ilustración de lola roig
Antecedentes
Jaime es Jefe de Marta, bueno era, porque en un día ya se va a otra ciudad, a su lugar de residencia, a otro puesto de trabajo dentro de la misma empresa. Y era Jefe directo, aunque no trabajaron nunca en el mismo edificio de oficinas. Básicamente su amistad/”lo que sea” se forjó a base de llamadas telefónicas en horas de trabajo y algunas nocturnas, las noches en que Jaime estaba de guardia.
En realidad, para Marta “lo que sea” es amor. Después de su dura separación, hace ya dos años, Jaime ha sido el primer hombre por el que ha empezado a sentir algo profundo, todo un logro si tenemos en cuenta que Marta ya pensaba, que su corazón se había convertido en un desierto y que jamás iba a ser capaz de sentir nada por nadie. Así que Jaime ha sido un milagro. Y cada vez que la llama y escucha su voz, le baila un gusano en la tripa.
Y Jaime… No quiere reconocerlo pero Marta le gusta. Le gusta mucho. Piensa en ella más de lo que le gustaría y se imagina cosas, escenas… algunas muy tórridas. En realidad la quiere y la desea pero no puede ir a más, sería del todo inconveniente. Jaime está casado, bien casado, y jamás se separará, es de convicciones típicas tópicas.
Marta está en su casa, sola, sentada en el borde de la cama, hablando desde el teléfono que tiene en la mesita de noche. Y Jaime está llamándola desde una cabina situada en el puerto, cerca del hostal donde pasa los días laborables.
Es diciembre. La noche está fría y silenciosa en esos momentos. Todo parece en suspenso.
Escena 1: El teléfono
(…)
¿Cuándo te marchas?
Mañana por la mañana.
Me gustaría verte antes de que te fueras.
Pensaba quedar hoy contigo pero se me ha hecho tarde. Ahora en diez minutos quedé a cenar con unos compañeros y a primera hora cojo carretera.
Estarás deseando irte.
Sí y no.
¿Por qué no me has llamado antes?
Es que anduve muy liado.
No te creo, una llamada son dos minutos. Creo que lo has hecho aposta.
No seas mala.
¿Por qué no te pasas después de la cena?
Es que igual terminamos un poco tarde… y…
A mí no me importa, te esperaré.
Mañana tienes que madrugar.
Te has colado. Mañana me pedí el día. Pasado mañana es mi cumpleaños, ya sabes, 31 de diciembre y tengo que hacer algunos recados.
En realidad, creo que no es una buena idea, ¿no crees, Marta?
A mí me gustaría verte, ya te lo he dicho antes.
Vale, está bien, después de cenar me paso y me invitas a una infusión.
Hecho. ¿Sabrás llegar?
Sí, me lo explicaste muy bien aquel día que pensaba ir a tu casa y que al final no pudo ser.
No me lo recuerdes, anda.
Bueno, pues hasta después.
Vale. Te espero. Y no me llames para poner una disculpita.
Ok.
Escena 2: La casa
Lo siento, no he podido venir antes. Ya te dije que se iba a hacer tarde.
Pasa, no te quedes en la puerta. Y deja de decir tontadas.
A sus órdenes, señorita autoritaria… Ay, perdón, que tú no eres autoritaria, que tú eres republicana.
Creo que no te voy a preparar ni una triste manzanilla.
Y harías bien. En realidad no deberías haber insistido para que viniera.
¿Ya estamos otra vez?... Ven, que te voy a enseñar mi casa.
Me la he imaginado muchas veces por tus comentarios.
¿Pues a ver si la has imaginado como es?
Sí, me la imaginaba así, rústica, como tú, y muy acogedora.
¿Rústica? Ya me explicarás eso mientras tomamos la infusión.
De acuerdo.
Y espero que me quede claro porque si no…
Estás muy guapa.
Anda ya… ¿Así con este chándal de trapillo de andar por casa?
Te veo guapa, en serio. Me gusta verte así en tu ambiente.
Me vas a poner colorada, no seas tonto.
Está bien, estaré calladito.
Ven, vamos a la cocina que voy a preparar las infusiones. ¿No te apetece mejor otra cosa? Tengo algún licor casero, whisky…
No, una infusión me va bien. ¿Tienes menta poleo?
Me olvidaba que eres el chico poleo por excelencia.
Menos burlas, no vayas de guasona.
En realidad es que estoy muy nerviosa, tengo que confesártelo, se me hace raro verte aquí.
¿Te cuento un secreto?
Suelta.
Yo también estoy un poco nervioso.
¡Anda ya! Tú eres un hombre de mundo.
Sí pero eso no tiene nada que ver.
Tiene que ver y mucho.
Sí tú lo dices, no voy a discutir ahora.
Ven, ya están las infus, vamos a sentarnos un poco a la salita.
¿Te vas a sentar a mi lado?
¿No debería hacerlo?
Claro que sí, hueles muy bien.
Sí, eso sí, al menos a mí me gusta mucho este olor a cítricos.
Escena 3: En el sofá
Me gustaría besarte
¿Y por qué no lo haces?
No sé si puedo.
Sabes de sobra que puedes. Ya te he dicho más de una vez que…
Chistt… Besas muy dulce, Marta… Creo que…
Ahora soy yo la que te digo Chistt…
Que suaves son tus pechos… y tu espalda… Creo que…
No hables, Jaime, sigue, por favor… Ya sé que mañana te vas y que no va a pasar nada más que esta noche entre nosotros… Quiero que...
Creo que no puedo, Marta. No puedo.
¿Por qué?
Tengo miedo. Tengo miedo por ti. Y por mí. Es mejor que me vaya.
No voy a pedirte, ni rogarte, ni ponerme a llorar,… si quieres irte…
Es lo mejor. No quiero irme pero no quiero hacerte daño. Creo que ya has sufrido bastante, no quiero ser uno más a añadir a tu lista.
Nunca serás eso para mí y lo sabes.
De todos modos es tarde.
Está bien.
Escena 4: La despedida
Prométeme que no te enfadarás conmigo.
¿Cómo podría? Yo…
No lo digas.
Está bien.
Quiero que me prometas una cosa.
No sé si podré.
Sí que podrás. Y sé que si me lo prometes cumplirás tu palabra.
¿Qué tengo que prometerte?
Que te vas a cuidar. Prométeme que siempre vas a cuidarte, Marta, y a quererte.
Sabes que me va a resultar difícil.
Me lo has prometido.
Lo intentaré.
Con eso tengo bastante.
Dame el último beso.
Escena 5: La puerta
Jaime se va.
Marta detrás de la puerta, de pie, oye como baja por las escaleras.
Cuando siente el golpe seco del portal se sienta en el suelo y se pone a llorar. Está triste y contenta al mismo tiempo.
Se repone después de unos minutos y se levanta. Empieza a apagar las luces y se dispone a irse a la cama.
Sabe que tardará mucho en volver a ver a Jaime, tal vez años. Tal vez no lo vuelva a ver nunca más. Tal vez ni siquiera sigan en contacto. Ella no podrá llamarle a su casa. Y además, tal vez él quiera olvidarla.
Pase lo que pase, Marta siempre tendrá el beso de despedida y los otros besos soñados. Y su renuncia porque sabe que ese fue su regalo de despedida.
Y así es como lo recordará siempre.
Esta canción me recuerda a The Carpenters que tanto escuché de joven,
21 comentarios:
Pobre Marta.
Lo va a pasar mal.
Besos.
Ahora mismo tengo un nudo en el pecho.
¡Qué jodido es a veces ese "lo que sea"!
Pero bueno... Si nos ponemos a sacar la parte positiva de esta historia, podría decir que al menos a Marta le ha servido para ver que puede volver a sentir y darse cuenta de que su corazón sigue vivo.
Algo es algo.
Un beso, ALDABRA.
PD: Me han encantado esos enlaces entre el relato. Muy acordes con el texto.
¡Es la vida!...suele ocurrir, en un momento determinado hay que saber renunciar, pero es duro...bss
Aún que parezca muy cruel, Jaime ha sido racional. Mejor ahora un dolor pequeño, que no luego uno el doble de grande...
Que bonita historia.
Un beso
Life! Como decían en Irlanda :)
Feliz día de Reyes!!
En este momento, casi me sirve cualquier tipo de música (bueno, casi)
Biquiñosss
QUÉ MAL LO VA A PASAR.
uN BESO
¿está casado o solamente es un cobarde?
besicos
Espero que los Magos te hayan traido muchas, muchas cosas.
Bicos
pues yo no creo que al hombre de la historia marta le gustase mucho.
[Alimentaría esa relación porque le gustaría sentirse importante, querido, interesante (a nadie le amarga un dulce) y es fácil dejarse querer por una mujer de carácter amable, dulce, poco problemática...
Los casados acostumbran a ampararse precisamente en eso, en estar casados, como magnífica excusa para no hacer lo que realmente no quieren hacer.
Y despue´s de esa reflexión del tres al cuarto, respecto a tu relato, me parece que en pocas líneas, y con un diálogo aparentemente tonto, has sabido hacer un retrato de los personajes muy bueno.
Pues a mi no me convencen, son los miedos de los dos los que no les han permitido sentir por una noche algo real entre ambos, pues nada, que se queden con sus recuerdos...de eso que no pasó.
Un relato con un ritmo y unas carencias muy buenas.
A nadie que le pase, lo peor es que estas cosas pasan y el dolor se reparte entre más de dos afectados.
El amante al final siempre es segundo plato por la cobardía de no romper con la relación establecida, vale la pena no ser amantes en este caso.
FELIZ 2012.
Biquiños
Donde tengas la olla no metas la...
Biquiños, Aldabra.
Esta Marta siempre se quedará "con la miel en los labios". Quizá sea mejor así o quizá no ¿ quién sabe?
Besos
Luz
Un final a la antigua usanza, lleno de nostalgia.
A buena hora se acordó Jaime de "le podía hacer daño" a Martha. Mas daño le hace sin despedirse en forma, con una buena conversación y etc. y no así de forma tan cobarde.
Libertad Lamarque, el gustaba a mi abuela materna.
Y Rumer, se me parece aún más a Blackmore´s Night.
Pobre la chica Carpenter, pensar que murió por anorexia....
Un beso
Uf, qué sensación más agridulce se te queda después de leer. Y ¿qué quedará después? Lo amargo, ¿o lo dulce?
Me encantan tus diálogos, ya lo sabes.
Besos.
Historias posibles e imposibles...
É bastante frustrante ter o ceo na man e, ao mesmo tempo, ver como se vai indo. Pero sempre queda ese remol que deixa un bico de despedida.
Que ben o pintaches, miña!
Bicos.
Dame pena Marta...
Pero ben é verdade que máis vale unha retirada a tempo que despois ter que lamentalo...
De todos os xeitos non sei porqué sempre as cousas prohibidas son as mellores,será porque nos fan soñar...
porque dende logo cando temos nas nosas mans controladiño todo,como que perde un chisquiño de gracia ¿ou non...?
Un biquiño dende o Canto da Lúa.
Desde el Canto de la Lúna agradecerte el paso por mi pequeño espacio.
Me quedo por aquí si no te importa y te llevo conmigo a mis pequeños universos...
Un abrazo.
Tengo algunas despedidas así, pero yo era Marta.
Besos.
sniff¡¡
así es la vida.
por cierto feliz 2012
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