miércoles, 8 de octubre de 2008

El sillón de las lamentaciones










¿Recuerdan el monólogo que se titulaba “Ponga una terapia en su vida”? Empezaba así:

“Tengo que buscar un sitio para pensar. Lo voy a hacer como un juego. No, no piensen que es una tontería. Es algo muy serio. En realidad se trata de una nueva terapia. Ahora no me acuerdo como se llama porque evidentemente tiene un nombre…”

Pues el caso es que en mi afán de llevar el experimento terapéutico un poco más allá decidí sentarme en “el sillón de las lamentaciones”. Así es como lo bautizó un buen amigo cuando le conté la historia en la que andaba metida.

Bueno, pues tengo que confesarles que me sentí totalmente incapaz. Como todo el mundo, también yo tengo cosas por las que llorar y que me causan dolor aunque mi vida sea fantástica y maravillosa. Pero ¿quién no tiene fantasmas pasados, presentes o futuros? El que se sienta libre de esa pesada carga que tire la primera piedra, como suele decirse.

Es que bien pensado, la terapia me parece un poco contradictoria. Voy a contarles, verán. Por un lado es un poco masoquista. La idea de sentarse en un lugar sabiendo que uno va a enfrentarse a una batalla interna no es muy atractiva. No creo que le apetezca a nadie que no ame el sufrimiento. Y por otro lado la idea es valiente. Enfrentarse al dolor y a las limitaciones personales preparados para la lucha y diciéndoles: Aquí estoy en mi sillón dispuesta a desterraros para siempre. Venid, venid si os atrevéis, que voy a dar cuenta de vosotros en un pís-pás. No sé, supongo que todo depende del cristal con que se mire.

Y entonces pensé en si yo fuese de verdad una de esas personas que piensan-en-cosas-malas-que-las-angustian-y-deprimen-causándoles-gran-dolor. Sentí tanta tristeza que me deprimí de verdad.

Busqué por casa uno de esos manuales que tengo de autoayuda (que creo que al único que ayudan es al autor) y me puse a leer algunos de los testimonios reales de las personas que allí se atrevieron a exponerlos y se pusieron en manos de esos psicólogos para que practicasen sus terapias y ver si daban resultado para aplicarlas a otros posibles pacientes. Conejillos de laboratorio desesperados por salvarse. Fue desolador. En realidad sólo pude leer unos pequeños fragmentos de algunos de esos momentos depresivos de los cuales eran víctimas.

“Me siento confusa, aturdida. No sé qué debo hacer ni qué decisión tomar en cosas sin importancia. El sentimiento de tristeza y de querer morirme ha permanecido todo el día en mi cabeza. Y esto hace que me sienta miserable y egoísta. Estoy muy cansada.”

“Siempre me siento mal por el mismo motivo. Tal vez no consiga superarlo nunca. Sé que tengo que ser valiente y seguir intentándolo. Pero no sé cómo voy a poder. Los años pasan y siento que no avanzo. Cada vez me siento más desesperanzada, metida en un barrizal del que por más esfuerzos que hago no consigo salir.”

“Me odio. Y si yo me odio cómo voy a conseguir que alguien me quiera. Nadie quiere a las personas tristes y que se deprimen por cosas que a los demás les parecen tonterías.”

“Tengo taquicardia. Ojalá me diera un ataque al corazón en serio y me muriera de verdad. Me sudan las manos. No puedo tragar saliva. Se me está cerrando la garganta. No puedo respirar. Tengo que llamar a alguien que me ayude. ¿Y a quién llamo ahora? Me da vergüenza contar lo que pasa. Me siento estúpida, pequeña.”

No pude leer más.

Hay que estar desesperados como esas personas y al mismo tiempo tener mucho valor y mucha fe para creer que a base de trabajar con la mente pueden llegar a curarse totalmente. Desde luego creo que en esta vida todo es posible pero tengo mis reservas acerca de todas estas terapias modernas. Entiendo que tiene que ser terriblemente duro el camino que han de recorrer hasta conseguirlo.

Si antes de leer los testimonios estaba deprimida, después lo estaba mucho más. Así que me puse unas mallas deportivas, las zapatillas de deporte y salí a correr. Necesitaba sentir como el aire de la calle ya fresco por estar atardeciendo se llevaba las malas vibraciones que se habían instalado en mi cabeza.

Tal vez otro día lo intentaría porque hoy… hoy me había faltado valor. Sí, yo, la mujer madura, lógica, congruente, sensata, objetiva, con aplomo, segura de mi misma, decidida, arriesgada, tenaz… no tuve las suficientes agallas para enfrentarme a una prueba como esa.

Y por un instante dejé de sentirme tan fantástica y tan super-divina-de-la-muerte para verme como realmente soy: una mujer madura que ha sufrido y que a veces, no consigue superar los escollos que se presentan en su camino porque el miedo se apodera de su vida.

Estaba hablando de mi misma, desde el principio, sólo que en algunas ocasiones, negar lo evidente ante el papel y pensar que las cosas les pasan a los demás y no a nosotros, resulta más alentador.



15 comentarios:

TORO SALVAJE dijo...

El mundo está muy mal, pero todos eh, los que lo reconocemos y los que mienten. Hay millones de consejos de autoayuda por todas partes, a mí ya me suenan a los vendedores de crecepelos y amuletos de la suerte.

Una locura. Nunca mejor dicho.

La OMS lo tiene claro. Vamos a peor. Todos.

Besos.

Pedro Ojeda Escudero dijo...

Por hoy, al escribir, se cumple la terapia.
Tengo tantos fantasmas que ya no caben en casa.

Titajú dijo...

Los fantasmas son sólo eso, fantasmas.
¿Que a veces aprietan un poco? Sí, claro, pero ¿quién no los tiene?
Pero mientras tú tengas fantasmas, y sepas que ellos no te tienen a ti, todo va bien.
Yo no necesito un sillón para plantarle cara a la vida.
La vida se saborea mejor de pie.

jg riobò dijo...

Todos tenemos fantasmas que en ahora no existen. O son pasado o son futuro.

guillermo elt dijo...

Hermann H. escribió:

La vida solo adquiere sentido por el amor. Es decir: cuanto más amor y capacidad de entrega poseamos, tanto más sentido tendrá nuestra vida.

Tóma ya!... frase lapidaria! Como si así se acabaran todos los males de este mundo!!!

Pues sí, si todos pusiéramos un granito de arena, el mundo iría mejor y los pájaros no irían al psiquiatra.

A veces te das cuenta que la gente viste de gris y lleva puestas las gafas, no para que el sol le moleste, si no para, ni siquiera saludar... "ah!, se siente!!!... no te he visto."... Ni siquiera tienen la vergûenza de quitárselas cuando están hablando contigo.

Sí, qué pasa!!! yo sí me las quito y son graduadas... Algún problema???... No, Aldi... no te lo digo a tí... se lo digo al mundo

Besicos con todo mi cariño.

Ya verás que Congo viene con las alcalinas puestas y empezará a abrazarte desde por la mañana.

Carlos dijo...

El otro día leía una nota acerca del efecto terapéutico de los Blogs y me acordé de tí. Creo, porque has sido muy autoreferencial a veces, que convives con algunos fantasmas y que hay días en que pierdes el combate contra ellos, pero también sé (se puede ver desde la actitud que proyectas) que no hay un solo día en que te rindes, eres en esencia una mujer valiente. Y lo sabes. (y lo sé)

Un beso y si hay que pelear a tu lado, me pegas un grito.

Wycherly dijo...

Te asustan un rato y luego van y asustan a otra gente los desgraciados!!!
Trabajan los 365 dias del año.

Ya te dejaran descansar... mientras tanto recibe un calido abrazo.

Paco dijo...

yo hace tiempo deje de lamentarme...

saludos

PMM dijo...

La mejor terapia. Decirte lo mismo que le dirías a un hijo: Los fantasmas no existen. Se van al despertar.
Cuando te despiertas, tu habitación sigue estando igual y con un poco de suerte fuera no llueve, así que ¿por qué no utilizar tu mejor terapia?.
Yo me rio de los fantasmas. Sobre todo de algunos que hay por la calle.
En vez de esos manuales de autoayuda, sé infiel al libro que estés leyendo y dedícale un rato a "La última lección"

Anónimo dijo...

Las debilidades no tienen nada de malo, un vez que se conocen. Ni tienes de qué avergonzarte, ni tienen por qué suponer una pesada carga. El problema estaría si no las conocieses: sólo sumarías fracasos inútiles, ya que nunca sabrías por qué se producen.

El tiempo y la vida convierte los escollos en polvo. Seguro que, si haces memoria, recuerdas infinidad de cosas que te paralizaban hace años, y que ahora no ocupan espacio en tus miedos.

Las limitaciones sólo nos hacen precavidos, no inútiles. Y siempre, siempre, se acaban superando, directa o indirectamente.

Besos.

matrioska_verde dijo...

Gracias a todos por vuestros comentarios y consejos, siempre son bienvenidos.

Tengo que decir que este texto lo escribí ya hace un tiempo pero pensé en incluirlo aquí porque creo que tenía cierta continuación con el post anterior.

biquiños y buena tarde (lo que queda).

os visitaré entre hoy y mañana.

Belén dijo...

Yo siempre he creído que la vida es así, que siempre va a haber gente mas sensible que otra... lo que tenemos que aprender es a que no nos afecte, la verdad...

Es dificil pero si que creo que merece (y mucho) la pena...

Besicos

horabaixa dijo...

Hola Aldabra,

Se me ocurre una idea.

No busques solo un sillón. Busca una silla, y pon otra delante. En medio, una mesita, café, pastas, música suave.... buena compañia y buena conversación.

Puedes hablar de lo divino y de lo humano. De tonterias, de lo que quieras. Haz lo que desees con quien desees.

Quieres mas?

Bicos

Juanjo Montoliu dijo...

Nunca he creído en este tipo de terapias. No creo que curen.
Pero yo me someto a veces a la tortura de un sillón como ese. ¿Por qué? Porque tengo la necesidad de buscar la verdad, de contármela aunque sea dura, aunque duela.
No sé si es bueno o malo, así que no se lo recomiendo a nadie; pero me gusta buscar mis palabras para explicar lo que me pasa.

Más besos.

matrioska_verde dijo...

Belén: soy sensible, hace tiempo que lo sé y lo he aceptado.

Horabaixa: tu idea es estupenda pero a veces es necesario estar en soledad y enfrentarse a nuestros fantasmas en soledad, es la única forma de salir adelante de verdad.


Juanjo: A veces ayudan, a veces no ayudan... es dificil dar con una solución ideal porque creo que no existe.

biquiños a todos,