viernes, 10 de diciembre de 2010

Stairway to heaven (Escalera al cielo)

Corazón roto

Apenas puedo recordar el día en que intenté suicidarme.

En realidad no fue un día, fueron varios, tampoco era cosa de morirme muy de repente dejando todo manga por hombro. Siempre me ha gustado hacer la cosas bien, soy una persona bastante rigurosa, así que me apliqué el refrán de: "Vísteme despacio que tengo prisa".

Como no recuerdo muy bien ese día, no sé decir con cuantas pastillas empecé mi ardua tarea. Imagino que con tres porque el tres era uno de mis números favoritos, y seguro que en esta ocasión también me traería suerte. Además, no quería que mi cuerpo se llevase un susto mortal, lo mejor era que fuera acostumbrándose poco a poco a todos aquellos componentes químicos y demás excipientes: Propifenazona, cafeína, sacarosa, ácido esteárico, ácido silícico coloidal, almidón de maíz, cera carnauba, eritrosina, goma arábiga, hidroxipropilcelulosa, talco, palmitato de cetilo. En resumen, un vulgar optalidón. 

Mi madre tomaba uno todos los días, decía que con un café solo y un optalidón su día era mejor. No quiero imaginar lo que sería si no lo tomara porque, aunque yo la quiero mucho, que conste en acta, mi madre era una amargada y una agonías de tres pares de narices. Todo el santo día se lo pasaba rosmando: "Ten cuidado;  No hagas tal o cual cosa; Mira que si te pasa no se qué; Mira que si te pasa no sé cuanto; Haz los deberes; No resoples que te voy a dar una bofetada"... Esa era su santa letanía de todos los días. Metiéndome miedo en el cuerpo.

Empecé con tres como pude haberme tomado treinta y seis, la verdad. El destino, en última instancia es quien se encarga de decidir, ya se sabe. Y creo que mi experiencia duró exactamente en total una semana, aunque no lo recuerdo bien. Siete días consumiendo optalidones sin ton ni son. Ahora tres. Luego por la tarde dos. Mañana, cuatro. Pasado, cinco. Tengo un compañero que en este punto diría: "Por el... te la hinco". Yo no digo nunca esta expresión porque es una ordinariez pero siempre que pienso en el cinco me acuerdo de mi compañero, muy alegre él.

Como no recuerdo muy bien, no sé cuantas pastillas tomé en total, el día señalado. Imagino que ocho de un tirón y luego a pocos las que fueran cayendo. El ocho también me traía suerte, me gustaba mucho ese número. Sacaba muchos ochos en clase. Era buena estudiante. No sé porqué mi madre se amargaba tanto, ¡si yo era una niña modelo! Tan modélica que nadie se imaginaría que estaba ingiriendo optalidones. No me pegaba. Además parecía feliz. Me reía mucho.

Pero yo era así de contradictoria. Una inconformista. Aunque en realidad sólo quería una cosa: llamar su atención. Sí, quería que él se fijase de una vez por todas en mí, de que me quisiera más, de que hiciera de una vez por todas que me sintiera protegida. ¡Mierda, joder! Tampoco pedía tanto.

Pero el día D, él tampoco estaba en casa, lo habitual. Sólo mi madre fue la que me vio vomitar hasta el alma mientras subía las escaleras, a gatas y balbuciendo tonterías. Él no estaba porque tenía algo mejor que hacer. Él estaba en el bar con su amigos, echando una partida de cartas o de dominó. Era un buen jugador. Y un buen bebedor. Sí, él se estaba bebiendo todas mis ilusiones de tener un padre mejor. Es una historia tan trillada que hasta parece que no es de verdad. Pero fue verdad, joder, fue la pura verdad.¡Maldita sea!

Apenas recuerdo nada de aquel día, aunque me gustaría, sólo recuerdo con claridad que tenía dieciséis años, que quería morirme porque estaba muy muy triste, y también, que aquel día, aunque al final no tuve la suerte de morir, se me rompió un poco el corazón.  

 

 

 

Hay una dama que asegura
que todo lo que brilla es oro
y está comprando una escalera al cielo...

La fotografía es mía.
Este relato me llegó a la cabeza ayer (aunque siempre ha estado ahí),
al terminar de leer aquí este otro relato: La nueva familia

44 comentarios:

TORO SALVAJE dijo...

Menos mal que la tragedia no se consumó.
La mente nos juega malas pasadas.
Morir moriremos todos cuando llegue el momento. No hay que darse prisa para ir a su encuentro.
Me has dejado mal cuerpo.

Besos.

Pedro Ojeda Escudero dijo...

A veces, lo peor de un suicidio es que se cumpla.

iliamehoy dijo...

Uff. Ambos relatos han accionado un sube y baja de bilis almacenada vete a saber dónde.
Intensos y tristes los pasos hacia el abismo son juego peligroso,al que la mente a veces nos invita.
Una sonrisa

Paz Zeltia dijo...

vaya rollo que tenemos con que nos quieran:
que si mi padre no me quiere
que si mi pareja no me quiere
y que puedo hacer para que me quiera...
que mal educados estamos,
como si se pudiese influir en el manantial del amor.
Y además NADIE es insistituible.
Hay padres -ya que el relato habla de padres-
que la mejor influencia que pueden ejercer es estando lejos, desapareciendo. Lárgate.

jg riobò dijo...

Optalidón para los tiempos que corren.
El suicidio es bajarse en marcha.

Manolo dijo...

Si con la cafeína ya hubiera tenido bastante: joven fallecida por sobredosis de coca cola. Eso si que es una tragedia como es debido.
Ya lo dice Zeltia: nadie es imprescindible, ni el padre. La madre que nos parió,sí.
Vosotros en Ibeas si fuisteis imprescindibles.
Besos

Anónimo dijo...

Y todo eso por llamar la atención? bueno, es posible. El otro día me decían que cuando uno se quiere suicidar no se toma pastillas, sino que se tira delante del camino de las pastillas... Mejor ni pensarlo

Un beso cielo

labertolutxi dijo...

Uf qué terrible, Aldabra.
El destino no decide, seguramente tú decidiste quedarte, nos aferramos a la vida aun en condiciones muy adversas y por suerte sigues aquí, contándonos historias con una sinceridad y naturalidad envidiable.
Muxus (que es como biquiños)

migramundo dijo...

Un amigo decía que el suicidio es la excusa de los cobardes. No lo sé. Nunca lo intenté. Muy bien el relato, por otra parte, como siempre.
Bicos

Titajú dijo...

Siempre hay que darle una oportunidad a la vida.
Siempre, siempre.

Tonet dijo...

uf...lo que me faltaba para sentirme más derrotada todavía.
Sólo puedo decirte que me alegra que la protagonista no lo consiguiera...¿te das cuenta de cuánto se habría perdido?
Te quiero un montón.

Muy muy feliz fin de semana.

Belén dijo...

Joe, me has dejado parada, creía que era real, espero que solo sea un relato...

Besicos

PABLO JESUS GAMEZ RODRIGUEZ dijo...

Menos mal que no se produjo el desenlace inevitable. Menos mal.

Larga es la vida, si se sabe aprovechar.

Un abrazo enorme.

fonsilleda dijo...

Estos asuntos siempre me escuecen y me duelen. Lamentablemente siempre hay alguien cercano (o muy cercano, incluso pegado) que perdió a alguien de esa manera. Yo no soy la excepción.
Siempre me he preguntado qué puede llevar a una persona a tal decisión, pero es fácil, tú lo has hecho más fácil todavía.
La falta de amor es una de las cosas que impulsan estos actos.
Menos mal que en tu relato, todo se resuelve a favor de la vida.
Yo te lo agradezco.
Bicos.

mison dijo...

Aldabra, casualidad, yo también con dieciseis años quise llamar la atención, pero con tranquimazin que tomaba mi madre para los nervios ¡normal! con una hija como yo cualquiera se volvía loco. Total que me tomé todas las que había en el bote. Lo que siguió a continuación es para reírse ahora de lo gili que era, porque como sinceramente no quería morirme, no hacía más que pasearme por el pasillo cada vez más atolondrada para que mi madre me viera, ella planchaba en la cocina, así que me dio ropa doblada para que la llevara a mi habitación y yo, aunque todavía no estaba grogui, la dejé encima del water, para que me preguntara qué coño me pasaba, al final, me dejé ir en mi cama, porque me daba tanta verguenza decirle lo que había hecho... pero estaba al fin atemorizada, empezaba a preguntarme ¿ y si me muero de verdad? ¡hay dios, qué he hecho!, Por fin mi madre se dio cuenta de que estaba muy rara y mi hermano se lo corroboró, así que me preguntó qué me pasaba, yo ya medio adormecida se lo confesé, ella se puso histérica y mandó a mi hermano a llamar a mi padre, mi padre subió corriendo las escaleras y cuando mi madre le contó lo sucedido, me dio el bofetón más doloroso de mi vida, el que más recuerdo, un bofetón lleno de pánico, de frustración, de interrogantes ¿porqué? ¿qué hemos hecho mal? todo eso en un segundo, en un bofetón. No hubo tiempo para más, me llevó casi en volandas al coche y al hospital. En urgencias, mientras no me atendían, les dijeron que me hicieran andar, que no me durmiera ¡qué noche más amarga! Mi padre me hizo caminar y caminar y yo sólo quería dormir, sin embargo me acuerdo muy bien, a pesar de las pastillas, del mal trago que les hice pasar. Qué estúpida fui, que adolescencia más complicada ¿o fui yo quien la complicó? El caso es que yo no tenía motivos de peso para hacer esas tonterías.
Te comprendo, Aldabra, a esa edad tan difícil necesitamos a nuestro padre más que nunca, yo lo tuve siempre, sobre todo en esos momentos en los que sólo un padre sabe darte un bofetón como el que él me dio. Un biquiño y perdona por lo extenso del comentario, pero me hiciste recordar.

Dilaida dijo...

Vaya, esta historia me suena y también fueron optalidones, la causa muy parecida; menos mal que todo terminó en un susto.
Bicos

DANI dijo...

JOder espero de verdad que tan sólo sea un relato. No hay que tener prisa en estas cosas. Como escribia Benedetti "...la muerte no desespera, porque sabe que los que sobreviven, también mueren..."

Besos sin prisas

Silvia dijo...

A los dieciseis años somos capaces de hacer muchas tonterías. Ciertamente la adolescencia es una de las edades más difíciles. Pero gracias a Dios, el destino estuvo de tu parte. De todo se aprende. Biquiños

Maripaz dijo...

Aldraba, lo has contado tan real que he llegado a pensar que te habia pasado a ti de verdad. Me has tenido en vilo...al completar tu relato con el del otro blog, me he dado cuenta que era ficción.

Hay que estar muy desesperado para no querer seguir viviendo, pero en esa edad, uno es muy vulnerable, necesita de manera muy especial el amor de un padre.
Bicos

Teresa dijo...

Éste es otro estilo completamente diferente al tuyo.
Me gusta.

Yo también me lo he creído

Julio César Carranza dijo...

Hola Aldabra: en realidad hubiera sido una gran perdida el que tu luz se haya perdido para siempre de este mundo. Solo por mencionar, no leeriamos tus bellas historias que han sido la causa de que al menos 130 personas sean seguidoras de tu blog. En realidad hubiera sido una gran perdida. Y no puedo dejar de pensar, al leerte, los millones depersonas que se aferran a la vida y luchan contra toda una serie de desafortunados eventos, millares de enfermedades y otro que otro descorazonamiento. No apagues tu luz que , por lo menos yo, estaria muy triste.

Una abrazo. Que Jehovà bendito te bendiga siempre.

Gabriel Martínez dijo...

bien aldabra, qué bien haces que las tragedias parezcan menos y que además nos lo creamos sin que engañes a nadie.

un abrazo, sirena,
un gusto leerte

susana moo dijo...

Me pregunto porqué en los medios de comunicación evitan nombrar los suicidios. Estoy en contra, creo que debemos saber para corregir.

Antonio Aguilera dijo...

"El suicidio es el único problema filosófico serio" (Albert Camus), lo demás son migajas.
Lamentablemente hay personas que darían una fortuna porque las ayudaran a morir, porque le dieran una buena receta.

Es triste buscar la muerte cuando se es joven. Inevitable cuando los años pasan y pasan...

Tiraré los optalidones al inodoro, que se mueran las ratas.

semilla dijo...

Aldabra, con lo alegre que tu eres como que no te pega nada, por tanto no se si es verdad o relato, en cualquier caso si es verdad me alegro que no lo hicieras nadie merece que nadie muera por él, ni siquiera un padre que a lo mejor no era mal padre. Me ha impactado el comentario de Mison que si lo hizo de verdad, ¡que susto! yo creo que en algún momento de al adolescencia tb pensé alguna chorrada similar pero me daba miedo, luego era todo por tonterias...en fin que sea ficción. Biquiños

irene dijo...

Me he quedado helada mi niña, ahora me haces pensar si mi hijo no se sintió alguna vez así, y no porque yo fuese pesada, todo lo contrario, pero nunca se sabe lo que los adolescentes piensan y sufren, unas veces por exceso, otras por defecto..., ¡qué difícil es!
Casi todos alguna vez hemos pensado en el suicidio, pero hay que desechar la idea, la vida es dura a veces pero tiene también cosas maravillosas. A mí me hace feliz el tener un blog y compartir cosas con tanta gente estupenda, como tú, por ejemplo, y lo digo de todo corazón.
Me alegro un montón que no lograses tu propósito.
Biquiños, Aldabra.

beker dijo...

Nunca hay recetas maestras, ni los motivos de unos son menos importantes que los de otros, por sentimientos de amor o por lo sea, es una escalera que lleva a otra parte, donde se piensa que no se puede estar tan jodidos como se está en ese momento; yo no creo que es de cobardes, sino de valientes, aunque me dolio terriblemente que mi madre se marchara sin despedirse. Un abrazo

galmar dijo...

haces magia Aldabra, los corazones un poco rotos son los más bonitos, y además, ella es una superviviente :) qué bonita la canción!! la había escuchado, pero me he parado a leer la letra :) y el pendiente, me encanta :) así, sin un trocito (pequeño)
un biquiño grandeeee :))) y muy feliz fin de semana!!! :)))

Asun dijo...

Lo malo que tiene ésta forma de llamar la atención es que, aunque lo consiga, ya no le sirve de nada.

Me ha dejado un cierto mal cuerpo este relato.

Un beso

beker dijo...

Gracias, un abrazo...

semilla dijo...

Aldabra, me ha encantado el comentario que dejaste el día 10 en mi post de EL gordo, cada vez que lo leo me rio con lo del hotelito coqueto ¡ya me gustaría a mí! y por otra parte ¡que pánico de pensarlo! gracias me ha encantado

Juanjo Montoliu dijo...

Me ha parecido un gran relato. El retrato de la niña es perfecto, también el de la madre. Y hasta el padre, que se intuye desde las primeras líneas y aparece tan nítido en las últimas.

Una historia perfecta de un no-suicidio.

Besos.

Juanjo Montoliu dijo...

Olvidaba decir que la canción me encanta.

MucipA dijo...

Este relato me ha hecho pensar que a veces para nosotros es más importante que los demás nos quieran antes que querernos nosotros mismos.
La foto me gusta mucho, me ha recordado un corazón en luto, aunque no tenga nada que ver.
Un placer leerte siempre y perdona por tardar en dejar un comentario, estoy al día con las entradas pero no me gusta dejar un comentario rápido y prefiero detenerme como hoy.

PD: Me ha encantado la experiencia de "El Quijote", el relato del autobús y el poema del otoño (yo sí que le llamo poesía a lo que tú escribes).

Biquiños

Carlos dijo...

Siempre he admirado esa actitud que tienes de transparentar el alma, desde la bruma de la literatura.

Yo creo que nadie bajo ninguna circusntancia vale un optalidón.

Impecable relato. (a los 16 todo nos parece definitivo, por suerte, después cumplimos 17)

Un beso.

(excelente también el relato de la nueva familia)

Chousa da Alcandra dijo...

"...al final no tuve la suerte de morir...". A vida en sí mesma é un Optalidón, un tremendo chute contínuo do que -para sair- precisamos algunhas amarguras que nos desperten...

"...e que donde se poña un colacao que se quiten de diante os demais polvos". Si, esta frase tamén é túa. Pregúntome cantos optalidóns tomarías jajajaja.

(Viches que tés un agasallo na Chousa por ter comentado no post "Argallar"?. A ver se toca e mercamos uns chutes de algunha droja [legal])

Bicos en escaleira

mariola dijo...

Me gusta el relato porque va ganando según se acerca al final.
En la adolescencia lo vemos todo bastante mas negro de lo que es, aunque esta chica tenía motivos, que espero que se pudieran solucionar.(ya estoy yo pensando en la realidad).
unha aperta.

guillermo elt dijo...

"Corasón", perdonarte yo a tí por lo tardío de las sirenicas... Venga, Aldi... que nos conocemos... No me digas esas cosicas.

Del texto... Espero que sea un ovillo entre "ventanas" de verdad y ventanas de fantasía.


Besicos.

Anónimo dijo...

Gustoume moito o principio e esa perversa maneira de ir contando o resto da historia como se fose algo intrascendente.
Logo, estou con Zeltia: que mania temos todos con que nos queiran e con ser os nenos boíños e exemplares que se espera. Por chamar a atención sei eu de unha nena que con poucos anos cortou o pelo e foillo deixar á mai sobre a almofada. Brrrrr, pensalo arrepía.

Chus dijo...

La vida de mis amigas vinculada a tus historias ¿por qué?.
Con diecisiete años, llegas una mañana al Instituto y ella no está, ¿que ha pasado?.
A media mañana un profesor, amigo de ambas, un cura de los que no llegaron a Roma por sus ideas progresistas, implicado con la lucha obrera y amigo de sus semejantes, se acercó a mi y me dijo, puedes acompañarme, tenemos un problema, M ha intentado suicidarse, allá nos fuimos los dos para su casa, el resto es una historia muy personal que no me corresponde ami contarla.
Un abrazo.

LLONXANA dijo...

Llevo un ratito sentada frente al portátil, pero no sé qué decir.

Beatriz dijo...

esa escalera es mejor subirla muy, muy despacio

Rubén dijo...

Helado me he quedado.

oliva dijo...

Lo que más me preocupa es pensar que esto ocurrirá y que habrá algunas ocasiones en que la suerte no estará del lado de la chica o chico que decide algo tan tremendo y radical, como acabar con su vida...

Me gustó mucho leerte. Lo haces de un modo muy natural y a la vez, atrayante y con ganas de averiguar el final.

Un abrazo.