
y hoy no he sabido quererte
a veces me puede la rabia
necesito dormir
soñar que todo puede ser
antes
iré a tu habitación,
a verte
te arroparé
y dejaré en la mesilla
un paquete de besos de colores
y chicles de menta
de esos que tanto te gustan
***....... *** ....... ***
Son las 18:10 horas y llevo en Urgencias con Senia desde las 16:30 horas. Todavía no nos han atendido. Está atestado de gente.
Después de comer acerqué a Senia al Centro de Salud porque se aquejaba de un dolor por la zona del apéndice. Llevaba varios días con el mismo “punto”. No le hice mucho caso porque siempre tiene miles de dolencias inexplicables pero al insistirme y a pesar de que no quería nos acercamos. La vio una doctora y nos dio un volante para que la atendiesen en la Residencia y descartar una posible apendicitis.
Ella se encuentra tranquila sentada en su silla de ruedas y no tiene mucho dolor. Yo me muero de sueño. El ambiente está cargado. Mi silla de madera es incómoda y necesitaría estirarme. Hay un pitido ensordecedor que no deja de sonar.
Todo es frustrante y seguro que aún tenemos para largo. Mejor ni lo pienso. Al menos tengo un libro para leer.
Son ya las 20:00 horas y aún no nos vio ningún médico pero nos han pasado a un box. Urgencias está animado. Una pareja de drogadictos jóvenes: chico y chica, están montando un jolgorio de película. El Vigilante de Seguridad está a la puerta del box donde los han ubicado. Él tiene un brazo ensangrentado. Al fin parece que los van a atender o la emprenderán con alguno de nosotros. Están justo en el box siguiente al nuestro.
Los hospitales son odiosos y fríos. Uno siempre se siente solo aquí dentro.
Senia está en la camilla esperando al médico. Le han mandado recoger una muestra de orina, mirado la fiebre, tomado la tensión… lo típico. Yo sigo leyendo en otra silla incómoda de madera en una esquina del box. Estoy muy cansada. Senia dice tener hambre.
El médico ha venido a las 20:30 horas y ha descartado apendicitis, sólo queda descartar una posible infección de orina. Seguimos en el box.
Son las 21:00 horas y le han puesto una inyección para el dolor. Así que volvemos a la Sala de Espera. Los drogadictos ya se han marchado también. Sólo queda esperar el resultado de los análisis.
El tiempo pasa con una lentitud desesperante. Parece que el oxígeno fuera a terminarse de repente.
En la Sala de Espera hay más personas que antes. Las caras de los ancianos, la mayoría de los enfermos, me estremecen. Es triste hacerse viejo. Hay una señora mayor que está en una camilla llorando. Cuando llegamos a primera hora ya estaba en la Sala de Espera y también me pareció que lloraba. Decido acercarme a ella. Está sola. Le pregunto si tiene familia y me dice tener hijos. Le recomiendo que los llame porque está muy nerviosa. Dice que no quiere molestarlos. La convenzo y llama a su hija pero casi no puede hablar. Me pongo al teléfono y le cuento como está su madre. Vendrá enseguida. Se queda más tranquila. Me enseña su pierna. Está negra, debe ser falta de circulación. Tiene muy mal aspecto.
Vuelvo a sentarme al lado de Senia. Tengo ganas de echarme a llorar. Se me están resbalando unas lágrimas. ¡Mierda!.
Escribir me ayuda a pasar el tiempo y desahogarme. Son ya las 22:00. Han pasado cinco horas y media.
Pienso en ti, Congo y me gustaría que me abrazaras.
Se acercó mi madre un rato por si necesitábamos algo. Le digo que se marche porque no puede hacernos nada y estamos bien. Sólo tenemos que tener paciencia y esperar. Estamos más tranquilas las dos solas.
A las 23:00 horas viene el médico a traer los resultados. Ni si quiera hay un box libre para tener un poco de intimidad con los pacientes. Los enfermos están por todos lados. Es realmente increíble. Los resultados dan infección de orina. Antibióticos siete días y control por su médico de cabecera.
Se tiene que cambiar de ropa en unos servicios porque no hay nada libre. Y tenemos que irnos ya. No aguantamos más.
A las 23:10 horas abandonamos Urgencias, después de casi siete horas. Destrozadas. Agotadas. Deprimidas. Todavía nos queda ir a la Farmacia de Guardia antes de volver a casa.
Ha sido un día duro pero al menos Senia no tiene nada de importancia.
- ¡Ay, Aurorita, hija! Es que mira que eres pánfila
- Es una opinión. No me parece mal que me digas lo que piensas. Para algo somos amigos
- Verás, Aurorita. Ese Congo debe estar más aburrido de ti… tanta cartita, tanta cartita… ¡que digo cartita!... ¡testamentos!... Mi consejo es que si quieres conquistarlo para que caiga rendido a tus pies de una vez por todas, tienes que espabilarte o en cualquier momento vendrá una lagartona de esas (que las hay) y te lo sacará de las manos sin que te enteres
- Mira rico, Congo ante todo es libre. Y puede que yo sea una inocente, pánfila, cursi, torpe, neurótica-depresiva… pero al fin estoy contenta con lo que soy. Tantos años de terapia me han servido de algo. No me avergüenzo de ser como soy. Me acepto y me respeto. Vivo y dejo vivir. Es muy sencillo. Congo me acepta e intenta comprenderme siempre poniéndose en mi lugar, sin juzgarme.
- Bla, bla, bla… lo que quieras. Todo lo que dices suena bien, no digo que no pero parece un discurso sacado de un anuncio de compresas donde las nubes huelen a flores y están salpicadas de mariposas de bonitos colores que te invitan a perseguirlas
- Eres un machista recalcitrante. No me vengas ya con el rollo de la regla porque me ataco de los nervios. No lo soporto. Sabes de sobra lo que pienso al respecto
- Vale, vale. Está bien. Acepto pulpo como animal de compañía.
- Sigue entonces
- Bien. Por ejemplo: la última carta que escribiste a Congo es un poco ridícula. ¿Tú que pretendías con eso de las naranjitas? Anda, cuenta mujer que ya soy mayor
- Está claro. Hacerle un regalo a Congo. Me pareció erótico pensar en las naranjas, en su zumo resbalando por mi cuerpo desnudo… el preludio de un encuentro sensual y romántico
- Mujer, ¡despierta! ¡Baja del guindo! ¿Tú no ves que a los tíos no nos molan esas mariconadas? Naranjitas, zumitos… A los tíos lo que nos va son otras escenas. Ya sabes, del tipo pelis-viernes-canal plus. ¿No será tu Congo un poco nenaza?
- Oye, que no te consiento que hables así de él. Congo es una persona sensible. Muchos tendrían que aprender de él. La sensibilidad en el hombre no tiene porque ser equivalente a la “pérdida de aceite” (que, por supuesto, me parece muy respetable) que se dice hoy en día. Eres un cavernícola. No sé cómo puedes ser mi amigo
- Y tú mi amiga
- Y por cierto, esas películas son cine porno. El erotismo es otra cosa. Siento que no lo entiendas de ese modo aunque respeto tu opinión
- Vale. Vale
- En el fondo lo que te pasa es que estás celoso
- ¿Celoso yo? Lo que me faltaba por oír
- Sí, celoso. Te recuerdo que durante dos años me perseguiste sin respiro para que saliese contigo
- Aurorita, no seas mala. No me lo recuerdes
- Siempre te quise mucho. Desde el colegio. Pero nunca pude hacerlo del modo que a ti más te gustaría. Por eso te hiciste mi amigo
- Esa es la versión oficial. A mí me gusta más pensar que soy como la mayoría de los tíos: No hay dolor, No nació la tía que me haga sufrir, Patatín, patatán…
- Si es que en el fondo eres un blandengue, mal que te pese
- ¡Chtssss! Baja el tonito que pueden oírnos. Mi reputación se iría a la mierda
- ¿Tú reputación? Si se te ve en la cara que todo es pura fachada ¡Ay!, tanto ir a por lana y al final sales trasquilado
- Si es que cada vez que me hablas del Congo ese… Estoy deseando echarle la vista encima y decirle unas cuantas cosas porque como…
- Para el carro y no te embales. Ya soy madurita para saber lo que hago. Quiero a Congo. Lo quiero de verdad. Y punto pelota. No vas a liarme diciéndome que si esto o que si aquello. Pierdes el tiempo
- ¡Hay que joderse! Todo lo que he hecho para que me hicieras caso y ahora llega este tío, y ala, consigue besar el santo ¿Pero sabes qué te digo?
- ¡A ver que se te ocurre ahora!
- Que te deseo lo mejor
- ¿Cómo dices? No te he oído bien
- Lo has escuchado perfectamente, no seas cínica. Pero te repito para regalarte los oídos: Que te deseo lo mejor. Ten por seguro que como ese Congo no se porte contigo te juro que le bajo los dientes uno a uno y…
- No seas bruto, que no te pega. Venga, dejemos ya el tema y vámonos o no llegamos al cine
- Me gustaría volar
- ¿Para qué?
- Para perseguir a las nubes
- ¿Y eso?
- Siempre me han impresionado. Míralas. ¿Te has fijado en esa que parece un caballo?
- ¿Dónde está?
- Ahí, a la derecha, ¿la ves?
- Sí, es verdad
- Un caballo a manchas como el de Pippi Calzaslargas, ¿te acuerdas? Se llamaba Pequeño Tío
- No recuerdo su nombre
- Da igual. Se me ocurrió ahora
- Tú siempre te acuerdas de cosas
- Puede ser
- Yo olvido pronto
- Tienes suerte
- ¿Nos vamos?
- Sí, es mejor. Empieza a refrescar