jueves, 4 de septiembre de 2008

¿No te das cuenta que no lo deseo?




Sara se encontró en la playa con aquella amiga del instituto. Hacía bastante tiempo que no veían así que después de hablar de las cosas triviales de siempre y de ponerse al día le soltó sin más:

- Ah, por cierto! ¿Te has enterado de que murió Pablo?
- ¿Pablo? No, no sabía nada.
- Tuvo un accidente de coche. Iba solo y se fue de la carretera. Murió en el acto. Ya hace casi un año.
- No me enteré.
- Pensé en llamrte pero supuse que lo sabrías porque fue muy comentado. Informaron del suceso en las noticias de la TV Local y salió en el periódico.

Siguieron hablando un rato más y se despidieron.

Sara se sentó en la arena, agarrándose las piernas dobladas con los brazos y aunque habían pasado al menos 22 años todavía podía recordar con bastante claridad cómo había transcurrido todo.

De aquella historia había imágenes, palabras y gestos que todavía seguían nítidos en su cabeza, en cambio otros estaban difuminados, desvaídos. Hacía ya algunos años que su corazón le había perdonado y que se había perdonado a ella misma. Había sido una liberación. Con el perdón habían desaparecido el dolor y la rabia.

Sara conoció a Pablo a finales del verano de 1980. Ella iba a cumplir pronto 18 años y él era 10 años mayor. Asistían juntos a la misma Academia a clases particulares. Estaban preparando unas oposiciones.

Cuando le vió entrar aquella tarde en el aula sintió un auténtico flechazo. Era como esas imágenes de película. Parece que la atracción fue mutua porque a los pocos días Pablo le decía si podría llamarla algún día por teléfono para quedar y salir a dar una vuelta. Era más de lo que podía esperar y no acababa de creérselo. Que aquél chico tan mayor se hubiese fijado en ella era increíble. La mayor parte de las veces quedaban con su pandilla, eran todos más mayores y ya estaban en la Universidad. Sara no se amedrentaba, era bastante madura para su edad y no tardó en congeniar con ellos. Eso sí, tenía que regresar más temprano a casa.

Pablo ya tenía coche y empezaron a perderse solos por ahí alguna vez que otra. Con la disculpa de escuchar un poco de música detenía el coche por cualquier camino y la besaba, le tocaba los pechos pero sin pasar de ahí. Para ella todas aquellas caricias, aquellos besos... eran nuevas experiencias. Estaba enamorada, estaba despertando al sexo y se dejaba llevar porque su experiencia en ese terreno era nula. Nunca había estado tan cerca de un chico. Él era mayor y se suponía que debía ser el que manejara la situación. Así pasaron 4 meses.

Entrando ya en Febrero llegó una fecha muy señalada para las parejas enamoradas, el día 14, un día especial para ella que lo iba a vivir por primera vez con alguien a quien adoraba. Sara le había regalado una foto suya, hacía un tiempo que Pablo se la había pedido y él le había regalado un encendedor Zippo de acero grabado con su nombre. Le había hecho mucha ilusión si bien no era un regalo muy romántico, la verdad. Ese día había pedido permiso para llegar un poco más tarde a casa y se lo habían concedido, así que disponían de más tiempo para estar juntos. Cuando empezó a anochecer condujo el coche por uno de esos caminos que él conocía tan bien y empezaron de nuevo los besos, las caricias... pero esta vez empezó a tocarla un poco más allá de lo que acostumbraba. Ella se empezó a sentir mal, no quería, todavía no estaba preparada, no quería que sucediese así, no quería perder la virginidad de aquella forma... en un coche... quería que fuese algo especial. Le pidió por favor que parase. Él ya no la oía. La penetró y estuvo dentro de ella hasta que se sintió satisfecho. Ella sólo recuerda sus propias palabras martilleando: “No quiero, por favor, no lo hagas, no quiero”. Una vez. Otra vez. Y otra: “No quiero, por favor, no lo hagas”. Y la frase final de Pablo: “Lo siento, se ha roto el preservativo, pero no te preocupes. No creo que haya pasado nada”.

Cuando llegó a casa todavía no sabía muy bien qué había pasado. Aquello no era lo que esperaba. En las películas y en los libros que a Sara le gustaban esa primera vez era algo dulce y tierno. Y no había sentido ni un solo instante nada de eso. Sara sólo había sentido decepción, angustia, vergüenza e incluso un algo de miedo de Pablo… Pablo ¿quién era ese nuevo hombre?
Por eso en cuanto llegó a casa no quería recordarlo, necesitaba borrarlo de su cabeza. No quería. No había pasado. Todavía no. Y como una posesa, restregó su bajo la ducha para que no quedase nada ni una sola huella. Borrar la sangre, el dolor, las lágrimas, el asco. Aunque lo que más la preocupaba, por supuesto, era el miedo a haberse quedado embarazada. Con eso sí que no podría.

Durante la semana Pablo la llamó alguna vez y el sábado que era cuando se suponía que debían verse la telefoneó: “… Verás, Sara, te quiero mucho pero me quiero más a mí mismo”. Así, lisa y llanamente. No quería salir más con ella. No quería verla más. De repente ya no era su niña chica. Ya está. Fin.

Al oír aquellas palabras quiso que la tierra se la tragase y fue en ese preciso momento cuando la verdad la golpeó de lleno. A eso se reducía todo ¡Pobre imbécil! Y se sintió tan utilizada, tan humillada, tan pequeña... por no haberse dado cuenta de lo que había buscado en ella. Se sintió violada, eso es. Y de todos aquellos sentimientos de dolor que la invadieron, el peor fue el de autoculpabilidad por dejarse llevar, por no haber salido corriendo de aquél maldito coche al primer NO que salió de su garganta.

No, no. No, ¿no te das cuenta que no lo deseo?



25 comentarios:

matrioska_verde dijo...

¿Y vosotros que opinais? ¿Creéis que esta experiencia podría ser uno de esos tipos de "violaciones consentidas", teniendo en cuenta las diferencias de edad,la época y el NO, por supuesto?

bicos,
Aldabra

TORO SALVAJE dijo...

De consentida nada.

Nada de nada.

Besos.

Cecilia Fiori. Prof. en Cs. de la comunicación (UBA) / Prof de Literatura / Postítulo en tecnologías y Postítulo en Escritura y literatura dijo...

na de consentida, coincido

guillermo elt dijo...

Mi querida Aldi, claro que es una violación.
Un simple "no", lleva tras sí toda una carga emocional sea cual sea su grado.
Un simple "no", en esa situación, es cerrar las puetas al deseo del otro.
Abrir esas puertas, es violar la intimidad de la persona.
Vilolentarla. Violarla.
Hoy y hace 20 ó 40 años... y dentro de 100.
El "no" es intemporal.
Es, como bien dijo el muy capullo, "quererse más a él que a nadie más"... Pasar de los sentimientos ajenos para satisfacer los propios.

Besicos

guillermo elt dijo...

Oyessss... y del post anterior... Un Cinzanito mañana para el aperitivo???... jejejeje.

O una palomita de "madrezar" con hielo???

Bicos.

jg riobò dijo...

La violencia nunca es consentida.

Titajú dijo...

Jolííííín, si cambias de nombre de Pablo por el de... y que, por desgracia, aún no está muerto, estás describiendo algo que tenía olvidado, o eso creía.
Mis 18 años fueron una gilipollez, y me alegro de ser yo, de estar viva, de poder mirarlo a la cara y sentir desprecio, y dar infinitas gracias a Dios por estar a años luz de distancia de aquel mamón.
Sí, es violación; sí el tío es un credo y sí, somos gilipollas cuando nos enamoramos.
Sobre todo cuando tenemos 18 años.

Belén dijo...

Bueno, si uno no queríay fue forzado, si, es violación...

Pero claro, elhombre aquí tiene las de ganar, mas mayor y encima mas fuerte... que asco

Besicos

Pedro Ojeda Escudero dijo...

Un no siempre es un no.

dijo...

Opino que es una violación, entera y total, lisa y llana.
un NO significa NO. La edad determina muchas cosas, pero a pesar de eso es una violación cuando cada vez que decimos NO nadie alguien NO ESCUCHA, y hace lo que quiere.
besos Aldi, te quiero mucho mucho

Wycherly dijo...

Consentida nada....sobre la diferencia de edad , era estupidamente fisico.

Un abrazo

tertulias para perogrullos dijo...

Mujer no se, vaya historia, yo diría que violación no fue (no es por llevar la contraria) pero a fin de cuentas ella podía haberse largado, el tío no la tenía encerrada, podría haberle plantado una leche y salir corriendo pero no se atrevió por miedo a perderle, aunque por otra parte le dijo que no, en fin, no se, pero creo que me quedo con un no. Saludos

Anónimo dijo...

Aldi,mi muy querida amiga ¡¿Pero que coño preguntas?!
¡¡¡¡¡¡¡¿¿¿¿¿¿¿¿Violación consentida??????????!!!!!!!

¡¡¡¡¡¡¡¡¿¿¿¿¿¿Y eso que coño,es. Existe?????!!!!!!

Solo el planteamiento de la pregunta da toda la respuesta

Joder.Me parece horroroso solo plantearlo. Espero que hoy no ocurra, aunque ocurre, seguro. Un no, ¿es un no, o es un si?, ¿o es un no quiero, pero haz lo que quieras? ¿Solo se siente violada despues que la manda a hacer puñetas?.
Como puedes ver por las respuestas anteriores, es imposible ponernos de acuerdo. No se trata de mostrar una resistencia heroica, con sangre y golpes.
No lo quiero, no lo quiero échamelo en el sombrero, dicen los politicos.
Puedes ver que algunos han dicho que es consentida.Tu misma dices que puede ser "violación consentida" Estas situaciones son las que dan pie a que los machistas y violadores digan que cuando una mujer dice que no, quiere decir si. Me parece muy, muy triste.
Un no, debe ser siempre un no, para eso está la gramática, pero hay que ser coherente con ese no. Y esa mujer no lo fué.
Ni consentida ni violada. Para mi fué una verguenza, de los dos.Quizás el resultado de una inmadurez juvenil. Pero una verguenza.
Es mi opinión.

Juan Luis dijo...

Hola Aldabra.

Qué mal me ha dejado esta historia. Opino que desgraciadamente hay muchos sucesos de este tipo debido a las relaciones de dominio/dependencia que se dan con demasiada asiduidad.

Besos.

Escéptica al revés dijo...

Un no es un no (ene-o-/ Ene de Navarra O de oso) aunque estemos en pelotas.
Tan difícil es aprender a decir SÍ como a soltar un NO claro y rotundo... :)

Anónimo dijo...

¿Desde cuándo una violación es consentida?. Un no es un no, se mire por donde se mire, y sea brusco o suave.

Nadie debe hacer nada que no desee y, por supuesto, nadie debe obligarle a hacerlo.

Francisco Méndez S. dijo...

Un NO basta. Es una violación de todas maneras.

Es que hay personas que no entienden.

Saludos

Silvia dijo...

Es una violación, y de consentida, nada. Ella era Caperucita en manos del lobo feroz. Muchas veces no es tan facil escapar. El miedo puede paralizar.

Bicos

Carlos dijo...

Todo abuso sostenido en la violencia y la fuerza es una violación. Sin vueltas.

Doloroso e intenso relato.

Un beso.

Sol solito dijo...

Si dices no es no. Punto. Besos

Elena dijo...

Hola guapa
Es una historia durísima... pero muy real... Es una pena que muchas mujeres hayan pasado por algo así... Pero la inexperiencia, la vergüenza y la gilipollez del primer amor muchas veces nos hacen muy vulnerables... y, por desgracia, siempre hay algún hijo de puta dispuesto a aprovecharse de la situación.
Un beso

Juanjo Montoliu dijo...

Y este tipo de cosas, ¿se pueden llegar a perdonar?, pregunto yo.

Anónimo dijo...

Nunca, juanjo: es un daño irreparable. Se puede superar, pero jamás perdonar algo así.

d2 dijo...

Estupendo y durísimo relato. Me encanta. Yo... Jo... Es que sé que queda de pena pesar esto... Para mi es una cuestión de tiempos y no de consentimientos. Obviamente Pablo es un violador y sabe perfectamente que se está violando a una cría enamorada y se aprovecha Ella dijo no y eso debió ser suficiente. Por otro lado ella hasta el sábado no se da cuenta de que aquello que había pasado no tenia nada que ver con el amor, y que solo había sido una vulgar violación... El que exista un retraso en la comprensión o aceptación de un hecho no es compatible con el consentimiento. Sorry. Un beso

matrioska_verde dijo...

Gracias a todos por vuestros comentarios y perdonar la tardanza en mi contestación.

La mayoría opináis de forma parecida. Me gusta ver las cosas desde todas las perspectivas posibles. Tal vez para ser más objetivos con la decisión final habría que disponer de más datos, como por ejemplo lo que sucedió después. Pero bueno, eso sería tema para otro relato que de momento no está escrito, aunque sí ya vivido. Baste decir que esta experiencia marcó irremediablemente la vida de Sara, dejándole graves secuencias psicológicas y problemas graves en el terreno de su sexualidad. Sus años de terapia darían no para uno, sino para varios relatos, tal vez una novela entera. Después de casi 30 años Sara todavía llora alguna vez cuando recuerda.

Los que no opinan como la mayoría son Tertulias, Dersu y Miguel. Deciros que tal vez he planteado mal la pregunta. Sé que no existe la violación consentida porque ambas palabras son antagónicas. Cuando lo escribí me refería al hecho de que eran una pareja, no era un individuo que aparece por la calle y te pone la navaja al cuello. Digamos que había predisposición a “ciertos actos o comportamientos”, digámoslo así, pero no consentimiento verbal para una relación sexual completa. La violencia reside en este detalle. Por no hablar de la diferencia de edad, ella 18 recién cumplidos, virgen y él 28. Ahí es nada. Un no siempre es un no y nadie debe pensar otra cosa. Todo lo que sea ir más allá es “fuerza” pura y dura. Ella pudo escapar del coche corriendo, es verdad, a pesar de no saber donde se encontraban. Pero tampoco hay que olvidar que en momentos de nerviosismo extremo, angustia, miedo, etc., a veces reaccionamos con el bloqueo y la inmovilidad.
Quizá el encasillamiento en una palabra en concreto no es adecuado.

Miguel, no me pidas perdón por expresar lo que sientes, me parece mal. Este relato es un texto que ya se ha independizado de mi desde el mismo momento en que lo expongo al mundo. Da igual si está basado en la realidad o en la ficción, si le pasó a alguien que conozco o a una vecina. Uno debe juzgar libre igual que yo escribo así también, al menos lo intento.

En fin, creo que somos afortunados por no tener que juzgar un hecho como éste. ¿Os imagináis que fuera vuestra hija o vuestra hermana?

Juanjo: con todo lo expuesto creo que ya respondo a tu pregunta. Rotundamente NO. Como dice Kapi es un daño irreparabale imposible de olvidar, al menos por completo, siempre queda un resquicio por donde se cuela el dolor que un día fue muy fuerte y ahora ya sólo es un recuerdo.

Bicos a todos,
Aldabra