viernes, 1 de febrero de 2008

"Naranjas y Limones ", 1928, Julio Romero de Torres


Me gusta el olor de las naranjas recién peladas.

Si lo imagino se me espiga la piel y siento en la boca ese característico sabor entre dulce y amargo.

Ven, vayamos a comprarlas.
Comeremos una sentados en un banco del parque. Hoy hace sol. Dejaremos que su jugo refresque nuestros cuerpos, como un chapuzón en el mar una tarde de verano. Compartiremos cada gajo. Los iré metiendo uno a uno en tu boca como si fueses un niño pequeño y goloso, querrás morderme hasta la yema de los dedos. Dejaré que lo hagas mientras estrujas los gajos contra mi mano y el zumo resbala veloz por el brazo dejando surcos en la piel.

Terminaremos de comer la naranja con los sentidos inundados. Con mis manos húmedas, acercaré tu cara para besarte y tú pondrás un dedo en mis labios y dirás: Espera.
Me cogerás de la mano y me llevarás corriendo detrás de un árbol. Me apoyarás sobre su tronco y buscarás mi boca con ansia.
Y me susurrarás: Sabes a Naranja.

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