
Diálogo 32 - El profesor
Sucesión de correos electrónicos- Verás estoy haciendo una encuesta sobre sexo entre mis alumnas para un trabajo de estadística de la Facultad, ¿te gustaría participar?
- No sé qué decirte. Ya sé que somos algo más que alumna y profesor porque te has portado muy bien conmigo pero... en realidad me pillas por sorpresa. Hablar de ese tipo de cosas cuesta un poco. Podría intentarlo. No sé, dispara.
- Recuerda que la encuesta es a través del correo electrónico. Quizá así te dé menos vergüenza.
- Ya, ya... pero luego cuando te vea por los pasillos estaré pensando: tierra trágame.
- No merecería la pena, se perdería el mundo una mujer excepcional.
- No me adules que no me lo trago. Me estás dorando la píldora para que empiece a hablar.
- Bueno, si lo prefieres podríamos quedar este viernes. Tal vez con una copa delante te sientas más cómoda.
- ¿Es una proposición indecente?
- ¿Qué he dicho yo indecente, pequeña? Ya sé que eres una chica muy buena y muy tímida.
- Tampoco hay que pasarse. Ni tan buena, ni tan tímida. ¿Estás de cachondeo?
- Estoy hablando en serio; jamás te haría una proposición de ese tipo.
- Hombre, muchas gracias, me siento más segura... pero sólo una duda ¿es que no te gusto?.
- Gustar... gustar... si he de ser sincero... No te lo diré, te escandalizarías.
- ¿En qué quedamos?. Soy mayor para hablar de sexo y ahora resulta que me voy a escandalizar por algo que quieres decirme... No te líes.
- Es que no sé cómo empezar
- Por el principio, hombre...
- De acuerdo. Pasemos a la encuesta
- ¿Sabes que eres un idiota y que me estoy cabreando? O me lo dices de inmediato o no hay trato y te quedas sin mis contestaciones para tu jodida encuesta
- Pues es verdad que te estás cabreando. Me pone mucho ver a las mujeres así, que parece que se van a comer el mundo con patatas y luego...
- Anda, ¡conque tenemos un pequeño machista! Pues no tenías pinta, ya ves. ¡Como engañes igual en todo!.
- ¿En qué habría de engañar?
- Hombre, es un decir. No te lo tomes al pié de la letra. A mi no tienes ni que engañarme, ni dejarme de engañar. Yo no pienso en ti. Tengo cosas más importantes en las que pensar, por supuesto.
- Por supuesto, no esperaba menos de una chica lista como tú.
- ¿Pero es que te estás quedando conmigo, mi querido profesor?
- No por Dios... Bueno, ¿empezamos o qué?
- ¿Sabes qué te digo?. Que ya estoy cansada y todavía no has hecho la primera pregunta.
- Si quieres lo dejamos para el viernes, así tendrás el sábado para descansar y no te sentirás presionada pensando en el despertador de mañana. Tal vez sea eso.
- Mira, Gonzalo... si quieres tomarme el pelo... te advierto, se me está poniendo un humor de perros.
- Vale, recibido. Venga, pregunta número 1: ¿A ti qué te gusta más: hacer el amor o que te lo hagan?
- Pues no sé que responderte... depende de muchas cosas.
- Sí que estamos bien, la primera pregunta y ya empezamos con los “dependes”. Si no te atreves a responder me lo dices y asunto concluído.
- Oye, que yo no soy ninguna estrecha, entiendes... que me he acostado con un montón de tíos... para que te enteres... y todos estaban muy buenos... y hacían el amor de película...
- Vamos, que no te lo crees ni tú. Me has soltado todo ese rollo con tal de no contestar. Eres capaz de inventarte una novela por entregas para salir del paso.
- Pues mira, te lo voy a decir. A mí me gusta más... ¡ay, es que me acabo de acordar que tenía que haber llamado por teléfono a una amiga hace media hora!. Me va a matar... ¡Mierda!.
- Bueno, increíble, como en el chiste... están haciendo el amor el marido y la mujer y cuando van por lo mejor (supuestamente) va la mujer y dice: ¡ay, cariño, recuérdame que mañana ponga la bombona de butano fuera!... Eres el colmo del escaqueo.
- Pues, sabes que te digo... te lo voy a decir, sí... así que atento a la pantallita y agárrate a la silla no vaya ser que te caigas... como ya estás un poco mayor.
- Mayor es poco... me estoy volviendo anciano esperando por ti, pequeña.
- No me llames pequeña otra vez. Es la segunda vez que me lo llamas. Me he dado cuenta. Es más, puedo oír tu retintín al decirlo ¿a qué sí?.
- Entonces que, ¿quedamos para el sábado o me contestas ahora?... Señoras y señores... es su última oportunidad... jueguen... compren el último cartón que el bingo va a empezar... hay mucho dinero en juego.
- Pero ¿estás tonto? ¿eso a qué viene? ¿te ríes de mí?...
- Es que me están saliendo canas, te lo juro. Creo que no tengo nada que hacer contigo.
- ¿Hacer de que, Gonzalo?
- De la entrevista, mujer, de qué va a ser. Deja de ser susceptible conmigo... no soy ningún violador, ni nada semejante...
- Ya lo sé, no te pongas así... es que tengo que confesarte que me siento un poco rara hablando contigo de ciertas cosas. Eres mi profesor y yo tu alumna aunque nos llevemos genial.
- Me pareces una tía estupenda por eso me atreví a intentarlo contigo... tampoco nos llevamos tantos años. Y además no hay ninguna ley que prohíba que un profesor tire los tejos a una mujer que le gusta... y debo añadir que mucho.
- ¿Te has inventado todo para decirme que te gusto?. Que complicado. Con lo fácil que hubiera sido decirme: “Ana, me gustas mucho”
- Y si te lo hubiese dicho así... ¿tú qué me hubieras contestado?..
- Si me lo hubieras preguntado, cosa que no has hecho... yo te hubiera dicho... “Hombre, Gonzalo, ya era hora de que me lo dijeras”
- Anda, la presumida.
- ¿Te crees que no veo que me comes con los ojos cuando estamos en clase?... ¿Tenía yo razón al decir que ni tan tímida ni tan buena?...
- ¿Qué tiene que ver la sinceridad con el resto de cosas? Es verdad que te como con los ojos y con algo más también... ¿Sabes que me muero por besar tu boca?
- Bueno, bueno... lo que hay que oír a estas horas de la noche... es que me voy a desvelar y mañana voy a tener una cara que no querrás verme ni de lejos.
- ¿Sabes que lo dudo?.
- ¿Qué tal si empezamos de nuevo con la encuesta? Creo que me gusta más ese tema..
- ¿Es que no te gusta lo que te he dicho?
- Me asustas. Me pareces un hombre muy, muy peligroso... estoy del otro lado y oigo a las otras alumnas como hablan de ti...
- ¿Me lo vas a contar o tendré que adivinarlo?.
- No te lo podrías creer... te aseguro que al lado de algunas soy Teresa de Calcuta...
- Entonces, prefiero no saberlo... me conformo con saber todo lo que pienses tú... ¿Aceptas mi invitación del viernes?
- ¿En tu casa o en la mía?
- Yo es que había pensado en ir al cine a ver una peli de miedo... para que te agarrases muy fuerte a mí... porque estoy seguro de que te dan miedo las pelis de miedo... Bueno, son muchos miedos para una sola peli pero...
- Yo es que había pensado en prepararte una cena romántica a la luz de las velas... tengo un vestido negro estupendo que todavía no he estrenado... es ajustado, cuello de pico extralargo... abertura por detrás... hasta me pondría los zapatos de tacón por tratarse de tí... y pondría champán a enfriar en la nevera... y tú vendrías a llamar a mi puerta con un ramo de flores silvestres... es con lo que soñamos muchas mujeres... en el CD sonaría música de Frank Sinatra y tú me sacarías a bailar...
- No sigas que ya me veo venir... tengo que decirte que no creo que acabemos la canción... creo que no voy a contenerme y voy a empezar a bajarte la cremallera mientras te beso en el cuello...
FINAL 1:
- ¡Uy!... este ordenador está empezando a echar humo... tengo que dejarte. Mañana nos vemos... Por cierto, cariño... me ha gustado... realmente me has sorprendido... Le daré un beso a los niños de tu parte antes de irme a la cama... y otro para ti también. Te quiero y te echo de menos. Me gustaría mucho que estuvieras aquí... y lo del vestido tenemos que probarlo, en serio... ¿qué tal este sábado?... pueden quedar los niños con mis padres... ¿te gustaría?... Me encantaría hacerte el amor, Gonzalo, me han entrado unas ganas terribles.
- Mañana ya estaré de vuelta, ten un poquito de paciencia. Te quiero mucho, Ana.
FINAL 2:
Dos meses después ellos siguen siendo profesor y alumna pero se han hecho pareja... han iniciado una relación de la que no se sabe que saldrá... ¿pero quién lo sabe?
Ella está en casa de Gonzalo.
- Gonzalo ¿me vas a decir qué preguntas vas a poner en el examen del miércoles? (susurrándole al oído e intentado desabrocharle el pantalón al mismo tiempo).
-Ana, no seas niña... sabes que no te lo voy a decir... no puedo... no sería ético... compréndelo.
- Anda, no seas malo... (la cremallera del pantalón se ha bajado como por arte de magia y Ana sigue su camino como una locomotora).
- Ana, voy a enfadarme. No utilices juegos sucios para conseguir tus perversos propósitos.
- ¿Sabes una cosa? ( el miembro de Gonzalo ya está en su mano)... me encanta cuando te pones duro conmigo... me pone mucho… y en realidad quiero decirte que sólo te estaba probando... yo no quiero saber el examen... no lo necesito. Sabes que soy una chica muy muy responsable y muy buena estudiante.
- Ana... me vuelves loco... me gustas mucho (le dice Gonzalo susurrándole al oído)... vayámonos a la cama.
- Lo que usted diga “profe”.
Después de hacer el amor:
- Por cierto... Gonzalo... ¿qué nota crees que merezco?
- ¿Todavía me lo preguntas?... Matrícula de honor – le dice Gonzalo sonriendo y comenzando a hacerle cosquillas por la espalda.
Los dos se partieron de risa.