonces.
- Oye, por cierto, ¿Cómo te llamas?
- Me llamo Alcabra
- ¿Y tú?
- Pues yo me llamo Berto, Bertín para los amigos.
- Encantada.
- Encantado de conocerte, cabra Alcabra.
- Ándate con cuidado que esa roca está un poco suelta.
- Tranquila ca… ¡aiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiii!
- Cuidado, cuidado, agárrate ahí en esa rama que ahora bajo a por ti.
- Rápido, rápido que ya no aguanto más.
- Venga, dame la pata y agárrate fuerte.
- Gracias, me salvaste la vida.
- No me des las gracias, las cabras somos así de generosas, dijo la cabra satisfecha de sí misma.
- Es que… Si tengo que decir la verdad, los leones no somos tan fuertes como dicen, ni tan fieros, ni tan listos. Todo eso son leyendas selváticas.
- Ya lo sé león. Si ya se te veía en la cara que andabas más perdido que un pulpo en un garaje. Pero tampoco era yo quien de herir tu sensibilidad. No quise echar más leña al fuego.
- Es que estaba persiguiendo una gacela y…
- ¡Una gacela! ¡Una gacela!... ¿Pero no te das cuenta de los años que tienes? Tú ya estás mayor para andar persiguiendo gacelas que corren como rayos. Todos los leones sois igual: unos chulitos, unos pretenciosos, listos de más, vamos.
- Tienes razón, toda la razón. Es defecto del animal, supongo. No sabes cuanto lo siento.
- Mírate, si das pena. La melena despeinada, el cuerpo lleno de barro…
- Y ahora no sé como he de volver. Si no llego para la hora de la cena me van a echar de menos. Mis hijos se preocuparán… Soy viudo ¿sabes?
- Vaya, lo siento mucho.
- Ya hace muchos años que perdí a mi princesa.
- Bien, aún puedes encontrar otra fémina. Para eso nunca hay edad.
- No sé. ¿Quién había de querer a un león viejo y retrancoso como yo?
- Aún estás bien físicamente. Bien vestido y con corbata todavía debes parecer un buen mozo.
- ¿Y tú, tienes pareja?
- ¿Yo? ¿Por qué me lo preguntas?
- ¿A qué tienes parientes gallegos?
- Sí, y a mucha honra. ¿Y tú de dónde eres?
- Nací en Poblet.
- ¿Y eso donde queda?
- Muy lejos, Alcabra, muy lejos de esta selva.
- ¿Te gustaría acompañarme y ver donde vivo? Podrías quedarte en casa y conocer a mis hijos.
- ¿Pero tú qué dices? ¿Estás tonto o qué? ¿Desde cuando viste tú que una cabra y un león fueran amigos?
- Desde ahora mismo. ¿Por qué no?
- Las cabras no tenemos reputación, así que a mí no me importaría. Pero seguro que tus amigos y familiares se iban a reír de ti
- Sí, la verdad es que tienes razón. Desde que estoy contigo no hago más que darte la razón. Curioso.
- Me la das porque la tengo.
- Pero ¿sabes que te digo? Que me importa un bledo lo que diga la gente. Si tú quieres venir conmigo, te llevo y no se hable más. Y con estas habladurías aún no me has contestado. ¿Tienes pareja o qué?
- Pues no tengo, mi marido también murió. Y tampoco tengo hijos.
- Pues ala, si quieres venir conmigo… arreando que es gerundio.
- Pues, ala, venga, vamos. Hay que estar bien loca… pero mira, sólo se vive una vez.
- Si nos damos algo de prisa, aún llegaremos para la hora de la cena… Y las cenas en Poblet son para jartarse. Vas a quedarte boquiabierta que te lo digo yo. Mi hija mayor prepara una paella con conejo, pato y caracoles para chuparse los dedos.
- ¿Con legumbres?
- Con judías, alcachofas… Y de postre prepara unos boniatos de muerte… Ya verás.
Y así, cuento va y cuento viene, Alcabra y Bertín llegaron a Poblet. Pero esa es otra historia.
…ooo… …ooo… F I N …ooo… …ooo…
31 comentarios:
Preciosa historia, Aldabra.
Hay relaciones, bien sean de amor, de amistad, etc., que aunque parezcan a priori descabelladas, pueden convertirse en auténticas. Sólo hay que apostar por ellas.
Qué bien lo has contado.
Besinos.
jajaja lo de la ascendencia gallega m´allega´o al alma :))) el y luego me encanta :)) un biquiño de boas noites :))) para ti, Alcabra y Bertín :)
Muy bonita la historia de la cabra Alcabra y el león Berto.
Quién lo iba a decir que una cabra y un león pudieran llegar a ser amigos o amigovios o como se le quiera llamar. Eso sí, siempre y cuando sean sinceros y no vayan de ser más de lo que son.
No hay nada como ir con la verdad por delante.
Ahora, esta cabra Alcabra se nota que tiene carácter y que no le gusta que la toreen :-)
Si los ves les das besos, tanto a la cabra como al león.
Tu imaginación y tu sentido del humor me han hecho pasar un buen rato.
Gracias.
Besos.
Yo, igual que TORO. Me he reido con tu fábula. Espero que Alcabra y Bertín vivan felices y coman perdices. Besotes, M.
Cómo me gustan las cabras con ascendencia gallega.
Besos. Y recuerdos al león.
¿porqué resulta tan interesante este cuento?
Debe ser que está escrito con el corazón.
besos
:-) Muy simpático el cuento. Leyendo el diálogo de la cabra salía con acento gallego.
Buen día
Hoy se lleva las relaciones imposibles.
...y el león resolvió el asunto de la cena. No olvidemos que no había cazado nada y la cabra se prestó voluntaria... Hay que estar loca, juntarse con esas compañías...
Me he divertido muchísimo. Claro, debe ser consecuencia de la ascendencia gallega de la cabra que la acerca mucho a mí en sentimientos actitudes y, ojalá que también, aptitudes.
En cuanta al león, pues qué quieres, como todos los machos, hay que guiarlos...
Bicos.
ALquien dijo "todo es posible en el Reino del Señor"... y vaya que lo es en tu cuentito.
Besos
Un cuento no solo divertido, sino con un humor picante y una cabra llamada Alcabra. cuanto me suena jejeje.
Besos.
Espero que el león sea vegetariano...
Encantoume, que orixinal!
no irás ahora a cambiarte a cabra? espero que hable de tu prima lejana...
muy divertida, sirena
un abrazo y los besos de siempre
au revoir!
Vaya, vaya, así que Alcabra, me rió yo de lo cabritas que somos las gallegas.
Un besiño
P.D. excepto el martes por la tarde que lo tengo ocupado, cuando quieras tomamos ese cafe
¡estás como una cabra!!! ¡que buen cuento!!! ¿fue así como se conocieron la cabra Alcabra y el león berto?....pues que suerte y que encuentro más bonito...y a ver si comparten la paella...
Mujer que hueles a Kenzo, dígote, lindo cuento, lo único que espero es que no intimen, porque sabes que tienen las cabras cuando quedan embarazadas de leones: cabrones. :)
(te preguntaba la otra vez si tu has modificado algo en goear, porque a mí me permite descargar, pero cuando lo paso al blog, no suena. :(
No me dejes así, que me han gustado los personajes, ¿habrá segunda parte?
;)
Besicos
Lo que escribes siempre engancha; sin duda, secretos de "meiga" gallega.
Esperaremos la continuación.
Biquiños.
A cabra Alcabra está como unha cabra.
Pero aínda está peor o león aventureiro, torpe e viudo con fillos que o esperan para cear pero que lle fan a cea por riba. Así da gusto, chegar e cea feita e chega con invitados e sin avisar, halle caer unha boa bronca ao león,
se é que non se pode improvisar.
noraboa polo conto!
é divertido e orixinal.
"La extraña pareja". Por cierto: veo al león venido a menos
Es buenísimo!
Me encantan esas expresiones gallegas que suelta de vez en cuando la cabra..jajajaja :)
Besos!
¿¿¿Y luego??? Muy bonito y divertido, tan parecido a encuentros entre esos seres que se hacen llamar personas. Muy bonito pero ¿y luego? Saludos Aldabra
Deus os dá e eles se xuntan: nada que obxectar. Teño visto parellas máis raras.
Me encantaaaa tu león pijo lamado Bertin. Y tu cabra gallega Alcabra, qué espabilada. Pero me quedo con las ganas de saber lo que harán en Poblet.
Las fábulas nos enseñan, biquiños.
Aldabraaaaa, madre mía me he sentido identificada con tu historia...jajajaja. Qué buena.
Saludos.
De:Beato Darzádegos
A :Aldabra.
Bos días amicus:
En menuda QUIMERA te has metido.
A mitad de cuento me pareció intuir que el león solitario era de Bilbo, y creo que lo es ya que los de Bilbo pueden nacer en muchos lugares.
Fabulosa fábula...¿Cuál es la moraleja?.
Deica logo amicus.
ese leon le llevo yo en mi coche y le llamo "leoncio", jajajaja
besotes de esta peke
Muy divertido el relato de esta dabra Alcabra.
Un abrazo.
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