A mi no me gusta levantarme a las seis y media de la mañana. Los señores de la noche todavía no acabaron de poner las calles y está todo oscuro.
Hoy, por ejemplo.
Cuando sonó el despertador estaba soñando con un hombre que tiene un bar cerca de donde yo vivo y que no me gusta nada. ¡Estaba masajeándome la espalda! ¡Que pesadilla! Preferiría morirme de dolor a que ese hombre me pusiera las manos encima.
Apago el despertador, enciendo la luz de la mesilla y agarro el teléfono móvil que sonará en breves instantes. Lo meto debajo de la almohada. Y sigo tratando de volver a la realidad. Noto que mi cuerpo es como un bloque de cemento, que las persianas de mis ojos están cerradas a cal y canto y que no quiero empezar un nuevo día.
Hoy quiero, por ejemplo, que el tiempo se olvide de que existo. No quiero vivir en la vida que me ha tocado. Me siento deprimida. Triste.
Suena la alarma del móvil. Sigo dolorida. Me pongo a pensar. Recuerdo la llamada que tuve antes de dormirme. Y el cabreo. Odio los móviles que nunca funcionan a derechas cuando uno quiere. Porque ayer tenía ganas de escuchar a alguien. De hablar, no. Sólo escuchar como alguien me cuenta cosas. Sentir como esa voz penetra por mis sentidos y me calma como si de un bálsamo se tratase. Pero ayer no tuve suerte. Lo único que conseguí fue cabrearme. Y que mi sueño que estaba cerca, empezando a florecer, desapareciese como por arte de magia. Estuve por levantarme pero no se me perdía nada fuera. ¿Qué iba a hacer? ¿Comer gominolas? ¿Calcetar? ¿Una infusión relajante? Mejor intentar dormir contando ovejitas o rinocerontes.
En mañanas así es cuando se echa de menos a alguien en la cama. Porque a mi me gustaría, en verdad, despertarme sintiendo un poco lejano el sonido del despertador en la otra mesilla. Y oir una voz masculina agradable y cariñosa que me dijese al oído: “Pequeña, despiértate. Es la hora”. Me daría la vuelta y lo abrazaría. ¿Quién sabe?, incluso, alguna mañana podríamos hacer el amor. Tengo vagos recuerdos de alguna vez que lo hice al amanecer. De eso hace ya millones de años. Ahora no lo hago ni por la mañana, ni al mediodía, ni por la tarde, ni por la noche. Y eso me pone triste. No todos los días. Pero hoy sí, por ejemplo. Porque la primavera se acerca. Es el estallido del color. Hace sol. Empiezan las temperaturas suaves tirando a calurosas. Y yo estoy sola.
Y todavía queda la ardua tarea de ¿Hoy que me pongo?
Normalmente elijo la ropa de víspera. Mientras me ducho antes de irme a la cama o en los instantes previos al sueño. Pero ayer estaba tan cansada que no tenía la cabeza para nada. Así que hoy pensé en algo socorrido y cómodo. Mi vaquero negro y mi super camiseta de escote de pico roja de dibujos. Además tengo que rentabilizar las sesiones de solarium. Quiero que mis compas vean como avanza mi moreno a pasos agigantados. Claro que estoy por asegurar que en vez de mirar mi tímido escote lo que estarán mirando cuando hablen conmigo será la cara de la chica que tengo estampada en la camiseta que coincide justo encima de uno de mis pechos. Ahora ya me he acostumbrado a ese tipo de miradas y como hay confianza ya puedo decirles abiertamente Oye, haz el favor de no mirar a… No es necesario que diga el resto. A lo que el de turno añade ¡Es que estás tan buena! Y yo respondo, altiva, ¿Si no estuvieras casado dirías lo mismo? Porque claro es muy facil tirar los trastos a diestro y siniestro cuando no se tiene nada que perder ¿verdad? Y el de turno responde Tienes razón. Y yo me pregunto ¿Por qué tiene que haber tantos hombres casados y comprometidos? Hasta mi exmarido se casará de nuevo este año. Estoy muy contenta. En serio. Creo que al fin va a tener lo que se merece porque en estos nueve años que llevamos separados se ha dedicado por entero a demostrarme que es un “cabrón”. Pero ese es otro tema.
Sigamos con el arreglo personal una vez solucionada la ropa que poner. Como no estoy de humor no restauraré mi cara. Sencillamente, me pinto la raya del ojo. Negra. Y maquillo los labios. Al llegar al trabajo mis más allegados bucearán en mi mirada para ver si es que no me pinté porque estoy todavía dormida o porque estoy de humor triste. Hay días que se lo toman como una razón de estado. Lo averiguan enseguida. Hay uno que hasta descubre si me cambio de colonia. Y yo me digo: ¡Que pena!, tanto que me quieren y yo sólo puedo mirarlos con ojos de compañera. En el fondo son buenos “amigos”.
Y así vestida, peinada, con mis calcetines de listas preferidos, calzada con los botines rojos y ya con el anorak puesto, doy un par de besos de buenos días a mi hija y salgo de casa dispuesta a que el mundo me dé otro pequeño mordisco.
Porque hoy, por ejemplo, no estoy para nadie
Hoy, por ejemplo.
Cuando sonó el despertador estaba soñando con un hombre que tiene un bar cerca de donde yo vivo y que no me gusta nada. ¡Estaba masajeándome la espalda! ¡Que pesadilla! Preferiría morirme de dolor a que ese hombre me pusiera las manos encima.
Apago el despertador, enciendo la luz de la mesilla y agarro el teléfono móvil que sonará en breves instantes. Lo meto debajo de la almohada. Y sigo tratando de volver a la realidad. Noto que mi cuerpo es como un bloque de cemento, que las persianas de mis ojos están cerradas a cal y canto y que no quiero empezar un nuevo día.
Hoy quiero, por ejemplo, que el tiempo se olvide de que existo. No quiero vivir en la vida que me ha tocado. Me siento deprimida. Triste.
Suena la alarma del móvil. Sigo dolorida. Me pongo a pensar. Recuerdo la llamada que tuve antes de dormirme. Y el cabreo. Odio los móviles que nunca funcionan a derechas cuando uno quiere. Porque ayer tenía ganas de escuchar a alguien. De hablar, no. Sólo escuchar como alguien me cuenta cosas. Sentir como esa voz penetra por mis sentidos y me calma como si de un bálsamo se tratase. Pero ayer no tuve suerte. Lo único que conseguí fue cabrearme. Y que mi sueño que estaba cerca, empezando a florecer, desapareciese como por arte de magia. Estuve por levantarme pero no se me perdía nada fuera. ¿Qué iba a hacer? ¿Comer gominolas? ¿Calcetar? ¿Una infusión relajante? Mejor intentar dormir contando ovejitas o rinocerontes.
En mañanas así es cuando se echa de menos a alguien en la cama. Porque a mi me gustaría, en verdad, despertarme sintiendo un poco lejano el sonido del despertador en la otra mesilla. Y oir una voz masculina agradable y cariñosa que me dijese al oído: “Pequeña, despiértate. Es la hora”. Me daría la vuelta y lo abrazaría. ¿Quién sabe?, incluso, alguna mañana podríamos hacer el amor. Tengo vagos recuerdos de alguna vez que lo hice al amanecer. De eso hace ya millones de años. Ahora no lo hago ni por la mañana, ni al mediodía, ni por la tarde, ni por la noche. Y eso me pone triste. No todos los días. Pero hoy sí, por ejemplo. Porque la primavera se acerca. Es el estallido del color. Hace sol. Empiezan las temperaturas suaves tirando a calurosas. Y yo estoy sola.
Y todavía queda la ardua tarea de ¿Hoy que me pongo?
Normalmente elijo la ropa de víspera. Mientras me ducho antes de irme a la cama o en los instantes previos al sueño. Pero ayer estaba tan cansada que no tenía la cabeza para nada. Así que hoy pensé en algo socorrido y cómodo. Mi vaquero negro y mi super camiseta de escote de pico roja de dibujos. Además tengo que rentabilizar las sesiones de solarium. Quiero que mis compas vean como avanza mi moreno a pasos agigantados. Claro que estoy por asegurar que en vez de mirar mi tímido escote lo que estarán mirando cuando hablen conmigo será la cara de la chica que tengo estampada en la camiseta que coincide justo encima de uno de mis pechos. Ahora ya me he acostumbrado a ese tipo de miradas y como hay confianza ya puedo decirles abiertamente Oye, haz el favor de no mirar a… No es necesario que diga el resto. A lo que el de turno añade ¡Es que estás tan buena! Y yo respondo, altiva, ¿Si no estuvieras casado dirías lo mismo? Porque claro es muy facil tirar los trastos a diestro y siniestro cuando no se tiene nada que perder ¿verdad? Y el de turno responde Tienes razón. Y yo me pregunto ¿Por qué tiene que haber tantos hombres casados y comprometidos? Hasta mi exmarido se casará de nuevo este año. Estoy muy contenta. En serio. Creo que al fin va a tener lo que se merece porque en estos nueve años que llevamos separados se ha dedicado por entero a demostrarme que es un “cabrón”. Pero ese es otro tema.
Sigamos con el arreglo personal una vez solucionada la ropa que poner. Como no estoy de humor no restauraré mi cara. Sencillamente, me pinto la raya del ojo. Negra. Y maquillo los labios. Al llegar al trabajo mis más allegados bucearán en mi mirada para ver si es que no me pinté porque estoy todavía dormida o porque estoy de humor triste. Hay días que se lo toman como una razón de estado. Lo averiguan enseguida. Hay uno que hasta descubre si me cambio de colonia. Y yo me digo: ¡Que pena!, tanto que me quieren y yo sólo puedo mirarlos con ojos de compañera. En el fondo son buenos “amigos”.
Y así vestida, peinada, con mis calcetines de listas preferidos, calzada con los botines rojos y ya con el anorak puesto, doy un par de besos de buenos días a mi hija y salgo de casa dispuesta a que el mundo me dé otro pequeño mordisco.
Porque hoy, por ejemplo, no estoy para nadie
15 comentarios:
bueno, no es para tanto... seguro que si tu personaje piensa en toda la gente que la quiere... y se toma un cafetito bien cargado, a lo mejor le cambia el humor, porque seguro que sabe que no solamente la quieren por el gotelé, si no también por la buena energía que irradia a su alrededor... Seguro, seguro que, por muy mal que se encuentre, siempre huele a flores... y no por el perfume precisamente.
Que tú lo sabes.
(ay!... sí, un lapsus... jejeje... no me hagas reir, que no puedo... jeje)
Guillermo.
Buf, bueno, piensa que ya no queda nada para que se acabe el dia y ya... mañana otra vez y seguro que está mejor :)
Besos
Con unos calcetines así me temo que no llegarás muy lejos. Saludos.
"Hey pequeña despiértate, que ya es la hora".
Cuando la vida te de un mordisco, tu no dudes en mostrarle los dientes.
(me gusta como desnudas el alma)
Un beso.
Me gusta como nos llevas por lo cotidiano para irnos metiendo en las sensaciones y los deseos.
Me gusta mucho tu forma de narrar.
Gracias por visitarme.
Menos mal que siempre quedan mundos inventados donde vivir instantes de escapismo, o donde la Nada nos empuja en ocasiones.
Por cierto, yo tengo una foto con calcetines iguales. Solo que en mifoto son tres pares de pies todos de distintos colores.
Qué tal senia del mal de ojo de los trasgos???...con unos calcetines así y moviendo los deditos a modo de guiñol, seguro que se inventa una buena historia y espanta a los trasgos.
Bicos
Guillermo
Que monólogo!!!
Tengo aveces los mismos problemas, con el celular, con dormirme enojada y no querer levantarme... pero salir, y no estar para nadie, eso es lo que más me impacta.... porque de verdad se puede!! se puede estar y no estar, se puede escuchar y no oir, se puede mirar y no ver...
en fin,
un beso enorme
te quieroo
Rox
TOC....TOC....¿SE PUEDE?...
Estooooooo, que yo....solo quería desearle un buen dia.....pero....si no está para nadie....mejor vuelvo otro dia...jajajaja
Como me gustan esos calcetines y los zapatos rojos....pero....no se yo, si una sirenaza 100% ,podrá ponerselos.....jajajaja
Bicos, prima y alegría...
Primero muchas gracias por cambiar el link en tu blogroll. De verdad.
Por otro lado, esta bien que hoy no estes para nadie, ¿Por que siempre hay que estar?, si cuantas veces aquellos que queremos que esten no estan. Me parece muy justo. Además si consideramos que un día malo paso, es un día malo menos.
Creo que todo se reduce a una cuestión de perspectiva.
Un saludo grande, suerte y más que suerte. Ciao.
GRacias a todos por vuestros comentarios.
Belén, sí ya sé que hay días mejores y días peores... y que todos, irremediablemente, tienen 24horas.
Guillermo, siento que temas que con unos calcetines así no se puede llegar muy lejos... tampoco hace falta llegar muy lejos para encontrar el sitio al que uno quiere llegar, a veces... a veces todo está más cerca de lo que nos creemos.
Tramontana, gracias por tus comentarios... la vida cotidiana nos da mucho, sólo que a veces no lo vemos.
Larraz, ver tus fotos también es un escapismo fantástico... son muy buenas.
Enredada, eres una fiel amiga virtual.. gracias especiales.
Carlos, gracias por abrir los ojos de mi alma desnuda, con tu despertar tan dulce.
Álex, a las sirenas nos queda todo bien... recuerda que somos mágicas... y cuando nos integramos entre la gente normal podemos adoptar infinidad de modelos de mujer.
Cristian, gracias a ti por compartir tus relatos... y cambiar el link es lo justo.
bicos para todos
Aldabra
Guillermito (el Travieso)...
¡¡que te sanes pronto!!
bicos,
Aldabra
Gracias aldabrita (y parafraseo en el diminutivo a enredada)
Oyesss anda, leeme otra vez, porque creo que tas pasao con el zumo de pera... jejeje
Bicos grandes
Guillermo
Entiendo. Sí, lo hago. Cuando describes ese despertar frío con el móvil debajo de la almohada, y que te gustaría tener un cuerpo al lado para darte la vuelta y abrazarlo. Entiendo.
Pero en días como ese, sólo se puede hacer lo que tu has hecho. Ponerse en pie, pintarse los labios y salir al mundo.
Y está ahí tu niña...¡que suerte la tuya! ¿no es cierto?
Esa camiseta roja tiene que ser impresionante, y el rojo da energías...
¿Que no estás para nadie? ¡Perfecto! Tiene que haber días de esos también.
Un beso, Aldabra...
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