sábado, 2 de enero de 2010

In the midnight

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(la foto de Senia la hizo JJG Meizoso)

“Tengo que escribir”, dijo Ramón mirando por la ventana hacia el río. Ana, su mujer, sentada en una butaca de mimbre leía el periódico como cada tarde después de comer. Sin levantar la vista pronunció un: “Ya”, tantas veces repetido.

Ramón dejó caer las siguientes palabras como hablando para sí mismo: “Ha vuelto a aparecer”. Y Ana, cansinamente, respondió: “Ramón, déjate ya de historias. Estás obsesionado. No significa nada”.

Ramón se dio la vuelta y sin mirar siquiera hacia el lugar en donde estaba Ana sentada y menos aún a Ana, emprendió la marcha hacia su refugio, una pequeña habitación en el desván corrido de su modesta pero acogedora casa rural. 20 peldaños: 10 hasta la primera planta y otros 10 hasta el desván. Siempre los contaba mientras iba acariciando la suavidad de la barandilla. Incluso había instantes fugaces en que ese roce le recordaba al tacto de la mujer que se le aparecía. Imaginaba que la tenía entre sus manos deslizándose como si fuera seda.

En cuanto llegó arriba se sentó ante el escritorio de madera de cerezo (única herencia de sus abuelos) y comenzó a escribir su última aparición en escena, intentado hacerlo desde lejos, como un espectador, como si estuviese leyendo el relato en un libro de cuentos.

“Ella siempre aparecía en mitad de la noche cuando Ramón, insomne, se levantaba a mirar por la ventana del salón, hacia el río.

Para ahuyentar esas horas muertas siempre llevaba a cabo el mismo ritual. Nada más bajar las escaleras encendía un par de velas situadas en el alféizar de una de las ventanas. Le gustaba sentir esa semipenumbra, y vislumbrar los objetos tan queridos distribuidos por la estancia, con esa luz que sacaba de ellos, que no conseguía descubrir en ningún otro momento. Y a continuación ponía música. Ana nunca se enteraba de nada porque dormía a pierna suelta. La verdad es que le daba mucha envidia sana verla en la cama tan acurrucada como un bebé, sin enterarse de que la noche transcurría.

Mirar el río era el siguiente paso. Serenaba un poco el desespero de Ramón. Dejaba volar la imaginación a través del cristal. Le gustaba verse todavía en la universidad, en la biblioteca del campus...

Ella llegaba justo en el momento en que Ramón se sentía más a gusto y tranquilo. Vestía un camisón negro de seda, largo, de tirantes finos, ribeteado por una delicada puntilla. Insinuaba sus pechos como dos manzanas maduras. Su cuerpo era menudo y bien proporcionado. Llevaba el pelo muy corto. Su tez estaba ligeramente bronceada. Más que una mujer parecía un chico travieso. Y aunque no conseguía ver con total nitidez su cara estaba casi seguro de que conocía a aquella mujer.

La alucinación, por llamarlo de algún modo, duraba escasamente un par de minutos pero era tan intensa y tan real que siempre abría la ventana para comprobar que no había nadie detrás del cristal. Daba igual si era invierno o verano. La buscaba con sus ojos poseídos de un deseo impreciso, intentado saber quién era, porqué lo había escogido a él, qué pretendía decirle, qué significaban esas apariciones en su vida. Deseaba saberlo todo porque ver a esa mujer lo dejaba en un estado de inquietud incontrolada. Deseaba tocarla, saber como olía su cuerpo, susurrarle cosas al oído. Cuando volvía a la cama a encontrarse con el calor del cuerpo de Ana sentía como si hubiera estado engañándola con alguien real. Era frustrante.

Hacía ya casi un año desde la primera y en total llevaba ya contabilizadas ocho apariciones coincidentes en domingo y con cambios lunares. Llevaba una meticulosa estadística.

Ramón habló con Ana del asunto. Al principio de las apariciones ella no le hizo caso pero al ver que día tras día la preocupación de Ramón iba en aumento, le sugirió que buscasen un psiquiatra para ver si les ofrecía alguna respuesta satisfactoria a aquellos acontecimientos.

Tras varias sesiones, el psiquiatra no encontró nada. No había respuestas. Ramón era un hombre normal, equilibrado y en sus perfectos cabales. No había pistas. No había traumas. No había culpabilidades lejanas. Nada. Se había limitado a decirle que debía tener paciencia y esperar a que aquella mujer le mostrase su rostro. Porque coincidía con Ramón en que se trataba de alguien conocido. Aquella fantasía quería decir algo y sólo él podría descifrar el jeroglífico buscando profundamente en su interior.

La última noche había sido diferente porque no era domingo y tampoco había cambio de luna. La última noche había aparecido cuando Ramón hacía el amor con Ana. Justo en el instante en que entraba en su cuerpo. Cerró los ojos y al abrirlos de nuevo, allí estaba. Nítida. Con su pelo de chico. Con su sonrisa tranquila. Y con mucha ternura en la mirada

Ana encontró a Ramón un poco extraño. Y cuando terminaron los juegos amorosos, se lo comentó delicadamente. Ramón le contestó que no pasaba nada. No podía decirle que mientras estaba poseyendo su cuerpo pensaba y sentía el cuerpo de la mujer del sueño. No podía contarle nada porque no sabía como hacerlo. No podía hacerle saber quién era aquella mujer. Porque por fin había podido ver su rostro”

 

22 comentarios:

galmar dijo...

qué situación! uff qué conflicto!!
y qué bonita la fotografía de Senia :) felices vacaciones de reyes!! :) moitos biquiños!! :)))
bon voyage!!

TORO SALVAJE dijo...

Y quién era??????
Jo.

Besos.

Manuel de la Rosa -tuccitano- dijo...

la foto es muy buena...
Ella es la fantasía que todos llevamos dentro...besos

iliamehoy dijo...

Oh!! y esto no continúa???.
Una sonrisa

Juanjo Montoliu dijo...

Y ahora nos toca imaginar quién es, ¿no?

Me has dejado intrigadísimo. No acierto a deducir quién puede ser esa chica, con aspecto de chico, que él conoce y no puede confesar.

Tiene que ser una antigua amante, pues podía sentir su cuerpo mientras veía su rostro.

Me gustan los enigmas. ¿Tiene éste solución?

Un beso.

Pedro Ojeda Escudero dijo...

Quizá ese rostro suponga todo un inicio o un final, pero nada volverá a ser lo mismo.

El Pinto dijo...

Siempre refresacando algún recuerdo, ahora en concreto Eyes Wide Shut la última película del director Stanley Kubrick, estrenada en 1999.
Pecar de pensamiento, palabra u obra. se decía. poniendolos al mismo nivel.
Conoce a la persona justo en el momento, nitida. Un desdoblamiento confuso, poseyendo su cuerpo sentía el cuerpo de la mujer del sueño. Se puede "engañar" a la mujer con la que sueñas y vives al mismo tiempo?.

Don Peperomio dijo...

feliz año, amiga!
Gracias por seguir pasando de vez en cuando!

Anabel Cornago dijo...

He entrado en el texto de lleno, atrapadísima y devorando las líneas para saber qué pasaba. Y..., jo, que me has dejado intrigadísima. Quizá no lo he entendido....

¿Continuará?

Besotes enormes.

beker dijo...

Excelente, una historia que atrapa en cada línea; un magnifico empezar. Abrazos

Belén dijo...

Vaya papelón tiene Ramón, la verdad es que es difíciel aguantarlo...

Besicos

jg riobò dijo...

Espectacular foto para el comienzo de otro año.

Chousa da Alcandra dijo...

Eu admiro moito a quen se atreve cos retratos. A min resístenseme moitísimo. De feito fuxo deles canto podo.
Por iso quero felicitar ó autor da foto de Senia. Maxistral.

Boeno, felicitacións para él e bicos para a nai da criatura.

Estela dijo...

Bueno pues aqui estaremos esperando haber quien era...esto de las apariciones me da un yuyu que pa que pero tiene tanto morbo que te sigo.

Un abrazo!!

Rubén dijo...

Te salen bordadas estas historias con cierto toque de misterio, podrías ser la "piquiñina Poe galega", jejeje.
Biquiños (me encanta esa palabra, biquiños, biquiños, biquiños).

ALBINO dijo...

Un b onito rerlato con suspense, y en el título, el florecimiento de tus clases de ingles.
Hasta la vuelta. Bicos

Paz Zeltia dijo...

bueno, y qué? vamos nosotros a saber quien era o te lo guardas para ti?
:-)

y el psiquiatra dice que ramón es un hombre normal, equilibrado y en sus perfectos cabales cuando anda viendo apariciones de mujeres en camisón?
vosotrAs fijaros eh,
lo que los hombres -el psiquiatra es hombre- consideran normal...

lo que le pasa a ramón es que tiene ganas de acostarse con alguna, además de con ana, pero tendrá interiorizado que si hace eso es un cabrón,
y vamos a rimar un poco:
ramón
no quiere ser cabrón

:-)

un cuento con su miga y su puntito de intriga.
felicidades aldabra

Paz Zeltia dijo...

aaaah y la foto,
la foto que es lo primero que aparece,
senia, misteriosa, tan bonita,
en la penumbra.

Manuel de la Rosa -tuccitano- dijo...

Recibido...gracias mil...el post del día 4 solo es para ti..un Abrazo

Teresa dijo...

¿quién era?
¿la muerte? o lo que sería peor... ¿la madre de Ana?

me ha gustado este relato. Está curradillo.

Silvia dijo...

Muy misterioso y engancha. Me ha gustado. Biquiños

matrioska_verde dijo...

Me gustan los finales abiertos por eso casi todos mis relatos parecen inacabados (creo). Pero es que creo que cada uno puede continuar el relato como más le guste, hacerlo a su manera de ser y de sentir.
Es una buena forma de no defraudar.

biquiños,