la foto la hice este fin de semana aquí |
Esta mañana volví a ver a Roberto en una cafetería.
Y estaba gordo.
Cuando me acerqué a saludarlo, sus ojos ya no me parecieron tan azules como entonces. Y su voz tampoco me sonó tan modulada.
Esta mañana volví a ver a Roberto y me pareció un hombre corriente.
¡Y pensar que estuve a puntito de tirármelo aquella noche, a pesar de que estaba casado!
Bueno, la verdad…
La verdad es que él no mostró ningún interés en acostarse conmigo pero el relato queda mucho mejor así, si digo esto. No sé, me siento mejor si me hago pasar por la chica resuelta y abierta que nunca fui.
Pero no, las cosas no fueron así. Y al pan, pan y al vino, vino.
Roberto y yo nos conocimos en una de esas Cenas del Deporte, que organizan en casi cualquier ciudad o pueblo que se precie. Nos presentó una amiga común durante los postres. Y ya no nos despegamos en toda la noche. Del restaurante del hotel pasamos al pub. Y del pub directamente a mi casa.
En mi salita de estar pasamos el resto de la noche. Yo sentada en el sofá y él a mi lado, sentado en el suelo.
Y habló, y habló, y habló hasta las 8 de la mañana, en que lo llevé de vuelta a su casa.
Roberto me contó cosas muy interesantes, y principalmente, que llevaba muchos años engañando a su mujer. Mucho. Me dijo que la engañaba con unas y con otras. Que ella lo sabía y miraba para otra parte. Pero él nunca iba a dejarla porque ella no trabajaba y además, era una mujer muy buena y que tenía siempre la casa muy limpia.
Con el paso de los años, cuando recuerdo este detalle, todavía me sigo quedando tan petrificada como entonces. Porque no me entra en la cabeza que alguien pueda estar con otro alguien, con semejante argumento. Un argumento que no decía mucho a favor de Roberto.
Yo me moriría de pena si me enterase de que alguien está conmigo porque limpio muy bien el polvo, porque plancho muy bien las camisas o porque me sale muy rico el arroz con leche.
No tengo palabras.
Pero Roberto, a pesar de lo que me contó, no era un mal tipo, o sí, vaya usted a saber. Siempre intenté ver a la gente más rosa de lo que era, prefería la imagen que creaba en mi cabeza que la triste realidad. Me hacía menos daño.
Aquella noche que nos conocimos, Roberto me dijo que le gustaba pero que no quería acostarse conmigo, que para eso ya tenía a otras mujeres. Me dijo que le parecía una buena chica y que quería ser simplemente un amigo.
¡Ya estamos otra vez con lo de la buena chica!
¿Pero es que me tuvieron que tocar a mí todos los tipos considerados que no quieren echar una canita al aire a cualquier precio?
Porque no era la primera vez que me pasaba. Ya había oído eso antes. Y también lo volví a oir después de aquella noche [pero esa es otra historia].
¿Y así como iba a convertirme yo en una mujer resulta y abierta? Imposible. Si nadie me daba un empujoncito estaba destinada a ser la misma tonta enamoradiza de siempre.
Y eso es lo que siempre fui, lo que soy y lo que siempre seré. Porque ese empujón nunca llegó.
Por eso, esta mañana, cuando vi a Roberto sentado en la cafetería, recordé con cariño aquella noche, y los cafés y las conversaciones que compartimos.
Sin más.
Porque nunca hubo más.
31 comentarios:
Qué relato, como la vida misma. Con ese fondo triste de la realidad; las cosas pasan una vez y jamás se repiten para arreglarse y acabar en un bonito sueño; no. Eso solo suele suceder en las películas...
Buen post. gracias por traernos un retazo de vida.
Un abrazo.
Y así pasa la vida muchas veces... a punto de llegar a algo que jamás sucede.
Besos.
¡Ay, este Roberto! y la Filomena relatora ni te cuento: es que hay polvos y polvos y hay que saber pasar la aspiradora.
jejejeje
Besos
Me dio risa eso de que no la dejaba porque ella no trabajaba :) Si limpiaba tan bien, bien podría ganarse la vida limpiando para otras casas.
Y disculpame que te diga... con Roberto no pasó nada porque vos no quisiste que pasara ;)
Saludo. Buena semana.
Un poco listo el Roberto, por muy legal que se muestre, pero eso de ir de tan sobrado duele...
Besos :)
¡Vete tu a saber si la mujer de Roberto por muy limpia y aseadita que fuera no le ponía los cuernecitos también muy aseaditos y limpitos que ni se enteraba! Ay, fiáte mulher... Besotes, M.
Jajajaja, muy bueno el comentario de MERCHE.
Eso de que "estuve a puntito de tirármelo aunque la verdad es que él no mostró ningún interés" me suena a uno que yo decía que eramos "medio novios", porque yo quería y él no jajaja.
Besos
Dime de que presume y te diré de que careces.Ese Roberto parece un saquito de patatas presumido
Si Roberto fue capaz de hablar hasta las 8 de la mañana me parece a mí que demasiada labia pero... no sé no sé... tal vez la mitad del éxito que decía tener con las mujeres fuese verdad...
Biquiños.
Jejeej, yo también soy de esa clase de chicas. Bueno, las cosas no suceden porque no tienen que suceder. Biquiños
Me encanta tu relato y dicho esto que es lo más importante, pienso si el tal Roberto no sería un "fantasmita". A algunos hombres les pasa mucho, suelen presumir de lo que carecen. Igual sólo le ponía los cuernos a su mujer con el cerebro o como buena limpiadora que según él era, no le había dejado una mota de polvo encima.
Bicos
La eterna pregunta que ha de responder el infiel es qué hace su pareja mientras se supone que está siendo engañada.
Este relato -sea real o ficción- exuda tristeza, Aldabra. Has logrado una gran construcción del personaje de Roberto. Un infeliz que se cree listo.
Un abrazo,
Realmente Roberto sólo engañaba a una persona, a si mismo, y esa energía fue lo que apagó su mirada...
La protagonista no fue la otra, simplemente porque no quería ser una de las otras, otro rollo, ella no es así, y cuando no lo eres no sale y te vuelves amiga hasta del tipo más crápula de la ciudad.
Por cierto, no logro localizarlo, pero este me suena a otro relato que leí por aquí, de otra chica que quería pero no pudo, creo recordar que él también era casado...
Abrazos
Buenas noches, Aldabra:
Nunca he soportado a ese tipo de hombres como Roberto, y no les he concedido ni un minuto de escucha. Menos aún, un minuto a solas.
Nadie sabe lo que existe realmente entre una pareja, ni lo que les une. No ocurrió nada, porque mientras hablaba estaba ‘pasando revista’ y haciendo comparaciones.
Cuando va a las casas de las féminas que lo invitan seguro que -cuando no le ven- pasa un dedo por el borde de los muebles, y hasta ahora parece que ‘las candidatas’ no han superado la prueba del algodón. Qué ocurriría si se enterara que en su casa no limpia su mujer, y que desde hace años se encargan de esos menesteres dos mayordomos ...
¿Roberto, seguirá con las mismas costumbres?.
¿Se conocían entre ellas, la enterada y la oportunista?
Abrazos.
Un relato muy real. Se va desarrollando en una atmósfera sencilla, como la vida misma.
Yo no le concedí demasiada importancia a Roberto y sí a la protogonista, que me gusta mucho más.
Gracias a estas experiencias ella ha crecido en la vida y ha sabido encontrar su camino, que aunque no lo cuentas seguro que es así.
ya estoy yo imaginando más de la cuenta....
bicos enamoradizos.
Mi soltería hunde sus cimientos en la posibilidad de casarme con uno así.
Esos ojos debieron ser de un azul hipnotizador. Te hipnotizó.
Biquiños
Pues menuda razón de peso para estar con alguien! Que fuerte me parece a mi también! Y ella eso de llevar toda la vida con un hombre que le ponía los cuernos, saberlo y no hacer nada, pues una de dos, o además de limpia era un poco tonta, o a ella le daba igual y echaba por ahí sus canitas al aire... XD
Hay amores y relaciones de muchos tipos, pero la de Rober es un poco rara. Yo no apostaría ni un duro por ella. Si con fidelidad, la relación continuada es difícil, te puedes imaginar cómo será si andan los viquingos de por medio. Si lo haces, que la otra persona merezca la pena de verdad y que no se entere nadie.
Un abrazo.
Es difícil construir un relato de !"nada"
...
aunque la mayor parte de nuestra vida, está construída por días en los que no ocurrió "nada"
:-)
Mira: mejor. No me gusta Roberto, no tanto por lo de su mujer. Lo que me ha repatado de él es que nos se quería acostar contigo porque eras una buena chica ¿qué pasa? ?las chicas buenas no follan?, ¿no sienten y disfrutan de su sexualidad?
Venga ya, dinosaurio!
Creo que el Roberto del relato es un infeliz. Este tipo de hombre no me gustan y además me aburren.
No se le puede hablar a una mujer de otra mujer a la que se está engañando y menos si se tiene la intención de ligar.
Para mí, que su mujer haría bien dejando de hacerle de mamá y dejándolo sólo con su inmadurez.
Un relato como la vida misma.
Besos,
Quizá por eso el recuerdo es más amable... o no, ¿quién sabe? Nunca entenderé a las mujeres que esperan que sea el hombre el que dé el primer paso...
Besos.
El amor tiene tantas caras como personas, Roberto es una entre millones. Y la mayoría inexplicables.
Besos
A mi me parece que por el mundo adelante, hay más Robertos y más mujeres de Robertos, de lo que nosotros pensamos, pero en fin ... !!cada loco con su tema!!.
Por otra parte, yo me preocuparía un poco con eso de no comerme una rosca,porque hay cada fea por ahí con cada tío buenooooo....que es cosa de pensárselo :)
Biquiños
pero al menos hubo algo...
las cosas no son siempre como queremos..
interesante conclusion atu vivencia....
Un abrazo...¡¡¡
Déjame que te cuente
www.dejamequetecuente.net
La resolución de las mujeres, vaya dilema. Y a Roberto, que nadie le dijo que hay una gran diferencia en tre el término "esposa" y el de "mucama". Como siempre Aldabra, un escrito que atrapa el interés. Un abrazo
Y que cosas... mis canas siempre se quedan en el aire, jamás suelen ateerizar en un lecho (y no espor falta de ganas). Creo que un día escribirí algo a partir de esto.
No hubo más, ni era necesario.
Hay mujeres abiertas y hay mujeres tímidas. Y lo más bonito de las mujeres es que podemos convertirnos en la que queramos cuando queramos.
Quizá tú misma te deberías haber dado ese empujón, pero entonces quizá ya no serías tú.
Un beso, Aldabra.
En cuestiones de pareja resulta difícil opinar, la realidad suele ser siempre compleja...
Un abrazo, Aldabra
Me atrapó tu entrada. Historias de la vida. Un Roberto más .
Un biquiño
Roberto no engañaba a nadie. Su mujer lo sabía y lo consentía. Quizá a ella también le interesaba el tipo de vida que llevaban.
Hay muchas relaciones así, que funcionan por puro interés, sin ningún tipo de amor. Y historias de amor que fracasan porque no existe ningún otro tipo de interés.
El problema de Roberto, para mí, es la mentira compulsiva. Miente a los demás (aunque ellos sepan la verdad) y lo que es peor, se miente a sí mismo.
Besos.
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