Soy como una radio vieja a la que se le fundió una lámpara y ya no es capaz de sintonizar. Sólo un ruido desagradable y ensordecedor habita dentro de mis paredes de madera.
Soy hermética como un tuperware, o como un alimento envasado al vacío. No hay aire dentro de mí y por eso no siento nada. Estoy aislada de todo lo que sucede a mi alrededor.
Llevo dos días agonizando en un dolor sin nombre. Un dolor que no hace heridas, ni ampollas, ni provoca tos, escozor... o fiebre... Un dolor que nadie nota, que no se nota. Un dolor que amordaza los abrazos, que ata de pies y manos las risas que ya no me salen.
Llevo dos días fundida, hermética, sin razón, sin sentido, sin poder evitarlo... sin querer.
2 comentarios:
Sé de tu dolor porque es el mío.
El dolor igual que la alegría es algo inherente al ser humano.
Supongo que los días de la vida son como pequeños tiovivos... un subir y un bajar.
Me hubiera gustado que dejaras tu nombre.
Un saludo,
bicos,
Aldabra
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