No voy a contar en este post cómo es Toledo, histórica y arquitectónicamente hablando, porque no terminaría nunca; por algo es Ciudad Patrimonio de la Humanidad.
Simplemente voy a relataros [o intentarlo ] algunas de las cosas que vi durante el fin de semana, que me gustaron o sorprendieron.


La ciudad de Toledo nos recibió el viernes totalmente engalanada pues allí se celebra el Corpus Christi con mucha devoción y boato. Y con un calor y un sol de justicia. Si tuviera que resumir este fin de semana con una sola palabra diría: CALOR. Llegamos a los 41º, lo que para una chicarrona del norte como yo, acostumbrada a unas temperaturas más templadas, es difícil de digerir. Pero como soy chicarrona, resistí estoicamente.
Nada más llegar nos aligeramos de ropa y rápidamente nos fuimos a encontrar con el resto del grupo. El Alcázar [Museo del Ejército] nos estaba esperando en todo su esplendor.
“Cada uno de sus sillares, está transido de quimeras y, a la larga, son las quimeras las que hacen que los hombres y los pueblos sean perdurables.”
Historia del Alcázar – Gregorio Marañón
Congo y yo hicimos una visita concienzuda a todo el edificio, incluido el maravilloso patio interior, donde nos encontramos esta placa y esta estatua.
“A los que mueren por la patria, les recoge la inmortalidad”.
“Si en la pelea veis caer mi caballo y mi estandarte, levantad primero a éste que a mí.”

Degustamos con calma los uniformes, los trajes, las armas, las armaduras, las banderas, las miniaturas, las fotografías, los libros [no podía faltar un ejemplar de “El Quijote”], la Capilla Imperial, el despacho del General Moscardó (1) y todo tipo de curiosidades como la historia de una moto Harley Davidson, cuyo motor utilizaron los asediados para moler trigo y poder así alimentarse (2), o saber de dónde provienen algunas expresiones conocidas como “Verse el plumero”, “Guripa”, “Guiri”, “Tener más mili que Cascorro”, “Los últimos de Filipinas”, “Más se perdió en la guerra”…

¿Sabéis que es lo que me hizo también mucha ilusión? Ver los tres cuadros de Mariano Bertucci [”El interventor”, “La Carga” y “Embarque de las 1ªs tropas en el aeródromo de Tetuán”] con los que cuenta el Museo del Ejército porque, si recordáis, en la lectura de la Trilogía de Esquivias dediqué un par de posts a este pintor, hasta entonces para mí desconocido.
Me llamó la atención una escultura que se titula “No importa”, de Julio González Pola. He encontrado esta información aquí:
Me comentó un guardia de seguridad que para enterarse muy bien de todo lo que pasó en El Alcázar es conveniente ver la película “Sin novedad en el Alcázar”, que se puede encontrar en la red en películas Yonkis.
Antes de celebrar por la noche, en la terraza exterior del Hilton Buenavista, una fiesta ibicenca, hicimos una visita, con copa de vino incluida, al pequeño museo privado que tiene el hotel.
Me encantó ver los tres cuadros que hay de Julio Romero de Torres, que pintó a la mujer morena como nadie: “La Amarantina”, “Celos” y “El baño de la Colegiala”.
Y las obras de Zurbarán, Joaquín Sorolla y Bastida, Zuloaga, Vicente López, Valentín Carderera y Solano, Carlos de Haes, Lucas Villaamil, Juan de Arellano, Escuela Flamenca, Cristóbal Toral y Benjamín Palencia.
También descubrir el realismo mágico onírico de Eduardo Naranjo.


El sábado nos tocó el recorrido en moto por el Parque Nacional de Cabañeros. A donde miráramos había olivares y praderías. Una cierva se nos cruzó por delante de la moto, un poquitín alejada pero lo suficientemente cerca para verla bien. Al pasar por su su lado, al borde de la carretera, intercambió su mirada con las nuestras. ¡Que bonita era!
De regreso a Toledo de la excursión, comimos en el estupendo restaurante exterior del Hotel del Cardenal y nos repusimos del calor soporífero de la mañana. El cochinillo estaba delicioso.
Después de comer nos esperaba una sorpresa pero SÓLO PARA CHICAS: una reunión de tapersex de la tienda erótica toledana Onna, en la que no imagináis como me reí.
Hice fotos pero no me atrevo a ponerlas… je je je. Bueno, venga,va, si insistís…
… Aunque mi imagen de chica seria donde las haya se venga abajo por una tontería de “quítate ese pene negro de plástico de las manos”. Porque no sabéis la aceptación que tuvo el pene de color, todas nos pusimos como locas como si nunca antes hubiésemos visto uno [blanquito]… je je je. Y es que cuando nos reunimos más de tres mujeres… ¡Peligro!
Bromas aparte, la charla fue instructiva, en serio, así que los que tengáis oportunidad, asistid a una porque el saber no ocupa lugar. Yo ya he preparado mi lista de la compra. Algo para mí y algo para Congo; será una sorpresa.
Por la noche tapeamos y “cañeamos” por el centro histórico y después nos fuimos al Cigarral de Caravantes a tomar unos mojitos y unos “juan-tonics”.
Y el domingo vuelta a casa. Con calor y más calor. 40,5º en Rueda, cuando paramos a comer el bocadillo en Casa Lola. ¡Y vestidos de moteros, imaginaos! Llegamos un poco muertos pero sanos y salvos.
Y colorín, colorado, este cuento [un poquitín largo, perdón] se ha acabado.
Y como se me ha quedado un poquitín largo, os voy a librar de mis nuevos posts hasta por lo menos…. por lo menos una semana [Laura y Roberto siguen conociéndose]. Mientras seguiré visitando vuestros blogs.
Sed buenos, no me seáis infieles y si sois infieles, por favor avisarme, para que pueda participar.
¡¡Hasta la próxima!!
(1) Moscardó encabezó la sublevación en Toledo y, ante su fracaso en tomar la ciudad, se hizo fuerte en el Alcázar de Toledo el 22 de julio junto con los oficiales implicados en la sublevación, un corto número de cadetes de la Academia (estaban en periodo vacacional), la mayor parte de los guardias civiles de la provincia y algunos paisanos voluntarios militarizados, junto con sus familias y algunas monjas. El encarnizado asedio, durante el cual se dio el célebre episodio en el que los asediantes amenazaron con matar al hijo del coronel, Luis, si el Alcázar no se rendía (sería asesinado un mes después) duró hasta el 28 de septiembre, cuando tropas nacionales al mando del general Varela ocuparon la ciudad, con el Alcázar prácticamente destruido. El asedio se convirtió en uno de los actos de heroísmo más famosos de la Guerra Civil. Al ser liberados por las fuerzas del general Varela, Moscardó pronunció la siguiente frase: "Mi general, sin novedad en el Alcázar." Por este hecho se le concedió a Moscardó la más alta condecoración española al valor, la Cruz Laureada de San Fernando.

El general director del Museo del Ejército de Toledo, Antonio Izquierdo, muestra el teléfono por el que el general Moscardó, cabeza de las tropas nacionales durante el asedio de los republicanos al Alcázar al inicio de la Guerra Civil, habló con su hijo el 23 de julio de 1936, antes de ser fusilado días después de que Moscardó decidiera unirse desde Toledo a la incipiente rebelión del general Francisco Franco. El despacho del general Moscardó, se ha convertido en uno de los principales atractivos del Museo inaugurado el pasado 19 de julio de 2010 por el Príncipe Felipe de Borbón.
(2) Dado que el golpe de Estado, había sido en periodo vacacional, el economato del Alcázar no tenía casi de nada pero un civil conocía de la existencia de una casa adyacente donde se guardaba trigo propiedad de un banco. Se pidieron voluntarios y por medio de una maniobra de distracción, los enviados se hicieron con un botín de 360 sacos que contenían 28.800 kilos de trigo (80 kilos por saco), que, junto a los 235 caballos y mulos existentes (de los cuales sólo quedaron seis al final), y el agua de los pozos aljibes de la fortaleza sirvieron para alimentar a los 1.200 combatientes y 600 familiares que resistieron en el Alcázar, además de varios rehenes entre los que estaban el Gobernador Civil y su familia. Durante los 68 días que duró el asedio frente a los, aproximadamente, 3.000 efectivos de las fuerzas republicanas. La alimentación era a base de raciones de una especie de potaje hecho con trigo molido por el motor de una moto Harley Davidson salpicado con carne de equino cuando alguno resultaba muerto. Las motocicletas Harley, que modificando sus llantas traseras en poleas movieron durante más de dos meses un molino de trigo.