Estaba solo y su único pasatiempo era él. Recordaba que sí, que había obtenido mucho placer, que había disfrutado con su cuerpo. O al menos con “aquello” que era él. No había manera de explicarlo. Todo su recuerdo era de si mismo, de cómo obtenía goce desgarrándose sus partes y luego volviendo a reconstruirse. Cortándose, y dejándose fluir por esas heridas. Había disfrutado deshaciéndose a golpes con aquellas paredes invisibles que lo contenían. Sí, recordaba que había gozado mucho. Claro que él, todavía no sabía que eso era el dolor
Pero estaba empezando a no recordar ya esos sentimientos en su cuerpo. Últimamente repetía todos aquellos juegos que tanto le habían gustado y ya no sentía nada. Acabó así, sin hacer nada.
Después de mucho aburrimiento escuchó una voz que decía: “Me aburro”, y experimentó algo que con el tiempo se llamó sorpresa. Se concentró con curiosidad en aquella voz y ésta fue creciendo cada vez más hasta fabricar discursos cada vez más elaborados
Pero también esto pasó, la sorpresa y la curiosidad. Y volvió el aburrimiento, allí parado, escuchando aquella voz ininterrumpidamente. Y solo existía aquella voz, el aburrimiento y la nostalgia permanente del placer vivido
Irguió su cuerpo, levantó su cabeza. Lo que podían ser sus ojos, se iluminaron. ¿Qué estaba diciendo aquella voz? Sí, Sí, Sí. Sonrió y dijo:
¡HÁGASE LA LUZ!
Y sí. El diablo sonrió.
Pero estaba empezando a no recordar ya esos sentimientos en su cuerpo. Últimamente repetía todos aquellos juegos que tanto le habían gustado y ya no sentía nada. Acabó así, sin hacer nada.
Después de mucho aburrimiento escuchó una voz que decía: “Me aburro”, y experimentó algo que con el tiempo se llamó sorpresa. Se concentró con curiosidad en aquella voz y ésta fue creciendo cada vez más hasta fabricar discursos cada vez más elaborados
Pero también esto pasó, la sorpresa y la curiosidad. Y volvió el aburrimiento, allí parado, escuchando aquella voz ininterrumpidamente. Y solo existía aquella voz, el aburrimiento y la nostalgia permanente del placer vivido
Irguió su cuerpo, levantó su cabeza. Lo que podían ser sus ojos, se iluminaron. ¿Qué estaba diciendo aquella voz? Sí, Sí, Sí. Sonrió y dijo:
¡HÁGASE LA LUZ!
Y sí. El diablo sonrió.
No hay comentarios:
Publicar un comentario