Bruce Willis resopla mirando al techo, tiene los ojos muy abiertos. Él, que ha escuchado de todo, las cosas más increíbles, los acertijos más raros de parte de los malos mas malos y extravagantes, no está preparado para esto. No le entra en la cabeza. Y sin embargo sabe que es verdad, si algo ha aprendido con tantas junglas de cristal es a oler el miedo y cuando alguien se está tirando un farol. Y el miedo está aquí, más que miedo, es pánico, le entra a borbotones por las fosas nasales.
Vuelve a mirar con incredulidad al niño, es un niño hermoso, casi parece de película, como si hubiesen tenido que buscar entre 3000 niños para encontrar justo éste. Un pelo precioso, lacio, a lo oriental, que le cae sobre la frente, y recortado de forma que le dibuja una cara oval tapándole las cejas. Debajo inmediatamente de ese pelo vemos los ojos del niño, unos ojos abiertos con miedo, pero no un miedo sorpresivo y del momento. No, es un miedo permanente ¡Y NO ES PARA MENOS! Sus manos temblorosas agarran como zarpas las sábanas, subiéndoselas en un gesto protector hasta la nariz, intentando taparse la cara, protegerse. La sábana se ve oscilar acompasada con la respiración irregular del niño. Los ojos fijos, alelados.
- A ver explícamelo de nuevo. Dice Willis.
- Cuando cierro los ojos… ¡El niño se estremece!
- Sigue, sigue.
- No veo nada.
- ¿Pero nada, nada?
- Nada, nada.
- ¡¡PUES SI QUE ES BIEN TRISTE CHAVAL!!
Vuelve a mirar con incredulidad al niño, es un niño hermoso, casi parece de película, como si hubiesen tenido que buscar entre 3000 niños para encontrar justo éste. Un pelo precioso, lacio, a lo oriental, que le cae sobre la frente, y recortado de forma que le dibuja una cara oval tapándole las cejas. Debajo inmediatamente de ese pelo vemos los ojos del niño, unos ojos abiertos con miedo, pero no un miedo sorpresivo y del momento. No, es un miedo permanente ¡Y NO ES PARA MENOS! Sus manos temblorosas agarran como zarpas las sábanas, subiéndoselas en un gesto protector hasta la nariz, intentando taparse la cara, protegerse. La sábana se ve oscilar acompasada con la respiración irregular del niño. Los ojos fijos, alelados.
- A ver explícamelo de nuevo. Dice Willis.
- Cuando cierro los ojos… ¡El niño se estremece!
- Sigue, sigue.
- No veo nada.
- ¿Pero nada, nada?
- Nada, nada.
- ¡¡PUES SI QUE ES BIEN TRISTE CHAVAL!!
5 comentarios:
Devolviendo la visita y paseando por tu blog, hermoso por cierto, acá me vas a tener!!!! muy seguido!!!
besotes!!!
Vaya pues al niño le pasa como a mí, que no ve nada, lo mire por donde lo mire, nada de nada. Creo que no tiene cura, ni con operación de laser...no....en fin...La nada es mejor que nada...¿no?
:)
Saludos.
hola te invito a participar en mi blog directorio y de votaciones http://aquiestatublog.blogspot.com
te conocerán un poco mas
soy un particular en esta aventura y voy de blog en blog escogiendo a los mejores a si que pásate y deja tu blog en el libro de visitas,si consideras que esto es spam te pido perdón y ya que estas en el mira algo de publi,eso valora mi trabajo
voy leyendote de a poquito. y es un placer.
que cosa magnifica esta internet que permite descubrir en medio de tanto vacio cosas tan valederas como lo tuyo.
Saludos!
Yo, de ser el niño, tendría miedo de lo contrario, no? Muy divertida la entrada y, sobre todo, muy ingenisa. No hay día que no me sorprendas... Bicos
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