Apuntes (2). Para Congo
Tú voz al despertar.
Tal vez sea un sueño.
No. Un sueño no es tan real.
Tu voz que me llama perezosa, remolona…
y es como si estuvieras aquí.
Al despedirnos y después de colgar el teléfono, tu voz me sigue atando a la cama. Boca abajo siento que mi cuerpo pesa una tonelada y por dentro se revuelven miles de sensaciones.
Pero voy a llevar a cabo tu sugerencia. A ver si hay suerte. Espera un poco y lo sabremos.
(Transcurren dos horas)
No te lo vas a creer. Ya tengo justo delante de la libreta, en la mesa, el trozo de tarta de tiramisú y un vaso de leche templado con un sobre de Cola Cao. Vuelco el sobre en la leche y lo disuelvo. Me tomo la espuma que se forma a cucharadas lentas ¡Me encanta la espuma del Cola Cao! Y retraso el momento de probar la tarta. Sé que cuando tenga el primer pedacito en mi boca tendré la sensación de que eres tú por entero el que se está colando por cada resquicio de mi cuerpo pequeño, de tantas veces como me has hablado de ese sabor.
Empiezo.
Primer bocado. Está delicioso, fresco.
Segundo bocado, más grande que el anterior. Percibo el sabor a café.
Tercer bocado. Recuerdo cuando llego a la cafetería y se acerca el camarero, una vez que me he sentado en la misma mesa y en la misma silla en la que estuve contigo aquél día:
-¿Tenéis tiramisú?
- Sí
- Me traes, por favor, un Cola Cao y tiramisú
- ¿Un trozo o toda la tarta?, dice el camarero sonriendo. Acabamos riéndonos los dos.
Ya me he comido unos cuantos bocados más. Venga, abre la boca que este trocito es para ti. A ver que viene un avión… como cuando éramos pequeños.
Más bocados. Está para morirse, Congo. Tenías razón.
Se ha terminado.
Gracias por haberme dado la idea. Ahora voy a hacer unas compras.
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