viernes, 18 de febrero de 2011

Naturaleza muerta

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El último pedazo de vida que quedaba de aquella guerra de destrucción masiva, acababa de ser devorado, hace escasos momentos, por el desagüe del baño. Ahora la pecera la ocupaban un montón de conchas viejas, recogidas hace años en la ribera. No pensaba comprar otro pez y le daba pena tirarla a la basura.

Pablo sabía que las cosas no iban bien pero jamás pensó que Raúl decidiera dar ese paso tan agresivo, así, sin avisar, como un tiro a traición por la espalda.

¡Joder con Raúl!, pensó Pablo. Y añadió, a continuación, en un grito desgarrado:

- ¡Maldito seas cabrón!

Pablo había abierto la puerta de casa a las tres de la tarde, como de costumbre, cuando el silencio de la cocina le dio la voz de alarma, al tiempo que le provocaba un escalofrío que recorrió su columna entera. Cerró lentamente por dentro, otra vez con llave, dejó el portátil en el suelo arrimado al mueble de la entrada, las llaves en el recogetodo y se descalzó. A pesar de las circunstancias Pablo no dejaba nunca de ser meticuloso y ordenado.

Comprobó que en la cocina no había nadie aunque ya lo sospechaba y se dirigió al dormitorio. La cama revuelta. Las puertas del armario abiertas. Los cajones de la cómoda y de las mesitas de noche, también abiertos. La ropa de Raúl ya no estaba. Echó una ojeada al baño y ni un mínimo rastro. Ni su cepillo de dientes, ni sus cremas, ni sus potingues. Y en el resto de la casa más de lo mismo. Como si Raúl nunca hubiese existido.

- ¡Cabrón!, volvió a gritar Pablo, como si ese insulto fuera a llegarle a Raúl donde quiera que estuviese en ese mismo momento. ¡Jodido cabrón!

Dos segundos fueron suficientes para que se derrumbase en el suelo del pasillo hecho un guiñapo y comenzase a lloriquear:

- Raúl… Raúl…

Y a su mente, como en el peor de los castigos, no dejaban de llegar imágenes de los dos compartiendo cada rincón de aquella casa, ahora tan vacía. Raúl abrazando a Pablo por la cintura, de pie, restregando su sexo erguido por las nalgas de Pablo. Raúl besando a Pablo detrás de la oreja. Raúl comiéndole la boca a pablo para robarle el jugo de una naranja que se había deslizado por la comisura. Pablo esperando en el coche a Raúl, a la salida del banco. Raúl desnudo en la playa saliendo del agua. Los dos en el supermercado haciendo la compra. Los dos bebiendo una cerveza en el sofá. 

¿Por qué coño no había podido entender Raúl que solo fue un calentón? Sólo sexo. Un mal polvo en el baño cutre de aquel pub de mala muerte.

- Yo te quiero Raúl, te quiero, seguía gimoteando en el suelo, ovillado como un niño perdido.

Pero todo se había ido a la mierda.

¡A la mierda!

Y empezó la transformación.

Lo que hasta hace poco tiempo había sido un nido amor era ahora, tan solo, una naturaleza muerta.

 

Ive been a puppet, a pauper, a pirate,
A poet, a pawn and a king.
Ive been up and down and over and out
And I know one thing:
Each time I find myself flat on my face,
I pick myself up and get back in the race.

41 comentarios:

T.M. dijo...

Qué triste, y qué bien has descrito esa sensación de vació que se le queda a uno cuando te pasa ésto.
Uf y qué difícil es pensar que de todo se sale, en esos momentos.
saludos

Paco Cuesta dijo...

Un tropezón puede dar al traste con un manojo de sentimientos. No siempre es fácil comprender un error.

labertolutxi dijo...

Buf, he podido sentir la desesperación. Excelente relato.
Besos y buen fin de semana.

TORO SALVAJE dijo...

Como una tragedia griega.
Solo falta la muerte de uno de los dos.
Y el suicidio del otro al enterarse.

Besos.

josef dijo...

Bonita esa frase final de un amor gay. Realmente una tragedia griega y la de todos los días de muchos...
besos.

pancho dijo...

¡Qué susto! Ya pensaba que el perdedor de la guerra era el que se marchaba por el desagüe hecho trocitos.

Los espacios vacíos de una ausencia son como los huecos necesarios para que entre la luz.

Buena canción.
Un abrazo.

Paz Zeltia dijo...

ay, cuanta importancia le damos a los calentones cuando son los calentones ajenos y que poca le damos cuando son los nuestros "si no significó nada!".
Ya.
That's life

Asun dijo...

Es que los calentones a la larga te pueden dejar frío. ¡Qué digo frío, HELADO!

Tengo una duda: Ese "Pedro" que pulula por el principio de la historia ¿ha sido un lapsus o es el del polvo en el baño del pub?

Besos

Dilaida dijo...

Me encanta esta entrada, una magnífica historia.
Bicos

Mobtomas dijo...

Los huecos de la ausencia son difíciles de llenar. Dichosos los que saben llenarlos. Lloremos (pero no demasiado) por los que viven llenos de huecos como quesos gruyere ambulantes.

Tonet dijo...

El problema es que el corazón necesita muy poco y al cuerpo no hay nada que le llegue.

Naturaleza muerta, una metáfora perfecta y muy bien llevada.

Besitos sirenita :)

A nena do paraugas dijo...

Os ocos que deixan as persoas vivas son máis difíciles de encher ca os que deixan as que morren.
Elaboraches un relato moi real e sentido. A foto expresa o resto, por se aínda quedaba algo que expresar.

Bicos.

Manolo dijo...

En la Naturaleza hay que morir para que renazca y continúe la vida. Te ha quedado un buen bodegón (por lo de naturaleza muerta).
Besos.

fonsilleda dijo...

Una historia perfecta que, no por más cotidiana, es menos certera, real o efectiva.
Sigue..., tristemente seguirá sucediendo.
Y con la voz de Frank...
Bicos.

Titajú dijo...

Rota sí, muerta no.

Gabriel Martínez dijo...

qué trágico... muy bueno el paralelismo con la pecera reciclada

un abrazo y tres besos, sirena
buen findesemana

Chousa da Alcandra dijo...

Cando as peceiras conteñen conchas; non deberían chamarse concheiras?.

Bicos vivos

Elena Casero dijo...

Hay calentones mortales.

Buena historia.
Me ha gustado mucho.Muy bien llevada

Un saludo

Maripaz dijo...

Buf, que bonito, yo pienso que a pesar de toda la tristeza que destila, las aguas volveran a su cauce en cualquier momento, y la pecera volvera a llenarse de vida.
Biquiños

maría dijo...

buen realto y muy real mucho

Ele Bergón dijo...

Es lo que tiene el amor que al ser algo tan vivo puede morir.

Un abrazo

Luz

Unknown dijo...

Eres grande. Es magnifico. ¿De verdad que no eres tio?me encanta.
Un beso enorme
Pau

Abejita de la Vega dijo...

Ni agua, ni peces, sólo las conchas del desamor...

Biquiños

Belén dijo...

Pues ya es raro, porque la muerte del amor es algo que se nota con el paso de los días... y meses...y...

Besicos

Anónimo dijo...

La pecera volverá a llenarse de vida. Una historia que se repetirá una y otra vez.

Besos

Silvia dijo...

Cierto que llega un momento en el que te acostumbras a la vida con una persona y resulta muy dolorosa la separación. Es como si te quitaran un apéndice de tu cuerpo. Has descrito muy bien esa sensación. Un abrazo

Anónimo dijo...

si es que los deslices se pagan caros, y aunque solo sea sexo, no hay mucha gente que pueda llegar a entenderlo, y duelen, duelen mucho.

Un beso cielo

iliamehoy dijo...

Calentones a destiempo en un lugar inoportuno; se cierne la desgracia en la convivencia, y al carajo todo...
Triste y frustrante anatomía de un mal paso.
Una sonrisa

Sergio Vallejo dijo...

Muy bueno. Me ha gustado mucho la historia, además es algo muy cercano y una situación universal, da igual que sea una pareja homosexual o una heterosexual. Hay fallos que son imperdonables, pero, por desgracia nos solemos dar cuenta cuando ya es muy tarde. Un beso

Chus dijo...

Hoy tengo el pensamiento en otras cosas,en otras personas, en una historia que desconozco pero que creo que le esta haciendo daño a alguien que aprecio mucho, a una buena compañera y quiero llegar al fondo, la he visto llorar y lo que quiero es verla sonreír de nuevo.
Un besiño Chus

Misón dijo...

Espero no tener un calentón de esos pero si algún día me encuentro en una situación así segurísimo que tu relato me vendrá a la mente. Un beso Aldabra

jg riobò dijo...

La nada es el origen del mundo.

irene dijo...

Hay que ver como un error puede convertir una vida plena en una naturaleza muerta.
Me gusta la pecera con las conchas (concheira como dice Chousa), los peces están mejor en el río o en el mar, aunque una vez visité La casa de los peces, en Coruña, y me gustó mucho.
Biquiños Aldabra.

Alma en el verso dijo...

Un relato precioso y muy bien construido. Felicidades, Aldabra.

Carlos dijo...

Cuantos buenos amores se han perdido por un mal polvo. Porqué será que los arrepentimientos nunca solucionan nada.

Denso relato, Aldabra, muy vívido y muy real.

Un beso.

PABLO JESUS GAMEZ RODRIGUEZ dijo...

Por fin me puedo escapar de mi agobio laboral.

Buen post.

Estoy con Paco Cuesta.

un abrazo, querida amiga.

Anónimo dijo...

Efectivamente, en momentos así o escenario máis cálido transfórmase nunha natureza morta; é como se todas as cousas contivesen a respiración e esperasen, atónitas.
Un post extraordinario.
Saúde

Teresa dijo...

no sé si es mi mente calenturienta, pero claro, estaba rememorando todos los rincones donde se comían las orejas y cuando he llegado al supermercado, se me ha venido el Mercadona, tan verde, tan atiborrado de gente, tan atestado de artículos. No lo veía ahí la verdad.

"encima de un carrito del Mercadona", esto ya es otra cosa. No compares...

Ellos también lloran al fin y al cabo...

Teresa dijo...

Ahora que me fijo bien, el tarro era del tamaño de tu pecera. Más grueso y las conchas, enormes. Pues no son chulis ni nada...

Juanjo Montoliu dijo...

Es triste que el exceso de calor pueda producir tanto frío.

Me ha gustado mucho el relato y la metáfora del pez muerto. La tensión de Pablo, que ve confirmarse lo que ya sabe que va a suceder.

Las muertes anunciadas son también dolorosas y más si acarreamos un sentimiento de culpa.

Besos.

Pedro Ojeda Escudero dijo...

Hay un momento, en efecto, en el que todo se va a la mierda.
Besos.