La circunferencia no se encontraba. Por más y más que lo intentaba, no lograba encontrarse a sí misma. Giraba y giraba sobre sí, pero cuanto más giraba, mayor era la pérdida de su identidad. Cada día enloquecía y se entristecía más.
Fue a visitar a su amigo don triángulo, casado con doña hipotenusa, y no pudieron ayudarla. También visitó a don círculo, un famoso y afamado psiquiatra. Éste, liado y empeñado en encontrar su cuadratura que, según él, tenía que tenerla extraviada por algún sitio, no le hizo mucho caso. Más bien, ni caso. Eso sí, le cobró 180º. Ella se dio media vuelta y salió de la consulta entristecida porque le falló la confianza puesta en él.
Caminó y caminó, preguntando a magos pentagonales, a cruces curanderos, sabios de postín agudos, feriantes trapezoidales, echadoras de cartas rectangulares, astrólogos estrellados... y hasta a la vecina del 2º izq., doña línea quebrada, que tenía fama de pitonisa en el barrio... pero nada, nada de nada.
Cansada y decepcionada por aquella búsqueda infructuosa de su identidad fue a sentarse sobre una raíz cuadrada que sobresalía del terreno.
--Hola!
--Sí? –y la circunferencia miró a su alrededor-
--Aquí, debajo de tu trasero!... Uhmmmmm! –dijo a malas penas sin poder casi hablar-
--Ah!, perdona. Lo siento mucho.
--No hija, no tiene importancia, si ya estoy acostumbrada. Precisamente ayer, una espiral como tú, se sentó justo encima de mi boca, y no me dejo siquiera, gritarle, para que se apartara. Así 3 horas, oyes. Por lo menos tú me has dejado media boca libre.
--Me has llamado espiral?
--Sí, claro, por qué lo preguntas?
--Es que acaso no te das cuenta de lo que soy?
--Toma! Anda ya! Pues claro: Una espiral!
--Tú no sabes lo que estás diciendo. Soy una circunferencia.
--Vale. Yo no sé lo que estoy diciendo, pero tú ni siquiera sabes quien eres.
--Eso es verdad, “ahí mas dao” –dijo apenada- Por más y más vueltas que me doy a mí misma... oyes!, nada!, que no me encuentro! Y eso que he ido a miles de sitios a ver si me resolvían el problema.
--Pues asunto resuelto, hija, que ya te has encontrado.
--Gracias!
--Ale! Nada, nada, hasta otra.
Y doña circunfff... perdón, doña espiral, se sintió bien. Porque, por primera vez en su vida, tomó conciencia de lo que era, a pesar de no poderse encontrar a sí misma. Y marchó muy contenta dando botes y mil giros de alegría. Y por allí por donde pasaba, era tal el ímpetu y la algarabía de sus vueltas y vueltas, ya digo, sin encontrarse a sí misma, que la gente quedaba hipnotizada al mirarla.
Y dicen que, desde que se “encontró” más abierta, era más feliz. Bueno, la verdad es que un poco liosa por dentro, pero abierta y feliz... por lo menos, a los ojos de los demás. Eso dicen.
Fue a visitar a su amigo don triángulo, casado con doña hipotenusa, y no pudieron ayudarla. También visitó a don círculo, un famoso y afamado psiquiatra. Éste, liado y empeñado en encontrar su cuadratura que, según él, tenía que tenerla extraviada por algún sitio, no le hizo mucho caso. Más bien, ni caso. Eso sí, le cobró 180º. Ella se dio media vuelta y salió de la consulta entristecida porque le falló la confianza puesta en él.
Caminó y caminó, preguntando a magos pentagonales, a cruces curanderos, sabios de postín agudos, feriantes trapezoidales, echadoras de cartas rectangulares, astrólogos estrellados... y hasta a la vecina del 2º izq., doña línea quebrada, que tenía fama de pitonisa en el barrio... pero nada, nada de nada.
Cansada y decepcionada por aquella búsqueda infructuosa de su identidad fue a sentarse sobre una raíz cuadrada que sobresalía del terreno.
--Hola!
--Sí? –y la circunferencia miró a su alrededor-
--Aquí, debajo de tu trasero!... Uhmmmmm! –dijo a malas penas sin poder casi hablar-
--Ah!, perdona. Lo siento mucho.
--No hija, no tiene importancia, si ya estoy acostumbrada. Precisamente ayer, una espiral como tú, se sentó justo encima de mi boca, y no me dejo siquiera, gritarle, para que se apartara. Así 3 horas, oyes. Por lo menos tú me has dejado media boca libre.
--Me has llamado espiral?
--Sí, claro, por qué lo preguntas?
--Es que acaso no te das cuenta de lo que soy?
--Toma! Anda ya! Pues claro: Una espiral!
--Tú no sabes lo que estás diciendo. Soy una circunferencia.
--Vale. Yo no sé lo que estoy diciendo, pero tú ni siquiera sabes quien eres.
--Eso es verdad, “ahí mas dao” –dijo apenada- Por más y más vueltas que me doy a mí misma... oyes!, nada!, que no me encuentro! Y eso que he ido a miles de sitios a ver si me resolvían el problema.
--Pues asunto resuelto, hija, que ya te has encontrado.
--Gracias!
--Ale! Nada, nada, hasta otra.
Y doña circunfff... perdón, doña espiral, se sintió bien. Porque, por primera vez en su vida, tomó conciencia de lo que era, a pesar de no poderse encontrar a sí misma. Y marchó muy contenta dando botes y mil giros de alegría. Y por allí por donde pasaba, era tal el ímpetu y la algarabía de sus vueltas y vueltas, ya digo, sin encontrarse a sí misma, que la gente quedaba hipnotizada al mirarla.
Y dicen que, desde que se “encontró” más abierta, era más feliz. Bueno, la verdad es que un poco liosa por dentro, pero abierta y feliz... por lo menos, a los ojos de los demás. Eso dicen.
5 comentarios:
Qué genial!!. Yo también me estuve buscando y todavía me sigo buscando a mi misma. Tengo muchas ganas de descubrirme.
Tu blog es genial.
Un abrazo
hola silvia... te cuento... Guillermo el Travieso es un amigo que de vez en cuando se anima y escribe en mi blog... y que se alegrará sin duda de que su texto te parecezca ¡¡genial!!
Gracias y aquí tienes tu casa...
bicos,
Aldabra
Lo mejor no es encontrarse a uno mismo, sino encontrarse y que puedas aceptar y vivir con lo que ves. A pesar de tus defectos y, a pesar sobre todo, de tus virtudes.
Me gustan los blogs compartidos por más de una persona.
Un saludo. Seguiré visitandote.
Aldabra, ese texto es GENIAL, lo que me pasó es que desde el principio dije, se equivocóoooo es un espiral!!!!, y después encontre la resolución del problema, claro... pobrecito, no sabía quien era, que era, y porque todo le salia mal...
Eso nos pasa, y siempre siempre me pregunto y le pregunto a mis alumnos (será por ejercicio del teatro)¿de donde vengo?, ¿que hago? ¿adonde voy?,
tres preguntas que ayudan y aclaran ciertas sombras que se convierten en claridad cuando por fin nos encontramos.
Aldabrita de mi alma, el premio es tuyo, y son dos, uno lo tenes que compartir con cuatro personas, (calidez) el otro con las que quieras!!!!
te quiero amiga,
besos argentinos, un poco tristes por nuestro campo...
Rox
Vaya!, con que aldabrita se merece un premio, por su texto genial???
y qué pasa con Guillermo... vale, que sí, ques broma, que Aldabra me conoce y sabe que soy sincero cuando digo que es broma y que sí, que es ella la que se merece el premio, sí!, por tener este blog y dejar que sus amigos publiquemos nuestras "cosillas"...
No, nada, por dar un poco el follón y agradecer que le digáis a Aldabrita (que bonico el diminutivo!) que el texto es genial y todo eso.
Bicos
Guillermo
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